[Col}> En torno a dos medallas de oro, y la Sanidad en España / Juan Antonio Pino Capote

S/C Tenerife a 21 de abril de 2023

Juan Antonio Pino Capote

EN TORNO A DOS MEDALLAS DE ORO

Visión de un Académico

El pasado 30 de marzo de 2023, el Cabildo de Santa Cruz de Tenerife hizo entrega de sendas medallas de oro de la isla a dos entidades complementarias en sus servicios y con gran arraigo en la isla: Real Academia de Medicina de Canarias, y Sociedad Española de la Lucha contra el Cáncer. Una feliz coincidencia.

Esta coyuntura me trajo a la memoria una frase de mi admirado Hipócrates, padre de la Medicina y la Ética (juramento hipocrático), año 460 a.C., Grecia. Academia de Atenas. Dice así: «El médico no sólo debe estar preparado para hacer lo que es correcto a sí mismo, sino también para hacer que el paciente, los asistentes y los externos cooperen«.

En tiempos modernos, las instituciones y asociaciones son más relevantes que los individuos, y así la Real Academia representaría al médico de la época hipocrática, y la Sociedad Española de lucha contra el cáncer representaría a los EXTERNOS donde Hipócrates dice que los externos cooperen. En la situación que nos ocupa, los “externos” han surgido generosamente motu proprio a cooperar. Sin embargo, hay otros muchos EXTERNOS más importantes cuya cooperación sería fundamental para tener una gran Sanidad en España, que ofrece la mejor coyuntura del mundo: El GOBIERNO. La forma de hacerlo es la siguiente:

En primer lugar, hace falta una gran inversión, que puede ser mucho más reducida si se actúa como señalaremos. Se atribuye a Napoleón la frase de que “para ganar la guerra hacen falta 3 cosas: Dinero, dinero y dinero”. Y ahí está la buena gestión que el gobierno no quiere o no sabe hacer. Por lo que al dinero, yo añadiría voluntad.

Era más difícil conseguir dinero cuando se inició la creación de nuestra gran Seguridad Social. En la España de la “larga postguerra”, de los pantanos y en vías de reindustrialización, unos astutos gobernantes, con los escasos medios a su alcance, iniciaron la feliz aventura utilizando los consultorios privados y los de APD, y también clínicas privadas, donde los profesionales médicos, con un pequeño sueldo y un talonario de recetas formaron una infraestructura suficiente para que se iniciara el famoso SOE, Seguro Obligatorio de Enfermedad, al que empezaron a cotizar los trabajadores y las empresas. Así surgió nuestra magnífica Sanidad que ahora se deteriora a pasos agigantados. La forma de resolverlo puede coincidir con los gestores iniciales del pasado siglo.

1ª medida. Será imprescindible invertir la sangría de los PROFESIONALES, hacia el extranjero y, además, acelerar la formación de nuevos profesionales. Es necesario elevar el salario de los profesionales que durante tantos años vienen prestando grandes servicios por la mitad del salario que cobran los sanitarios de todos los demás países europeos, incluido nuestro vecino Portugal. Mejorar también sus condiciones laborales. Y, como se van a necesitar muchos profesionales, bajar el listón de ingreso en las facultades y en el MIR a un nivel compatible con la calidad. Esto es mucho mejor que importarlos de otros países con bajo nivel.

2ª medida. Antes, hay que borrar de las mentes estrechas y fanáticas la demonización y el tabú a la privada. Ya que la privada es la que nos puede sacar del atolladero, como en los tiempos iniciales. Pasa por hacer un gran PACTO, blindado, con la privada, a la que se le asegure un concierto por los años que sea necesario para la creación de nuevos centros hospitalarios y de asistencia primaria. La asistencia CONCERTADA puede funcionar como lo ha hecho hasta ahora o incluso mejor. Se supone que la privada, de muy alto nivel en España, esté dispuesta a hacer crecer sus empresas. También es muy posible que la privada haga la infraestructura en tiempo récord o, al menos, mucho más rápido que la pública. La necesidad apremia.

El deterioro continúa a velocidad de un vértigo imparable. Y no se puede gobernar con una miopía de 4 años o especulando con los votos. También se juzgará a los gobiernos por lo que no hicieron o dejaron de hacer.

La Sanidad está grave y hay que conseguir que los EXTERNOS, cooperen

[Col}> Navidad 2022 / Oswaldo Izquierdo Dorta

28-12-2022

             Navidad 2022

Que la ilusión del Año Nuevo tenga
intacta tanta cera en nuestras alas
y que en las horas buenas y en las malas
la alegría de todos nos sostenga.

Que ante tantas violentas crispaciones
se regrese al respeto y la mesura,
y despierte, por fin, tanta cordura
que corte de raíz las agresiones.

Que se imponga, por miles de razones,
un mundo compartido y habitable,
donde nunca lo justo se cuestione.

Pues aquí estamos, sin saber, de paso,
y en la alta eternidad de lo mudable,
somos sólo un efímero chispazo.

Oswaldo Izquierdo Dorta
Diciembre de 2022

Fuente

[Col}> El talento psicológico oculto de los que no soportan la Navidad

20 Dic2022

Raquel Alcolea

El talento psicológico oculto de los que no soportan la Navidad

Las fiestas navideñas tienen un componente consumista y un aire de felicidad impostada que desagrada especialmente a un perfil concreto de personas cuyas características analizamos con detalle desde el ámbito de la psicología positiva

«Pero, ¿por qué no te gusta la Navidad? Si es un momento de reencuentros, de emoción, de buenos sentimientos…». Si año tras año te hacen la misma pregunta y te sueltan la misma cantinela que te entra por un oído y te sale por el otro, esto te interesa.

Aunque lo habitual es ver la parte amable de las fiestas navideñas, lo cierto es que algunas personas sienten auténtico horror cada vez que se acercan y desean que pasen lo antes posible.

Por un lado piensan que la Navidad no es otra cosa que una invención de los centros comerciales para gastar dinero y, por otro, no ven la necesidad de mostrarse contentos y felices simplemente porque toca estar así en estas fechas, ni tampoco creen que los reencuentros obligados con gente con la que apenas han tenido relación en todo el año sean un plato de buen gusto.

Efectivamente como apunta Dafne Cataluña, directora y fundadora del Instituto Europeo de Psicología Positiva, las fiestas navideñas tienen un componente consumista y un aire de felicidad impostada que desagrada especialmente a un perfil concreto de personas que tienen un talento psicológico muy particular: son capaces de detectar el lado oscuro de las cosas.

Lo más probable, según explica la experta, es que seas una de esas personas a las que se le da especialmente bien analizar y detectar el lado oscuro de las cosas. «¿Alguna vez te has preguntado por qué te resulta sencillo analizar las cosas que normalmente otras personas dan por sentado sin hacerse ningún tipo de preguntas?», plantea.

La explicación está, según aclara Cataluña, en que esas personas poseen una fortaleza psicológica que en psicología positiva se denomina ‘Análisis’ y que se caracteriza por ser capaz de tomarse su tiempo antes de actuar, evaluar la información y ser capaces de adoptar un pensamiento crítico con los datos que obtienen.

Esta habilidad puede ser útil cuando una persona se plantea, por ejemplo, un cambio importante en su vida, pues será capaz de analizar los pros y los contras con detalle, estudiar los efectos a medio y largo plazo, y dar el paso sólo cuando los datos objetivos apunten hacia cuál es la mejor decisión.

Pero también es cierto, tal como alerta la psicóloga, que otro de los efectos de esa capacidad analítica es que a veces les cuesta disfrutar plenamente de las cosas desde la simplicidad, pues lo habitual es que esas personas tiendan a dar tres vueltas y media a cada cosa que pase por tu cabeza o busquen a menudo los tres pies al gato.

¿Pueden disfrutar en Navidad?

¿Qué pasaría si no te dejases llevar por el impulso consumista ni por el «buenrollismo» pero lograses encontrar la fórmula para beneficiarte personalmente de esta época del año?

Encontrar una fórmula para que estas personas se beneficien de esta época del año sin caer en el impulso consumista ni en el ‘buenrollismo’ impostado es posible, según explica la fundadora del Instituto Europeo de Psicología Positiva. Para ello es necesario que combinen su fortaleza psicológica con otra fortaleza que es la curiosidad.

Así, para lograr esta combinación la experta propone preguntarse qué puede tener esta época que te resulte atractivo y qué es posible hacer en estas fechas para que esas personas sientan que son productivas.

«El reto está en analizar, sí, pero con el objetivo de encontrar opciones que te permitan obtener un resultado de la Navidad con el que te sientas identificado», propone.

En este sentido la psicóloga explica que para combinar eficazmente ambas fortalezas, la de análisis y la de curiosidad, es importante no dejarse llevar por el sesgo de la confirmación.

Este sesgo, tal como explica, es un atajo que toma el cerebro para economizar el tiempo que dedicamos a pensar sobre algunas cosas, de modo que tendemos a buscar, interpretar y recordar la información que confirma nuestra hipótesis de partida.

Y para que lo entendamos en el contexto del que estamos hablando, pone un ejemplo: «Si mi hipótesis de partida es que la gente en Navidad es más amable de forma forzada, mi cerebro buscará todos los detalles que encuentra que corroboren lo que pienso, de modo que no dejo espacio para percibir otros detalles que sean contrarios a esta hipótesis».

¿Cómo interpretas lo que hacen o dicen?

Y ahora es donde viene el «trabajo de campo». El ejercicio que propone la psicóloga para que las personas que no tengan un especial interés ni cariño por estas fechas sean capaces de sacar el máximo partido a la Navidad es el siguiente: Lo primero que debemos hacer es «cazar el sesgo» pues aunque muchas veces lo hacemos de forma automática, la realidad es que es fácil analizar qué tipo de frases solemos decirnos a nosotros mismos cuando confirmamos nuestra hipótesis.

Por ejemplo, ante la frase «mira qué sonrisa más forzada tiene el dependiente de la tienda porque es Navidad», la psicóloga aconseja atender a los detalles para analizar con la mente abierta qué es lo que te ha llevado a pensar eso, y así generar otras posibles hipótesis que lo expliquen.

Así, en el caso de la sonrisa del dependiente, caben otras valoraciones como: «puede ser que lo haga porque quiere caerme bien», o «puede que esté cansado pero no quiera que se note y esté intentando ser agradable» o incluso «puede que le hayan obligado a atender siempre con una sonrisa».

Como afirma Dafne Cataluña este proceso puede ayudar a esas personas a que contemplen diferentes posibilidades ante esos detalles que suelen interpretar de forma negativa, pues eso les ayudará a ser más objetivo, más creativo y además contribuirá a que no se dejen llevar por el sesgo de confirmación.

Por último, la experta asegura que el uso estratégico de las fortalezas personales ayuda a ser más efectivos, más creativos y a plantear objetivos de forma más realista, además de que contribuye a que las personas se sientan más auténticas y disfruten más de lo que hagan.

Fuente

[Col]> En memoria de Ángel Cruz Clemente / Oswaldo Izquierdo Dorta

03-12-2022

Oswaldo Izquierdo Dorta

En memoria de Ángel Cruz Clemente*

Creciste
entre paredes de piedra,
escuchando y aprendiendo,
entre “aguas y molinos”.

Y te llamaron
Angelito, luego, Ángel,
y más tarde, Angelillo.

Viste madurar el millo,
el trigo, la cebada y el centeno.
Y tus manos cálidas de hombre bueno
repasaban el grano listo para la molienda,
cuando el grano era solo grano,
con vocación de gofio tibio y esperanzado.

Tus manos acunaban el tambor
como al grano recién tostado.
Y el tambor, como el grano,
maduraba y multiplicaba sus esencias
en las cuencas de tus manos.

Y templabas el tambor
y ajustabas tú la voz
y, ya amigadas las dos,
alzaban juntas el vuelo.

Y tu voz,
hilando con el tambor,
iba tejiendo romances
en fiestas y procesiones.
Y despertaba la magia
de las remotas historias,
como el agua de Monforte
despertaba de sus sueños
a las muelas del molino.

No faltabas a las citas:
A Puntallana, Chipude,
San Isidro y San Marcos,
Mercedes, Reyes, Arure,
El Cedro, Carmen, Epina,
Las Hayas, Rosas, El Paso…

Todas las fiestas gomeras
supieron de tu romance
con nuestro fiel Romancero.
Enamoradas también
de tu voz y del romance.

Ángel de mansa mirada,
de la sonrisa serena,
de la palabra pausada.

Gracias siempre a ti, ángel
de romances y tambores,
de nobleza y bonanzas,
y homenaje a tu memoria
por  todo lo que entregaste
a lo más bello y limpio
de nuestra agitada historia:
a la música y la danza.

(*) Ángel Cruz Clemente

clip_image002Cofundador y pilar del grupo “Coros y Danzas de Hermigua y Agulo”, que creó y dirigió Lilí Ascanio, al que se debe el rescate y la enseñanza del ancestral folklore gomero, así como su difusión por toda España y diversos países extranjeros. Su labor ha sido reconocida con el nombramiento de “Hijo Predilecto de Hermigua”, en 2014,  y la concesión del “Regatón de Hupalupa”, por parte de la Asociación Cultural y Ecologista Tagaragunche, en 2001.

[Col}> Manuel "Lera" / Alberto Taño Martín

MANUEL «LERA«

A tía Armenia, por todo.

El muchacho aguardaba impaciente en el camino, ya distinguía luces y oía ladridos en algunas casas del pueblo. Esperaba la señal, la luz de la cocina. Entonces bordearía la construcción más moderna del sitio, el garaje, y descendería por la entrada principal, bajo el parral, hasta la casa. El «Caruso» y la «Forastera» lanzarían sus primeras señales de ansiedad.

Manuel 'Lera'

Manuel ya calentaba café y se preparaba su rutinario cazo de leche de cabra con gofio. Después del saludo, el muchacho cogió la llave grande del alféizar de la chimenea y bajó por el hurón, el «Rapadura». El viejo ponía nombre y sobrenombres a todo y a todos.

El chico lo acompañaba desde finales de la temporada pasada, cuando la abuela se lo pidió a su hermano Manuel. Cazaban siempre en «El Lomo del piojo», un cazadero cercano que después de algunos años había llegado a conocer como las huertas y los patios de su casa. Sabía de todas sus madrigueras, de sus puertas y «suspiros», de sus dificultades, del tiempo de espera paciente en cada una de ellas.

Cuando regresó con el hurón en la «aljaba», Manuel ya terminaba de preparar el saco. El muchacho había tardado en ponerle el «guisio» al carnicero, le faltaba práctica y le sobraba desconfianza.

— Por fin, tío Manuel, ¿adónde vamos?

El chico, estimulado por las experiencias de otros amigos de su edad, deseaba cambiar, conocer otros lugares, por eso temía la respuesta.

— ¡Bah! Yo creo que adonde mismo, no nos molesta nadie y no nos ha ido tan mal. Más arriba o más abajo el perro siempre llama alguno.

Manuel «Lera» era hombre de costumbres y le costaba variarlas. Manuel cazaba como cazó su padre, tiempos difíciles en que cazar era, además de evasión, sustento.

En la isla ya rajaba el sol. En lo que iba de mañana sólo habían huroneado uno que el perro había llamado «de morada». El conejo arrancó pero se les aculó cerca de una de las puertas de la madriguera, no quiso botarse, el bicho lo mató y no lo pudieron sacar. Manuel volvió a prometer un zálamo para la próxima cacería.

— ¡Corre! Escucha al «Caruso», está llamando, éste lo tiene cerca, está «encubilado». ¡Tapa, tapa! ¡Que no se eche fuera!

El chaval ya sabía que la principal cualidad del perro era localizar y avisar de la presencia del conejo en las rocas volcánicas. Si el conejo se echaba fuera, poco se podía hacer. El viejo «Caruso» al diente era un desastre, parece ser que siempre lo había sido. Con la «Forastera» no se podía contar aún, quizás nunca, se había pasado la mañana jugueteando y ahora andaba tras los lagartijos.

A pesar de su ímpetu adolescente y de su habilidad para correr sobre la lava con la ayuda del palo de almendrero con regatón, llegó exhausto. Sentía los latidos acelerados de su corazón y un cosquilleo vertiginoso en la parte baja —muy baja— de su vientre, sensación que sólo había experimentado en estos lances y cuando el profesor advertía de los minutos finales de un examen con preguntas por responder.

Actuó con rapidez. Soltó el palo y se desprendió de la mochila. Dejó que el perro siguiese llamando por el hueco mayor y tapó con piedras las otras dos o tres posibles salidas. Podía ser la última oportunidad de romper el «cerrete». El viejo sólo cazaba hasta el mediodía, el calor y el terreno imponían el horario. Aunque no fuese así, Manuel no podía pasar sin su siesta de pijama bajo las sábanas y sin la partida de zanga en el Bar Central, ya por la tarde.

No tardó en llegar. Apartó al perro y tendió una de las redes que portaba en el saco. Manuel revisó el trabajo de Alberto, quizás en esos momentos de docencia veía en él a su añorado nieto, tan presente y tan lejano por la emigración.

Regresaban, ya la «María» estaba a la vista. Así llamaba Manuel a la Hillman, gris, matrícula cincuenta mil, que le había servido desde años atrás —después de vender su última bestia— como peón y ayuda cuando iba a coger pasto al Caletón, en la recogida de almendras en Tacande, en la vendimia en Las Manchas y en el transporte a la costa, donde Manuel, después de años de sacrificio y ahorro en las medianías, había logrado adquirir unos celemines de tierra y sembrar plataneras, su principal medio de vida.

Pasaron los años, Manuel murió, pero Alberto nunca lo olvidará. Quizás veía en el viejo al abuelo que no llegó a conocer.

Alberto Taño Martín
El Paso (La Palma), junio de 2000

[Col}> A propósito del partido del CD Atlético Paso frente a la UD Melilla

31-08-2022

Carlos Valentín Lorenzo Hernández

A propósito del partido del CD Atlético Paso frente a la UD Melilla

El Atlético Paso debutará en la segunda división de la Real Federación Española de Fútbol en matinal dominical, el 4 de septiembre y en el Estadio Municipal Álvarez Claro, de la Ciudad Autónoma de Melilla.

Este enfrentamiento nos trae a la memoria aquel curioso episodio, acaecido durante la temporada 1989/90, cuando formaron parte del Atlético Paso, de manera muy fugaz, dos jugadores provenientes de un equipo de esta población norteafricana.

Tras el logro de la permanencia conquistado por el club verdinegro la temporada 1988/89, año de su estreno en la tercera división nacional, se produjo el relevo en el banquillo de cara al nuevo curso futbolístico: Quico Acosta sustituyó a Valentín Toste.

Comenzaba la liga el Atlético Paso con algunas novedades en la plantilla respecto a la temporada anterior, entre las que destacaba el fichaje de Juan José Sánchez Martínez “Peluca”, jugador sevillano, delantero centro, procedente del Macael, equipo almeriense de la tercera división, donde había promediado un buen balance anotador.

A la finalización de la primera vuelta, el equipo verdinegro se situaba en puestos de descenso, y el entrenador, Quico Acosta, fue sustituido por el técnico hispano-venezolano, Nerio Hernández, con la intención de que funcionara como revulsivo y reaccionara el equipo.

Además, aprovechando las fechas del mercado invernal, la directiva del Atlético Paso decidió incorporar a varios jugadores como refuerzos en un intento por salvar la categoría. Así, en enero de 1990 se ficharía al guardameta José Barrientos García, natural de Ceuta, procedente del equipo de tercera división, grupo décimo, Atlético Ceuta.

Este portero siempre tendrá un hueco en la memoria colectiva de los aficionados verdinegros por el gol que consiguió frente al Icodense, en un despeje de portería a portería y que, a través de las imágenes de televisión, dio la vuelta a España, en marzo de 1990.

A principios de febrero de 1990, Nerio Hernández solicitó a la directiva pasense el fichaje de Francisco Lorenzo García “Fisco”, ex jugador del CD Mensajero y SD Tenisca, que se encontraba jugando en la UD Breña Baja de la primera categoría territorial.

También se rumoreaba, en los círculos futbolísticos del conjunto de la Ciudad de Los Almendros, que existía la posibilidad de que dos jugadores peninsulares se incorporaran al equipo verdinegro “en próximas fechas”.

El 15 de febrero llegaron a La Palma los dos refuerzos para el conjunto verdinegro, aunque mal comenzaba este capítulo, porque en principio no se trataba de los jugadores que se habían comentado inicialmente.

De la mano del agente y promotor futbolístico de Algeciras, Miguel Morilla, que también se desplazó a nuestra Isla, se presentaron ambos futbolistas en el Municipal de El Paso. Los jóvenes fichajes provenían del Club Deportivo Real de Melilla, de la categoría preferente.

Los mismos eran: Juan Miguel “Juanmi”, de 21 años de edad, cuya posición era la de centro delantero nato, y Hassan Mohamed Lahasen, de 22 años, que se desenvolvía en cualquier puesto de la delantera.

El redactor deportivo del Diario de Avisos, Miguel Pérez, señalaba en las páginas de este periódico, en la edición del sábado 17 de febrero de 1990, que: “Los jugadores melillenses ya comenzaron a entrenar, y es posible que el técnico pasense, Nerio Hernández, cuente con ellos para su desplazamiento a Tenerife para vérselas con el CD Puerto Cruz en el Estadio El Peñón, el domingo, a partir de las doce del mediodía”.

El domingo 18 de febrero, en la jornada 24 del campeonato, en un desafortunado y flojo encuentro disputado por el Atlético Paso, el CD Puerto Cruz se impuso por tres goles a cero.

La prensa destacó de aquel partido que: “El Puerto Cruz evidenció una clara superioridad sobre el Atlético Paso, en un encuentro que dominó durante la mayor parte del mismo, y creó numerosas jugadas de peligro, mientras que los palmeros no pudieron contener a sus rivales y, las pocas ocasiones de gol de que dispusieron, el meta portuense, Domingo González, se encargó de neutralizarlas”.

A los catorce minutos de juego, el equipo portuense ya ganaba por dos goles a cero. El primero conseguido por Goyo, en el minuto 2 de partido, en jugada personal tras un tiro desde fuera del área. El segundo por medio de Oti, al transformar un penalti.

Poco después tuvo su más clara ocasión el equipo verdinegro de acortar distancias en un penalti señalado por el árbitro, por manos del defensa Balbino.

La pena máxima la ejecutó Peluca, pero el cancerbero portuense, en una buena intervención, desvió el balón a córner. A partir de ahí los palmeros se desmoralizaron y el Puerto Cruz continuó dominando el partido.

Fue en esos momentos cuando el entrenador pasense, Nerio Hernández, movió el banquillo, intentando aportar soluciones al mal partido que estaba realizando su equipo. Así, en el minuto 20 debutaría el primero de los jugadores norteafricanos, cuando Hassan M. sustituyó a Peluca.

Diez minutos más tarde, Juanmi haría lo propio con Sergio. Al filo del descanso, los del norte de Tenerife consiguieron su tercer gol, por mediación de Víctor, que prácticamente sentenció el encuentro.

La aportación de los jugadores procedentes de Melilla fue inexistente, evidenciando un muy bajo nivel futbolístico, al menos así lo pusieron de manifiesto desde la dirección deportiva del Atlético Paso.

At. Paso

Alineación que presentó de inicio el Atlético Paso frente al CD Puerto Cruz el 18 de febrero de 1990.

De izquierda a derecha.

  • De pie: Barrientos, Sixto, Fisco, Francisco, Peluca y Joaquín.
  • En cuclillas: Álvarez, Jorge Pérez, Armando, Juan Carlos y Sergio.

De la misma manera, un tanto confusa y hasta casi sigilosa, con la que llegaron al conjunto de El Paso, los jóvenes futbolistas emprendieron la marcha de regreso, quedando como escaso bagaje de su breve paso por el conjunto verdinegro, la disputa de 70 y 60 minutos respectivamente, por parte de Hassan Mohamed Lahasen y de Juanmi, en el estadio de El Peñón de la ciudad turística del norte de Tenerife.

Finalmente, el Atlético Paso no pudo conseguir el objetivo de salvar la categoría, y concluía, tras dos temporadas, el primer ciclo del conjunto pasense en la tercera división nacional.

De los dos jóvenes futbolistas nunca más tuvimos noticias deportivas, al contrario que del agente deportivo, Miguel Morilla, que trajo a esos jugadores norteafricanos a probar fortuna en nuestro equipo, y de quien sí hemos tenido noticias, algunas de ellas no exentas de polémica, por su vinculación en determinadas épocas a la dirección del Algeciras CF.

Quizás la visita del Atlético Paso el próximo domingo a Melilla pueda ser una buena oportunidad para el reencuentro con aquellos futbolistas que tuvieron una efímera presencia en nuestro equipo.

[Cop}> Hispanos somos; latinos, nunca / Álvaro del Castaño

Después de lidiar por 40 años, en vivo y en directo, con países de la América ibérica y de la anglosajona, tengo mi opinion al respecto. Que el lector se haga la suya.

16-05-2022

Álvaro del Castaño

Hispanos somos; latinos, nunca

«Cualquier español o hispanoamericano (le guste o no España) debería rechazar la utilización de la palabreja ‘latino’, pues es incorrecto, y atufa a imperialismo y manipulación».

¿Me entiendes, Mendes, o te lo explico, Federico? Voy directo al trapo: estoy harto del término «Latinoamérica» y sus derivados. La única palabra adecuada para denominar a las antiguas provincias españolas (nunca fueron colonias, eran tan España como una provincia peninsular) es Hispanoamérica. Si en la ecuación se quiere incluir a Brasil y Portugal, hablaríamos entonces de Iberoamérica. Latinoamérica es una aberración imperialista fruto de la Leyenda Negra española.

Me explico. Primero, porque los «latinos» son solamente los nacidos en el Lacio, o aquéllos que tienen un dominio absoluto del latín. Una persona nacida en Hispanoamérica no tiene nada de latina. De la misma manera que un español tampoco tiene nada de latino. Lo tiene de hispano, de ibérico, europeo y americano (por las antiguas provincias que eran España, y por lo que aprendimos de ellas).

Segundo, porque son los impulsores de la Leyenda Negra, los que se empeñaron en diseminar esta voz. Las palabras son armas de manipulación. Según Manuel Morillo (2012, Latino América, Denominación al Servicio del Imperialismo), el término «América Latina» nace en París en el XIX para defender los objetivos imperialistas de la Francia de Napoleón III en relación a sus colonias, amparando su expansionismo político.

De ahí, la expresión cruzó el Atlántico, a finales del siglo XIX, siendo los Estados Unidos los que tomaron el relevo con la idea de eliminar en Hispanoamérica la influencia de la cultura española y de su religión católica. Pura propaganda de un imperio naciente contra una gran nación decreciente.

Morrillo también nos recuerda que fue el presidente Woodrow Wilson el primero en manejar el término oficialmente para apuntalar sus intereses expansionistas y lograr la penetración de sus multinacionales en contra de las interconexiones económicas con España.

La idea era implantar una política de eliminación sistemática de lo español, idéntica a la seguida por éstos mismos en Filipinas tras la guerra contra España en 1898 (donde perdimos las citadas islas Filipinas, Cuba, Puerto Rico y Guam). Allí (en Filipinas) sí lograron acabar con la lengua y con la educación españolas, pero no con la religión (recordemos que Filipinas es el único país católico de Asia).

Los EEUU se convirtieron en el polo magnético de Hispanoamérica en la segunda mitad del siglo XX. Y, curiosamente, en esa lucha tan singular contra lo hispánico le salió a los Estados Unidos un extraño compañero de cama en su enemigo más íntimo: el marxismo. Esta ideología, que ha sodomizado a Hispanoamérica durante tantos años, se asoció con el imperialismo yankee en su ataque al concepto de Hispanidad (de esto hablaremos un poco más a continuación).

Pero no nos llevemos las manos a la cabeza, recordemos que los nacionalismos en España siguen a pies juntillas el mismo patrón hispanofóbico de manual: aniquilar la lengua, la cultura, las tradiciones comunes, y los vínculos emocionales con lo español.

Hecha esta aclaración, hay que celebrar que España e Hispanoamérica siguen unidas por el hilo conductor de la sangre y el mestizaje, la familia, la lengua, la religión, la cultura y las tradiciones. Cualquier español que viaja a Hispanoamérica se siente enseguida parte de esa patria nueva que le recibe. Ese continente es una extensión de España, o España es una continuación de cada uno de esos países.

Además, en la actualidad el vínculo con España se está estrechando aún más al atraer a nuestro país un enorme talento hispano que se ve obligado a emigrar de su patria, acechada por la crisis, la violencia, la mala gestión política y los totalitarismos locales. Aquí son bienvenidos y respetados. Trabajan duro y se integran. Muchos destacan y tienen éxito. Están en su casa. No son inmigrantes, son hermanos que vuelven a casa. Son los descendientes de nuestros antepasados que allí emigraron. Son los hijos de todo lo bueno y todo lo malo que España hizo por esas tierras.

Por eso, cuando leí el reciente artículo del New York Times titulado Madrid Rivals Miami as a Haven for Latin Americans and Their Money (de Raphael Minder), y que alababa los atractivos de España para nuestros hermanos hispanoamericanos, no me sorprendió en absoluto. Porque nuestras raíces nos unen, nuestra historia se entronca, nuestros hijos se enlazan, nuestra cultura nos ata, nuestra lengua nos hace uno, y nuestro Dios es el mismo.

Solamente algunos políticos egoístas se esfuerzan en separarnos y en enfrentarnos. Y miren qué casualidad, siguen siendo los descendientes del marxismo los que siembran la cizaña: Podemos en España, Maduro en Venezuela, AMLO en México, Daniel Ortega en Nicaragua, junto a toda esa patulea totalitaria de sátrapas de segundo nivel. Éstos defienden la pulsión odiadora, la religión del rencor, la del factor diferencial de cada una de las naciones frente a las otras y de todas frente a la madre patria. Desde el odio se gobierna con desprecio, y desde la hermandad siempre con aprecio.

Me gustaría recordar ahora que Hispanoamérica es absolutamente mestiza, y cuenta con numerosos pueblos indígenas. En contraste, por donde pasaron los ingleses (por no citar otros imperios) no hay casi mestizos, ni rastro de cultura nativa. ¿Por qué esta diferencia? La explicación radica en que, mientras otros imperios «colonizaban», España «hispanizaba». El objetivo de la conquista fue primero la evangelización (catalizador para que la Reina Isabel La Católica se embarcara en la locura de Colón), y después agrandar el imperio, pero siempre a través de la integración nacional, cultural y civilizadora, y mediante la protección de los indígenas.

¿Sorprendido, querido lector? Me remito a las pruebas, pues fueron las revolucionarias Leyes de Indias de los Reyes Católicos las que aprobaron el matrimonio con indígenas y les otorgaron protección legal, convirtiéndolos en hombres sujetos de derecho, dotándoles de procedimientos legales claros para denunciar injusticias y malos tratos (Juicios de Residencia).

Otra cosa es la realidad de los bárbaros que se saltaron a la torera estas leyes, la de muchos dirigentes y caciques españoles que abusaron de su posición de manera miserable, y de la maldita viruela que asoló a las poblaciones locales.  Algunos se conmocionaran al aprender que, mientras España permitió y protegió legalmente el matrimonio entre españoles y nativos a través de Real Cédula de 1514, en EEUU fue ilegal casarse con una persona de raza distinta en algunos estados… ¡hasta 1967!

Será también increíble para muchos aprender que antes de que Francia publicara su primera gramática, o que Inglaterra hiciera lo mismo con la suya, los misioneros españoles habían realizado las gramáticas de las más relevantes lenguas indígenas, entre 1547 y 1690. Los evangelizadores españoles aprendieron las lenguas locales para convertir a los indígenas, pues era lo más conveniente para sus objetivos. El español sólo se impuso como lengua nacional en Hispanoamérica una vez que se independizaron las repúblicas de España.

Chanel, una hispano-cubana, nos representó en Eurovisión. Tres de las canciones del top 10 de Los 40 Principales son de hispanos (dos con nacionalidad española también). Nos llena de orgullo que una española-cubana triunfe en Hollywood (Ana de Armas). La serie Café con Aroma de Mujer (colombiana) es la más vista de Netflix en España.

Ser hispanos nos une, nuestra cultura se funde en una banda ancha. Ya es hora de que convirtamos a Hispanoamérica en el polo magnético del siglo XX.

Fuente

Cortesía de Luis Centeno Gutiérrez

[Col}> "Román". Remembranza familiar de El Paso de los años 40 / Adolfo Taño Perera

2002

“ROMÁN”

Remembranza familiar de El Paso de los años 40

Por Adolfo Taño Perera

Román era pequeño de estatura, dominado siempre por cierto nerviosismo, y hablando consigo mismo parecía que estaba a punto de tomar determinantes decisiones. Quizás éstas no iban más allá de enderezar cierta pared que él creía torcida, o de intentar una nueva forma para que los «regos» (surcos de papas en su huerta), quedaran mejor alineados.

Disfrutaba con la perfección conseguida en tra­bajos intrascendentes, como la colocación rectilínea de las pacas de paja almacenadas en el pajero, y soñaba con que algún día se realizara la obra más importante en el pueblo, que sería el alineamiento de la calle principal, seguida de la Plaza Vieja y del colegio de monjas. Nadie le prestaba atención en sus desvaríos reformistas del trazado de calles y caminos.

Al parecer, en su vida no había ningún motivo de agobio. Sí tenía una hermana solterona y sobrinos huérfanos en estado de necesidad, pero él parecía vivir distante de estos problemas. Sin embargo, nunca se le veía reír. Si lo hacía era muy bajo y como para sí mismo. Casado con Lina Ramón, formaban un matrimonio sin hijos. Quizás esta circunstancia le restó felicidad a su vida, ya que él era capaz de sentir afecto por los niños.

Alejo, que era el hijo pequeño de una sobrina de su esposa, recibió su cariño desde la más corta edad. Vivía frente a su casa y desde muy pequeño corría a ésta por cualquier motivo. El tío Román lo recibía siempre con afecto, y en ciertos momentos el niño percibía sus expresiones de ternura contenida. Entre los primeros recuerdos que luego Alejo conservaría estaba el correr al callejón, como se denominaba la entrada de la casa, cuando lo veía, y ponerse entre sus piernas para hacer de caballo y que el tío fuera el jinete. Su leve sonrisa divertida, y lo que él cooperaba para que el niño lo pasara bien, le hacían volver al día siguiente.

Una tarde, después del almuerzo, Alejo salió de la casa corriendo, y al bajar los escalones que estaban junto a la portada perdió el equilibrio y cayó junto a ésta. Al salir había visto al tío Román en el callejón, y no habiendo recibido golpe alguno en la caída, exageró la importancia de ésta, quejándose en voz alta, para ver la reacción del tío. Como suponía, éste llegó todo nervioso y alarmado a ver lo que le había pasado al niño. Alejo, para tran­quilizarlo, le decía que casi no había sido nada, pero de algo se dolía a la vez para que el tío no descubriera el engaño.

La vida de Román era estrictamente ordenada. Cuando ninguna persona de campo, agricultor a ganadero, llevaba reloj, él tenía el suyo en el cinto, en un estuche de cuero oscuro. Varias veces en el día se le veía sacar el reloj y mirarlo pensativamente. Según la hora, tomaba la decisión de realizar alguna actividad. Los objetos de su uso le duraban muchísimo, y presumía de ello. El reloj con el estuche lo trajo de Cuba en su juventud. Alguna vez Alejo le pidió que le enseñara el reloj, y recuerda que Román se lo ponía entre las manos, pendiente él de que no se le cayera.

Una vez, andando Alejo con otro chico de su edad por el morro que está junto a la casa de los tíos, vie­ron un orinal blanco y reluciente secándose al sol en el patio trasero de la casa. Aficionados a tirar pie­dras a cualquier cosa, vieron en el orinal el blanco perfecto para dispararle algunas pedradas. Sin mucha convicción de acertar le lanzaron algunas piedras, pe­ro, por desgracia, una le dio de lleno. Con el ruido que hizo, y conscientes del problema que aquella acción podía ocasionarles, corrieron y se alejaron del lugar.

Alejo estuvo preocupado par lo que había hecho. Cuando Lina y Román supieron que él estaba en la fechoría, no le dieron mucha importancia al asunto, seguramente por no causarle mayor disgusto. La tía Lina dijo que el orinal tenía más de veinticinco años, y que hasta antes de recibir el golpe no tenía ni la más mínima abolladura.

La casa de Lina y Román era visitada por Alejo con frecuencia casi diaria en el principio de su infancia. Siempre tenía para él el misterio de la soledad y de la antigüedad de los objetos que contenía. Se detenía en tres cuadros que colgaban de las paredes del recibidor. Un día la tía Lina le dijo a Alejo que los cuadros proce­dían de una compra que ella había hecho a una persona, conocida suya, que se iba del pueblo. En un cuadro que en su parte inferior se podía leer «La torre de Babel», se veía una multitud de personas extrañas caminando sin rum­bo, divisándose una torre misteriosa al fondo.

Algunas personas hacían esfuerzos por subir a la torre, sin que al parecer lo consiguieran. El cuadro era en blanco y ne­gro y sus figuras desvaídas. Había que prestarle atención para darle alguna interpretación. Estoy seguro de que nadie observó ese cuadro como lo hizo el pequeño Alejo. Quería saber qué le sucedía a las personas aquellas, y no acerta­ba a explicárselo. Esto le llevaba a pensar que en tiem­pos remotos sucedieron hechos extraños que, gracias a Dios, ya no sucedían. Consideraba que su vida estaba segura por­que vivía en unos tiempos donde no pasaban aquellas cosas.

El otro cuadro del mismo estilo que el anterior ponía en su parte inferior «La destrucción de Jerusalén». En él aparecían personas semidesnudas pegándose con diversos obje­tos, y en actitudes de una exagerada ferocidad. Este cua­dro no tenía para el pequeño el misterio del primero, y por eso lo observaba menos. Y por último estaba el tercer cuadro. Aunque era en blanco y negro también, sus figuras, que eran tres y que lo llenaban casi todo, aparecían muy visibles. Se trataba de un joven tendido en el suelo, una mujer volcada sobre él en actitud de reconocimiento, y otro joven con el pelo caído delante de la cara, lloran­do desconsoladoramente. Unas ramas de árboles los rodea­ban. También tenía una indicación: «La muerte de Abel».

Alejo pensaba que Abel tenía necesariamente que ser el jo­ven que estaba tendido, su madre Eva la que estaba junto a él, y el joven que lloraba junto a ellos debía ser Caín, ya que no conocía la existencia de otros hermanos. Pero no en­cajaba esto con lo aprendido del Catecismo, que nada nos enseña del arrepentimiento que sufriera el fratricida. Para Alejo no existían entonces otras personas sobre la Tierra fuera de Adán, Eva, Abel y Caín.

Completaban los adornos de las paredes un retrato en el que se veía a un anciano com­pletamente calvo, delgado y de expresión bondadosa, junto a un joven cuidadosamente peinado y de bigote bien dibujado. Eran, le decía la tía Lina, papá Juan —padre de ella y bisabue­lo del niño—, y su hijo y hermano de ella, Manuel, que había muerto de joven en Cuba. Del resto de objetos no conservaba ya recuerdo alguno.

Algunos días de primavera se iba a jugar solo detrás de las ventanas de la casa de los tíos. Entre éstas y la pequeña pared que dividía la propiedad con la de los vecinos había unas plantas, que sobrepasaban en tamaño a Alejo, con flores predominantemente amarillas. Él observaba que al llegar el anochecer aquellas flores se encogían y quedaban co­mo bolas blandas, y que al amanecer comenzaban a abrirse para llegar a su esplendor cuando el sol les daba luz y calor.

Cada flor iba produciendo una bolita negra en su interior. Cuando ésta crecía, la flor se iba secando. Entonces recolectaba las bolitas, con lo que parecía un interesado en aque­llas semillas. Buscaba en las ramas “primaveras”. Se les da­ba este nombre a ciertos gusanos, de considerable tamaño y de color llamativo, propios de éstas y otras plantas parecidas, que producían rechazo a quien se tropezaba con ellos. Desde allí contemplaba el cañaveral que estaba en la propiedad de los vecinos, muy próximo a la pared divisoria. Cuando el viento soplaba producía un sonido para él miste­rioso. Al interior del cañaveral nunca llegó, tenía en su imaginación la amenaza de lo desconocido.

Algunos días almorzó Alejo con los tíos Román y Lina. Se sentaba junto a la tía Lina, enfrente del tío Román. Ob­servaba cómo éste se concentraba, con movimientos rápidos y contenidos de sus mandíbulas, en el sabor de la sopa o del potaje, mirando fijamente a la tía Lina para después decirle que había puesto pocos cominos, o que estaba falto de sal.

Recuerda las comidas muy condimentadas que consumían y que, al parecer, eran exigencia de él. A Román y a su esposa Lina no se les veía juntos en otro lugar que no fuera su propia casa. Ya de mayor, Alejo llegó a saber por su tía Lina que fueron un matrimonio roto desde muy pron­to. El padeció de celos y la trató siempre de manera distante y disconforme.

Según fue creciendo, Alejo se fue alejando de la ca­sa de sus tíos Lina y Román. Le interesaban más los juegos con otros muchachos de su edad, que abundaban en el barrio. No obstante, seguía viéndolos a diario, pues la tía Lina venía a la casa de Alejo por cualquier motivo, y el tío Román, al caer de la tarde, a estar de tertulia con el padre del muchacho.

De los últimos y más persistentes recuerdos que Alejo tenía del tío Román era ver allá en el patio de su casa una silla con una chaqueta oscura y un pantalón puestos al sol. De ello se deducía que Román al día siguiente bajaría a Argual a entrevistarse con los Sotomayor, de quienes era el encargado de sus propiedades en el municipio. Alejo lo vio salir alguna vez de su casa para estas visitas, cuida­dosamente vestido de oscuro, contrastando con las personas que iba encontrando, vestidas con sus ropas de faena diaria.

Román quería darle a estas entrevistas la importancia que él creía que tenían. En una ocasión venía especialmen­te emocionado. De Manuela, esposa de Don José Miguel Sotomayor, oyó su voz y preguntó si era Román el que estaba allí. Al comunicársele que sí, entró en la oficina y se sentó junto a él, conversando sobre diversos asuntos. Así se lo contó al padre de Alejo, emocionado todavía por las muestras de sencillez y atención que para él había recibido aquella misma mañana de Manuela Sotomayor.