El Garoé, el árbol que aliviaba la sed
Todo saltó por los aires por culpa de una chiquilla enamorada. Lo que sea, pensó, incluso la traición a su pueblo, con tal de retener a su lado a aquel soldado andaluz que había desembarcado hacía dos semanas en su isla. Quería salvarlo de la muerte por sed, porque en aquel lugar oceánico, bello y volcánico, el ejército invasor empezaba a rendirse incapaz de encontrar agua para beber; aquella tierra carecía de manantial, río o pozo alguno
