[LE}– Origen de dichos y expresiones: Mambrú se fue a la guerra

16/10/2014

M. Arrizabalaga

Soldados franceses compusieron esta famosa canción creyendo que el duque de Malborough había muerto en la batalla de Malplaquet.

Nada sospechó el general Marlborough antes de fallecer en 1722 de un ataque de apoplejía en Windsor, que su nombre, tan célebre en la guerra y en la política de su tiempo, pasaría a la historia en una canción burlesca y deformado en España como Mambrú.

John Churchill, duque de Malborough, había cosechado numerosos triunfos peleando contra los franceses en la Guerra de Sucesión española (1701-14), en la que Inglaterra intervino para contener las ambiciones de Luis XIV. Una de sus victorias más recordadas la logró en la batalla de Malplaquet.

Aquel 11 de septiembre de 1709, cinco generales del ejército de Malborough cayeron muertos en el campo, y este último corrió tales peligros que entre los franceses circuló como verdadera la noticia de que había muerto.

«En esta creencia, y hallándose los franceses en su vivac de la noche misma de la batalla, a uno de ellos (no se sabe quién) se le ocurrió componer y cantar con sus compañeros la canción: «Malbrough s’en va-t-en guerre; Mironton, mironton, mirontaine; Malbrough s’en va-t-en guerre; Ne sait quand reviendra»», relató el compositor Francisco Asenjo Barbieri en la revista «El Averiguador» en 1871.

Esta especie de oración fúnebre burlesca, con la que los derrotados y hambrientos soldados franceses se burlaban de quien tanto daño les había infringido, constaba según Barbieri de 22 coplas que durante algún tiempo corrieron entre soldados y campesinos franceses.

«Ya estaba casi de todo punto olvidada, cuando en 1781, habiendo la reina María Antonieta dado a luz al Delfín, se tomó para nodriza de éste una aldeana llamada Poitrine», prosigue el compositor que cuenta en su escrito titulado «Mambrú», cómo la tal Poitrine acostumbraba a cantar la canción de Marlborough al bebé y hasta los Reyes comenzaron a repetirla con frecuencia y a partir de ahí todo el palacio de Versalles.

Según narra Barbieri, «el sonsonete se extendió con rapidez por toda Francia, y aún por Inglaterra misma: todo el mundo lo cantaba, y Marlborough se hizo tan de moda que dio su nombre a telas, a peinados, a carruajes, a guisados, etc», en un furor que duró muchos años, hasta la Revolución Francesa.

El eco de la popular canción llegó a España con la influencia francesa de la casa de Borbón y «se cantó por todas partes, aunque algo corrompida y españolizada, dando al héroe el nombre deMambrú, más en armonía con nuestra lengua», aseguraba el compositor en 1871. La canción de Mambrú sería popularizada sobre todo por las niñas, que la entonaban en sus juegos de rayuela.

Ésta es la versión más aceptada por los expertos en refranes, dichos y frases hechas. Así lo recogía también «La Ilustración Española y Americana» de 1885 o la revista «Alrededor del mundo» de 1929 que sobre su posible autor indica cómo «se dice que fue un bufón, alegre compañero de los rudos caballeros de Ourdenade, que los hacía representar sus improvisaciones batiendo el parche de su tambor».

El cruzado Mambron y el obispo de Lodeve

Sin embargo, en «El Mundo Ilustrado» de 1879 se cuenta que «según cierta tradición recogida y comentada por M. de Chateaubriand, resulta que el Mambrú es de origen árabe; que este origen se remonta a la Edad Media; que probablemente fue importada esta canción a España y Francia por los soldados de don Jaime I de Aragón y de Luis IX; que debe considerarse como una leyenda cuyo protagonista debió ser cierto oscuro cruzado llamado Mambron».

A partir de ahí conecta la historia con la nodriza Poitrine y afirma que «únicamente por un inexplicable lapsus pudo sustituirse al nombre del oscuro cruzado el del general Marlborough, que tanta celebridad adquirió en la batalla de Malplaquet».

Manuel Martín Sánchez recoge en «Seres míticos y personajes fantásticos españoles» otra versión que sitúa el origen de Mambrú en «una canción de origen cátaro para ridiculizar al obispo de Lodeve», que fue conde de Montbrún.

Martín Sánchez, que cita a Burguete Herrero, señala cómo los campesinos cátaros habrían inventado la canción como protesta contra el obispo usurpador que les arrebató sus tierras después de la batalla de Muret en la que murió Juan II de Aragón, «cambiándose con el tiempo la palabra Montbrún por Mambrú».

Todos coinciden, sin embargo, en el papel que Madame Poitrine desempeñó para popularizar esta canción de la que existen numerosas versiones en distintos idiomas.

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[LE}– Las bellas durmientes del idioma: palabras que desaparecerán del nuevo DRAE

16/10/2014 

Luis Alemany

Mil voces, sin uso documentado desde el año 1500, desaparecerán del nuevo DRAE.

Pero, sin ir tan lejos, el español está lleno de palabras que se nos mueren poco a poco.

Días grandes para los lexicógrafos: entre hoy mañana se extienden los actos de bautismo y presentación de la nueva edición del ‘Diccionario de la Real Academia Española’ y todos llevamos ya no sé cuántos días locos con que si ‘tuit’, que si ‘bótox’, ‘cameo’, ‘dron’, ‘pilates’ o ‘precuela’.

Los nostálgicos, en cambio, prefieren pensar en la cifra redonda de mil voces que saldrán del ‘Diccionario’ por abandono, desuso y olvido. Palabras incluidas en la categoría de «desusadas», según la Real Academia; es decir, aquellas «cuya última documentación no es posterior a 1500».

«Son palabras que no nos dicen nada ni a nosotros», explican en la RAE. Sin embargo, en la ‘web’ se pueden encontrar reservas de palabras, llenas de ejemplos polvorientos y conmovedores. Tomamos 10 al azar. Una vez, todo esto fue idioma, y el registro de Google Books lo demuestra.

Cosas de caballeros: Jayán

(Del fr. ant. jayani). 1. m. y f. Persona de gran estatura, robusta y de muchas fuerzas. 2. m. y f. El Salv. y Nic. Persona vulgar y grosera en sus dichos o hechos. 3. m. germ. Rufián respetado por todos los demás.

Google Books da noticia de ochos usos de la palabra «jayán», en un libro tan noble como el ‘Amadis de Gaula’ (1508), de Garci Rodríguez de Montalvo. Y, después, en un puñado de libros de «muy nobles et valerosos caballeros» y en el ‘Quijote apócrifo’ de Avellaneda (siete veces lo usó).

Los libros de caballerías necesitaban villanos, y ahí estaba la palabra ‘jayán’, con su origen francés, para identificarlos. ¿Sus últimos usos? Pocos, pero nobles: Francisco Ayala, y Mario Vargas Llosa la emplearon, además de un ensayo sobre cultura sefardí de 1993.

Sales en la Biblia: Escaramujo

(De or. inc.). 1. m. Especie de rosal silvestre, con hojas algo agudas y sin vello, de tallo liso, con dos aguijones alternos, flores encarnadas y por fruto una baya aovada, carnosa, coronada de cortaduras, y de color rojo cuando está madura, que se usa en medicina. 2. m. Fruto de este arbusto. 3. m. percebe ( crustáceo).

«Una vez que la flor ha sido fertilizada, deja caer sus pétalos, y el fruto (el escaramujo de la rosa) se hincha y se vuelve de un hermoso tono naranja, rosa o escarlata…».

La frase es prometedora, pero remite a un manual, una ‘Guía práctica para hacer jabón’, de Susana Cavitch, que nunca llegó a las mesas de las secciones de Cultura.

Jordi Serra i Fabra la empleó en su ‘Trilogía de las tierras’ (2011) con un fin misterioso («La palabra «escaramujo» no pertenece a nuestro léxico; sin embargo, el ordenador central de Ganímede se la aplicó a esa cosa extraña. Y en el informe aparece destacado. Ello significa que, aunque hoy no se utilice o no exista, en otro tiempo sí se utilizó»).

Y atentos, porque la traducción de la Santa Biblia de Reina Valera la emplea: «Y el escaramujo respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, y aseguraos debajo de mi sombra; y si no, fuego salga del escaramujo que devore los cedros del Líbano» (‘Jueces 9:15’).

El mero mero peje

(Del lat. piscis). 1. m. pez ( vertebrado acuático). 2. m. Hombre astuto, sagaz e industrioso.~ ángel. 1. m. angelote ( pez selacio). ~ araña. 1. m. Pez teleósteo marino del suborden de los Acantopterigios, que llega a tener unos 25 cm de largo, con cuerpo comprimido y liso, de color amarillento oscuro por el lomo, más claro y con manchas negras en los costados y plateado por el vientre, cabeza casi cónica, boca oblicua, ojos muy juntos y dos aletas dorsales, una que corre a todo lo largo del cuerpo, y la otra, sita en el arranque de la cabeza, pequeña y de espinas muy fuertes, sobre todo la primera, que es movible y hueca y sirve al animal para atacar y defenderse, lanzando por ella un líquido venenoso que segrega una glándula situada en su base. Vive en el Mediterráneo, medio enterrado en la arena, y su carne es comestible. ~ diablo. 1. m. escorpina.

‘Peje’ es el apodo de Andrés Manuel López Obrador, el líder de la izquierda mexicana, de modo que su uso aparece en muchas crónicas políticas más o menos recientes.

Al otro lado de la tabla, aparece nada menos que el ‘Quijote’, el bueno, no el apócrifo, que la emplea cuatro veces: «Esta fábula del peje Nicolao trae su origen de lo que escribe Joviano Pantano y Alejandro de Alejandre en sus Dias geniales».

‘Zoz molezto’: Ufa

1. interj. Arg. y Ur. U. para expresar fastidio, fatiga o desagrado.

¿Ufa es una interjección? Como aúpa, como epa. Ufa sonaba, hasta ahora, a la productora del III Reich, por eso, Google Books da noticia en seguida de las memorias de Leni Riefenstahl, entre otros libros de historia del cine.

Pero también hay cuentos infantiles que llevan la palabra Ufa como título, incluso. Y Roberto Arlt la empleaba en ‘Los lanzallamas’ con uso cómico: «Ufa que zoz molezto… Claro que eztá en el itinerario de hoy. Claro… Ufa».

Seguramente, los lectores rioplatenses que lean estas líneas dirán que «ufa» no tiene mayor misterio.

Mala con ganas: Protervia

(Del lat. proterva). 1. f. Perversidad, obstinación en la maldad.

Bonita palabra que nadie escribe en un libro desde 2012 (‘Refugiados: Crónica de un palestino’ de Marcos Aguinis). Después, la voz aparece en una legión de libros de tema religioso, y en no pocos ensayos sobre la historia de Perú.

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[Hum}– Asombro portugués

Admirose un portugués
al ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.

«Arte diabólica es —
dijo, torciendo el mostacho—
que para hablar en gabacho1
un fidalgo en Portugal
llega a viejo y lo habla mal,
y aquí lo parla un muchacho».

(1) NotaCMP.- Epíteto despectivo usado en España para referirse a los franceses y a su idioma.