01-12-2022
Carlos M. Padrón
Este excelente cuento se atribuye a diferentes autores —unos dicen que un escritor húngaro, y otros que el psicólogo y escritor francés Jacques Salomé— pero todos han conservado su esencia. Es una metáfora que me he permitido componer según un par de versiones y que deja mucho que pensar, sobre todo para quienes están convencidos de que con la muerte termina todo.
¡Chapeau para quienquiera que sea el autor!
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Dos bebés reflexionan sobre el más allá
Dos bebés gemelos que dialogan en el vientre de la madre es un cuento, pero su conversación es una preciosa metáfora que invita a reflexionar sobre la vida presente y la del más allá.
Lo cierto es que vivimos en un mundo del que somos incapaces de percibir lo que nuestros sentidos no son capaces de observar. Sin embargo, como seres humanos disponemos de habilidades especiales que nos permiten intuir otras realidades.
En cualquier caso, percibamos o no más allá de nuestra realidad vital, somos capaces de sentir que la vida terrenal transciende nuestra identidad material. Lo podemos pensar y debatir, pero la duda siempre está en el aire. Dejar que la mente se adentre en el vacío nos deja siempre un buen sabor.
La muerte puede no ser más que salir del útero materno que nos ha dado vida. La vida puede no ser más que crecer para prepararnos para una existencia diferente, por ejemplo, como parte la Unidad.
El cuento que sigue tiene una función simbólica importante. Una forma esencial para que podamos reconciliarnos con nuestra existencia que a veces nos parece incomprensible. Adentrarse en la ficción que ofrecen los cuentos nos permite acceder a nuevas formas de saborear otras realidades quizás de tintes cuánticos.
El cuento de los dos bebés gemelos que discuten en el vientre de la madre
En este cuento, el autor, utilizando el diálogo de dos bebés, nos conecta con la inmensidad del conocimiento universal al que cada uno de nosotros participa sin saber.
En el vientre de una madre había dos bebés. Uno le preguntó al otro:
—¿Crees en la vida después del parto?
El otro respondió:
—Por supuesto. Tiene que haber algo después del parto. Es obvio que la vida después del parto existe. Estamos aquí para fortalecernos y prepararnos para lo que nos espera más allá.
Dijo el primero:
—Tonterías. ¿Qué clase de vida sería ésa? todo esto es una locura. ¡No hay nada después del parto! ¿Cómo imaginar una vida fuera del útero?
El segundo dijo:
— No lo sé, pero habrá más luz que aquí. Tal vez podamos caminar con nuestras propias piernas y comer con nuestras bocas. Tal vez tendremos otros sentidos que no podemos entender ahora. Dicen que hay mucha luz, mucha alegría y emociones, miles de cosas por vivir…
El primero dijo:
—Esto es absurdo. El cordón umbilical nos proporciona nutrición y todo lo que necesitamos. Tenemos nuestro cordón umbilical y eso es lo que nos alimenta. Todos los bebés lo saben. ¡Ninguno come por la boca! Y, por supuesto, nunca ha habido un testimonio de esta otra vida… Para mí, todas éstas son historias de personas ingenuas. La vida simplemente termina en el parto. Así es, hay que aceptarlo.
El segundo insistió:
—Bueno, supongo que hay algo, y tal vez sea diferente de lo que es aquí. Tal vez ya no necesitemos este tubo físico. Cierto que no sé exactamente cómo será esta vida postparto, y no podría demostrarte nada.
El primero cuestionó:
—Tonterías y, además, si realmente hay vida después del parto, entonces ¿por qué nadie ha vuelto de allí?
—Bueno, no sé, dijo el segundo, pero seguramente encontraremos a Madre y ella nos cuidará.
El primero respondió:
—¿Madre? ¿Realmente crees en Madre? ¡Esto es ridículo! Si Madre existe, entonces ¿dónde está ahora?
El segundo dijo:
—Ella está a nuestro alrededor. Estamos rodeados por ella. Somos de ella. Vivimos en ella. Sin ella, este mundo no sería y no podría existir. Existimos gracias a Madre que nos da vida, y es gracias a ella que vivimos. Sin ella, no estaríamos aquí.
Dijo el primero:
—Bueno, ¡esto es absurdo! Nunca he visto a ninguna Madre, así que es obvio que ella no existe.
A lo que el segundo respondió:
— No estoy de acuerdo; ése es tu punto de vista. A veces, cuando estás en silencio, si te concentras y realmente escuchas, podrás entender su presencia y escuchar su voz amorosa. No me dirás que no sientes cuando acaricia nuestro mundo. Estoy seguro de que nuestra vida real comenzará después del parto…
Cortesía de Eva Matute