[LE}> ‘Sólo’ contra ‘solo’: los escritores ganan la guerra a los filólogos.

NotaCMP.- Con esta para mí extraña decisión, a la que en mis tiempos llamaban “Ilustre caimana de Madrid” habría que añadir el adjetivo ‘tozuda’ porque no ha devuelto del todo el uso de esta tilde, sino que se ha refugiado en lo de la confusa ambigüedad.

03/03/2023

Irene Hdez. Velasco

‘Sólo’ contra ‘solo’: los escritores ganan la guerra a los filólogos

Según informan fuentes de la Academia, el pulso que ha enfrentado a lexicógrafos y escritores en el seno de la institución se ha saldado, por fin, con el indulto del acento, tanto en sólo como en los demostrativos éste, ése y aquél

Javier Marías seguía poniendo tranquilamente la tilde a sólo en sus novelas y artículos. Arturo Pérez Reverte también se resistía a cumplir con las normas de la Real Academia de la Lengua al respecto y persistía en poner el polémico acento. El propio Darío Villanueva, presidente de la RAE entre 2007 y 2014, admitía asimismo que continuaba tildando solo cuando éste era adverbio.

Entre los académicos de la institución encargada de velar por el buen uso del castellano, sobre todo entre los académicos-escritores, había una fuerte oposición a la norma emitida en 2010 por la propia RAE, que en su nueva edición ese año de la Ortografía de la lengua española estableció: “A partir de ahora se podrá prescindir de la tilde incluso en casos de doble interpretación”.

El argumento de la RAE para tomar tal decisión era que los casos de anfibiología (es decir, de posibles equívocos) tanto en el caso de solo como de los demostrativos éste, ése y aquél eran en realidad muy pocos.

El problema es que esa decisión desencadenó una especie de doble rasero. Mientras muchos escritores (académicos de la lengua incluidos) seguían poniendo la tilde a solo cuando les apetecía e incluso se jactaban de ello, en las oposiciones y exámenes oficiales comenzó a considerarse que acentuar ese adverbio constituía un error ortográfico y que como tal debía de ser penalizado.

“La clave ha sido la penalización. La última formulación sobre la acentuación del adverbio solo era muy punitiva. Los creadores, por supuesto, han seguido haciendo lo que les ha dado la gana, porque un creador tiene siempre libertad para ello. Pero la ortografía de 2010 estaba sin embargo condicionando la carrera de muchos jóvenes, que al presentarse a exámenes se veían perjudicados por ponerle la tilde a solo”, asegura a El Confidencial la escritora y académica Soledad Puértolas.

Numerosas quejas

En los 13 años que han transcurrido desde la publicación en 2010 de la Ortografía de la lengua española que prohibía el uso del acento en el adverbio sólo, en la RAE se han recibido numerosas quejas de personas que se han visto afectadas negativamente por esa disposición. Hasta tal punto que la Academia ha decidido dar marcha atrás y dejar al criterio del que escribe el tildar o no solo. De ese modo, escribir el adverbio sólo con acento ya no se considerará un error ortográfico. Se vuelve así a la formulación ortográfica de 1999, que dejaba en manos de quien escribía la potestad de tildarlo o no.

“No me parece que sea ningún problema corregir algo que estaba generando conflictos”, afirma Puértolas, quien entró en la RAE justo cuando se aprobó la Ortografía de la lengua española de 2010 que castigaba el acentuar la palabra solo. “En ese momento, y recién llegada a la institución, me pareció que era un debate menor”, confiesa. En cualquier caso, y a partir de entonces, Soledad Puértolas dejó de acentuar sólo cuando era adverbio. “Acaté la norma de manera natural. Aunque ahora igual vuelvo a ponerle la tilde”.

“Yo estuve muy de acuerdo con quitar la tilde diacrítica a la palabra solo, ya que la norma, aunque fuera tradicional, no era consonante con otras palabras que puedan tener dos funcionamientos gramaticales”, nos cuenta Lola Pons, catedrática de Lengua Española, Lingüística y Teoría de la Literatura de la Universidad de Sevilla. De hecho, la práctica totalidad de los filólogos de la RAE opinan de ese mismo modo, pero han sido los académicos escritores (contildistas en su inmensa mayoría) los que han acabado ganado el pulso.

“Entiendo que la decisión tomada ahora refrenda el hecho de que la norma propuesta no fue secundada unánimemente —afima Pons—, pero en mi caso seguiré sin poner la tilde a solo”, concluye.

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