[Canarias}> Ocho apellidos canarios / Ana de Armas

29 May 2023

Ana de Armas

8 Apellidos canarios

Ni 8 apellidos catalanes, ni 8 apellidos vascos…Si hay apellidos de los que más orgullosos debemos estar son de los canarios. Se remontan al origen de grandes familias que vivieron en las Islas o a antiguos reyes que provenían de diferentes lugares del mundo. Descubre cuáles son los más comunes en cada Isla.

El Hierro: Padrón

Hoy en día, el apellido Padrón es el más común y numeroso entre los habitantes de El Hierro, y su presencia sigue siendo significativa en la comunidad local.

La familia Padrón en Canarias tiene sus raíces en Portugal, aunque se cree que tiene un origen remoto en Asturias. Esta familia es una de las más antiguas y prominentes en la isla de El Hierro. En Lisboa, los miembros de este linaje construyeron una torre que posiblemente se representa en su escudo de armas actual.

En el siglo XVI, se establecieron en las Islas Canarias, siendo Pedro Padrón Acosta Salgado uno de los primeros miembros destacados. Pedro era vecino de La Palma y pertenecía a la familia del Santo Oficio. Se casó con Leonor de Acosta, quien era descendiente de un hijo ilegítimo de los reyes portugueses, tiempo después se trasladaron al hierro y tuvieron descendencia. Después de vivir en La Palma, la pareja se trasladó a El Hierro, donde su hija, Francisca Padrón Acosta Salgado, contrajo matrimonio con un hidalgo portugués llamado Pedro Gonzales, originario de Riotorto.

La isla de El Hierro ha tenido una población relativamente aislada y estable a lo largo de los años, lo que ha permitido la preservación de apellidos como “Padrón” y su continuidad en las generaciones posteriores. Esto ha contribuido a la identidad cultural y la historia de la isla.

La Palma: Pérez. (Falta uno. Ver al final)

El apellido Pérez es uno de los apellidos más comunes en la isla de La Palma, en Canarias. Es un apellido de origen español y tiene una larga historia en la región.

El apellido Pérez se deriva del nombre propio “Pedro”, que a su vez proviene del latín “Petrum”. Es un apellido patronímico, lo que significa que se forma a partir del nombre del padre. En este caso, “Pérez” indica la descendencia o filiación de alguien cuyo padre se llamaba Pedro.

En La Palma, el apellido “Pérez” tiene una presencia significativa y ha sido transmitido a través de generaciones. Muchas familias de la isla llevan este apellido y tienen vínculos históricos con la tierra y la comunidad local.

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La Gomera: Chinea

Chinea es el apellido de origen indígena canario más común en las Islas pues se estima que alrededor de 4.500 personas lo llevan. Sin embargo, es el único apellido que proviene de los aborígenes gomeros, lo que le otorga una singularidad especial en la región.

Según varios trabajos y estudios, la tradición oral de la zona todavía evoca el nombre ancestral de una princesa gomera llamada Echirea o Echinea, que tiene una posible conexión con el apellido.

El apellido “Chinea” ha sido transmitido de generación en generación en la isla y ha sido llevado por muchas familias locales.

Gran Canaria: Santana

Se debe a que en Gran Canaria normalmente los niños huérfanos provenientes de la Casa de Expósitos o del Hospicio de Las Palmas de Gran Canaria (o Casa Cuna) estaban bajo la advocación de Santa Ana, lo que lo convierte en un apellido muy frecuente.

También se dice que el apellido Santana tiene raíces en el idioma guanche, la lengua aborigen de las Islas Canarias antes de la llegada de los conquistadores. En guanche, “santana” significa “tierra alta” o “lugar alto”, lo cual puede estar relacionado con la geografía montañosa de Gran Canaria y la existencia de lugares con elevada altitud en la isla.

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Tenerife: González

Uno de los apellidos con más historia en la isla de Tenerife es el apellido González. Este apellido, de origen hispano-guanche, ha dejado una profunda huella en la historia y la cultura de la isla, convirtiéndose en un símbolo de identidad para muchas familias tinerfeñas.

El apellido González tiene sus raíces en la época de la conquista de las Islas Canarias por parte de los españoles en el siglo XV. Durante ese tiempo, los conquistadores se establecieron en Tenerife y se mezclaron con la población guanche, los antiguos habitantes de la isla. Como resultado de esta mezcla cultural, surgieron nuevos linajes que adoptaron apellidos españoles, entre ellos el apellido González.

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Lanzarote: Betancort

El apellido Betancort es un símbolo de la historia y la identidad de Lanzarote. Representa la fusión de culturas y la herencia guanche y española en la isla. A lo largo de las generaciones, las familias Betancort han contribuido al crecimiento y desarrollo de Lanzarote, dejando un legado perdurable que sigue influyendo en la sociedad actual.

Fuerteventura: Martín

Cabe destacar que, si bien el apellido Martín es el más común en Fuerteventura, también existen otros apellidos que son frecuentes en la isla, como Rodríguez, Morales, Hernández, García, Cabrera, entre otros. Estos apellidos reflejan la diversidad de las familias que han habitado y contribuido al desarrollo de Fuerteventura a lo largo de su historia.

La Graciosa: Toledo

En el caso de La Graciosa, es posible que algunas familias con el apellido Toledo se hayan establecido en la isla procedentes de otras áreas de España, principalmente de Lanzarote o de otras islas cercanas. Estos primeros colonos probablemente buscaron oportunidades económicas en la pesca y en la explotación de los recursos marinos, actividades que históricamente han sido fundamentales en la vida de la isla.

A lo largo del tiempo, las familias con el apellido Toledo que se asentaron en La Graciosa se integraron en la comunidad local y contribuyeron al desarrollo y crecimiento de la isla. Sus descendientes han mantenido el apellido y han formado parte de la identidad “gracianera”, preservando las tradiciones y el legado de sus antepasados.

Algunas de las primeras familias en establecerse en La Graciosa fueron los Martín, los Pérez, los García y los Morales, entre otros.

Fuente (Cortesía de Ricardo Lorenzo Fernández)

Falta “La Palma: Los otros Padrón”

Todo lo que acerca del Padrón de El Hierro cuentan al comienzo de este artículo, se encuentra en el artículo “Datos sobre genealogía de la familia PADRÓN, de El Paso (La Palma, Canarias)” que, escudo incluído, publiqué en este mi blog el 24-05-2006.

Según entonces conté, el apellido Padrón que tengo y que, por tanto, también tuvieron mis antepasados y tienen mis descendientes y los descendientes de otros Padrón con quienes comparto ancestro, es fake porque debería ser un apellido holandés.

Ésta es la mejor foto que de uno de mis antepasados Padrón tengo.

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Se trata de Tomás Padrón Felipe, hermano de mi abuelo Luis. Tomás medía, según me contó un pariente que lo conoció, más de 2 metros, y sus manos eran tan grandes que podía coger con facilidad objetos del tamaño y forma de un balón de fútbol. Vivió en San Pedro, Breña Alta, y allí fue juez de paz durante 30 años sin que nadie osara jamás objetar una sentencia suya.

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Esta foto, junto a su cónyuge Josefa Rodríguez, quien no era precisamente mujer de baja estatura, da idea del tamaño de Tomás.

Entre sus descendientes, de los cuales conocí a muchos y sigo en contacto con algunos, abundan los altos a muy altos, rubios o pelirrojos, de tez muy blanca y ojos claros, rasgos que no se dan entre los auténticos Padrón.

Una de mis hijas, que vive en USA, solicitó el análisis de su ADN, uno que hacen mediante el pago de 100 dólares y envio de muestra de saliva. El resultado indicó que el mayor porcenaje de su ADN corresponde a genes holandeses y el segundo a italianos. Los otros porcentajes son muy bajos.

[Canarias}> La batalla del barranco de Acentejo, último hito de la conquista de Canarias

27/05/2023

Á. Van den Brule A.

La batalla del barranco de Acentejo, último hito de la conquista de Canarias

La isla de La Palma fue sometida en 1493 y, tras ella, el conjunto de las islas fue quedando, ya fuera por la fuerza o por los pactos de paz, bajo el dominio de la Corona de Castilla

La quietud era abrumadora y el silencio inquietante. Sólo el ruido metálico de los morriones, petos y su botonadura, cascos de la reata de caballos y las espadas, rompían la monotonía. Una tropa de centenar y medio de caballeros y no más de un millar de soldados sin mucha preparación y cogidos a lazo en las islas cercanas, caminaban en lenta procesión por aquel paisaje lunar. La tropa, admirada, veía cómo las estrellas fugaces pasaban de largo y la bóveda celeste seguía ahí, impertérrita, sin más respuesta que su imponente presencia.

Hacia mayo, en las cercanías de lo que hoy es Tenerife, aquella tropa de gentes castellanas con presencia regular en el Hierro y la Gomera y algunos reclutados en el sur de la península, se adentraban de manera un tanto informal y sin las debidas precauciones. En las alturas del barranco de Acentejo, había muchas miradas escrutando a aquellos extraños invasores que portaban unos perros grandes y feos y unas extrañas armas metálicas.

Aquella tropa de gentes castellanas con presencia regular en el Hierro y La Gomera y algunos reclutados en el sur de la península, se adentraban de manera un tanto informal y sin las debidas precauciones

Hoy se sabe por historiadores isleños y peninsulares que la infantería iba muy cargada. Las tradicionales alabardas, con el peso añadido de las espadas y dagas, más que elementos de defensa eran lastres para una movilidad rápida y suelta. En los lances por venir, los ballesteros, que, si tenían un excelente entrenamiento, harían un papel digno, pues la cadencia de tiro era muy superior a la del arcabucero. Sin embargo, las más eficaces armas de fuego a pesar de la carnicería que provocaban tendrían un papel muy secundario, pues el planteamiento guanche tendría una contundencia brutal por el factor sorpresa y a los arcabuceros sólo les daría tiempo a disparar un “apóstol”.

Mientras tanto, los nativos guanches usaban un pequeño escudo de factura derivada del Drago. Venablo y lanzas tratadas al fuego eran sus herramientas más usuales para estos menesteres de la guerra. Asimismo, eran extraordinariamente hábiles en el arte de pegarte una soberana pedrada y dejarte “aviao pa’ los restos”. A todo esto, había que añadir unas mazas de aquí te espero, y se manejaban en el cuerpo a cuerpo con una facilidad asombrosa, usando como protección añadida su indumentaria personal enrollada en el antebrazo. Eran auténticos luchadores. Vamos, que no iban de picnic.

Un grupo de nativos gomeros, guerreros probadamente valientes, un centenar de guerreros guanches liderados por su antiguo rey e insertados en los bandos de paces, tratados que exigían a los isleños cristianizarse y cierta subordinación administrativa dependiendo de los acuerdos logrados con los aborígenes de cada isla, cerraban la comitiva.

Era el año 1494. Castilla estaba en el apogeo de su elaborada grandeza. En su haber, estaba la fusión de los dos grandes reinos peninsulares, la difícil aproximación a las islas Canarias, las capitulaciones de la rendición del Reino Nazarí, el descubrimiento de América; en fin, una retahíla de logros impresionante.

La isla de La Palma fue sometida en 1493 y, tras ella, el conjunto de las islas fue quedando, ora por la fuerza ora por pactos de paz, bajo el dominio de la Corona de Castilla. Tenerife, era muy complicada por la heroica resistencia planteada por los guanches. Estudios demográficos hechos “a ojo de buen cubero “por el cronista portugués Gomes Eanes, indican que en el conjunto de la isla no podía haber más de seis mil hombres en situación de armas. Mujeres y niños obviamente no entraban en la ecuación.

Aunque no hay quorum sobre la zona exacta, pues las descripciones del lugar de la batalla hechas por los historiadores van den Heede y Rumeu de Armas, ambos con una potente y encomiable carga de trabajo de campo, se concluye que con una alta probabilidad se desarrolló en lo que hoy es el barrio de San Antonio y a una cota de unos 500 metros de altura y un espacio muy reducido para la maniobra.

En línea con lo anterior, los castellanos cometieron dos errores tácticos solapados. Uno, que, conforme iban penetrando en los territorios del Mencey Bencomo, el que más peso político tenía entre sus pares, iban recogiendo cabras en cantidades industriales para cebarse en el camino. Dos, que la caballería no podía dar mucho de si en un terreno tan abrupto y, en consecuencia, la protección que podía dar a los infantes era más testimonial que otra cosa. Estos dos errores les costarían caros a los peninsulares.

El médico y poeta canario, Antonio de Viana, amigo de Lope de Vega en su paréntesis sevillano, relata en su particular correspondencia, la estrategia que siguió el Mencey Bencomo sobre el desarrollo de los acontecimientos.

Tenerife

Mientras Tinguaro, con cerca de tres centenares de guerreros, seguía a la tropa invasora desde las alturas de los cerros, Bencomo comenzó a llamar a todos los primos de su enorme familia (los lazos de parentesco en aquel tiempo y lugar era muy amplios) al amparo de un espíritu comunal y de reciprocidad desconocido entre los peninsulares. Tinguaro, el hermano pequeño del mencey, usó el arte del camuflaje de forma magistral. Cociendo barro, enredados con finas tiras de cuero vuelto y aderezados de chajorras y alamillos de Acentejo, plantas endémicas tinerfeñas, avanzaban hacia el barranco donde ocurrió la tragedia. Era imposible de detectar a aquellas gentes pues sabían situarse perfectamente sobre el terreno, mientras que los castellanos eran bastante escandalosos en su caminar.

A los primeros silbos, los chivos y cabras, presas de los conquistadores, tiraron monte arriba creando una confusión extraordinaria entre la abigarrada tropa situada en una parte muy angosta del desfiladero. Chivos y cabras subían, guanches bajaban. A criterio de los nativos, que se habían ido deslizando hacia la hondonada, la sorpresa fue mayúscula. Los cronistas castellanos edulcoraron un poco lo acontecido, pero la descripción es esencialmente concordante.

Dios se había despertado cabreado

Ese día, Dios se había despertado cabreado. Enormes bloques de lava petrificada movidas con palancas corrían hacia el seno de la angostura, a ello había que sumar una granizada de piedras de tamaño gigante, dardos, venablos y un griterío coral infernal que rebotaba su eco en aquel trágico lugar. Según describe el cronista Rumeu de Armas, aquello se parecía más a un seísmo. Adicionalmente, como el trayecto de ida era inicialmente norte–sur, el sol, declinante en el momento del ataque, favorecía a los aborígenes canarios; todo era redondo.

Cuando parecía que el tema iba a quedar en tablas, apareció Bencomo con cerca de (hay mucha discrepancia entre historiadores) setecientos primos primeros, segundos y terceros; un batallón, vamos. La huida hacia el mar según cronistas fue muy desorganizada y sólo la caballería actuaria con cierto orden. El mencey Bencomo tuvo el gesto de devolver muchísimos prisioneros. El comandante castellano, a la sazón Alfonso Fernández de Lugo, se retiró a la isla de Gran Canaria a urdir un nuevo ataque, la segunda batalla de Acentejo; pero eso es ya otra historia.

Castilla sufría su primera derrota en un lugar absolutamente inadecuado para la maniobra y los golpes tácticos de la caballería. Someter al pueblo guanche llevaría más de un siglo. Hoy, afortunadamente España cuenta con un lugar en el paraíso: Canarias.

A lo largo de los siglos posteriores, el pueblo canario defendió las islas para la Corona, expulsando sin despeinarse en épicas batallas a los ingleses en varias ocasiones, berberiscos, piratas de toda laya, etc. No se le puede pedir más a un pueblo tan entregado; si acaso una atención adicional del gobierno central orientada hacia las inversiones, no sólo del turismo se puede vivir.

¡Ah! Y con un ojo puesto en el vecino de enfrente… No es fácil ser un fulcro entre el ideal del pacifismo y tratar de resolver los problemas dialogando y, por otro lado, ser un pasota observando a su vecino armarse mientras se hace más fuerte y ambicioso a pasos agigantados.

Es necesario atender como Dios manda a las oleadas de emigración provenientes del este, la hospitalidad no es sinónimo de carta blanca, hay una honda preocupación entre las gentes del archipiélago, éstas están tensionadas con lo que ya tiene visos de invasión.

Fuente

[Canarias]> Palabras del habla canaria que se dicen de otro modo en el resto de España

23-05-2023

Palabras del habla canaria que se dicen de otro modo en el resto de España

Éstas son algunas de las palabras más comunes que desconciertan a nuestros compatriotas del resto del país

No sólo el seseo es el gran elemento identificador y diferenciador del los canarios. No podemos evitar tener un vocablo propio y muy rico, a la par que divertido, que hace que los canarios destaquemos allá por donde vamos.

Hay palabras para designar conceptos que en el resto de España se dicen de otro modo y palabras que no significan lo mismo aquí que allá, por lo que muchas veces no se nos entiende y es necesario explicar a qué nos referimos. De hecho, no debemos irnos muy lejos porque incluso nosotros, en el propio archipiélago, usamos una misma palabra para diferentes ámbitos.

Hemos elegido algunas de las palabras más comunes que desconciertan a nuestros compatriotas del resto del país. En total te presentamos 26 de esos términos.

Y para ti, ¿cuál es la palabra más característica del léxico canario?

  1. Papa. Tubérculo venido de América básico de la cocina canaria y que en la Península se denomina patata. Sin papas y mojo difícilmente se puede degustar una de las delicatesen canarias, las papas arrugás (arrugadas) con mojo picón (rojo o verde).
  2. Millo. Otro producto traído del otro lado del Atlántico y que Canarias adoptó de tal manera que su gastronomía no se entiende sin él pues es una de las materias primas del gofio, aunque se puede hacer gofio de diversos cereales, siempre tostados y molidos. El millo es el maíz, y en torno a él tenemos otras palabras como la piña para designar a la mazorca o el caroso para hablar de mazorca desgranada.
  3. Beletén. Dícese de la primera leche que da una cabra recién parida. El beletén es más espeso que la leche, porque tiene más grasas y consistencia, es decir, mayor concentración de todos los nutrientes. La naturaleza es sabia y es lo que necesita para salir adelante el pequeño cabrito o debería decir…
  4. Baifo. Es la cría de la cabra, es decir, un cabrito. Así que si en la carta de un restaurante canario ve que sirven guiso de baifo, baifo en salsa o asado, no deje de pedirlo, es un manjar, una carne tierna y magra. También se usa la palabra en la expresión: «se me fue el baifo», para indicar que se le ha ido a uno el santo al cielo, o lo que es lo mismo, que ha perdido el hilo de una conversación, no recuerda lo que iba a decir o lo que iba a hacer.
  5. Frangollo. Ya que hablamos de comida, no podemos dejar atrás el postre. Tomemos un frangollo. Esta palabra se usa para denominar un postre de la cocina tradicional canaria, que se hace a base de una mezcla de harina de millo poco molido -de grano grueso-, leche, huevos, azúcar, limón, canela, pasas y almendras. Pero frangollo es algo más que un postre. La palabra se emplea también para referirse a algo que está revuelto o confuso, un revoltillo.
  6. Jilorio. Tanta comida, me ha dado jilorio. Vamos, que se me ha abierto el apetito. Se emplea para indicar que se tiene hambre o ganas de comer.
  7. Jolgorio. Dícese de una juerga o fiesta.
  8. Tenderete
  9. En canario es sinónimo de jolgorio y fiesta. Ya sabemos que, en el resto de España, es un puesto de venta en un mercadillo o rastro, instalado al aire libre.
  10. Pelete. Frío. Algo que no abunda mucho por estas tierras, como tampoco la…
  11. Garuja. Lluvia fina o llovizna. Eso que en otros lugares de España denominan chirimiri, sirimiri o calabobos.
  12. Bobomierda. Insulto típico cuyo significado no hace falta explicar. Está claro que su sentido lo toma de las dos palabras que lo componen. No es este el único insulto típico de Canarias. También tenemos:
  13. Godo y su acepción más fuerte, godo jediondo. Con la palabra godo se designa a los peninsulares enterados que vienen a Canarias dando lecciones y que no se adaptan al entorno. El añadido de la palabra jediondo, con ‘j’, viene a enfatizar el insulto. Jediondo, con ‘j’, es lo mismo que hediondo, con ‘h’, pero más auténtico o de escribir como se habla y, en cualquier caso, apestoso.
  14. Papafrita. No estamos hablando de patatas fritas, no. Estamos hablando de una persona enterada o que dice tonterías, alguien que, si fuera peninsular, sería un godo.
  15. Tolete. Se dice de una persona torpe o lerda. Nada que ver con el significado de palo o garrote que tiene en el resto de España.
  16. Paquete. Otra palabra para decir que alguien es torpe o inútil. También se usa para hablar de algo, como una obra de arte, libro o una película, con el fin de indicar que no vale para nada. Muy lejos de su significado habitual de objeto envuelto o conjunto de objetos dentro de un contenedor, como, por ejemplo, un paquete de tabaco.
  17. Machango. Puede ser un monigote, pero también es otro de los insultos típicos, para decirle a alguien que tiene poca cabeza y que resulta ridículo o que se comporta como un niño pequeño o un niño…
  18. Chico. Niño chico es sinónimo de niño pequeño, lo mismo que…
  19. Chinijo. Niño pequeño en Lanzarote. La palabra para designar a los pequeños surge por mimetismo con las islitas situadas al norte de Lanzarote, denominadas Archipiélago Chinijo. A este conjunto de islas pertenece la octava isla canaria, La Graciosa. Otras islas del Archipiélago Chinijo son Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste.
  20. Cambado. Referencia a una persona o cosa que no está derecha, que se encuentra mal o que va por mal camino.
  21. Jeringado. Persona que no goza de buena salud o que está fastidiado o molesto por alguna razón.
  22. Callao. Piedra, guijarro con los cantos rodados o lisos.
  23. Choso. Casa.
  24. Guagua. Autobús.
  25. Magua. Nada que ver con guagua aunque suene parecido. La magua es como la saudade portuguesa, la morriña gallega o la nostalgia española.
  26. Afilador. Sacapuntas o tajalápiz, que dirían en Asturias. También en Canarias, como en la Península, el afilador es la persona que afila cuchillos y tijeras, una profesión en retroceso.
  27. Juyona. Como afilador, existe en Canarias todo un vocabulario en torno a la educación y la enseñanza. Así, cuando un estudiante no quiere ir a clase se dice que «se ha pegado una juyona», es decir, una huida o escapada, lo que viene a ser hacer pellas en la Península, pero aquí, como todo canario sabe, si se hace una pella tiene que ser de gofio.

Éstas son algunas de nuestras propuestas. Si ves que se nos ha quedado alguna atrás, no dudes en hacérnoslo saber en los comentarios de esta noticia.

Fuente

Cortesía de Juan Antonio Pino Capote

[Canarias}> Primavera de altura: el tajinaste rosado colorea la cumbre de La Palma

20-05-2023

El tajinaste rosado colorea la cumbre de La Palma

La floración de esta planta, exclusiva de las zonas altas de la Isla, tiene su punto álgido en la segunda quincena de mayo y podrá contemplarse hasta mediados de junio

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La primavera ha vuelto a colorear las cumbres de La Palma. La espectacular floración del tajinaste rosado (Echium pirezii), que tiene su punto álgido en la segunda quincena de mayo, dibuja un paisaje de altura de singular belleza. Esta planta endémica, de porte elegante y majestuoso, se localiza, en su mayoría, en los bordes de la carretera LP-4, entre los puntos kilométricos 27,500 y 27,800. Los ejemplares crecen, en su mayoría, alineados en la citada vía.

El tajinaste rosado, exclusivo de las cumbres de La Palma, estuvo a punto de extinguirse. En los años 80 del siglo pasado sólo quedaban unos 200 ejemplares refugiados en acantilados, los únicos del mundo.

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El tajinaste rosado estuvo a punto de desaparecer en los años 80 del pasado siglo. Foto: INÉS SÁNCHEZ

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[Canarias}> Isleños y jíbaros: canarios en Puerto Rico

06-05-2023

Francisco Talavera

Isleños y jíbaros: canarios en Puerto Rico

Podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que la llegada de canarios al nuevo continente comenzó desde el mismo momento de su descubrimiento, pues ya Cristóbal Colón en sus primeros viajes partió desde la isla de La Gomera, en donde había “enrolado” a algunos naturales de la isla, además de todo tipo de vituallas con destino a La Española (hoy República Dominicana y Haití).

Lo mismo hicieron, entre otros, Nicolás de Ovando cuando levó anclas, en 1502, con rumbo a Santo Domingo, llevando varias personas canarias a bordo. Le siguieron Lope de Sosa (1513), Pedro de Heredia, Francisco Montejo (1527), o Diego de Ordás (1531), que llevó 200 hombres de guerra desde Tenerife en la campaña del río Marañón, en la Amazonia. O la expedición del segundo Adelantado de Canarias, Pedro Fernández de Lugo (1536) que reclutó 800 hombres naturales de las islas para la conquista de Tierra Firme (Colombia).

Sería muy rara la expedición de conquista que se dirigiera a Las Indias e hiciera su primera escala obligada en Canarias, que no se abasteciera en estas islas de todo tipo de víveres y que no reclutara o enrolara a soldados y marinos canarios (en gran parte guanches o sus descendientes criollos). Y así vemos que muchos centenares de naturales del Archipiélago contribuyeron, en la primera mitad del siglo XVI —de manera muy apreciable y casi siempre forzosa— a la conquista y colonización del Nuevo Mundo.

Y con ellos comenzaron a llegar sus tradiciones, su manera de ser y de hablar, su fácil adaptación a cualquier tipo de medio hostil y, cómo no, sus genes.

Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XVII y en el siglo XVIII, el tipo de emigración canaria a América cambió. Ahora ya era familiar, pues las Antillas mayores se estaban despoblando, debido a la hecatombe demográfica de las poblaciones autóctonas (taínos, caribes, etc.) a causa de la guerra de conquista, la esclavitud, las enfermedades transmitidas por los europeos, el mayor atractivo de los territorios continentales de Tierra Firme, etc.

Además, en aquellos tiempos era muy valorada la experiencia del campesino canario, muy trabajador y buen conocedor de las técnicas de cultivo, a la vez que se adaptaba mejor a los climas tropicales.

Un dato demográfico muy importante es que, a finales del siglo XVII (censo de 1680), la población de Canarias ya superaba los 100.000 habitantes (100.592), de los cuales más de la mitad vivían en Tenerife (51.924).

Estas cifras contrastan con las de la escasa población que albergaba Puerto Rico en esas fechas que, según los autores, oscilaba entre 6.000 y 7.500 personas. Cifras que contrastan aún más si consideramos la superficie de ambas islas: Tenerife (2.034 km2) y Puerto Rico (9.104 km2).

‘TRIBUTO DE SANGRE’

A Puerto Rico le ocurría lo mismo que a Santo Domingo. Estaba sufriendo un alarmante descenso demográfico, y ese despoblamiento amenazaba seriamente la soberanía española de la isla. La Real Cédula de 1678 ya especificaba que la emigración se orientara fundamentalmente hacia esta isla.

Esa Real Cédula, conocida como la del Tributo de Sangre (por cada 100 toneladas de mercancías que se exportasen a América desde Canarias, había que enviar cinco familias de al menos cinco miembros cada una). A lo que habría que añadir la frecuente emigración individual y clandestina, muy difícil de controlar y cuantificar.

Y de esa manera —en pésimas condiciones, que le costaron la vida a más de uno—, viajaron miles de canarios a repoblar los nuevos territorios del Caribe.

Según la profesora Analola Borges (1988), esa real Cédula fue expedida por la Corona española con una triple finalidad: en primer lugar, para repoblar o fundar nuevos asentamientos en aquellos lugares muy despoblados o que corrían el riesgo de caer en manos extranjeras. El segundo objetivo era el cultivo de la tierra, no sólo para autoabastecimiento, sino para crear una economía agrícola-ganadera. Y, en tercer lugar, el labrador isleño estaba obligado a alternar esos deberes del campo con los de soldado, en caso de que hubiese que defender el territorio frente a ataques enemigos.

Decía esta autora: “Nuestra gente campesina, transportada a un medio desierto, sujetos a peligros de piratas e intentos de invasión, en el que deberían ejercer las funciones de jornaleros y de soldados, de economistas y de arrieros, de regidores municipales y de héroes”.

Y con los canarios fue también su dialecto, su especial manera de hablar, dulcificada por la herencia guanche y portuguesa. Comenta al respecto el profesor Marcial Morera: “En primer lugar, la historia de Canarias no se entiende cabalmente sin tener en cuenta la historia de Portugal (…) de ahí que pueda decirse, sin temor a la exageración, que la forma que tiene el canario de ver y comprender determinadas realidades de su entorno natural y cultural, es la forma portuguesa, no la española.

De otro lado, la influencia del portugués sobre el habla canaria no fue decisiva sólo para el español de Canarias, sino que lo fue para la lengua española en su totalidad, porque el español de América, que es hoy el fragmento más importante de nuestro idioma, se constituyó, en buena medida y en su primera etapa, a partir del español de Canarias, que ya era casi centenario cuando las carabelas de Colón alcanzaron las costas americanas, después de hacer parada en el Archipiélago para arrancharse y avituallarse en él”.

Aunque desafortunadamente la documentación del siglo XVI es, por diversos motivos, muy escasa, se tiene constancia de la llegada a Puerto Rico de esclavos blancos (guanches) a ese país y a Santo Domingo, desde su descubrimiento hasta 1537.

Y junto a esos esclavos, también desde Canarias llegarían a las Antillas la “caña dulce” y los especialistas (canario-portugueses) en todo el proceso de la producción del azúcar de los trapiches e ingenios que comenzaban a instalarse en estas islas, especialmente en La Española.

“En 1569 fue autorizado el traslado de oficiales canarios especializados que quisieran dirigirse a Puerto Rico. Desde los siglos XVI y XVII hubo un flujo migratorio del Archipiélago a esta isla antillana; no obstante, Canarias se inserta en el mundo americano, fundamentalmente, a partir del siglo XVIII (…). Y desde 1663 los navíos que partían con registro a Cuba estaban obligados a embarcar cinco o seis familias con destino a Puerto Rico”. (J. M. Santana Pérez, 2008).

Los canarios firmaban un contrato (que la mayoría de las veces no se cumplía) en el puerto de embarque y ante una persona autorizada, que bien podía ser el capitán del barco, mediante el cual se les proporcionaba el pasaje, comida, ropa y un seguro.

En muchos casos la realidad fue muy distinta, pues al llegar al puerto de destino —después de las penurias de un interminable viaje en la bodega del barco— se encontraban desamparados en un medio hostil y ante una Administración que los recibía y trataba con menosprecio.

Pero, a pesar de todos esos avatares, entre finales del XVII y las primeras décadas del siglo XVIII partieron de Canarias con destino a Puerto Rico 176 familias en ocho expediciones, con un total de 882 personas (número que fluctúa según los autores), y con un ligero predominio de los hombres.

Estos núcleos familiares se asentaron principalmente en la región occidental de la isla. También es conocido que a lo largo del siglo XVIII se fundaron en Puerto Rico muchas nuevas poblaciones, en las cuales la participación canaria fue primordial. “Sabemos que de las 28 poblaciones fundadas entre 1714 y 1797, que se sumaron a las cuatro que ya existían, al menos 19 surgieron tras la mayoritaria contribución de los isleños.

Y en el caso de Mayagüez, Manatí y Vega Alta, fueron fundadas por ellos. Incluso el propio Coamo, cuya fundación data de la centuria anterior, recibe inmigrantes canarios que llegan a convertir a la Virgen de Candelaria en patrona de la localidad. Las regiones interiores y occidentales de la isla serán las áreas prioritarias del poblamiento isleño, determinando la existencia de un campesinado blanco característico, que definiría su identidad: el jíbaro”. (Manuel Hernández González, 2004).

Y de la presencia canaria en la población puertorriqueña, María Cadilla comenta en su tesis doctoral: “Es una costumbre el decir que las Antillas están pobladas por andaluces, por el mero hecho de que todo el tráfico entre España y estas islas se hacía, hasta el reinado de Carlos III, por Andalucía; pero lo cierto es que cualquier observador atento de la realidad en Puerto Rico verá, por ejemplo, que en las regiones de Quebradillas, Isabela, Camuy y Hatillo prevalecen los canarios y sus descendientes…”.

De manera similar se manifiesta el lingüista Tomás Navarro en su obra “El español de Puerto Rico” (1948): “De Canarias, y especialmente de Tenerife, procede la corriente forastera que Puerto Rico ha recibido de manera más permanente y abundante. Los andaluces establecidos en la isla se han dedicado preferentemente al comercio; los canarios, a quienes los puertorriqueños signan familiarmente el nombre de isleños, se dedican a la agricultura y se les encuentra sobre todo en las tierras llanas”.

Pero quizás el testimonio más contundente sea el del eminente lingüista puertorriqueño Manuel Álvarez Nazario (1972) cuando dice: “Muy pronto, además, ya desde los primeros albores de las colonias en el siglo XVI, comenzará a dejarse sentir en nuestras tierras caribeñas el influjo expresivo que nos llega con los inmigrantes isleños de Canarias que, a partir de entonces y hasta el presente, vendrán a asentarse masivamente entre nosotros.

La huella del decir canario en los territorios insulares y continentales del Caribe hispánico habrá de constituirse en el tiempo en uno de los principales puntales de la comunicación de timbre criollo que se da en los países de esta zona geográfica americana, tejiendo desde las islas a la Costa Firme nuevos lazos de unidad dialectal más propiamente nuestros. (…). También términos de origen portugués en las citadas islas como: banda (lado), furnia, burgado, matojo, botar (tirar), fañoso, gago, cambado, engodarse, desinquieto, frangollo, millo, mojo, lasca…”.

Ese alto flujo migratorio se interrumpió a partir de la segunda década del siglo XIX, tras la independencia de muchos de los países americanos, pero el principal foco de atracción para los canarios seguía siendo el Caribe.

Por esas fechas aumentó considerablemente el número de emigrantes desde la metrópoli, principalmente desde Baleares y Cataluña, aunque también de Andalucía, Galicia, País Vasco y otras regiones. Cabe decir, también, que, a partir de la década de los 30, en muchos de los barcos que partían de Canarias con rumbo a Puerto Rico, en realidad sus pasajeros se dirigían a Venezuela y Cuba.

Y ya avanzado el siglo XIX, de nuevo irrumpe el cultivo y comercio del azúcar, en el que los especialistas canarios tuvieron mucho que ver, proliferando los ingenios azucareros por todo el Caribe.

Como consecuencia, se modificó la legislación para que los isleños accedieran al reparto de las tierras que habían quedado baldías y que serían utilizadas en los nuevos ingenios de azúcar, cultivo que se tornó muy productivo. Y en algunos casos los jornaleros canarios se mezclaron con los esclavos africanos negros.

HERENCIA

Es de resaltar que la herencia canaria en Puerto Rico también se manifiesta desde la genética, pues según un estudio reciente (2016) elaborado en las Universidades de Puerto Rico (Ponce de León) y Arizona State, publicado en Human Biology, casi el 40% de los puertorriqueños con genes europeos y norteafricanos (bereberes) descienden de canario-isleños.

A lo que habría que añadir que, en un reciente estudio del ADN mitocondrial de la población canaria, llevado a cabo por investigadores del ITER, el CSIC, las Universidades de La Laguna y Fernando Pessoa, y el Instituto Carlos III, recientemente publicado (2023) en la revista Science —el más amplio que se ha realizado hasta el momento sobre la actual población canaria de varias generaciones (896 personas de todo el Archipiélago)— los resultados confirman que la herencia materna es entre el 50 y el 60 % aborigen(guanche).

Y de la otra mitad no aborigen, el 40% es de origen ibérico. De esa huella ibérica, el peso más importante se lo llevan los linajes identificados como portugueses y gallegos, que representan el 49,8 % de esa otra mitad no aborigen.

En fin, una prueba más de la inmensa huella (lingüística, histórico-cultural y genética) dejada por los canario-isleños en América, que aún sigue siendo desconocida y poco valorada para muchos, e ignorada y soslayada, a posta, por otros.

Fuente

[Canarias}> Un canario entre los canarios de Texas

03-04-2023

Luis Javier Velasco Quintana

Un canario entre los canarios de Texas

DIARIO DE AVISOS, testigo directo de la Fiesta Canaria en San Antonio de Texas; el colectivo formado por los descendientes de los isleños fundadores mantiene muy viva la memoria de sus antepasados

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El pasado domingo 12 de marzo, la Canary Islands Descendants Association (CIDA) de San Antonio de Texas celebró, como cada año, la fundación de su emblemática ciudad en 1731, acontecimiento histórico en el que tuvieron un protagonismo esencial las dieciséis familias canarias que ese año arribaron por aquellos remotos parajes. Poco podían imaginar aquellos canarios, procedentes de La Palma, Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote, que pasarían a la Historia, con mayúsculas, de la primera potencia mundial.

DIARIO DE AVISOS quiso acompañar este año a los descendientes de aquellos pioneros en su homenaje y reivindicación de sus raíces isleñas, compartiendo con ellos la emotiva y ya tradicional efeméride de la historia de San Antonio. El acto se celebró en la catedral de San Fernando de San Antonio, abarrotada de devotos fieles, durante una cálida y casi veraniega jornada dominical, siendo presidida y oficiada por su rector, el Padre Carlos Velázquez.

Como ofrenda simbólica, el colectivo de descendientes de los canarios presentó el pan y el vino que se usaría en la consagración, acción que recayó en la figura de su actual presidente, Freddie T. Bustillo, quien junto a su hija y nietos se presentaron ataviados para la ocasión con trajes típicos canarios. Sin duda, es imposible no sentir una mezcla de desconcierto y nostalgia al contemplar, a miles de kilómetros distancia y en un contexto sociocultural tan distinto al de Canarias, nuestras vestimentas, bandera y música.

El oficio religioso resultó conmovedor y hermoso. Una vez finalizada la misa en la catedral, los asistentes se desplazaron en solemne procesión unas cinco manzanas por E. Commerce St., hasta llegar al célebre restaurante Casa Río, en donde se realizó un concurrido almuerzo con los familiares, miembros de la asociación, invitados y asistentes.

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NotaCMP.- Como representante de La Palma (pancarta alta de dentre las trs de la izquierda) aparece un Padrón: Joseph Padrón.

Canary Islands Descendants Association

Creada en 1977, la asociación que mantiene viva la memoria canaria está conformada por los descendientes de los isleños fundadores, cuyos miembros remontan su historia a las dieciséis familias primigenias que se establecieron en San Antonio, Texas, el 9 de marzo de 1731. Este contingente de 56 canarios alcanzó el Presidio de San Antonio de Béxar después de recorrer más de 9.000 km., para establecerse en un territorio poco poblado por los colonos, aunque sí por varias tribus de indios nativos norteamericanos. Aquellos expedicionarios fueron los responsables de crear la primera comunidad civil autorizada por la Corona Española, así como el primer gobierno municipal en Texas.

La Asociación cuenta en la actualidad con unos 350 miembros, presididos Freddie T. Bustillo. Tanto él como, como su vicepresidente, Anthony Delgado, nos dispensaron todo tipo de atenciones, facilitando que pudiéramos ser testigos directos de aquella jornada de fiesta, y cronistas de su día a día.

Esta asociación es el fruto de la ilusión y entusiasmo de un grupo de tejanos norteamericanos, en los que convive el orgullo de ser estadounidense con el saber que tienen un vínculo indisoluble con unas pequeñas y lejanas islas situadas al otro lado del Atlántico.

De ello da fe el hecho de que durante años sus integrantes han ido confeccionando y adquiriendo los trajes típicos que hoy exhiben, recreando el vestuario de típico de «magos» de Tenerife, junto con otras confecciones textiles y accesorios de otras islas. Además de honrar la memoria de sus antepasados, también han dedicado energías y recursos para fomentar y promover la investigación genealógica e histórica de sus ascendientes, así como la importancia de sus logros como colectividad social, etc.

Son impulsores también de una programación educativa en las escuelas, para dar a conocer las raíces isleñas del enclave, manteniendo, en palabras de Freddie “su historia viva y saludable, para el beneficio de todos”. Junto con el conocimiento de la Historia de Canarias, procuran estar al corriente de las noticias que les llegan, realizando incluso varios viajes a nuestras islas, reuniéndose con las autoridades políticas regionales, etc., todo ello conforme a sus posibilidades. Loable fue el esfuerzo que realizaron en 2021 por recaudar fondos para ayudar a los damnificados del Volcán Tajogaite, en La Palma, sintiendo como propia dicha desgracia. También, entre otros servicios que prestan, está el de la concesión de becas para cursar estudios, que cada año premian y ayudan a los solicitantes y agraciados.

Ellos rememoran la proeza que realizaron estas diez primeras familias que, en agosto de 1730, y a las que posteriormente se le unieron seis más, sumando dieciséis, que desembarcaron en Veracruz, Méjico, y que realizaron un largo camino a pie para llegar al actual San Antonio, realizando más de dos mil kilómetros en ese trayecto de seis meses de duración y en condiciones muy duras. Al finalizar, sólo cincuenta y seis personas de las dieciséis familias (procedente de Lanzarote mayoritariamente), pudieron realizar el acto fundacional, según autorizaba la Real Cédula firmada por el rey Felipe V, de marzo de 1730, para su asentamiento en los nuevos territorios. Finalizando su periplo en la Villa de San Fernando, el 9 de marzo de 1731; conocida actualmente como San Antonio de Texas.

Para ser sinceros, nos resultó muy emotivo el cruce de sentimientos que obtuvimos al ver la dignidad con la que estas personas entusiastas (tal vez familiares lejanos nuestros) transitaban por las calles de San Antonio, bien orgullosos de sus orígenes, y dando la nota de color con sus llamativos trajes típicos canarios, tiñendo de alegre color rojo las aceras, portando sendos estandartes con la isla de procedencia y los apellidos de cada una de las familias fundadoras.

En momentos como éstos es cuando uno toma conciencia de la universalidad de nuestro Archipiélago Canario, cómo la impronta canaria se ha extendido por el orbe sin caer en la cuenta y ser conscientes de ello. Y al poder disfrutar, en una sola mirada, de la moderna ciudad norteamericana en contraste con un grupo de personas ataviadas al estilo canario; desde luego, esto no se ve todos los días, y confieso que, al recordarlo, se me hace un nudo en la garganta por la emoción. Algo digno de ser vivido, de ser sentido.

Con nuestra presencia en el acto quisimos dar testimonio de nuestra gratitud y homenaje por todo su gran esfuerzo, para que pudieran tomar conciencia de que su actividad también estaba siendo vista desde nuestras islas; que no están solos. Su dedicación, la reivindicación de su pasado, con su iniciativa por la creación del monumento a los Fundadores Canarios, en la forma de varias estatuas en la plaza, la Virgen de La Candelaria en la Catedral, en la que también participaron los isleños durante su construcción; la petición que realizaron para que la plaza principal pasase a llamarse Plaza de Las Islas Canarias, etc., nos han hecho sentir un especial orgullo y gratitud por sus desvelos.

Tal vez, en todos ellos aún anide ese sutil eco que aún resuena en sus almas, procedente del arrullo del mar de unas islas volcánicas, cuya impronta imborrable les hace añorar el poder regresar algún día, aunque sea de vacaciones, a donde nacieron sus antepasados y a modo de reconexión, ¿quién sabe? Unos ecos isleños que aún sigue llamándoles, pese a las generaciones que han pasado y a los casi trescientos años desde aquel viaje de ida. Y eso, sin duda, hay que agradecerlo y valorarlo como corresponde. ¡Muchas gracias!

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