Una anciana nonagenaria entra temblando a un sex-shop y, con una sonrisa toda dulzura, pero con voz tremendamente entrecortada, se dirige al encargado y le dice:
—¿A-a-a-quí ve-venden los los con-sola-dores Ultra-aa 2002 de 7 ve-velo-cidades, su-super po-potencia y cam-cambios, con te-tecnolog-íaaa ja-ja-japonesa de última ge-ge-nera-a-ción a pilas y gra-gra-duables?
—Sí, señora —contesta el encargado—. ¿Quiere que le muestre uno?
—Nooo, nooo. ¿Me pu-pu-pue-eeeede de-decir có-có-mo se apa-apagaaaa?
