Julián «Cacho» Petrelli era un tipiquísimo argentino. Llegó aquella noche a su casa sin sospechar lo que le esperaba:
* Julián, ¡te olvidaste otra vez!
* ¿De qué, vieja?
* ¡Hoy cumplimos 30 años de casados!
* Pe… pe… pero, ¿cómo me voy a olvidar de eso?
* Quiero que me llevés a cenar, a ver un buen espectáculo y a bailar.
* ¡Justamente eso era lo que tenía planeado!
* Bueno, quiero que me llevés al Pigalle.
* ¡¿Quéeeeee?! ¡¿Estás loca?! ¡Ése es un antro!
* ¡Julián! ¡Quiero que me llevés ahí!
* Vamos a cualquier otro lado. Allí no, Beba.
* ¡Vamos al Pigalle, Julián!
Y fueron. Apenas llegaron, el pibe que estacionaba los autos dijo:
* Buenas, ¿cómo le va, caballero? ¡Qué bueno verlo otra vez!
La mujer saltó sorprendida:
* ¿Qué dice este chico? Dijo que “Qué bueno verte otra vez”. ¿Vos viniste aquí alguna vez?
* ¿Yo? ¿Pero vos estás loca? ¿A este piringundín? Le dicen a todos lo mismo. En estos lugares son así.
Aparece el portero:
* Señor Petrelli, ¡un gusto!
* Te dijo señor Petrelli. ¡Te conoce!
* Ehhhhh, ¿y como no me va a conocer si este tipo trabaja en el edificio de mi oficina? ¡Es el electricista del edificio!
Los recibe Jeróme:
* Monsieur Petrelli. La mejor mesa, como siempre, ¿verdad?
* ¿Este francés también es electricista en tu oficina, Julián? Julián, ¡¡yo te voy a matar!!!
* No… ehhh… no… este francés me conoce porque es el que me vendió los… HMMMMM!!! pasajes en Air France el año pasado cuando fui a Europa a la convención, ¿te acordás?
* Julian, ¡vos me estás…!
En ese momento aparece la vendedora de cigarrillos:
* ¡Julianciiiittttooo! ¿Te doy tu habanito?
Y la cigarrera se pone el habano entre sus pechos y dice: “¡Mete la, Juliancito! ¡Mete la manito y saca tu habanito!”
La mujer de Julián está a punto de matarlo. En ese momento se apagan las luces. Julián y su mujer se sientan y empieza el espectáculo. Aparece una mujer súper sensacional que empieza a hacer un strip-tease espeluznante. Cuando se queda sólo con la tanguita, se acerca a la mesa de Julián y, mimosísima, pregunta a toda la concurrencia:
* Y ahora, ¿quién me va a sacar la tanguita?
Todos los presentes gritan a coro:
* Se ve, se siente, ¡Juliancito con los dientes! Se ve, se siente, ¡Juliancito con los dientes!
La mujer de Julián no aguanta más y sale corriendo. Se mete en un taxi. Julián la sigue. Sube al taxi también. La mujer empieza a pegarle y quiere arrojarlo fuera.
* ¡Sos el más grande hijo de puta de toda la historia! Julián, ¡sos un conchudo de mierda!
Y la mujer se saca un zapato y con él empieza a pegarle a Julián en la cabeza. Julián se cubre como puede, pero su mujer continúa pegándole y gritándole: «La puta que te parió, Julián, ¡malparido de mierda!»
En ese momento, el taxista se da vuelta y dice: “Mire que hemos llevado locas, don Julián, ¡pero como esta puta, ninguna, ¿eh?!”