Historia, bien contada, que muestra la rapidez de la modernidad. Es difícil, casi imposible, que lo entendamos quienes ya tenemos una pila de años.
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Miguel sacó el papel de su bolsillo, confirmó lo que leía, y preguntó a la dependienta:
—Hola, ¿tienes pendrive?
—Sí, tenemos.
—¿Qué es un pendrive? ¿Puedes explicármelo? Mi hijo me pidió que le comprara uno.
—Bueno, un pendrive es un aparatito en el que se guarda todo lo que hay en el PC.
—Ah, es como un disquete.
—No. En el pendrive usted puede almacenar textos, imágenes y películas. El disquete, que ya ni existe, sólo aceptaba texto.
—Ah, OK. Quiero uno.
—¿De cuántos gigas?
—¿¿¿Quéee???—. Miguel se pierde.
—¿De cuántos gigas lo quiere?
—¿Y qué es un giga?
—Es el tamaño del pendrive.
—Ah, OK. Quiero uno pequeño, que sirva para llevar en el bolsillo; no muy grande.
—Todos son pequeños, señor. El tamaño se refiere a la cantidad de cosas que puede guardar.
—Ah, OK. ¿Y cuántos tamaños tienen ustedes?
—Puede ser de 2, 4, 8, 16 gigas…
Miguel piensa y dice:
—Uhmmmm, mi hijo no me dijo cuántos gigas necesita.
—En ese caso, lo mejor es llevar el mayor.
—Sí, bueno, creo que sí. ¿Cuánto cuesta?
—Bueno, el precio varía conforme al tamaño. ¿Su entrada es USB?
—¿¡Cómo!?
—Es que para acoplar el pendrive en el PC debe haber una entrada compatible.
—¿USB no es la potencia del aire acondicionado?
—No, eso es BTU.
—¡Ah! Sí, es eso. Confundí las iniciales. ¡Y yo que sé si la entrada del PC es USB!
—El USB tiene unos dientes que encajan en los orificios del PC. El otro tipo de USB es el P2, más tradicional, y en ése usted sólo tiene que meter el pin en el agujero redondito. ¿Su PC es nuevo o antiguo? Si es de los nuevos, es USB, pero si es algo más viejo, es P2.
—Creo que el mío tiene 2 años; el anterior aún tenía disquete. ¿Te acuerdas del disquete? Cuadradito, negro, fácil de cargar, casi no tenía peso. Mi primer PC funcionaba con esos disquetes que había, tipo galleta, grandotes y cuadrados. Era bien más simple, ¿no crees? Pero ya veo que los de hoy ni tienen entrada para disquete, o es CD o pendrive. ¡Qué cosa! Bien, no sé qué hacer. Mejor le voy a preguntar a mi hijo.
—Claro, ¿por qué no lo llama?
—Bien que me gustaría llamarlo, pero mi celular es nuevo y tiene tantas cosas que ni aprendí aún a marcar.
—Déjeme ver. ¡Guau! ¡Es un smarthphone! ¡Y bien bueno! Tiene bluetooth, woofle, brufle, trifle, banda larga, teclado touchpad, cámara fotográfica, flash, vídeo, radio AM/FM, TV digital… Y también puede enviar y recibir e-mails, torpedo direccional, microondas y conexión wireless.
—Blu,… blu… ¿blutufe? ¿Y microondas? Entonces, sirve para cocinar?—, pregunta Miguel con asombro.
—No, no señor. ¡Usted me hace gracia! Es que éste funciona en el subpadrón, y por ello es mucho más rápido.
—Y… ¿para qué sirve el blutufe ése?
—Es para poder comunicar un celular con otro, sin usar cables.
—¡Qué maravilla! ¡Qué gran novedad! Pero, vamos a ver, ¿los celulares no se comunican unos con otros sin cable? Yo nunca he necesitado un cable para llamar a otro celular. Que yo sepa, en un celular el cable es sólo para cargar la batería.
—No, ya veo que usted no entiende mucho de esto. Mire, con el bluetooth usted pasa los datos de su celular a otro celular. Por ejemplo, su lista de contactos…
—¡Ah! ¿Y antes necesitaba un cable?
—No, tenía que cambiar el chip.
—¿¡Quéeee!? Ah, sí, el chip. Entonces, ¿hoy ya no es necesario el chip?
—Sí, es necesario, pero el bluetooth es bastante mejor.
—¡Qué bien esto del chip! ¿Y mi celular tiene chip?
—Uhmmm. Un momentito, déjeme ver… Sí, tiene chip.
—¿Y yo que hago con el chip?
—Por si usted necesita o quiere cambiar de operador, portabilidad, eso…
—Si lo sé, claro que lo sé. ¿¡No iba yo a saber una cosa de ésas, tan simple!? ¿Entonces, imagino que para conectar todo eso, y después de un curso de dos meses, sólo necesito clicar en unos doscientos botones, ¿no?
—¡Noooooo! ¡Es todo muy simple y fácil de aprender! ¿Quiere llamar a su hijo? Escriba aquí su número, teclee y apriete el botón verde. Ya está llamando.
Miguel sujeta el celular con la punta de los dedos, y temiendo ser llevado por los aires, ¡hacia otro planeta!
—Hola, hijo, soy papá… Sí, dime, hijo, el pendrive que quieres es de cuántas… ¡Ay ¿cómo es el nombre? Ah, gracias, ¿cuántas gigas? ¿4 gigas? OK. Y hay otra cosa,… ¿cómo era? Ah, ¿nuestra conexión es USB? ¿Sí? OK. ¡Qué locura! OK, hijo, te llevo el pendrive.
—¿Qué edad tiene su hijo?
—Va cumplir 10 en marzo…
—¡Oh, que rico!
—Pues sí, señorita, me llevo uno de 4 gigas con conexión USB.
—Ok, señor. ¿Lo quiere para regalo?
Más tarde, y ya en su oficina, Miguel examinó el pendrive, un minúsculo objeto, menor que un mechero, capaz de almacenar películas. Pero, ¿dónde iremos a parar? Con cierto recelo, mira su celular, que está sobre la mesa. «Máquina infernal», piensa. Todo lo que él necesita es un teléfono capaz de marcar números y recibir llamadas. Y, en este momento, tiene en sus manos un dispositivo sofisticado, tan complejo que nadie que no sea especialista sabrá comprender.
En casa, entrega el pendrive a su hijo y ver cómo funciona. El niño inserta el dispositivo en el PC y se abre una ventana en la pantalla. Seguidamente, con el ratón abre una página de Internet en inglés. Selecciona unas palabras, y un ‘heavy metal’ infernal invade la habitación y golpea los oídos de Oswaldo. Otro clic, se acaba la música, y el niño comenta:
—Bueno, papa, bajé la música. Ahora, me llevo el pendrive a cualquier sitio y, donde haya una entrada USB, lo inserto y puedo escuchar la música. En mi celular, por ejemplo.
—Ah, ¿tu celular tiene entrada USB?
—Claro. El tuyo, también.
—¿Ah, sí? ¿Eso quiere decir que puedo grabar música en un pendrive y escucharla en mi celular?
—Sí, claro.
Aquella noche, antes de dormir, Miguel le dio un beso a Pilar, su mujer, y le dijo:
—¿Sabes que tengo blutufe?
—¿Cómo es eso?
—¡¡¡Bluetufe!!! No me vas a decir que no sabes lo qué es, ¿no?
—No fastidies, Miguel, déjame dormir.
—¿Cariño, te acuerdas de cómo era la buena vida, cuando un teléfono era un teléfono, un grabador era un grabador, y un tocadiscos sólo tocaba discos? ¡Y sólo había que pulsar un botón!
—Claro que me acuerdo, Miguel. ¿Hoy es bastante mejor, no? Varias cosas en una sola. Hasta tienes bluetufe y conexión USB también. ¡Qué bárbaro, Miguel, mi enhorabuena!
—Pilar, con tanta tecnología envejecemos más rápido. Me pongo malo sólo de pensar cuántas cosas hay por ahí que nunca usaré.
—¡Ah, ¿y por qué?
—Porque yo aprendí a usar el PC y el celular, y todo lo que aprendí ya está sobrepasado.
—Hablando de eso, tenemos que cambiar el televisor.
—¿¡Qué!? ¿Se estropeó el nuestro?
—No, pero el nuestro no tiene HD, tecla SAP, slowmotion ni reset—, dice Pilar, demostrando sus dotes tecnológicas.
—¿Todo eso?
—Todo.
—¿Y el nuevo va a tener blutufe?
—Buenas noches, Miguel, duérmete que ya no te aguanto ,más.
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El autor es desconocido, pero podría ser cualquiera que haya nacido en los años 40, 50, 60 e, incluso, en los 70.
Cortesía de Oscar del Barco