San Miguel de La Palma
Isla, roca del mar con vocación de alturas,
grito, el más atrevido de la Atlántida muerta,
explosión submarina y maravilla abierta,
camino de los cielos a todas la aventuras.
Navegas por los mares con regias vestiduras,
centinela de España, siempre firme y alerta,
con tus ígneos volcanes, de montañas cubierta
donde alumbran las nieves celestiales blancuras.
Tus entrañas de fuego rebosando erupciones
tatuaron en tus carnes los ríos de la muerte
en un salvaje rito de purificaciones.
Y, desde entonces, Isla, por fuego redimida,
creces como atalaya, como el bastión más fuerte,
buscando los eternos caminos de la vida.
