15-01-15
Carlos M. Padrón
En el artículo que copio abajo se hacen afirmaciones que corroboran lo que he dicho en estos posts:
Tales afirmaciones son éstas:
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«Ellas (las mujeres) prefieren garantizar la salud y el bienestar de sus crías, …. por lo que un compañero comprometido resulta de gran ayuda».
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«Las «aventurillas» son especialmente costosas para las mujeres porque implican la falta de un compañero estable para cuidar a los hijos».
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«La lealtad femenina demuestra al varón que efectivamente es el padre, haciéndole así más propenso a mantener y cuidar a la descendencia».
En realidad, lo que entiendo que dicen es que, a través del instinto maternal, el más poderoso de todos, las mujeres, salvo honrosas excepciones, son títeres de la Naturaleza a la que sólo le interesa la perpetuación de la especie.
De ahí que para esas mujeres lo que cuenta, lo más importante en sus vidas por encima de cualquier razón, por poderosa que ésta sea, es el cuidado de sus crías, y, una vez que las tienen, el hombre que con ella comparta su vida pasa a un plano más bajo (ya bajó desde que ella supo ue estaba embarzada) y se convierte para ella en un accesorio necesario para el cuidado de las crías que, en algunos casos, siguen siendo primera prioridad de dedicación de las madres aún cuando ya hayan dejado de ser «crías» —o sea, han pasado a ser adultos— desde hace años.
La pregunta que procede es si puede confiarse en un ser humano que obedece a un instinto (animal, como todos ellos) y no a la razón (algo propio del Homo Sapiens).
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14/01/2015
Judith de Jorge
Los hombres quieren compromiso cuando escasean las mujeres
El estereotipo sexual moderno dice que las mujeres quieren una relación estable, y los hombres un montón de compañeras sexuales.
Esta creencia se debe al naturalista británico Charles Darwin, quien señaló la tendencia de los machos a la promiscuidad para garantizar una descendencia con su carga genética, mientras que las hembras son más exigentes en la elección de sus parejas. Ellas prefieren garantizar la salud y el bienestar de sus crías, en cuya gestación y cuidados deben invertir una gran cantidad de energía, por lo que un compañero comprometido resulta de gran ayuda.
Sin embargo, los estereotipos pueden ser mucho más complejos de lo que parece, especialmente entre los seres humanos. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Utah (EE.UU.) entre los indígenas Makushi en Guyana demuestra que los hombres son mucho más propensos a comprometerse cuando las mujeres escasean.
«El compromiso con una relación está influenciado por la disponibilidad de compañeros. Así que podemos pensar en el número de hombres y mujeres en una población como un mercado potencial de apareamiento donde los principios de la oferta y la demanda se siguen imponiendo», dice el antropólogo Ryan Schacht, autor principal del estudio, publicado en la revista Royal Society Open Science.
Los hombres están interesados en cortas aventuras amorosas cuando hay más mujeres disponibles, pero cuando éstas son difíciles de encontrar, se convierten en valiosos recursos, así que tratarán de atraer y mantener a una única pareja. Perderla es un riesgo demasiado grande.
Guyana tiene 800.000 habitantes, incluyendo unas 13.000 personas Makushi que viven en las sabanas cerca de la frontera suroeste con Brasil. El sexo prematrimonial es aceptado, y es una forma para encontrar pareja. Los hombres suelen casarse y ser monógamos. Las familias extendidas viven en el mismo pueblo de 160 a 750 personas, y los futuros esposos y esposas, por lo general, provienen de dentro de la aldea.
La migración ha provocado que el número de hombres y mujeres difiera en las aldeas estudiadas. Ellas tienden a trasladarse a las ciudades más grandes para trabajar en los comercios, mientras que los hombres gravitan en torno a la minería, la ganadería, la agricultura y la explotación forestal.
Un test sensible
Durante 2010-2011, los investigadores entrevistaron a 300 hombres y mujeres Makushi de 18 a 45 años en ocho comunidades rurales con la proporción de sexos entre 90 y 140 hombres por cada 100 mujeres.
Utilizaron un conocido test llamado Inventario de Orientación Sociosexual para saber qué individuos eran más propensos a tener relaciones sexuales sin compromiso y cuáles estaban menos dispuestos.
Las preguntas son sensibles, por lo que los investigadores pasaron 16 meses construyendo una buena relación con los vecinos; Schacht entrevistó sólo a los hombres y su esposa, Jacque, interrogó sólo a las mujeres.
Los entrevistados respondieron utilizando un sistema de codificación para mantener sus respuestas anónimas. Las preguntas incluían el número de parejas sexuales que se han tenido durante el último año y las que se esperan durante los próximos cinco años, el número de relaciones de una sola noche, si el sexo sin amor es aceptable, y si se necesita apego emocional para disfrutar del mismo.
Varones comprometidos
Los investigadores descubrieron que «en general, los hombres Makushi muestran una mayor disposición que las mujeres a participar en relaciones sexuales sin compromiso, como predice el estereotipo», dice Schacht. Sin embargo, también encontraron que son más propensos a querer relaciones comprometidas cuando hay menos mujeres disponibles, sin importar la edad.
Por el contrario, las mujeres parecen indiferentes a los cambios en la proporción de sexos, y prefieren el compromiso sin importar cuántos hombres están disponibles.
Según los investigadores, esto puede deberse a que las «aventurillas» son especialmente costosas para las mujeres porque implican la falta de un compañero estable para cuidar a los hijos. Además, perseguir nuevos amoríos supone un descuido en el cuidado de los pequeños.
Schacht cita otras posibles razones para que las mujeres prefieran la estabilidad amorosa.
Una, observada en las aves, es que la lealtad femenina demuestra al varón que efectivamente es el padre, haciéndole más propenso a mantener y cuidar a la descendencia. Otra es cultural, ya que los desagradables cotilleos sobre las mujeres con múltiples parejas pueden ser un factor a favor de la monogamia obligada.
El investigador también dice que los resultados contradicen la idea de que en los lugares donde hay más hombres hay más violencia porque las mujeres son escasas y ellos se pelean por ellas, y hay más enfermedades de transmisión sexual debido a las relaciones frecuentes a corto plazo.
«Nuestros datos sugieren lo contrario: cuando hay más hombres, están más interesados en establecerse en una relación de compromiso a largo plazo, tratan de mantener a su pareja y no pelean con otros machos, cosa que a las mujeres no les gusta», señala.
Más difícil en la ciudad
Los antropólogos reconocen que sus resultados entre los Makushi no pueden generalizarse a las sociedades industrializadas occidentales tan complejas, pero sí pueden darnos algunas pistas del comportamiento humano.
«Para las mujeres en entornos urbanos (donde los hombres están rodeados de muchas parejas potenciales) puede ser difícil dar con uno dispuesto a sentar la cabeza —dice Schacht—, mientras que a las de lugares rurales (donde el número es menor) les puede resultar más fácil».
Schacht recuerda que los estereotipos no cubren la diversidad existente entre los animales y las personas. Cita a especies de aves cuyas hembras buscan compañeros y mantienen harenes, mientras ellos se sientan en los nidos sobre los huevos.
En los seres humanos existen las relaciones entre miembros del mismo sexo, hombres con múltiples amantes, mujeres con múltiples amantes, y culturas donde los hombres son los que se arreglan y usan maquillaje. Las normas establecidas están para romperlas.
