[Drog}> ¿Cómo funciona el cerebro enamorado? La Ciencia, seducida, quiere revelarlo

14-02-2023

¿Cómo funciona el cerebro enamorado? La ciencia, seducida, quiere revelarlo

Entender el amor ha sido un reto desde siempre para poetas, artistas, filósofos y místicos. Desde ahora, también lo es para la neurobiología

Es un reto, muy especialmente, para la persona anónima que en su vivencia particular se enfrenta de cara, y muchas veces indefensa, al temido y a la vez soñado enamoramiento. Recientemente la Ciencia, especialmente la neurobiología, se ha dejado seducir por la complejidad de este reto, aportando desde su enfoque amplios y novedosos conceptos.

La neurobióloga y antropóloga Helen Fisher, de la Universidad de Rutgers en Estados Unidos, es una de estos científicos centrados en desvelar los misterios del enamoramiento desde la perspectiva biológica.

En sus investigaciones se han podido ir definiendo algunos de los procesos de activación cerebral, los perfiles de neurotransmisores y las rutas cerebrales involucradas en el fenómeno del amor de pareja.

Según la Dra. Fisher, podríamos diferenciar tres períodos en este proceso: la etapa de la atracción sexual, la del amor romántico y la del apego, sin que necesariamente tengan que ir en este orden.

En forma muy sucinta y a grandes rasgos, podríamos decir que en la primera etapa compartimos las mismas rutas que se activan en el apareamiento de los animales. Esta atracción sexual estaría estrechamente vinculada con las hormonas sexuales (estrógenos y testosterona), que aumentarían tanto el impulso de búsqueda de la pareja, como el deseo sexual.

El aumento de estas hormonas produce también sensaciones de bienestar, buen ánimo, optimismo y productividad; en el caso contrario, si las cosas no han salido bien, ansiedad, obsesión y depresión.

Por otra parte se aumenta la secreción de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) neurotransmisores del estrés, que serían los responsables de las sensaciones de estar en alerta y por lo tanto más atentos, más despiertos, para «atrapar» a esa pareja. Al tiempo que aumenta la frecuencia cardiaca, aumentan los glóbulos rojos, la presión arterial, la capacidad muscular y la dilatación de la pupila, entre otros signos y síntomas.

Otro fenómeno reseñable, también mediado por la activación del hipocampo cerebral, sería la disminución de la serotonina. La serotonina es un neurotransmisor que podríamos describir como “estabilizador del humor”, que al estar más bajo en el lóbulo frontal, nos explicaría comportamientos poco racionales y alocados. En pocas palabras, ese amor “ciego” que no atiende a razones ni conveniencias.

En la segunda etapa, la del amor romántico, se activan otras áreas cerebrales que se pueden superponer a las activas en la primera etapa. En la atracción sexual el impulso de búsqueda no necesariamente está limitado a una sola persona, pero en el paso hacia el amor romántico suele asentarse el proceso en una sola pareja.  Según el antropólogo Eibl-Eibesfeldt, en sus investigaciones, en 853 culturas el 90% de las parejas son monógamas, y aunque en el 44% de esas culturas se permite la poligamia solo un 10% la ejerce.

Por esto podríamos afirmar que la monogamia es la modalidad predominante entre los seres humanos. Sin embargo existe un un sector de la población que se queda en la etapa de la atracción sexual sin decantarse por una única pareja. También puede pasar que las parejas no evolucionen en estas etapas a la misma velocidad o que no estén coordinadas en el proceso y esto fomentaría el cambio de parejas.

Esta segunda etapa activa es lo que denominamos el “circuito del amor”, es decir: circuitos de recompensa y placer vinculados con la reproducción y con otros centros de regulación de lo instintivo y la supervivencia. En esta etapa es protagonista la dopamina, neurotransmisor involucrado en las adicciones. En lenguaje común sería como la “anfetamina” que aumenta la atención hacia esa única persona, creando así la dependencia y la obsesión. Por lo que si llegase a faltar esa pareja se desencadenaría un pequeño “síndrome de abstinencia”.

Asimismo, se mantiene la noradrenalina con todo su cortejo de agitación y la serotonina continua baja reforzando pensamientos obsesivos y repetitivos. Esta etapa suele durar un año y medio y suele pasar espontáneamente a la siguiente, ya que todos estos cambios químicos no pueden permanecer tanto tiempo en el cerebro. De hecho, muchas separaciones ocurren precisamente al finalizar este periodo, ya que muchas personas interpretan el nivel alto de dopamina como la “llama del amor” y su baja natural el fin del amor.

En la tercera etapa caen los niveles de dopamina, por lo que baja la obsesión y empiezan a activarse otras áreas en el sistema límbico, especialmente vinculados con la serenidad y la calma. Los neurotransmisores involucrados son la oxitocina y la vasopresina. La oxitocina predomina en las mujeres y está asociada a los sentimientos de confianza, empatía y vínculo: aumenta su producción en el orgasmo femenino, durante el parto y la lactancia.

La vasopresina, por el contrario, predomina en el hombre y produce efectos similares de apego, ternura, unión emocional, sensación de apoyo y descanso asociados a la pareja. En esta etapa también se liberan endorfinas, otros neurotransmisores que ayudan a mitigar el dolor y a desencadenar sensaciones de satisfacción y bienestar.

Esta etapa se alarga en el tiempo y puede reactivar en forma cíclica las otras etapas. Sin embargo, si no se ha producido esta unión emocional profunda para el momento de los cambios en los neurotransmisores, la relación puede enfriarse y desencadenar separaciones.

Esta ventana hacia el entendimiento neurobioquímico del comportamiento humano es apasionante y aporta claves interesantísimas en nuestra búsqueda de la salud y la felicidad, sin embargo la clave del éxito en el amor probablemente trascienda este conocimiento y nos obligue a seguir trabajando y esforzándonos, hombres y mujeres, en el entendimiento mutuo.

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[Drog}> Qué le hace el amor a tu cerebro

31/12/2022

Qué le hace el amor a tu cerebro

Hay muchos tipos, pues amamos a la persona con la que compartimos nuestra vida pero también a nuestros amigos, y cada uno de ellos produce algo en nuestro interior

Cualquiera conoce la sensación: pulso acelerado, mariposas en el estómago, sentirse especialmente consciente de uno mismo delante de la persona elegida para evitar cometer alguna tontería, pensar todo el rato en ella y, por supuesto, una extraña euforia que no te deja comer, dormir o pensar.

Es el amor, quien lo probó lo sabe, y además de golpear a nuestro corazón también hace otras cosas en nuestro cuerpo.

Resulta que enamorarse se corresponde con la liberación de sustancias químicas cerebrales clave de ciertas regiones del cerebro, y una de ellas es el hipotálamo.

Según informa ‘Live Science’, esta región multifuncional del tamaño de una almendra en lo profundo del cerebro libera la hormona oxitocina, también conocida como ‘hormona del amor’, que promueve la vinculación y se libera en otras ocasiones como durante el parto, la lactancia o los orgasmos.

Pero quizá es importante aclarar antes qué entendemos por amor, si tenemos en cuenta que los griegos tenían seis palabras para los diferentes tipos: desde la pasión sexual a la amistad o un profundo cariño por la humanidad.

Probablemente estaban más acertados, teniendo en cuenta que no todo el amor se ve igual en el cerebro y los diferentes tipos de amor, como el amor romántico, el vínculo de los padres o el afecto de amigo a amigo, son bastante distintos.

Aunque eso sí: todos estos sentimientos involucran el mismo químico cerebral hasta cierto punto, no todos provienen de las mismas neuronas o células nerviosas en el cerebro.

Por ejemplo, el amor romántico proviene de las neuronas magnocelulares o más grandes del hipotálamo, mientras que otras formas de amor, como el afecto por la pandilla, provienen de las neuronas parvocelulares o más pequeñas.

Y una reciente investigación publicada en ‘Neuron Journal’ reveló otra razón por la que el amor romántico abruma los sentidos: enamorarse libera de 60.000 a 85.000 moléculas de oxitocina en las neuronas magnocelulares. Esto es significativamente más que en las neuronas más pequeñas, que liberan de 7000 a 10 000 moléculas.

Una vez liberadas, las moléculas de oxitocina del amor romántico y del amor vinculante actúan de manera diferente. Cuando la oxitocina sale de las neuronas magnocelulares (las células de oxitocina del amor romántico), ingresa al torrente sanguíneo y al líquido cefalorraquídeo circulante.

Dondequiera que se encuentren células que tienen receptores de oxitocina (glándulas suprarrenales, útero, senos y cerebro), se unen y activa esos receptores.

La respuesta del receptor varía según el órgano, pero incluye la lactancia, la supresión de la respuesta al estrés y los sentimientos de amor, incluido el apego y la euforia.

En definitiva, un gran amor inunda todo el cerebro y nos hace ver el mundo de color rosa y a la persona que es nuestra media naranja como el individuo perfecto.

Pero cuando estás con un grupo de amigos se libera una cantidad mucho menor de oxitocina, porque necesitamos juzgar con mayor objetividad si la pandilla nos cubrirá las espaldas.

Cuando la oxitocina sale de las neuronas parvocelulares (las células de oxitocina del amor platónico), sólo se envía a sinapsis específicas en el cerebro y no baña el cerebro ni ingresa al torrente sanguíneo.

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[Drog}> Amor romántico: qué es y por qué existe, según la Ciencia

Del artículo cuyo titular-enlace (link) copio abajo, vale destacar dos afirmaciones:

  1. Que las sensaciones relacionadas con el amor (drogamor) son siempre intensas como una adicción
  2. Que el amor romántico (al que llamo drogarmor) actúa de manera diferente en mujeres y hombres, lo cual explica muy bien este artículo:

La ley de Briffault. “Los hombres valoran el amor; las mujeres aman el valor. Los hombres creen en el amor como algo en sí mismo; las mujeres aman de forma oportunista”

Amor romántico: qué es y por qué existe, según la Ciencia

Se han descrito más de 60 genes asociados a ciertas características del amor romántico, docenas de regiones cerebrales implicadas, hormonas y factores endocrinos como la dopamina o la serotonina

[Drog}> En busca de un amor sereno: cómo diferenciar entre mariposas en el estómago y ansiedad

En busca de un amor sereno: cómo diferenciar entre mariposas en el estómago y ansiedad

NotaCMP.-. Más buenos datos sobre el tal “amor romántico”, ése que llamo drogamor, e interesante la diferenciación entre romanticismo y amor romántico, algo que preocupa porque los hombres somos generalmante  más románticos que las mujeres, y más persistentes en eso.

Las mariposas del enamoramiento deben tener tiempo de caducidad, si la estabilidad no llega a la relación viviremos la misma en una continua ansiedad que está lejos de ser un ideal romántico

[Drog}> La ley de Briffault. “Los hombres valoran el amor; las mujeres aman el valor. Los hombres creen en el amor como algo en sí mismo; las mujeres aman de forma oportunista”

28-09-2022

Carlos M. Padrón

El que sigue es un artículo excelente y valiente que, al menos en mi opinión, contiene la esencia de lo que pienso de la relación hombre-mujer si acaba consolidándose. Todo padre debería hacer que su hijo lo lea, y conseguir que lo asimile, al igual que debe hacer con el drogamor y sus efectos.

Tenía mucha razón el que psiquiatra que más conocí y que estudió en Inglaterra.

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28-12-2015

José Redpill

La ley de Briffault

Los hombres valoran el amor; las mujeres aman el valor. Los hombres creen en el amor como algo en sí mismo; las mujeres aman de forma oportunista

Ante la pregunta de ¿por qué las mujeres hacen lo que hacen? o, más precisamente, ¿cómo es posible que sean capaces de hacer ciertas cosas después de todo lo que hicimos por ellas?

Admito que llevo una vida entera dedicada a buscar las respuestas a esas preguntas, sin éxito… hasta ahora.

Surfeando por la Red me encontré con una frase extraordinaria que explica mucho, si no todo, el comportamiento femenino. La encontré por un comentario hecho en un artículo muy interesante de un diario: el artículo, llamado «Brides of the State» (Casadas con el estado) del diario «Inside Cork» publicado el 8 de Julio de 2004.

Ten en cuenta que estamos hablando sobre comportamiento, o sea, un hecho observable, y no de pensamientos o deseos. Freud solía decir que nadie sabe qué quieren las mujeres. Esa opinión se mantiene vigente hasta donde sé. Como todos los grandes descubrimientos, tales como E=MC2 o F=MA, lo que encontré vendría a ser como la teoría unificada del comportamiento femenino, explicada de una forma muy elegante. Lo que encontré fue la Ley de Briffault.

LEY DE BRIFFAULT

La hembra, no el macho, determina las condiciones de la familia animal. Cuando la hembra no puede obtener más beneficios de la asociación con el macho, esta asociación deja de existir.

Hay algunos corolarios que podríamos agregar:

  1. Los beneficios ya provistos por el macho no aseguran ni la continuidad ni el futuro de la asociación.
  2. Cualquier acuerdo donde el macho provee un beneficio actual a cambio de la promesa de una futura asociación es totalmente inválido y nulo tan pronto como el macho termine de proveer el beneficio. (Ver corolario 1).
  3. La promesa de un futuro beneficio tiene una influencia limitada en la asociación tanto actual como futura, siendo esta influencia inversamente proporcional al tiempo que falta para que ese beneficio sea dado, y directamente proporcional al grado en el que la hembra confía en el macho (muy poco probable, digamos).

Ningún hombre puede entender lo que está sucediendo dentro de la cabeza de cualquier mujer, sea  de la cultura que sea, incluyendo las de su propia cultura, no importa cuánto las estudie. No debemos mentirnos a nosotros mismos; lo mejor que podemos esperar lograr es observar sus comportamientos y aprender a los golpes. Acá es donde la Ley de Briffault se vuelve de vital importancia: todas las mujeres se asocian con un hombre sólo en tanto puedan obtener algún beneficio de esa asociación.

Hay algunos estudios recientes hechos en Inglaterra que apoyan esta proposición. Se encontró que durante un periodo de tiempo entre el comienzo de los 1990 hasta los inicios de los 2000, el 90% de las mujeres de Inglaterra practicaron la hipergamia.

La hipergamia se puede entender como «casarse con alguien que está en mejor situación que la de uno«. La hipótesis del estudio fue: “¿Exhiben o no las mujeres la hipergamia?”. Se empieza asumiendo que no, y luego se busca refutarlo. Si las mujeres no son hipergámicas, entonces se puede decir que aproximadamente el 50% de ellas se casarían hacia arriba, y el 50% se casarían hacia abajo.

Durante el periodo que duró el estudio, el 90% de las mujeres de Inglaterra se casaron con hombres que ganaban más plata que ellas, o que tenían mayor riqueza. Un 90% es una evidencia bastante clara de que las mujeres demuestran un comportamiento hipergámico. Cabe aclarar que las mujeres del estudio no eran granjeras ni pobres y que el país del estudio no era un país en desarrollo.

Este comportamiento se puede observar en cualquier parte del mundo en cualquier momento de la Historia.

Antes de descubrir la Ley de Briffault, había llegado yo a una conclusión similar, aunque no tan bien explicada. Hace unos años, discutiendo con las mujeres de mi familia sobre mis intenciones de casarme con una chica de barrios bajos, me argumentaban que ella sólo quería casarse conmigo para tener una mejor vida. Después de unos segundos de reflexión, les respondí que eso era verdad para todas las mujeres del mundo al casarse con cualquier hombre. Esa respuesta las hizo quedar mudas y sin argumentos, porque, después de todo, ¿quién de nosotros se casa para tener una peor vida? Todos esperamos que el casamiento nos lleve a una mejora. Con las mujeres es mucho más evidente, ya que no tienen la intención de trabajar duro para mejorar su situación.

Entonces, de acuerdo con la Ley de Briffault, si una mujer se asocia contigo (asumiendo que eres hombre), sólo lo está haciendo porque ve algún beneficio, sea actual o futuro, de esa asociación. Las únicas diferencias son el tiempo de tal asociación, el beneficio esperado y el tiempo que ella acepte esperar para obtener ese beneficio. Es hora de sacarse los anteojitos de colores y ver la realidad como lo que es.

¿Y esto en qué te ayuda? En que si sabes de antemano que ella está contigo para principalmente obtener un beneficio, asegúrate de que estás dispuesto y de que eres capaz de proveerle ese beneficio, asegúrate de que estás dispuesto y que eres capaz de continuar dando ese beneficio, y de que el costo de proveerlo vale el beneficio que obtienes de la asociación. Ten siempre en mente que. cuando el beneficio que le proveas se termine, también lo hace la relación; no te hagas ilusiones.

Esto es verdad tanto en Inglaterra, Francia, USA, Argentina, Tailandia y cualquier otra parte del mundo. Así que, si te gastas todos tus ahorros en comprarle o refaccionarle una casa a ella o a su madre (a su nombre, claro), no esperes que la asociación continúe. Tienes que aprender a decir que no desde el inicio, y las veces que sean necesarias, para preservar tu habilidad de poder continuar proveyendo el beneficio. Si gastas todos tus recursos, sólo vas a obtener lo que deberías esperar. (Ver corolario #1).

Mantén el control sobre tu dinero, que sólo tú puedas y seas responsable por él, y eso es porque eres el que tuvo que ganárselo. «Cualquier hombre que le entregue su sueldo a una mujer es un tonto«. Agregaría que darle a una mujer toda la plata que tienes en el mundo es buscar que te eche y te deje a las primeras de cambio.

Querer obtener beneficios mutuos de una relación no es algo malo, pero los hombres perdemos la consciencia cuando esperamos que los beneficios que aportamos en el pasado a una mujer nos generarán una asociación futura continua. (Ver corolario #1).

La lealtad, el honor, la gratitud y el sentido del deber son valores masculinos que nos gusta proyectar a las mujeres, pero hay muy, muy pocas mujeres que posean esos valores. No nacemos con ellos: se nos inculcan desde la cuna, por la sociedad, la cultura, nuestras familias y, definitivamente, por las mujeres de nuestra vida (eso incluye a tu mamá, sí).

Las mujeres reciben un adoctrinamiento diferente, así que sus valores son distintos; en general, para una mujer, lo que sea que es mejor para ella y para sus hijos (biológicos) es lo mejor; punto. Así que no esperes que una mujer se sacrifique por ti y te siga agradeciendo cuando ya no puedes proveerle a ella, y lo que es de ella.

Y no te equivoques: nunca fuiste, ni serás, parte de lo que es de ella. Sus prioridades son primero ella, luego sus hijos (biológicos), luego sus padres, luego sus hermanos y, por último, el resto de sus parientes.

El imperativo biológico del ser humano siempre fue y será extender la familia biológica. Ahí termina, siempre. ësta es una realidad que sucede en todo el mundo. Supéralo.

«Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno que dé su vida por sus amigos.» (Juan, 15:13).

¿Cuántas mujeres están dispuestas a morir por sus maridos, amigos, país? Demasiado pocas, si es que hay alguna. Sin embargo eso es algo que sí se espera de los hombres (a veces, incluso a la fuerza).
¿Cuántos hombres continúan con su matrimonio, manteniendo a su familia y a su esposa, a pesar de que ésta le hace la vida imposible? Demasiados.
¿Cuántos hombres elijen a sus esposas por sobre sus padres y hermanos? La mayoría.

Las mujeres no se comportan así.

Pero, ¿cómo es que las expectativas de un beneficio mutuo en una relación se distorsionan de tal manera en Occidente? En cuanto se dicen los «Sí, acepto».

¿Por qué?

Porque tú, el hombre, firmas un contrato no con la mujer, sino con el Estado; un contrato en el que prometes que vas a proveer todo a tu mujer, mientras que la mujer no promete nada. Por cierto, acuérdate de que, en cuanto ella decida dejarte, tanto el peso entero de la Ley como la opinión pública van a apoyarla a ella para que te saque todo lo que pueda, incluyendo a tus hijos y la mayoría de tus ganancias futuras.

Por lo tanto, una vez que firmas ese contrato no tienes nada más que ofrecerle: todo lo que tienes y todo lo que vas a tener, es de ella. ¿Te parece muy duro lo que te digo?

Me pareció lo mismo la primera vez que lo escuché, cuando discutía con mi abogado después de mi separación. La mujer lo tiene todo y, además, puede volver nula su parte del contrato en cuanto lo desee, esa parte del contrato donde ella te debe compañía, lealtad, sexo, etc. (Acuérdate de que la violación de cónyuge es ahora una realidad, pero no pasarle un centavo a ella si no trabaja, es un delito). Y no sólo puede la mujer anular su parte del contrato, sino que, encima, se queda con todos los beneficios que puedes darle y que vayas a poder darle a futuro.

Una vez que te casas, la mujer pierde cualquier razón por la cual seguir asociándose contigo. (Ver corolario #2).

Esta situación actual del estado del matrimonio (y ahora de los convivientes) resulta totalmente destructiva para la unidad familiar, donde el hombre tiene responsabilidades, y la mujer ninguna.

Hablar sobre a la Ley de Briffault es un deber que siento que tengo hacia mis lectores, como un servicio público. Necesitamos sacarnos las anteojeras y ver la realidad. Piénsalo: vas a obtener de las mujeres exactamente lo que esperas; siempre que mantengas en mente la Ley de Briffault (y sus corolarios).

Tanto los hombres como las mujeres vamos a ser más felices si los hombres toman el control de su relación y de sus finanzas.

Cortesía de Alberto Lema

[Drog}> Las razones por las que discuten tanto las parejas

15/08/2022

Laura Peraita

Las razones por las que discuten tanto las parejas

Un especialista explica las situaciones que más conflictos generan en las relaciones

Quien tiene pareja, lo sabe. Al principio de la relación todo son sonrisas y buenos gestos, pero según se avanza en la convivencia diaria se da paso a desencuentros que pueden generar conflictos y discusiones.

Pero, ¿por qué suelen enfadarse las parejas? Si estás leyendo esto es porque te ha ocurrido, te preocupa la relación y necesitas tener respuestas para mejorar. Pues la primera de ellas es de cierta calma y tranquilidad. Así, al menos, lo apuntan en terapias de parejas al asegurar que «la discusión es parte esencial de la pareja, y las buenas relaciones se definen en función de la forma en que discuten y solucionan sus problemas. Es decir, la discusión no es mala, y es una realidad necesaria para resolver conflictos y que los problemas no se vayan acumulando de tal manera que en un momento dado se estalle y salgan a la luz todos ellos, con el consiguiente riesgo de ruptura definitiva de la pareja».

Una de las razones por las que más se pelean las parejas es por la batalla de poder. «Uno quiere tener la razón sobre el otro y, de manera casi siempre inconsciente, se convierten en adversarios. Ocurre sobre todo cuando la confianza es extrema y se entra en un juego casi como de competición. Se generan egos y cada uno trata de empoderarse sobre el otro, lo que resulta muy estresante».

Otra de las razones que rompen la calma en la relación es la falta de simetría, entendida como la capacidad de la pareja para estar en una convivencia equilibrada. «Si desde el principio, por ejemplo, uno es detallista y dice cosas bonitas, también espera que el otro lo sea. Son cuestiones que se cuidan bastante al comienzo de una relación. Sin embargo, con el tiempo se pierde esta actitud, aunque el que era detallista lo siga siendo, pero mucho menos.

Se produce una asimetría en la relación y se acostumbra a la pareja a un estado no natural. El que tenía detalles echa en cara al otro que ya no es detallista y surge la pelea».

Los tres pilares de la relación

De cara a prevenir este tipo de situaciones, en las que generalmente uno de los miembros de la pareja se queja de que «ya no me quieres ni te importo y, por eso, ya no tienes detalles conmigo», es que realicen por escrito una especie de contrato en el que se especifiquen aquellas cosas en las que se deben esforzar uno y otro para mantener esa simetría, y así tengan la sensación mutua de que el otro está «trabajando» para que la relación funcione de manera sana y sin problemas.

Es fundamental mantener los tres pilares de toda relación: confianza, respeto y sinceridad. «Para ello, hace falta tener compromiso. En ocasiones, no obstante, el deseo de uno no corresponde exactamente con el del otro, y estalla el conflicto. Hay personas que tienen objetivos a nivel personal que no cuadran con los de la pareja, que ponen el éxito profesional por encima del tiempo de pareja e hijos. Esa disonancia es motivo muy habitual de discusión».

En el día a día, las labores domésticas también suponen una causa de enfrentamiento. «Es tan importante lo que hace cada uno como cuánto percibe el otro lo que yo aporto. Este asunto provoca muchas frustraciones en quien hace mucho y puede echar en cara al otro todo lo que no hace y ponerle castigos de manera más o menos inconsciente: «Como no has hecho esto, ahora te fastidias y esta noche no voy a tener sexo contigo»».

Otra de las causas más comunes de los enfados llegan por elementos externos: la familia política. «Acciones o comentarios de los suegros o de algún cuñado suelen enfrentar a las parejas porque el afectado se defiende y el otro no admite que se metan con su familia. Pero hay que ser consciente de que uno «se casa con su pareja… y con su familia», y es difícil que no se vean afectados cuando no se muestran receptivos. No obstante, este tipo de discusiones son más bien estacionales y coinciden con temporadas de Navidad y verano fundamentalmente, que es cuando más se juntan las familias».

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[Drog}> Entrevista con Anna Machin. «Ya sabemos cuáles son los cuatro ingredientes del amor»

Entrevista con Anna Machin. «Ya sabemos cuáles son los cuatro ingredientes del amor»

Una de las claves de la felicidad es el amor. Y los científicos han descubierto muchas cosas sobre él. Por ejemplo, que nuestro cerebro segrega una droga para que amemos a alguien durante años. E incluso ya diseñan aerosoles para enamorarse… La antropóloga Anna Machin lo descifra en su laboratorio de la Universidad de Oxford