Llevaba tanto tiempo sin hacer el amor, que ya pensaba que FORNICAR ¡era un empresa de alquiler de coches!
Mes: abril 2019
[LE}— «Hay veces que» o «a veces», pero no «hay a veces que» | «Poslectoral», en una palabra
24-04-2019
Tanto hay veces que como a veces son expresiones adecuadas para indicar que algo se produce en ocasiones, pero no el cruce hay a veces que.
Tal como señala el Diccionario del Estudiante, de la Real Academia Española, para expresar que un hecho o una circunstancia se produce en algunas ocasiones lo apropiado es emplear la locución adverbial a veces, en dos palabras, no aveces. Con este mismo sentido, también es posible utilizar la construcción hay veces (en las) que, pero no el cruce hay a veces que
Uso incorrecto
• Aunque la productora intenta que no se filtre ninguna información, hay a veces que es imposible conseguirlo.
• Hay a veces que la productora se ve obligada a la cancelación obligatoria de alguno de sus programas.
• Aveces se gana y aveces se pierde.
Uso correcto
• Aunque la productora intenta que no se filtre ninguna información, hay veces que es imposible conseguirlo.
• A veces la productora se ve obligada a la cancelación obligatoria de alguno de sus programas.
• A veces se gana y a veces se pierde.
Finalmente, según indica el Diccionario Panhispánico de Dudas, se recuerda que tampoco es adecuada la variante en veces, por lo que en «Esto aviva aún más las llamas y en veces es necesario aplicar un cortafuegos», lo apropiado correcto habría sido escribir «… y a veces es necesario aplicar un cortafuegos».
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LA RECOMENDACIÓN ELECTORAL: Poselectoral, mejor sin t y en una sola palabra
Tanto poselectoral como postelectoral se escriben en una palabra, sin espacio ni guion intermedios, y, aunque ambas son válidas, se prefiere la forma sin t.
Por qué
La Ortografía de la Lengua Española establece que los prefijos en español van unidos a la palabra a la que acompañan.
¿Con pos- o con post-?
Este adjetivo puede escribirse con el prefijo pos- o con su variante post-. Sin embargo, la Academia prefiere la forma más sencilla pos-.
Usos no recomendados
• Se está dando el triste pero inevitable espectáculo del pataleo post-electoral.
• La formación tampoco tiene clara una posible alianza pos electoral.
Usos válidos
• Se está dando el triste pero inevitable espectáculo del pataleo postelectoral.
• La formación tampoco tiene clara una posible alianza postelectoral.
Usos preferidos
• Se está dando el triste pero inevitable espectáculo del pataleo poselectoral.
• La formación tampoco tiene clara una posible alianza poselectoral.
¿Y en el caso de preelectoral?
También, y por las mismas razones, preelectoral se escribe en una sola palabra. Además, la forma adecuada es la que duplica la primera e (no prelectoral).
[*ElPaso}— Maravillas de nuestra Caldera XIX: Los envetaderos de los Suitos y Jenebuque
[*Otros}— Política Territorial mejora la seguridad en La Caldera con el uso de drones
Política Territorial mejora la seguridad en La Caldera con el uso de drones
La Consejería del Gobierno de Canarias forma al personal del Parque Nacional en el pilotaje de estos aparatos con los que se podrán controlar las zonas de difícil acceso.
[*IBM †}— Gerardo Rodríguez, q.e.p.d
- Fecha: 23/04/2019
- Lugar: Clínica Sanatrix, Caracas
- Causa: Cáncer
- Edad: 62
- Posición en IBM: Analista de Sistemas
- Nació en: Caracas el 06/10/1956
- Reposa en: Sus restos serán incinerados
Información adicional
La información me fue dada por el exIBMista Pedro Mazzei, quien añadió que Gerardo murió a consecuencia de la evolución de un cáncer que le había sido detectado en Holanda, donde fue operado y desahuciado. Regresó a Venezuela a seguir tratamiento con médicos por él conocidos. La semana pasada fue operado de una perforación intestinal y dado de alta antes de ayer. Pasó mal la noche del 22, y volvieron a ingresarlo y operarlo de nuevo el 23 en la clínica Sanatrix, donde murió.
Al mediodía o las 2 p.m. del domingo 28/04/2019 se le dirá una misa en la iglesia San Pablo Apóstol, en Caracas.
[Hum}— Gato peligroso
—Señor, mi gato acaba de matar a su perro.
—¡¿Qué dice?! ¡¡Si mi perro es un dóberman!!
—Ya sé, pero mi gato es hidráulico.
[LE}— «Glocal», término válido | «Tetrapartito» y «cuatripartito», formas válidas
22-04-2019
El adjetivo glocal es un acrónimo bien formado a partir de global y local, que se emplea con frecuencia en el ámbito económico, pero también en otros como el de la cultura.
Usos en los medios
- El grupo describe su filosofía empresarial con el término glocal.
- La estrategia para llegar al cliente debe ser glocal.
- Diseñar un plan de negocio fundamentado en la glocalización se ha convertido en una obligada estrategia para cualquier multinacional.
De acuerdo con el diccionario de Oxford, el anglicismo glocal se define como aquello ‘que reúne características o hace referencia a factores tanto globales como locales’. Para explicar este concepto, a menudo se menciona la siguiente frase: «Piensa globlamente, actúa localmente».
Se trata de un acrónimo a partir de las voces global y local, idéntico y válido tanto en inglés como en español. También es adecuado el sustantivo derivado glocalización.
No es obligatorio el uso de comillas o cursiva; sin embargo, queda a criterio de quien escribe decidir si es útil emplearlas para destacar la novedad de estos términos.
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LA RECOMENDACIÓN ELECTORAL: Tetrapartito y cuatripartito, formas válidas
Los vocablos tetrapartito y cuatripartito, así como la variante cuadripartito, son válidos para referirse a un gobierno formado por cuatro partidos políticos.
De acuerdo con la Nueva Gramática de la Lengua Española, tanto el prefijo griego tetra- como el prefijo latino cuatri- (así como la variante cuadri-) corresponden al numeral cuatro. Esta misma obra señala que existen casos de alternancia entre estos prefijos, como en tetramotor y cuatrimotor o tetrasílabo y cuadrisílabo.
¿Sustantivo o adjetivo?
Aunque en origen se trata de adjetivos («Gobiernos tetrapartitos o cuatripartitos»), es igualmente válido su uso sustantivo: «el tetrapartito o cuatripartito».
Derivados
También se consideran correctos los sustantivos derivados tetrapartidismo, cuatripartidismo y cuadripartidismo, pertenecientes a la misma familia léxica, pero que se usan no tanto para referirse a un gobierno, sino de forma más general al sistema político en el que cuatro grandes partidos compiten por el poder: «Para las próximas elecciones generales se está dibujando un tetrapartidismo».
¿Y si son cinco partidos?
Un hipotético gobierno formado por cinco partidos políticos sería un pentapartito, y en un sistema político en el que cinco partidos se repartiesen la mayoría de los votos se hablaría de pentapartidismo.
Usos válidos
• Marbella, en manos de un cuatripartito de izquierdas con el PSOE y Podemos.
• Las encuestas muestran el asentamiento de lo que a todas luces parece ya un tetrapartito.
• El candidato podría intentar un cuadripartito para gobernar el municipio.
[*IBM †}— Alfredo Weil Reyna, q.e.p.d
- Fecha: 14/03/2019
- Lugar: Caracas
- Causa: Infarto
- Edad: 75
- Posición en IBM: Analista de Sistemas
- Nació en: Caracas el 06/05/1943
- Reposa en: Cementerio del Este (Caracas)
Información adicional
La primera información sobre su muerte, con fecha y lugar, me llegó por medio del exIBMista Aníbal Vivanco. A través de internet conseguí algunos datos más, y luego el exIBMista Gabor Simon me dio los que aún faltaban.
Alfredo trabajó en IBM de Venezuela desde 1966 a 1970. Dejó la compañía pocos meses después de que yo había entrado en ella.
[Col}— LA EUTANASIA. ¿A qué estamos jugando? / Juan Antonio Pino Capote
NotaCMP.– Padronel no suele acoger artículos sobre temas como el que sigue, pero se pide que lo incluya por vía de excepción dado que en estos momentos preelectorales se quiere dar esta información para que los posibles votantes no se dejen engañar con la compasiva y buenista legislación de la eutanasia (Leer el Anexo II). Tanto la prensa común como la profesional, cuando aceptan los artículos tardan mucho en publicarlos y, generalmente, lo hacen a destiempo. Es por eso que se ha recurrido a la eficiencia e inmediatez del blog.
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21-04-2019
José Antonio Pino Capote
Llevo varios días pensando en el tema, que se ha puesto de moda con la muerte asistida de María José Carrasco ayudada por su esposo, Ángel Hernández, el 3 de abril de 2019. Se grabó en un video que, a día de hoy, 14 de abril de 2019, ha tenido casi 30.000 visitas. Ya en 1998 ocurrió algo similar con la mediática muerte de Ramón Sampedro, sobre la que han hecho la película “Mar adentro”.
En torno a los dos extremos más importantes de nuestras vidas, el nacimiento y la muerte, se han abierto amplísimos debates sin que, en nuestro país, se haya llegado a conclusiones definitivas porque se mueven entre los grandes interrogantes de la finalidad de la vida humana en el planeta Tierra, el nacer y el morir. Es evidente que nacemos para morir, y esto lo tenemos en común con todas las especies y también con el planeta que habitamos, fenómeno que se escapa de nuestro control.
El impacto mediático de estos acontecimientos tiene un doble efecto: el primero es que nos hace tomar conciencia de ello, el segundo es que, al ser tan mediático, los políticos lo toman como bandera en sus programas, haciendo propuestas de legislaciones de parcheo sin entrar en la profundidad de los problemas, recurriendo a los sentimientos de las personas y a un falso buenismo con el que pretenden nada menos que legislar. Algunos han desistido de comprometerse con la cacareada ley del aborto, la cuestión ahora es la eutanasia, algo demasiado serio para dejarlo en manos de los políticos o gobiernos, algo así como lo que en el pasado siglo dijera Georges Clemenceau referido a la guerra: “La guerra es un asunto demasiado serio como para dejárselo a los militares”.
Y no. Los sanitarios libramos a diario en nuestro país decenas de batallas frente a la muerte inevitable de decenas de pacientes. En el caso de la eutanasia, la cuestión es cuándo y cómo. La eutanasia es, sobre todo y ante todo, un problema de deontología médica. Nosotros, los de las trincheras, hemos venido dando la respuesta a los “morituri” de la manera más adecuada a cada circunstancia, sorteando los conflictos éticos con lo mejor de nuestros conocimientos. Esto es como decir, siguiendo la “lex artis ad hoc”, frase latina que ha sido la clave que nos ha librado a los sanitarios de muchas condenas legales, y viene a significar que se ha actuado con arreglo a los conocimientos científicos y técnicas disponibles en el momento actual y sus planteamientos éticos que van más allá de los sentimientos de los profesionales, los pacientes, sus familias y hasta la sociedad. Y sí, existen normativas, protocolos y abundante literatura médica referidas al bien morir y así se ha venido actuando en la mayoría de las situaciones.
El buen hacer de los jueces, sin conocimientos médicos, les lleva siempre a apoyarse en la lex artis ad hoc, para dictar sentencias ajustadas a la misma. En mi especialidad de anestesiología y reanimación puedo decir que más del 90 % de las demandas por mala práctica han sido sobreseídas por este principio. El problema surge cuando existen algunas cuestiones en las que la ley del arte no se ha pronunciado, aún cuando se han venido resolviendo los problemas de forma colegiada con protocolos aún no homologados ni generalizados y con la ayuda de los comités éticos profesionales.
Un ejemplo con mucha tendenciosidad política y mediática fue el de el dolorosamente famoso del Dr. Luis Montes en 2005, que fue acusado de mala práctica al aplicar presuntas sedaciones “irregulares” a 400 pacientes en el Hospital Severo Ochoa de Leganés. Al final de su calvario particular, los jueces no encontraron nada contra la lex artis ad hoc, y su caso fue finalmente sobreseído.
Conviene resaltar que una consigna básica, común a todo el personal sanitario, es que siempre que puedas curar, cura; cuando no puedas curar, alivia; y cuando no puedas aliviar, consuela. Y nuestro deber es consolar hasta el momento mismo de la muerte para proporcionar una muerte digna y consoladora para el paciente, sus familiares y los propios profesionales. Esto ha sido siempre así desde el principio de nuestros conocimientos, con la mayor discreción y respeto. Evitaremos, a toda costa, que la muerte de alguien se convierta en un espectáculo público.
Para entendernos podemos considerar dos tipos de eutanasia, atendiendo a sus circunstancias. Las intrahospitalarias urgentes y de corta duración, y las crónicas o diferidas por procesos lentos e irreversibles con deterioro de la persona, física y humanamente. Estas últimas merecerían un capítulo aparte con las especificidades de cada una.
En los centros hospitalarios el problema es más sencillo desde el momento que en ellos concurren profesionales de distintas disciplinas y con una tecnología puntera que permite simplificar la toma de decisiones, siempre colegiadas. La extracción de órganos para trasplantes ha estimulado el conocimiento y determinación del momento mismo de la muerte. No se da la dramática situación que sufrimos al principio de los años setenta en que estuvimos reanimando a un joven cuyo cerebro llevaba, según el forense, tres días muerto, en 1970 (Anexo 1), cuando, de forma generalizada, se comenzaron a usar en la práctica clínica las máquinas de respiración asistida. También al tiempo del surgimiento de la bioética. En la actualidad casi no se habla del encarnizamiento terapéutico, y somos muchos los que hemos tenido que dar el consentimiento para la “sedación” de un familiar en estado terminal. En esto no creo que haga falta ninguna legislación.
Las cuestiones éticas más dignas de especial consideración se encuentran fuera de los hospitales, domicilios o casas de acogida y, en general, son enfermedades que evolucionan con más o menos rapidez hacia un final definitivo. Son, aparte del cáncer, enfermedades neurodegenerativas —como la demencia, el Alzheimer el Parkinson, la esclerosis múltiple y otras— que habría que protocolizar minuciosamente en lo referente a su final digno. Así como en los hospitales es relativamente fácil determinar el momento mismo de la muerte cerebral, aquí tendríamos que introducir la persona como sujeto de derecho para definir cuándo se deja de ser persona. En este campo se llega a la situación impersonal en la que el sujeto no está en el mundo real ni es capaz de firmar un consentimiento ni tomar cualquier otra decisión. Habrá que introducir los considerandos que deben tenerse en el entorno familiar, que deben estar informados de los planteamientos éticos y de la terapéutica adecuada. Porque creo que la eutanasia puede ser también, en algunos casos, una indicación médica, como también lo es su ejecución.
Aunque no quiero ceder ante la presión mediática ni ante los intereses políticos, creo que un capítulo aparte se merece el suicidio asistido en muy contadas y excepcionales circunstancias.
Lo que importa en todo esto es que sirvamos en bandeja a los magistrados una ley del arte clara y concisa que haya sido homologada y consensuada por todos los involucrados en su ejecución.
El motivo principal por el que he hecho estas reflexiones está en lo que escribí en 2005 con motivo del recorte de pensiones sugerido por el FMI (Anexo 2).
En un futuro no muy lejano, si nos dejamos deslizar por la pendiente se podrá imponer la eutanasia por presiones externas, como profetiza la película “El agente” (The Humanity Bureau), protagonizada por el actor Nicolas Cage, en la que, en ese futuro no muy lejano, se dedican a reclutar a todos los ciudadanos mayores e improductivos para llevarlos a una colonia llamada Nuevo Edén dónde les prometen una mejor vida, pero es para acabar con ellos mediante gasificación.
La verdad es que al contemplar nuestra ¿pirámide? poblacional de 2018 que, más que pirámide, parece un árbol, lo más fácil y tentador sería podar la parte alta, desde la mitad para arriba con las tijeras de la EUTANASIA, como la única solución al problema de las pensiones y su sufragio en tiempos difíciles, sin pensar en otras posibles alternativas para engordar la base en la proporción adecuada. Puede que el show mediático de la muerte de María José Carrasco esté dedicado a despertar en la población el sentimiento buenista de la compasión y la justicia para que la solicitud masiva de la eutanasia sea un clamor popular y se haga una legislación permisiva y populista para acabar con todos los males de los mayores improductivos y minusválidos.
Se suele decir comúnmente que “Los jóvenes pueden morir, pero los viejos no pueden vivir”.
