[*IBM}– Del baúl de los recuerdos: 197X, fotos tomadas en IBM-Valencia, y premio a José Padrón

Fotos cortesía de José Padrón.

Todas, excepto la última, fueron tomadas en Valencia (Edo. Carabobo), durante la década de los ’70s.

Si alguien sabe a qué año corresponde alguna, agradeceré el dato.

Foto 1. Tomada después de un desayuno funcional.

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De derecha a izq., y sólo los de cara completamente visible:

1, Mario Molinet † (el que está de espaldas)
2, Gabriel Terán (de frente, al extremo derecho y mirando hacia la derecha)
3, X. Buzzolo (el de lentes, técnico de /360 y de I/Os)
4, Juan Ruiz
5, Carlos Ramírez
6, Julio Nemetz †
7, José Padrón
8, ?
9, Javier Umaran

***

Foto 2.

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1, Jaime Trillas †
2, Claudio Montero
3, Carlos Mejías
4, Felipe Romero
5, Luis Fernando Guerra
6, José Padrón

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Foto 3.

JPadrón, LFGuerra, GFuenmayor, REdreira -JPadrón

1, José Padrón
2, Luis Fernando Guerra
3, Guillermo Fuenmayor
4. Rogelio Edreira

***

Foto 4.

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1, José Padrón
2, Luis Fernando Guerra
3, Guillermo Fuenmayor
4. Rogelio Edreira
5, Jaime Trillas †
6, José Herrera
(de perfil)
7, Juan Ruiz (sólo se le ve la cabeza)

***

Foto 5. Esta carta, como indica su fecha, es de febrero de 1974.

19740204=Premio a José Padrón -JPadrón

Y acerca del objeto de ella explica José Padrón lo siguiente:

«Esta carta fue por mi cuarto premio «IBM significa servicio», pero después logré el quinto. José Rotundo, de OP, acumuló también cinco, y Salvador Martínez también fue reconocido con 4 ó 5, no recuerdo exactamente. Después de 1983 hubo varias personas que lograron varias veces el «IBM significa servicio».

Sin que signifique querer ser yo mejor que los demás, vale señalar que, al principio, se entregaba un solo «IBM significa servicio» dentro de toda la IBM de Venezuela; después fueron dos, y llegó un momento en que fueron varios».

[*IBM}– Del baúl de los recuerdos: ¡Levántate, Lázaro, y camina! / Leonardo Masina

26-11-10

Leonardo Masina

En la época de la primera presidencia de Caldera —creo que en el verano de 1973— iban a inaugurar en Caracas el nuevo edificio de la CANTV en la Av. Libertador.

Para la ocasión querían instalar un sistema CAS (Control Access System), con esas lectoras de tarjetas de banda magnética que para el control de acceso habían instalado en IBM-Chuao.

Como a la inauguración asistiría el presidente Caldera, IBM, como siempre, se esmeró y puso a disposición una computadora System/7 (S/7) que sólo controlaría las cuatro puertas de la oficina de la presidencia de CANTV, y lo haría con una tarjeta especial que tenía la foto de Caldera.

CANTV habilitó una oficina para instalar ese S/7, y cuando fui a revisarla encontré que no cumplía ninguna norma de seguridad IBM, pues estaba toda alfombrada; los cables de corriente, trifásicos, bajaban del techo y tenían corriente; y no había un breaker ni nada de protección.

Llamé a Uwe Petersen, mi gerente en IBM, y le dije que me negaba a instalar allí ese S/7. Pero, por órdenes «superiores», me obligaron a instalarlo.

Cuando pregunté dónde estaba el breaker nadie supo decírmelo, así que cubrí los cables con el poco tape que me quedaba y los enrollé hasta el techo para poder mover la máquina que, como pesaba una tonelada, deslizarla sobre la alfombra era una hazaña.

El problema era que la oficina que habían destinado para la máquina, aparte de pequeña era cuadrada; tenía a la derecha una pared lisa, a la izquierda una pared con puertas, y en frente una pared con una cristalera. Como el S/7 se abría por los 4 costados, la única manera de montarlo era ponerlo en todo el centro de la habitación.

Cuando estaba haciendo lo imposible para mover y ubicar aquel mamotreto, noté algo como una sombra que se me venía encima. Instintivamente estiré el brazo izquierdo para detener lo que fuera, y resultó que eran los cables de corriente que se habían desenrollado y, con tan mala suerte para mí, que al desenrollarse quedaron pelados, o sea, con su corazón metálico descubierto.

La mano izquierda, con la que quise protegerme, me quedó pegada a dos de los cables, y cuando intentaba soltarme de ellos, quiso la mala suerte que los otros dos se me pegaran a la mano derecha, con lo cual tenía yo las 3 fases y el neutro circulando entre mi mano derecha y mi mano izquierda.

Lo que me comentaron los que tenían su oficina cerca de allí es que oyeron un «¡COÑOOOO!» impresionante, y cuando se acercaron dicen que me vieron flotando en el aire a unos 10 cm. del suelo, y entre mi cuerpo y la alfombra se veía como un halo azul claro que parecía una luz tenue.

Cuento lo que me contaron, pues ni lo vi ni lo recuerdo.

Dijeron que luego caí en el suelo y me quedé tendido inmóvil pero conectado a los cables, y que al cabo de unos segundos di un salto espantoso, como movido por un resorte, que casi llegué al techo. Caí parado, pisé el cable con el pie y, levantando los brazos, me desconecté. Di unos cuantos pasos y caí desmayado.

Desperté al rato en la enfermería de CANTV.

Tenía cables por todos lados; creo que me estaban haciendo un electro. El médico me dijo que estaba vivo de milagro, que había tenido un paro cardiaco, pero que luego me reanimé.

Según lo que le habían contado, una de las personas que aparentemente sabía dónde estaba el breaker corrió y lo desconectó, pero otra persona que estaba por otro lado lo conectó de nuevo y el consiguiente choque fue el que me reactivó.

En la enfermería me trataron de maravilla; el médico sabía lo que estaba haciendo. Inclusive me pusieron una pastilla debajo de la lengua y, luego de una fuerte arritmia y descompensación cardiaca, mi corazón fue estabilizándose y al cabo de una hora estaba completamente regular.

Recuerdo que me dijeron que en el edificio estaba otro técnico IBM que al enterarse de que un compañero la había palmado, se movió y preocupó bastante por mi situación; avisó a IBM y estuvo atento a todo lo que me pasaba. Nunca supe quién fue, pero siempre le estaré agradecido.

Lo único que yo tenía de grave eran unas quemaduras en la mano izquierda y en dos dedos de la mano derecha. Todavía hoy, a la falange del dedo medio de la mano derecha se le nota la falta de carne, que se quemó con uno de los cables.

Dicen que, cuando uno «se va», ve una luz al fondo de un túnel. Yo no puedo decir eso, pero sí tuve una experiencia y sensación muy raras, pues «vi toda la película de mi vida».

Parecerá increíble, porque supongo que todo no duró más de un minuto, pero, a partir de ese momento, yo recuerdo cosas, detalles y hechos de mi infancia como si me hubiesen pasado ayer.

Pienso que el choque activó una parte de mi memoria que, dijéramos, estaba como en un back-up pero que, a partir de entonces, quedó on-line.

Luego del accidente m vieron varios médicos y me hicieron un montón de pruebas. Aparentemente todo estaba normal, y ni mi cerebro ni mi corazón habían quedado afectados, lo único era que tenía más memoria que antes.

No sé si ha sido un milagro o no, pero el hecho de que me quedara tieso, con paro cardiaco y de golpe, y que cuando conectaron de nuevo la corriente arrancara yo como si fuera una máquina, seguramente no fue una casualidad, ya que si nadie sabía dónde estaba el breaker, ¿cómo de golpe alguien lo desactivó y luego vino otro alguien y lo volvió a activar?

Tal vez era uno de esos breakers que se caen al detectar un corto pero al poco tiempo se reactivan automáticamente.    

Recuerdo que, a mediodía, Uwe Petersen me llevó a su casa a comer, y en la tarde, con la asistencia de otro técnico, se instaló el sistema. Luego, al quedar todo operativo, me dieron un par de semanas de reposo.

En la noche, cuando volví a casa, mi padre, no sé por medio de quién, ya se había enterado de lo que me había ocurrido, y sabía que me encontraba bien y fuera de peligro.

Leonardo Masina

[*IBM}– Del baúl de los recuerdos de IBM: 1973 – HPC-Acapulco, y excursión a la Hacienda El Rodeo

Foto, cortesía de Luis Fernando Guerra, tomada durante el HPC 1973 en Acapulco.

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En el sentido de las agujas del reloj, comenzando desde el vacío que hay al frente: 1, Gerardo Hernández;  2, Luis Fernando Guerra;  3, Carlos Salas;  4,  Juan López Quevedo;  5, Mario Stella †;  6, Cecilio Lecusay;  7, Néstor Esnaola †;  8, Jesús Alonso;  9,  Gabriel Terán;  10, Ricardo Castillo.

***

A finales de 1973, el Club IBM organizó una excursión a la Hacienda El Rodeo, en La Victoria (estado Aragua), y allá nos fuimos.

Con una cámara Súper 8 que entonces tenía yo, tomé película (muda, por supuesto), que en 1991 pasé a VHS y que ahora he pasado a DVD para tratar de no perder éste y otros valiosos recuerdos obtenidos de igual forma.

Clicando en los enlaces que siguen podrás bajar/ver esa película, que he divido en dos archivos porque uno solo pesaba mucho.

Tal vez encuentres en ella a personas que ya no están entre nosotros, muchachos/as que hoy ya tienen hijos, jóvenes que ya son abuelos/as, etc. ¡En 37 años suceden muchas cosas!

De seguro que encontrarás a Mario Esquivel con su corte de pelo a la moda; a Julián Mejías «posando» a través de un salvavidas mientras sus hijas se divierten de lo lindo; a Jaime Oliver haciendo de camarero para las damas; a Oscar del Barco, sin barba, jugando bolas criollas con Adolfo Fuenmayor, Carlos Pérez Requejo, Elías Duvén y otros cuyos nombres no recuerdo ahora, etc.

¡Que las disfrutes!

Vídeo EL RODEO – PARTE 1

Vídeo EL RODEO – PARTE 2

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COMENTARIOS

Vicencio Díaz
diaz.vicencio@gmail.com
201.208.145.87

Hola, Antonio; un abrazo. Me alegra que estés “IN” y por aquí.

José R. Padrón aparece en FACEBOOK, y normalmente escribe ahí.

Pásalo bien,… como siempre.

Antonio Ródenas
Fui empleado de IBM de Venezuela en los años 1975 a 1992, y 1992 a 2000 (Cómputo) en la sucursal de Valencia, en la parte técnica.

El Sr José Padrón fue mi gerente de campo cuando trabajaba en dicha sucursal. Deseo saber, a través de este medio, si alguno de los que trabajaron con él sabe su número de celular y me lo pueden dar.

Creo que se encuentra en El Tigre, pero hasta la fecha no he sabido de él.

Mucho agradecería si me dan esta información.

Saludos.

Vicencio Diaz
José, anécdotas de hijos y de padres, así como de la oportuna intervención de compañeros que estuvieron en el lugar adecuado en el momento necesario.

Lo que acabo de leer me complace mucho por Iván, por ti y por “Foncho”.

Un abrazo

CMP
En respuesta a José Padrón (El Técnico).

Gracias, José, ya corregí el nombre de Terán.

La anécdota de tu hijo es de antología. Sospecho que era un muchacho voluntarioso que en vez de traumatizarse por su accidente en la piscina decidió superarlo metiéndose al agua hasta desenvolverse a placer en ella. Mis felicitaciones.

José Padrón (El Técnico)
El nombre de Terán (9) es Gabriel, representante de ventas de IBM-Valencia.

En el paseo a la Hacienda el Rodeo fue donde Ildefonso Del Moral rescató de la piscina a Iván, uno de mis hijos de apenas 7 años, que se lanzó a la piscina imaginando, según él mismo dijo, que podía estar de pie con la cabeza fuera del agua junto a los demás.

La anécdota y paradójico del caso es que, al crecer, Iván llego a ser campeón nacional de natación.

[*IBM}– Anécdotas y personajes: Fernando Lacoste y su concepto del sexo / Juan Fermín Dorta

13-09-10

Juan Fermín Dorta

Nunca supimos de alguna picardía de Don Fernando en esa área.

Sus pupilos, la media docena de aprendices italianitos que llegó a tener, y algunos vendedores que en un momento de debilidad alardeaban de esto o aquello, nunca lograron que Ferdinando participara en la conversación.

Hasta una vez, pues siempre hay una primera vez, y ésta fue la suya,… al menos en mi presencia.

Como él mismo mencionó, muchos mediodías ponía las fichas en el tablero —mejor el «cartonero», pues era de ese material— y arrancaban los mini-torneos de ajedrez mientras los mirones participaban bien opinando del juego o bien sobre los un mil y un temas.

Un día aparece el suscrito —ojos desorbitados, sudoroso— y exclama:

—No juegues, ¡lo que le termina de pasarle a un amigo!

Y continúa:

—Sabrán que este amigo, que tenía sospechas de una posible homo- —o, mejor dicho, muliere-sexualidad— de su mujer, ha aparecido de repente en su casa y la ha encontrado en la cama matrimonial en plena faena con el servicio. ¡Qué riñones!

Y de inmediato empiezan las opiniones entre los contertulios sobre qué hubieran hecho ellos. Yo opinaba que ese amigo las debió sacar a patadas de la casa.

Fernando, que no se aguanta, detiene el juego y, mirándome, exclama:

—¡Animal !Salvaje! Estos gallegos analfabetos sexuales. ¡No jo….bes!

—Y tú, ¿qué hubieras hecho?—, le pregunto.

—¡Bestia!, lo que hace un hombre normal—, me contesta y sigue. —Me quito el saco, me aflojo la corbata… ¡y suáquiti! me tiro en la cama a integrar el numerazo. ¡Gallego, analfabeto sexual!—, seguía diciéndome en un aparente ataque de hidrofobia—. Así están como están, ¡¡burros!!

Me quedo cortado, y lo único que se me ocurrió decirle fue:

—Coño, por lo menos quítate los zapatos,… ¡porque la colcha la compré en Margarita hace apenas 15 días!

[*IBM}— Del baúl de los recuerdos: 1973 – Revista «Políticas IBM». Va de secretarias

Fotos, cortesía de Ramón López, tomadas de un número de la revista "Políticas IBM".

Por orden alfabético de nombres, corresponden a parte del plantel de las buenas secretarias que tuvimos en 1973, y que asistieron a un seminario dado en agosto de ese año.

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Aurora Núñez

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Eva de Hoffman

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Gladys Corothie

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Margarita Cordovez

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Maura de Lucena

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Milagro Micó

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Milagros Santaella

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Mónica Mendoza

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Sofía Jiménez

[*IBM}– Anécdotas y personajes: Fernando Lacoste ante el peligro / Juan Fermín Dorta

14-09-10

Juan Fermín Dorta

Como hemos resaltado en varias oportunidades, Fernando era un raro espécimen: introvertido, y en ocasiones con un gran sentido del humor. Siempre alejado, como a su aire, pero, ¡ojo!, sin descuidar sus deberes.

Hoy me imagino que entonces su mente funcionaba compartida, aunque todavía no se había inventado la multiprogramación y mucho menos la memoria virtual.

Transitaba entre ideas para resolver problemas, amargos recuerdos de su nativa Italia alternados con pícaros recuerdos de su amada Argentina y vivencias de Venezuela que, aunque en ese momento no valoraba, hoy reconoce que vivió en Venezuela en este país en los tiempos «cuando éramos felices y no lo sabíamos».

Bueno, al grano.

Terminado el Club (HPC) de Acapulco (sería allá por 1975) un grupito de IBMistas volamos Acapulco-Miami.  Recuerdo que en la fila de atrás, pasillo por medio, estaba el mentado Ferdinando.

Como a la media hora de vuelo comienza tremenda tempestad. Se oían truenos y las ventanillas se iluminaban muy seguido con relámpagos, mientras el avión hacía pequeños baches.

De los que estábamos hablando, muchos siguieron haciéndolo, pero yo presentí que la cosa era en serio y callé.

La tormenta seguía intermitente cuando ¡PATAPLÚM!: el supercoñazo (perdonen la palabrota, pero es que no hay en el amplio idioma español otra expresión más fuerte).

Se oye el trancazo del rayo contra el avión y éste que, valientemente, aguanta, al tiempo que se iluminaba todo su interior como si de un enorme flash se tratara.

¿Milagro? No sé, porque fue sólo hasta hace pocos años cuando incorporaron pararrayos a los aviones.

Se produce un silencio terrible, como premortal. Nadie habla. Yo, que siento la mano de Fernando en mi brazo, me vuelvo esperando una palabra de aliento y el tercio que me dice:

—¿T’as caga’o, carajito?

Aquello fue de una risa (¿nerviosa?) general. Me calenté por su inmutabilidad ante el peligro, y creo que lo tildé de inconsciente, algo que hoy, a décadas de distancia, me pareció una mariconada nerviosa de mi parte.

Yo, que me había perdido en una curiara en el Orinoco por día y medio; que haciendo pesca submarina en la playa de Oricao había sentido cómo un verraco tiburón me pasaba por encima; que al ver a un italiano ahogándose en Playa Verde lo voy a salvar y se quiere aferrar a mí; etc., no sé si porque todo eso me había pasado siendo yo más joven, pero en ese momento me pareció que Fernando no tenía sangre en las venas.

El tipo era siempre inmutable, y aún no estaban de moda el Lexotanil, el Litio y otras menudencias, y nunca supe si estaba en una secta tipo zen.

Si el jefe le quería cambiar sus prioridades, él alzaba sus ojos y, uniendo sus manitas —la mochita y la otra— clamaba al cielo.

¡Cuántas cosas debió vivir ese alma de Dios que nada le sacaba de su impasividad!

Nando: un fuerte abrazo. Lo que escribo lo hago de corazón. Ojalá podamos vernos algún día.

Nota: El blogmaster tiene mis teléfonos.

[Col}– Curriculum de una Vida / Juan Fermín Dorta

JFDorta-197X

25-09-10

Abicaram Barrameda, Pablo; Alsó Pérez, José; Alsó Pérez, Luis; Cabrera Pérez, Antonio; Curbelo Fuentes, Antonio; Delnero Viera, Guillermo; Dorta Hernández, Juan Fermín;…".

Y así seguía la letanía que, por siete años —dos de primaria y los cinco primeros de bachillerato—, iniciaba mis días en el Colegio Corazón de María, en Las Palmas de Gran Canaria.

Pero un día de julio de 1950 le dan a mi padre el traslado, como jefe de telefonía automática, a Santa Cruz de Tenerife. Mi madre —siempre las madres de Freud en el fondo del escenario— decide no permitirme ni siquiera que me despida de mis amigos.

Adiós paseítos domingueros en la calle Triana, juegos de frontón en el patio del colegio, idas a la playa de Las Alcaravaneras,… Adiós a tantas cosas a las que hice mi vida diaria, como Rita, mi noviecita a los 13. Adiós Las Palmas que me vio nacer. Ya no era ir a mi también amada Tenerife todos los veranos, primero en los "correíllos" y después, cuando llegaron los Junkers, en avión. Ahora iba a mi destierro, a hacer nuevos amigos en el Colegio San Ildefonso.

Mi rebeldía contra el "¡No hagas esto!", "Ni aquello", "No veas a la gente a la cara". De visita, ni un vaso de agua, ¡qué decir de los rosquetes que nos ofrecían en las visitas!

¿Deporte? Caminar las románticas calles, las ramblas y el muelle para, acodado en el muro, ver enfrente, en el horizonte, cómo al atardecer encendía sus luces Las Palmas, en mi imaginación el más hermoso portaaviones nunca visto.

Mi  rebeldía pudo haberme llevado a mil rutas nada buenas, pero me dio por la gimnasia de Charles Atlas y el dibujo en el Instituto de Bellas Artes, en la recoleta plaza de Ireneo González. Por cierto, dibujaba de yesos porque era muy pequeño para dibujar directo, al desnudo, de unas jamonas que veía salir en la noche.

¡Y qué noches las de Santa Cruz! Oliendo a jazmines de Gran Duque y madreselvas en el camino de vuelta a casa.
Una cervecita en el Jandilla, donde me tenían prohibida la entrada porque algunas mujeres "malas" iban por allí de noche.

Los paseos en la Plaza de Candelaria, donde conocí a Conchi Fernández de Misa. ¡Cuántas plazas, arriba y abajo, abajo y arriba, recorrimos ella mas una media docena de amigas y yo pegado en una punta!

—Papá, inscríbeme en la Orquesta de Cámara.

Y, sin preguntarme, ahí estuvo la inscripción.

Y mi madre;

—Mira, ¿eso es para ir al concierto dominical? ¿Con quién vas a ir? ¡Mucho ojo!

Y cuando se enteró de lo de Conchi, a investigar quién era.

—Mira —me dijo un día—, la vi y no tiene nada del otro mundo.

—Pues mira —contesté—, que es campeona de natación y es muy bonita.

No sé cómo, pero terminé el bachillerato, al que, por cierto, no le dedicaba sino lo que oía en las clases. ¡Es que mi agenda era tan "compleja"! Leer Blasco Ibáñez y Pérez Galdós de la biblioteca de papá, y verlo inmerso en su colección de sellos.

Un día de 1952, almorzando, dice mi padre algo de una empresa inglesa, concesionaria de los teléfonos en Venezuela, que solicitaba técnicos españoles, y empieza mi cantaleta: "Papá, vete y me mandas a buscar", "Papá,….".

Y en febrero de 1953 desembarco en La Guaira. ¡Qué luz, qué colores, qué trópico que me calaba hasta los huesos!

A trabajar en Nestlé, a cambiarse a NCR, y todo haciendo equivalencias de noche para terminar Económicas en la UCV.

El matrimonio, ¡maldita sea! ¡Qué noche de bodas y qué luna de miel tan amargas! Pero, bueno, cuando te enamoras como un becerro, a calársela.

IBM. Cursos, premios, viajes. México, Argentina, Brasil, EEUU, Francia, Inglaterra, Suecia. ¡Er mundo por bandera! IBM de mis sueños, gracias por todo. Me diste más de lo que yo te di: la mejor época profesional de mi vida!

De noche, profesor de Informática en dos universidades. Honores, cinco padrinazgos.

Y la bella y hermosa Melania que aparece en mi vida dándole un renacer glorioso.

Y el asesinato de Juan Fermín. Caer de rodillas al saber la noticia, y quedar mudo por días. No lloré por dos meses, pero cuando empecé, no paré en otros dos meses.

Pero un día me dormí y, al despertar ¡ME HABÍAN CAMBIADO EL PAÍS!.  Un país en el que todos éramos felices pero no lo sabíamos.

Y aquí me tienes, añorando lo que una vida fue mi dulce destierro, sufriendo por el puñetero Real Madrid, y del brazo de mi amada Melania.

Juan Fermín Dorta

[*FP}– Del baúl de los recuerdos de IBM: Otra joya de 1960 – Curso de técnicos en Caracas, y detalles asociados

La única foto es cortesía de Roberto Alibardi y Leonardo Masina.

Fue tomada en julio de 1960 al terminar un curso iniciado por el instructor Ernesto Dusio en la escuela IBM que estaba en Los Ruices (Caracas), y la que aquí pongo se ve mal por falta de resolución, pero como no tuvieron éxito las gestiones que Leonardo Masina y yo hicimos para dar con quien tenga la foto original, aprovecho para pedir a los IBMistas que lean esto que nos ayuden a encontrarla.

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De izquierda a derecha (no hago diferencia de filas porque todas las caras están visibles): 1, Amadeo Vázquez †; 2, X. Ascanio; 3, Ramón López; 4, Leoncio Romero †; 5, Joaquín Clavería; 6, Ildefonso del Moral; 7, Ángel Gil; 8, César Illeras; 9, José Padrón; 10, Juan Ruiz; 11, Antonio Ramírez; 12, X. Sánchez; 13, Fernando Rodríguez; 14, Vicencio Díaz; 15, Efraín Aponte; 16, Luis Gil; 17, Eduardo Romero †.

Los nombres me fueron dados, o ratificados, por el compañero exIBMista José Padrón, quien, además de hacer gala de excelente memoria —y no es la primera vez—, también me dio estas valiosas explicaciones.

Carlos, aquí van más datos.

  • El mismo día en que terminó el curso, X. Sánchez salió de la compañía para estudiar ingeniería.
  • Eduardo Romero †, era uno de los instructores junto a Ramón López.
  • X. Ascanio era el secretario de la escuela
  • Luis Gil se fue muy pronto, Antonio Ramírez salió un poco después, y Efraín Aponte algo más tarde.
  • César Illeras, Amadeo Vázquez, y Leoncio Romero —ya fallecidos los dos últimos— eran de IBM-Maracaibo.
  • Juan Ruiz, Ildefonso del Moral, y yo, José Padrón, éramos de IBM-Valencia, aunque al final los tres terminamos en IBM-Caracas.
  • El curso en cuestión fue el básico de Unit Record acerca de las máquinas, hoy día de museo, 077, 082, 421, 513, 519, 024, 056, y la 602ª, que era «El coco», y comenzó con operación, o sea, con el armado de tableros con cables que definían las acciones que realizaría cada máquina. Se inició con 30 estudiantes, y lo terminamos sólo los 14 de la foto (17 alumnos menos los dos instructores y el secretario), siendo Juan Ruiz el Nº 1.
  • Ernesto Dusio comenzó este curso como instructor pero debió regresar a Uruguay por el término de su asignación, así que Ramón López, que estaba recién transferido a Caracas procedente de Quiriquire, ayudado por X. Romero siguió con el curso, como instructor, hasta el final.

Había una lista de mérito que salía en la cartelera (¡Imagínate!). Se hacían exámenes por cada tipo de máquina, y el promedio de notas debía ser superior a 75/100. Por debajo de eso, estabas en la cuerda floja, y si no te recuperabas eras despedido. Estuvimos así por NUEVE (9) meses.

Lo de secretario y no secretaria puede que suene raro, pero es que una secretaria entre tanto «zamuro» joven era realmente un peligro. Hay que recordar que se trataba de la IBM de los años ’50s en la que los divorcios de IBMistas eran no muchos, notorios y nada bien visto,… por no mencionar los amoríos.

Al tal secretario —muy competente, por cierto— lo había escogido el instructor Ernesto Dusio para el curso anterior a éste, que fue en el que participaron Noel Ramírez, Fernando Frías, y otros.

Lo de los exámenes era realmente un karma: poco tiempo, sin libros, todo de memoria, con todas las trampas imaginables, etc. Los finales fueron catastróficos: sin tiempo para terminar y usando todos los manuales disponibles. Creo recordar que el de multiplicación con la IBM-602a empezó a las 10:00 de la mañana, y yo, que fui tercero, salí pasadas las 07:00 de la noche. ¡Y mejor no hablar del de división!

El lugar de Los Ruices donde estaba la escuela era para la época una verdadera zona industrial, y para dar una idea de cómo era la Caracas de entonces, basta con que diga que Juan Ruiz y yo, que vivíamos en San Agustín del Norte, salíamos para Los Ruices a las 07:00 —o máximo a las 07:10— de la mañana y llegábamos a tiempo para desayunar antes de entrar a las clases, que tenían el horario de de 08:00 a 12 y de 02:00 a 05:30. Era realmente otro tiempo.

DOS ANÉCDOTAS

Ésta es cruel.

En la primera parte del curso, después del segundo examen salieron 4 alumnos. El último en salir fue Patrick Bertou, a quien después de muchos años encontré como ingeniero investigador en el IVIC. Te imaginarás.

Y ésta, folclórica.

En algún momento durante el largo curso, entre maracuchos y valencianos alquilamos una casa en La Florida y vivimos en comunidad casi 6 meses, hasta terminar el curso…

Un abrazo, Carlos. Lo de la memoria sigue funcionando bastante bien. Aún me resisto a usar las calculadoras.

José Padrón (El Técnico)

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COMENTARIOS

Milton Dusio
Gracias por la publicación de esas nuevas fotos. Aprovecho a saludar a todos los exalumnos de mi padre, con los estuve en contacto y con los que no, y a Carlos que siempre nos ayuda a conservar la memoria.

Saludos,
Milton Dusio

Vicencio Diaz
Si algo he de escribir entre estos baúles de recuerdos, siempre será en pasado, pues son cosas pasadas y las más de las veces será sobre personas que son las cosas que recuerdo.

De las máquinas, empresa, procedimientos y esas cosas, procuro no recordar nada, aunque muy a pesar mío me es imposible lograrlo; aún tengo pesadillas, y sueño que es un día laboral cualquiera de aquellos años en que la semana tenía 37.5 horas que debían de reportarse con error de 1 minuto, cosa que habitualmente hacía los domingos por la tarde o noche.

Viendo la foto me fijo en Ángel Gil, de quien recuerdo su don de buen compañero y leal amigo que siempre le identificó, a quien, después de separarse de IBM, le dio por instalarse como empresario de una empresa conocida como “Micro Macro Mundo” en el CCCT y que tuvo bastante éxito. Pasado el tiempo, se les unió Guillermo Padrón, ex técnico de IBM en el área de educación.

El caso es que, por alguna razón que nunca me interesó conocer, ya que ambos eran amigos míos, alguna dificultad tuvieron y Ángel le pidió a Guillermo que se retirara del cargo. Al día siguiente me llama a la IBM Ángel y me cuenta que el menor de los hijos de Guillermo está muy mal en La Clínica La Floresta, que vaya y que le acompañe y le supla, pues, después de lo que había ocurrido, él no se sentía animado, pero que no dejaba de tomar en cuenta la necesidad de quien seguía siendo su amigo.

De esa pasta estaba hecha aquella generación.

Jose Padron (El Tecnico)
En referencia al retiro de Sánchez es cierto lo señalado por Vicencio, Trabajó unos pocos días.

Lo del destornillador, es también rigurosamente cierto. Era muy común entre los miembros del grupo señalar: “¡Pásame el Sánchez!”.

José Padrón (El Técnico)
Lo de General Motors (GM) fue realmente anecdótico.

Al momento en que regresaba de la competencia a IBM y se instalaba una 158 en Antímano, tuve el honor de recibir una llamada del propio Salvador Covelo para decirme que era muy importante que GM amaneciera trabajando el lunes.

Como las Leyes de Murphy no fallan, resultó que la 3830 tenía una tarjeta mala, y de ésas no había en stock, pero era igual a las del ISC del Computing Center. Al llegar a la puerta para hacer la correspondiente substracción, Freddy Rodríguez y mi persona constatamos que no podíamos entrar porque la puerta estaba cerrada con llave y las tarjetas de acceso no funcionaban.

Lo salomónico: fuimos a la mezzanina, Freddy se introdujo en el ascensor de forma que bajara a la planta baja, sacó la tarjeta, me dio un grito y subí el ascensor. Resolvimos lo de General Motors, que arrancó perfecto.

Francisco Alcalde voló desde Puerto Ordaz con la tarjeta en la mano y el lunes a las 08:00 am estaba yo en el Computing Center, haciendo show, para esperar a Alcalde.

A las 10:00 am arrancó la máquina de IBM, pero no sé cómo el Sr. Covelo se enteró y, muy serio, me dijo: “Padrón, la integridad de los equipos propios es algo inviolable,… pero GM era realmente muy importante”. Y allí quedó todo.

Leonardo Masina
Reconozco que, en ciertas ocasiones, y debido a la falta de disponibilidad de motorizados, abusé de la confianza de algunos clientes para que fuesen a buscarme un repuesto, mientras yo iba desarmando una unidad y así se ahorraba tiempo.

Alguna vez era en realidad para ahorrarse tiempo, pero otras –muchas– para quitarme la presión de encima, pero siempre de buena fe.

Leonardo Masina
Alberto, con respecto a lo de “comprar una caja de bits o bytes” hay una vieja historia entre los técnicos de IBM.

Resulta que un par de técnicos estaban en un cliente con un problema de memoria, y era justamente uno de esos clientes FASTIDIOSOS que se te ponía encima preguntando a cada segundo qué pasaba y cómo iba, hasta que a uno de los técnicos se le ocurrió una idea, y le propuso lo siguiente:

—¿Nos podrías hacer el favor de ir al stock de IBM en la California Norte y pedirles de parte nuestra que te den un paquete de 1.000 bytes, que se nos ha perdido?

El cliente, muy contento de poder colaborar, salió mandado hacia La California mientras los técnicos pudieron tranquilamente terminar su labor, sin tener encima la presión del cliente.

Alberto Lema
Amigos, qué grato es leer estas historias de los pioneros. ¡Qué hermandad la de ustedes en aquellos tiempos¡

Yo, afortunadamente, los conocí a casi todos, y eso que entré en el ’77, cuando ya se podían comprar unas cajas de bits y bytes… de las de 80 columnas, y memorias de más de 250Kb con las IBM-360.

Vicencio Díaz
A Leoncio, ¡cómo que le gustaban las alturas! Recuerdo ratos en Maracaibo cuando me contaba de sus incursiones en la apicultura, allá por los montes de Perija,

Lo que más recuerdo de Leoncio es su matrimonio en Tía Juana, en la costa oriental del lago. Para ese entonces trabajaba yo en la refinería de Amuay y me parece que en esos días estaba Rogelio Edreira haciéndole las vacaciones a Gastone Baro. Lo cierto es que, recibida la invitación, me las arreglé para salir, después de avisar a los compañeros de Maracaibo que yo salía para allá. De Maracaibo salimos César Illeras y un servidor, en mi carro, y otros, como Amadeo Vásquez, por otros medios.

¿Por qué recuerdo tal evento? Aparte de las bondades de los anfitriones y de la abundancia de todo lo que podíamos desear, al regreso tuve la suerte de ser acompañado —en mi carro y manejando yo— por César Illeras quien, afortunadamente, se mantuvo despierto todo el tiempo, y cuando mi carro enfilaba, sin control, hacia el borde de la carretera, César le dio un golpe al volante y, gracias a él y a dios, me desperté y asumí la posición de conductor.

Me había quedado dormido después de tanto manejar; ¿O sería de tanto comer y beber? Dios lo sabe.

Vicencio Diaz
El abuelo del grupo era Joaquín Clavería, y, como se ve en la foto, el más alto. Por aquellos días tendría más de treinta años y, aparte de ello, ya tenía una familia establecida. Vivía por Catia y le era muy difícil estudiar, así que en algún momento tomó una decisión heroica y, poniéndose de acuerdo con Amadeo Vásquez, rentaron un alojamiento en las cercanías de La Estancia, que creo que así se llamaba el edificio.

Y es que Joaquín ya estaba entrenado en eso de la toma de decisiones, pues era un exvoluntario de la Legión Española que estaba en el Sáhara, era un exmarinero y era un ex- muchas cosas, pero lo que no podía aceptar era ser un ex-IBM prematuro, por lo que se puso de acuerdo con Doña Julia, con quien lo sigue haciendo, y la cambíó por IBM cinco días a la semana.

“Er Juaco” y su reina viven en Los Castores, y creo que se alegraría mucho si alguno de sus entrañables amigos que haya perdido su agenda le pudiese llamar; el teléfono 0212-371-0432.

CMP
En respuesta a Luis Salazar.

Gracias, Luis. Ya hice las correcciones.

Luis Salazar
Un saludo muy cordial Carlos.

En efecto, se trata de dos “Romero” en la foto. El de la izquierda es Leoncio, maracucho de la Suc. IBM-Maracaibo, y el de la extrema derecha es Eduardo, argentino, de IBM-Caracas, ambos fallecidos y exelentes personas.

CMP
En respuesta a Luis Salazar.

Gracias, Luis, por tu aclaratoria,… que me deja una duda.

¿Había en el curso dos personas de apellido Romero? Porque para un Romero que está en la foto, José Padrón me dio el nombre de Leoncio, y ahora tú me das el de Eduardo, que acabo de ponérselo al instructor fallecido, pero ignoro si el tal Leoncio es en realidad Eduardo.

Carlos Salas
Saludos a José Padrón. Eficiencia al 100 %. Si no lo creen, pregúntenselo a la General Motros cuando estaba en Antímano.

Historia antigua pero inolvidable.

Carlos Salas

Vicencio Diaz
Sánchez, quien aparece en la foto como participante de la ceremonia en el Hotel Ávila, no creo que se haya retirado el mismo día de cierre del curso, pues para el momento de la ceremonia ya teníamos algunos días de trabajo.

Esto lo recuerdo porque ese día fue uno de los más amargos de mi carrera con IBM, y hasta pensé en presentar la carta de renuncia el primer día de la semana. La razón: Todos contaban sus éxitos; uno que si la unidad de impresión de la 421, otro que había solucionado un problema de 602A, y un tercero una caja de velocidad… Yo, un fracasado, pues desde que había salido del curso fui asignado, con Américo Cristini, en EdC, y ahí me estaba esperando una 024 en la que estuve hasta el día de la ceremonia sin saber qué era lo que tenía.

No se por qué razón pidieron ayuda justamente a Romerito, asignado a ls Shell, para auxiliar a su discípulo. El resultado fue que Romerito pidió scrapping para aquella sencilla máquina, y creo que hasta ahí llegó mi intensión de renunciar.

Aquella noche de la ceremonia supe lo que es una furtiva lágrima.

También recuerdo que nuestra fiesta de fin de curso la hicimos justamente en casa de Sánchez, en Valle Abajo, donde la pasamos como nunca por las atenciones que recibimos de su familia. Particularmente recuerdo a la hermanita de Sánchez, un poco menor que él, y que, por supuesto, fue como nuestra hada madrina y nos hizo olvidar cualquier momento difícil que hubiésemos pasado.

Una última de Sánchez. Entre el maletín de herramientas que recibimos había uno gordito como de 2′ y paleta ancha; no sé por qué motivo cuando necesitábamos de uno similar, decíamos: “Pásame el Sánchez”, explicación que quizás se pueda encontrar mirando la foto de aquel recordado momento.

Horacio E. Malcervelli
Estimado Carlitos:

Varios conocidos, en particular o indicado como nro. 17 “X. Romero”. Creo que es Eduardo Romero, técnico argentino (no sabía yo que había fallecido). No puedo precisar a fecha de su ingreso en IBM.

Ramón López, simpático colega, vivía, de recién casado, en la Av. Beethoven frente al Edif. San Francisco (donde yo alquilaba un dpto.) en las colinas de Bello Monte. Oscar del Barco, con su notable memoria, me puede corregir si estoy errado.

Mis saludos a los que todavía están entre nosotros, y el eterno recuerdo a los que ya partieron.

Horacio “machete” Malcervelli.

Luis Salazar
X. Romero (qepd) era mi gran amigo Eduardo Romero, venido de Argentina.

¡Gratisimos recuerdos de Eduardo!

[*FP}– Del baúl de los recuerdos de IBM: 1972 (2) – Premio a analistas de sistemas, y kick-off cierre 1972

Como ofrecí la semana pasada, aquí va la segunda entrega de las fotos hasta ahora «respigadas» para el año 1972,… o casi.

Lo de «casi» es porque las fotos de esta entrega están como mezcladas y me crean dudas, pues hay algunas que,

  • Por la cara de quienes aparecen en ellas hacen pensar que fueron tomadas años antes de 1972.
  • Otras parecen haber sido tomadas a comienzos de 1973, durante el kick-off en el que se entregaron los premios a los resultados de 1972.
  • Y otras sí que fueron tomadas durante 1972.

Las pondré aquí agrupadas por ese orden.

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Que parecen tomadas antes de 1972, cosa que dudo. Cortesía de Leonardo Masina y Roberto Alibardi.

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Jaime Trillas †

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Jesús Pérez Pina.

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José Luis Beltrán †

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Juan Calvo.

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Ramón Lander †

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Tomadas en 1972. Cortesía de Lisset Riera.

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De izq. a derecha, y sólo los que aparecen de frente:

1, Lisset Riera; 2, Rainer Barany; 3, Enrique Fuenmayor †; 4, Salvador Covelo †.

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De izq. a derecha, y sólo los que aparecen de frente:

1, Mario Stella †; 2, Luis Fernando Guerra; 3, Lisset Riera; 4, Antonio Ramírez; 5, Eduardo Mitter.

P.D.: Y según Luis Fernando Guerra (y estoy de acuerdo con él), por la coronita incipiente y por la paradita, el que está de espaldas es Tomás Ruiz.

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Tomadas en 02/02/1973 durante el kick-off. Cortesía de Roberto Alibardi y Leonardo Masina.

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Aquí no es fácil reconocer a muchos. Puedo identificar, de izq. a derecha, a Claudio Fisinessi, Salvador Covelo (qepd), Symche Wacksol, Luis Maggioli †, Julián Mejías, María Virtudes Arozena, Cecilio Lecusay, Mario Stella †, y George Anderson.

Si alguien reconoce a más,….

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José Avendaño, y Juan Llorens.

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Luis Maggioli †, y Javier Palacios.

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Raúl Figueroa.

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COMENTARIOS

José Padrón (El Técnico)
Comparto la opinión de Luis Guerra: si no es Tomás Ruiz es alguien que se le parece mucho.

CMP
En respuesta a Oscar del Barco E..

Gracias, Oscar.

La confusión fue mía, pues fui yo quien supuso que el de lentes en el extremo derecho de la foto era Juan Calvo.

Ya hice la corrección que, supongo, sorprenderá a muchos al igual que me sorprendió a mí..

Oscar del Barco E.
Saludos, queridos amigos.

En la foto donde aparecen Mario Stella (qepd), Antonio Ramírez, Luis Fernando Guerra y supuestamente Tomás Ruiz (de espaldas), aseguro que confundieron a Eduardo Mitter con Juan Calvo, pues Juan no está en esta foto.

Eduardo Mitter, de origen cubano, trabajó en OPD como vendedor y llegó a algún cargo de gerencia. Dejó IBM y se fue a trabajar con Wang en el área de las procesadoras de palabra.

Abrazos y gracias por mantenernos informados.

Oscar.

CMP
En respuesta a Eduardo Garcia.

De Raúl Figueroa, aunque entró a IBM en el grupo en que entré yo, no he vuelto a saber desde que se fue a Hepta,…. ¡que ya es decir en términos de tiempo!

Eduardo Garcia
Carlos:
Está muy bueno; indica que recordar es vivir. Si puedes, envíame el e-mail del “Comisario” Raul Figueroa.
Saludos

Luis Fernando Guerra
Por la coronita incipiente y por la paradita, me parece que el que está de espaldas en la foto donde aparezco es Tomás Ruiz.

Jose Padrón (El Técnico)
Don Jaime Trillas, un personaje. Como catcher de los cocos, excelente; como amigo, el mejor.

CMP
En respuesta a Lisset.

Gracias, Lisset. Ya hice las modificaciones oportunas.

LILY TABOADA TRILLAS
Me da mucho gusto que se haya publicado una foto de Jaime. Creo que salio muy serio. Muchas personas todavia lo recuerdan con mucho carino a pesar del tiempo que ha pasado.
Gracias!

Lisset
Definitivamente, las del concurso de analistas son del 72, pues en el 73 ya no estaba uo en IBM.

Saludos.