Hugo Castro, el espía de la CIA que escuchaba el mar
En 1962 entró a formar parte de la ‘base americana’ de Puerto Naos, supuestamente para la observación de cetáceos
Cortesía de Ricardo Lorenzo
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Un mosquito le dice a su madre: “Mamá, esta noche voy al teatro”.
Y la madre le contesta: “Que te diviertas, pero, ¡ten muchísimo cuidado con los aplausos!”.
Las palabras brote y rebrote, por un lado, y ola y oleada, por otro, se emplean a menudo de forma indistinta, pero encierran matices que conviene tener en cuenta para una redacción más exacta.
Brotes y rebrotes
Brote es un término más amplio, mientras que rebrote es más preciso, pues implica que ya se ha controlado y eliminado algún brote anterior. En la situación actual, es válido afirmar que vuelve a haber brotes en una localidad o que hay rebrotes o nuevos brotes en las últimas semanas.
En suma, allá donde es adecuado emplear rebrote también lo es optar por brote, pero si se alude a un primer brote no es apropiado utilizar rebrote.
Olas y oleadas
En las noticias sobre los nuevos casos de covid-19, se emplean indistintamente los sustantivos ola y oleada. En este sentido, cabe indicar que, aunque el término oleada es adecuado y no es preciso siquiera ponerlo entre comillas, resulta preferible optar por ola.
En efecto, la Real Academia Nacional de Medicina considera que en epidemiología es la voz ola (que puede considerarse sinónima de fase) la que empezó a utilizarse por su parecido con el movimiento característico de subida y bajada de las olas del mar. Con este sustantivo se hace referencia a un número creciente de personas infectadas por una enfermedad, que alcanza un máximo para, a continuación, descender más lentamente.
Puede decirse, en definitiva, que todos los países afectados han sufrido una primera ola de coronavirus y que algunos de los que se venían recuperando y habían alcanzado la llamada nueva normalidad se están enfrentando ahora a nuevos brotes y se preparan para segundas y terceras olas.
Plan, gas, ve o yo no llevan tilde por ser palabras monosílabas, pero se acentúan ortográficamente en el momento en que se les añade un prefijo y, por tanto, dejan de ser monosílabas y se convierten en agudas terminadas en -n, -s o vocal: megaplán, antigás, biogás, prevé y superyó.
Uso incorrecto
• Chile anuncia un megaplan de obras públicas.
• Los vendedores incluso confunden a la población sobre la diferencia entre respiradores y máscaras antigas.
• Se preve que la cinta se estrene el próximo 17 de diciembre de 2021.
• Gracias a la última creación de Marvin Kren, podemos conocer cómo surgieron en su mente los conceptos del yo, superyo y el ello.
Uso correcto
• Chile anuncia un megaplán de obras públicas.
• Los vendedores incluso confunden a la población sobre la diferencia entre respiradores y máscaras antigás.
• Se prevé que la cinta se estrene el próximo 17 de diciembre de 2021.
• Gracias a la última creación de Marvin Kren, podemos conocer cómo surgieron en su mente los conceptos del yo, superyó y el ello.
Tal como señala la Ortografía de la lengua española, las palabras monosílabas nunca se acentúan, salvo en los casos de tilde diacrítica. Cuando estas voces van precedidas de un prefijo, en cambio, pasan a tener más de una sílaba y llevan tilde si acaban en -n, -s o vocal: a partir de plan, gas, ve, pon, yo o pie, se crean megaplán, antigás, biogás, prevé, repón, superyó, traspié.
Este criterio es consecuente con las normas generales de acentuación ortográfica, las cuales se aplican sobre el conjunto de la palabra, con independencia de que se añadan prefijos (uso > reúso) o pronombres enclíticos (acabó > acabose).