Os voy a contar lo que me pasó en la autopista, cuando iba a trabajar a Barcelona.
A la altura de Benavente, paré en una gasolinera para tomar un café… y hacer otras cosas.
Mientras iba al servicio (léase baño), vi cómo otro señor tomaba el mismo camino que yo. Al entrar en el servicio, vi cómo él ocupaba uno de los dos baños de ésos cuyas paredes no llegan hasta el techo. Yo, lógicamente, me metí en el otro.
De repente, oigo que me dicen… «¡Hola!»
Yo, callado. Pero vuelven a decir: «¿Es que no me oyes? ¡Hola!»
Yo, para no parecer descortés, contesté: «¡Hola!»
Y me dicen: «¿Cómo estás?»
A lo que contesté: «Bien, gracias, un poco cansado del viaje»
Me vuelven a decir: «¿Qué haces?»
Yo, que ya estaba pensando ¡qué gente tan rara hay por este mundo!, contesté: «Joder, lo mismo que tú, ¡cagando!»
Y entonces oigo que el tío dice:
«Cariño, luego te llamo, que tengo al lado a un gilipollas que está contestando a todas mis preguntas»
