[*Otros}– Palmeros en América / David W. Fernández: José Pinto de Guisla y Van de Walle (1/2)

Gaspar José Pinto de Guisla y Van de Walle
(1701-17¿?)

Don Caspar José Pinto de Guisla y Van de Walle de Cervellón nació en Santa Cruz de La Palma (Canarias), el 9 de enero de 1701, siendo el segundo hijo de don Antonio Pinto de Guisla y Guisla —Coronel de Milicias del Regimiento Provincial de La Palma, Gobernador de las Amas de la misma isla, Corregidor y Capitán a Guerra de Gran Canaria, y Diputado General del Archipiélago a la Corte de Felipe V en 1718—, y de su legitima esposa y prima doña Inés Isidora Van de Walle de Cervellón y Urtusáustegui.

Es nieto por línea paterna de don Antonio Pinto de Guisla —Sargento Mayor de La Palma, y Alguacil Mayor del Santo Oficio— y de su legítima esposa y prima hermana doña María de Guisla y Corona Palaviccino. Por línea materna es nieto de don Gaspar Van de Walle de Cervellón y Olivares Maldonado Herrera, y de su legítima esposa doña Gabriela de Urtusáustegui y Van de Walle Estupiñán.

Es bautizado a los diez días de nacido en la parroquia matriz de El Salvador de Santa Cruz de La Palma, por don Pedro de Guisla Corona, Consultor y Comisionado del Vicario, y Visitador de la isla de La Palma; de licencia del Beneficiado de la Parroquia don Carlos Domingo Montañés. Fue su padrino don Luis Van de Walle y Rodríguez CarvelIón.

En la isla de La Palma pasó los primeros años de su vida, y desde allí se trasladó América.

En 1740 lo hallamos de Alcalde Ordinario Capitular de la Ciudad de San Felipe el Fuerte, actual Capital del Estado Yaracuy (Venezuela). En 1741 sabemos que tenía tienda de mercaderías en una de las esquinas de aquella población a la que dio nombre (Esquina de don Caspar Pinto).

En San Felipe se casó el 4 de diciembre de 1740 con doña María de la Candelaria de Matos y Arias de Escobar, hija de don Bernardo de Matos Machado y Montañés, y de su legítima mujer doña María Pascuala Arias de Escobar y Ruiz-Falero.

Era don Bernardo un venerable sesentón natural de Tenerife (Canarias), y descendiente de los nobles conquistadores y pobladores de aquella isla: Matos, Montañeses y Machados; había sido Regidor Perpetuo de la Ciudad de Cartagena de Indias, y ahora era Regidor Decano del Cabildo de San Felipe.

Don Bernardo de Matos Machado y Montañés se contó entre los canarios simpatizantes del movimiento pro archiduque, que se formó en Venezuela con motivo de la presencia, en el país, del embajador del archiduque Carlos de Austria, que lo era don Bartolomé de Capocelato, Conde de Anteria, y arribó a Venezuela en el otoño de 1702.

Don Bernardo era teniente de Ocumare de la Costa (Estado Aragua), y permitió el desembarco de los holandeses y fue por ello condenado a la pena capital, pero ello no se cumplió porque pudo huir.

Pero no adelantemos los acontecimientos: A la muerte del Teniente Justicia Mayor de San Felipe, el Capitán General de la Provincia de Venezuela, don Gabriel de Zuloaga, nombra para cubrir la vacante a don Ignacio de Basasábal. No conviene a los sanfelipeños este defensor del monopolio de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, que viene a entorpecer el tráfico contrabandista que ellos realizan con el extranjero, y que tan común era en aquel lugar que hasta las más altas autoridades estaban metidas en él. Entonces acuerdan alegar que este nombramiento es del Virrey, añadiendo que Basasábal es un hombre ebrio e incompetente.

El Cabildo de San Felipe se reúne el 1° de diciembre de 1740. Forman este Cabildo, además de Pinto y de su futuro suegro —el también Alcalde Ordinario, don Pablo Arias de Escobar, tío de la que pocos días después va a ser la señora de Pinto—, don Juan Prudencio Gutiérrez de la Flor, Alcalde de la Santa Hermandad, y el Escribano Público don Francisco de Viñas, ambos también parientes de la futura esposa de Pinto; don Santiago Moneda, Alcalde Ordinario; don Francisco Leal, Procurador General; y los regidores don Esteban Ramos Morado, y don Juan Bautista Windivoghel. igualmente asisten a Cabildo don Sebastián de Olasiregui, Factor de la Guipuzcoana; y el clero y los frailes regentes de la Misión de San Francisco Javier.

Se abre la sesión, Todos los cabildantes se muestran hostiles al nuevo Teniente Justicia Mayor. Sólo el Factor de la Guipuzcoana —vasco como él y como Zuloaga, y defensor de unos mismos intereses— se le manifiestan como amigos. Cada capitular expone su criterio. Pinto se expresa así: “Es sabido que la cabeza de todo gobierno de la Provincia se halla en la persona del señor Virrey, Teniente General don Sebastián de Eslava, Caballero de la Orden de Santiago, y que el Gobemador Zuloaga juró obedecer la Real Cédula que así declaraba al Virrey cabeza de gobiemo, y puso auto diciendo que la guardaría y cumpliría, mandándola a publicar, por tanto, a usanza militar, en todas las ciudades y villas, aunque aquí, en San Felipe, no se publicó por haberse perdido los papeles».

Por fin, en aquella sesión memorable, el Cabildo da a Basasábal su empleo, pero sólo interinamente y después de haberle exigido fianza. Más tarde, el nuevo Teniente Justicia Mayor va a tomar represalia, no sólo impidiendo a todo trance el comercio ilícito y el contrabando del cacao, sino también cometiendo arbitrariedades y atropellos. Hace que el Procurador General, don Francisco Leal, sea sustituido por don Manuel Fernández Bello. Otros varios incidentes fueron indisponiendo aún más al ya encolerizado Basasábal con el Común de San Felipe y su Cabildo.

Por último, Cabildo y Común traman una conjura que ha de llevarse a efecto el 4 de enero de 1741. Los conjurados, de acuerdo con el Cabildo, prenden a los cabildantes y los obligan a pedir a Basasábal que renuncie y abandone la ciudad, por lo que éste se ve obligado a refugiarse en la Misión de San Francisco Javier.

Zuloaga, al enterarse del tumulto, envía, con gente armada, al Teniente de Gobernador y Auditor de la Gente de Guerra, Licenciado don Domingo López de Urrelo, como Juez Comisionado para conseguir información del tumulto. Asimismo, por orden dictada por el dicho Zuloaga el 16 de enero de 1741, es expulsado Pinto de la ciudad y destinado a Nirgua. Con igual fecha son también deportados a distintos lugares la mayoría de los que componen el Cabildo. Los sanfelipeños, al saber que estaba en camino Urrelo, hacen adelantar una comisión —formada por los hermanos Gutiérrez de la Flor, Domingo de Ribero, un negro y un mulato— con orden de hacer saber al dicho Urrelo que solamente debe entrar en la Ciudad con el escribano y demás comitiva de sus criados a quienes pueden acompañar sólo doce hombres de su guardia.

Urrelo aprende a los comisionados y acampa en Tamanabare, a unos once kilómetros al sur de San Felipe, en donde tiene noticia de que la ciudad se ha levantado al enterarse de la prisión de los comisionados, y, no teniendo confianza en su gente, establece cuartel en Guama y pide refuerzos y órdenes al Gobemador. Luego, por gestión del Cabildo de San Felipe, quedan en libertad los apresados.

[*Opino}– Otro hipérbaton de don Amando: «Afortunado de una manera casual»

Escrito por don Amando de Miguel, columna Lengua Viva, en Libertad Digital (España) del 12/10/07:

“[Serendipidad]. Se refiere a la extraña facultad de descubrir algo afortunado de una manera casual”.

Tal y como está escrito, el lector puede perfectamente creer, si no quiere adivinar, que ‘de una manera casual’ se refiere a ‘afortunado’, pues ‘afortunado de una manera casual’ es algo que tiene sentido.

Sin embargo, como después de releer uno cae en cuenta de que la intención de don Amando fue que ‘de una manera casual’ se refiriera a ‘descubrir’, lo que debió escribir para evitar este hipérbaton (y conste que fue él quien me dijo que este, para mí error, se llama así) es, p.ej.,

“Se refiere a la extraña facultad de descubrir, de una manera casual, algo afortunado”,

lo cual no deja lugar a dudas.

http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_39785.html