Un niño que se tragó una moneda no paraba de llorar pensando que se iba a morir. Su papá, tratando de calmarlo, con un truco simple de magia y con una moneda en la mano, pasó su mano por la oreja de su hijo y, mostáandole la moneda al chiquillo, le dijo:
«Mira. No te preocupes, ya la saqué»
El niño, asombrado, le arrebató la moneda de la mano y se la tragó, diciéndole:
«¡Hazlo de nuevo papá, hazlo de nuevo!»