[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Jerónimo Lazo y Mendoza

Nació este inteligente hombre de espíritu mercantil en el pueblo de Hermigua, isla de La Gomera, Canarias, siendo sus honrados y laborio­sos padres don José Lazo Lemus y doña Antonia Josefa Mendoza.

 

En 1853 se trasladó a La Habana, cuando apenas contaba 14 años de edad, abrazando desde el 57 la carrera del comercio, con notable aprovechamiento.

En 1867 regresó a su país sólo por disfrutar de la grata satisfacción de ver y de estrechar entre sus brazos a su amantísima madre.

En 1868, después de su retorno a La Habana, contrajo matrimo­nio con la distinguida señorita doña Úrsula Ramos Pineda, oriunda de Canarias, de la que obtuvo cuatro hijos, habiendo pasado por el acerbo dolor de perder a dos de ellos.

En el citado año formó una sociedad mercantil que giró en esta pla­za bajo la razón social de «Lazo Galvidea y Cía.» hasta el año 78, en que se separó de los negocios habiendo experimentado en esta última década profundos quebrantos en sus intereses a causa del período de perturba­ción social por que atravesó la Isla en aquella lamentable época, y sin que, por tan rudos golpes, nuestro biografiado se acobardara para dar cum­plimiento a sus obligaciones y dejar bien sentada su inquebrantable y buena reputación, que le ha merecido el cariño y el respeto de todos, así como por su actividad, honradez y virtud nunca desmentida.

Hombre emprendedor, abrazó (1880) el negocio del tabaco en rama, en el cual continúa hasta el presente, y al que debe una posición bastante desahogada, educando con esmero a sus queridos hijos, y, como buen patricio, contribuyendo con su persona a aquellos actos en que se ha hecho necesaria su cooperación.

Fue socio fundador (1872) de la Asociación Canaria de Benefi­cencia y Protección Agrícola, habiendo desempeñado con frecuencia importantes cargos en la directiva de la misma.

Lazo pertenece al número de canarios útiles que en Cuba han contribuido al fomento de la riqueza y prosperidad, honrando tanto a su patria como a sí mismo.

En 1864 fue uno de los que con más entusiasmo contribuyeron para reunir fondos con que sostener la publicación del semanario «El Mencey», primer periódico regional canario que se imprimió en toda la América Latina.

Y, últimamente, nuestro querido comprovinciano ha sido, asimismo, uno de los generosos hijos de las Afortunadas que más se han distinguido por su amor hacia aquéllas hermosas rocas del Atlántico.

[*IBM}– Del baúl de los recuerdos: 1959, nov.-dic. Revista ‘La Familia IBM’. Cena de graduación de CEs

21-04-12

Carlos M. Padrón

Fotos —cortesía de Leonardo Masina, quien las obtuvo de Miguel Badía— tomadas del número correspondiente a noviembre-diciembre de la revista «La Familia IBM».

Los nombre de la Foto 2 los tengo porque venían en la revista, pero de la Foto 1 sólo tengo a Régulo Pérez (q.e.p.d.). Si alguien conoce alguna otra cara que, por favor, me dé el nombre.

***

CENA DE GRADUACIÓN EN EL HOTEL ÁVILA

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Foto 1.clip_image004

Régulo Pérez dirigiéndose a la concurrencia en representación del curso.

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Foto 2.clip_image008

  • Sentados:  1, Eduardo Romero;  2, Ramón López;  3, Ernesto Dusio †;  4, Humberto Rivadeneira †;  5, Julio F. Zapata;  6, R. González Baquero;  7, Hugo Smitter †;  8, J. Mora;  9, Régulo Pérez;  10, A. Reyes
  • De pie:  1, Santos Vicente Barrios;  2, Pedro Frías;  3, José Herrera;  4, J. Ascanio;  5, Luis Díaz;  6, José Antonio González;  7, F. Arribas;  8, Juan Carlos Dellegrazie;  9, Noel Ramírez;  10, Pablo Manzano;  11, Fernando Frías;  12, Jaime Villalta;  13, Miguel Badía

~~~

COMENTARIOS

CMP
En respuesta a Miguel Badía.

Gracias por el cumplido, Miguel.

En cuanto a lo de “mis tiempos” era sólo una broma sarcástica por cuanto la realidad dice lo contrario, pues entré en IBM en 1969 y tú saliste en 1978. Por tanto, seguro que nos vimos varias veces, pero, a pesar de las fotos publicadas, si te encuentro en la calle juraré solemnemente que no sé quién eres, pues de seguro no te reconocería.

Así de malo soy para recordar caras.

Miguel Badía
¡Hola, Carlos!

Con eso que dices de que “soy anterior a tus tiempos”, por un casual ¿no estarás insinuando que soy viejo? Pues no es así, lo que sucede es que nací antes que tú.

Perdona esta pequeña broma, encuentro muy encomiable tu trabajo y lo agradezco.

Saludos.

CMP
En respuesta a Leonardo Masina.

No lo pongo en duda, Leo, aunque no tengo modo de comparar porque Miguel es anterior a mis tiempos.

Leonardo Masina
Carlos, te puedo asegurar que Miguel me ha demostrado tener una excelente memoria, pues las veces que hemos hablado ha recordado hechos, personas y detalles de hace más de 40 años, como si hubiesen pasado ayer.

CMP
En respuesta a Miguel Badía.

Entendido, Miguel. Gracias.

Miguel Badía
¡Hola, Carlos!

No te líes, de apellido Romero sólo hubo uno: el instructor, en este caso, Eduardo Romero. El Pablo al que te refieres será Pablo Manzano. ¿Okey?

Saludos.

CMP
En respuesta a Miguel Badía.

¡Fonkundido meáis! Smile

¿Es que en este curso hubo dos personas de apellido Romero? Si no, ¿cómo es que una vez hablan de Pablo Romero y otras de Eduardo Romero?

Miguel Badía
¡Hola, José Padrón (el Técnico).

Foto 1. Viendo la foto de frente, la persona que está a la izquierda de Régulo Pérez, es E. Romero, y la que está a su derecha derecha es Ramón López.

Saludos.

CMP
En respuesta a Jose Padron (el Tecnico).

José, en este caso de modelos de corbata y de calvicie me refugiaré en el consabido “Cuando eso, yo no estaba”.

Jose Padron (el Tecnico)
Foto 1. Ramón López o Humberto Rivadeneira.

Amplié la foto al máximo y sólo señalo que Ramón Lopez siempre usaba pajarita en vez de corbata, y me parece que el personaje a la izquierda de Régulo Pérez tiene una corbata, pues se logra ver del nudo, en cambio la pajarita se vería muy completa.

Lo difícil está en que ambos presentan una forma de calvicie muy semejante.

Miguel Badía
Foto 1. Puedo identificarme al fondo, debajo de la ventana, hacia la derecha. Y a mi lado está A. Reyes; le sigue el inconfundible P. Manzano, continúa Eduardo Romero, después Régulo Perez, y termina Ramón López.

Lamento no poder dar más dato, ya que los demás están de espaldas. Es foto se tomó solamente de un extremo de la mesa.

Saludos.

José Padrón
Foto 2. Efectivamente, es Noel Ramírez. Cheo Ramirez es de varias generaciones posteriores.

Foto 1. Al lado derecho de Régulo Pérez está Eduardo Romero. Y el siguiente es, por la calva, Pablo Manzano. A la izquierda de Régulo, Humberto Rivadeneira.

De paso, y que yo recuerde, en la segunda graduación no nos entregaron libretica con nombre, ni diplomas.

CMP
En respuesta a Leonardo Masina.

Efectivamente, Leo, no creo qeu sea Cheo, así que ya lo cambié.

Leonardo Masina
Vaya, Miguel, con esa carita de “polluelo” no te había reconocido.

Carlos, según Miguel —y a mí también se me parece— es Noel Ramírez, y no J. Ramírez, el que está en la 9, porque José Ramírez sería el “Cheo”, y su mole sobresaldría.

CMP
En respuesta a Miguel Badía.

Listo, Leo y Miguel: ya están los 13,… aunque el número sea pavoso. Gracias por la buena observación, y que conste que el error viene desde la revista. Smile

Miguel Badía
Foto2.

Leo, tienes razón en que faltan nombres y sobran personas. Éstas son:

• Entre Noel Ramírez y Fernando Frías está Pablo Manzano, y

• De último, al lado de Jaime Villalta, está un servidor, Miguel Badía.

Un abrazo.

Leonardo Masina
Foto 2.

Hay una discrepancia, pues “de pie” hay 13 personas pero sólo 11 nombres.

Por ejemplo, por la altura, yo diría que Fernando Frías está en el puesto 11.

Y por semejanza a lo que aparece en «[*IBM}– Del baúl de los recuerdos: 1959, octubre. Revista ‘La Familia IBM’ sobre cumpleaños y Escuela Técnica de Los Ruices», el último, o sea, el 13, podría ser Efraín Aponte o Cesar Illera.

[*Drog}– A vueltas con lo de ‘amistad’ entre hombre y mujer

19-04-12

Carlos M. Padrón

Pretty woman (Mujer bonita) y Friends with benefits (Amigos con derecho a roce) son dos de las películas más porno que he visto, si por porno se entiende lo que puede hacer daño, pues en ambas se proclama a voces la mortal creencia de que el drogamor es guía fiable para formar pareja, y por ello deberían estar proscritas.

En la primera, la moral —aunque ya no esté de moda— sale hecha pedazos, y en la segunda —y sólo por nombrar una de tantas aberraciones que en ella hay—, el padre del protagonista le dice a su hijo que si una mujer desata en él drogamor, ésa es la mujer con la que tiene que casarse, pues es la «mujer de su vida».

Y el pobre viejo se lamenta de que él dejó escapar a la suya, y anima a su hijo a que no cometa el mismo error.

No le dijo que el error suyo estuvo en haber roto la relación antes de tiempo, o sea, antes de haberla «elaborado» para que la ruptura no le causara el trauma que sí le causó.

Quien crea que eso de «follamigos» —que menciona el artículo que copio más abajo— no acarrea consecuencias, está creyendo, como suele decirse, en pajaritos preñados.

La atracción sexual es, en los más de los casos, el detonante que puede dar inicio al drogamor, y, una vez que esa atracción lleve al acto sexual, lo de «amigo» está sobrando, y lo de «follar» conducirá —tal vez primero en él que en ella, o viceversa— a que nazca el sentimiento de drogamor, con las fatales consecuencias que en esta sección se han explicado ya muchas veces.

Por otra parte, ya casi me causa risa el comprobar cómo las mujeres cuentan alegremente —léase el artículo que sigue— que se acuestan con hombres casados, pero, al mismo tiempo, son legión las que acusan a los hombres de ser infieles.

Sería interesante poder determinar, en términos de porcentajes, cuántas buscan atrapar al hombre, y cuántas joder a la mujer de éste. Me temo que buscan ambos fines, pero que el segundo es el que más satisfacción les da.

Artículo relacionado:

***

19-04-12

La cama de Pandora. ¿Por qué lo llamamos sexo?

Consulta de Dalia

Hola Pandora, tengo una duda: ¿En qué momento se confunden sexo y amor, y por qué?

Tengo la teoría de que infinidad de mujeres (¿la mayoría?) a partir del tercer polvo que les echan en condiciones, empiezan a pensar que lo suyo trasciende lo meramente físico y, por consiguiente, que lo de su amante también.

Una conocida mía empezó una historia únicamente sexual, preacuerdo mediante, con un hombre casado, pero al cabo del tercer o cuarto encuentro se hacía reflexiones en voz alta acerca del tipo:

«Si la naturaleza nos ha dado esta energía y tenemos este magnetismo, ¿será porque existe algo más que tengamos que descubrir el uno del otro? Ya se sabe que nadie aparece en el mundo de otro por casualidad…».

«Es que parece que adivina lo que quiero en cada momento, es como mi alter ego«.

«Le pido que me cuente cosas de su vida, y juraría que le entiendo y psicoanalizo mejor que nadie».

«¿Qué habrá querido decir con…? Deja el celular en la mesilla y se va a la ducha… eso es que confía en mí».

En fin, la historia termina como todas: él se da cuenta de que ella está perdidamente enamorada, entra en pánico y desaparece.

Tengo otra amiga que dice que debería existir incluso una baja laboral temporal por enamoramiento, que exima de toda responsabilidad al enamorado hasta que consiga poner de nuevo los pies sobre la tierra. ¿Tú qué opinas?

San Sebastián de los Reyes (Madrid)

~~~

Hasta aquí, la consulta; lo que sigue es la respuesta

Completamente de acuerdo con lo último. Yo creo que nuestros representantes en las cámaras legislativas (conozco a uno que es monísimo y, además, parlamentario) deberían introducir una enmienda a la reforma laboral que contemplase una baja por enajenación mental transitoria en caso de enamoramiento frustrado.

De hecho, debería ser como las bajas por maternidad: los dos implicados tendrían derecho a ella, pero con la posibilidad de pasarse los días entre ellos, en beneficio del más perjudicado de los dos. ¿Qué? ¿Adivináis quién puede ser? Exacto: ella.

Has dado en el clavo, amiga: muchas más mujeres de las que están dispuestas a confesarlo se han quedado colgadas de un follamigo. Hoy ya no está de moda hacerse la víctima en plan: «Oh, ha abusado de mi inocencia y de mi confianza…». Porque todas solemos llegar a esa tesitura en la mayoría de los casos (salvo algunas deshonrosas excepciones) más que advertidas.

El que no te pone por delante un contrato de follamigos, se pasa las dos primeras citas clamando las virtudes de su libertad y no te llama ni uno, ni dos, ni tres días después del encuentro, no sea que te creas que se preocupa por ti y te emociones. Algunos ni siquiera contestan a los mensajes.

Además, para engancharnos no hace falta que sea el tipo más gallardo, potente y sexualmente activo del planeta; basta con que nos creamos que cambiará por nosotras. Exactamente igual que le pasa a tu amiga.

Porque, a ver, ¿sabes qué se puede esperar de un tipo casado/comprometido que te advierte de antemano que no piensa separarse, y que sólo quiere entretenimiento en posición horizontal?

Pues yo te lo voy a decir: como mucho, que se duche antes de meterse en la cama; en serio. En el 98% de los casos es inútil empeñarse en hacerle recorrer un camino que él no quiere, pero muchas mujeres pierden tiempo y energías en intentarlo. ¿Y por qué?

Pues creo que es ese maldito complejo de salvadoras que nos echamos encima sin que nadie nos lo pida. Una servidora incluida.

A ver, qué os creéis; yo también me he enganchado con uno que pasaba. En mi descargo confesaré que él no me contó sus planes hasta dos meses (y unos 17 ó 20 encuentros sexuales) después. No es que el tipo valiese gran cosa (mis amigas le llamaban «el feo», con eso os lo digo todo), pero a mí me hacía un ‘nosequé’ indefinible que me gustaba, dentro y fuera de la cama, que me tenía enganchada y entretenida.

Cuando vio el percal, mi amiga Patricia, la psicóloga, me recriminó así:.

—Lo que te hace y que te gusta, tontita, es que pasa de ti. No te devuelve la mitad de las llamadas, Pandora. Sólo te llama cuando tiene ganas de follar.

—No es cierto. Nos vemos cuando podemos, y siempre acabamos follando porque me excita muchísimo, y yo a él más. Y si no me devuelve las llamadas es porque no puede…

—¿Estás loca? Pero si ayer se lo encontró Carmen en la puerta del Ayuntamiento y la cogió bien fuerte por la cintura, coqueteó con ella hasta la saciedad, le pidió el teléfono ¡y a ella sí que la ha llamado!

—¿¡La ha llamado!?… Bueno, eso es porque sabe que es mi amiga y seguro que me están preparando juntos una sorpresa.

Y tanto…

Por supuesto, la siguiente vez que nos citamos saqué, como quien no quiere la cosa, el tema de «si salimos o no salimos con otras personas» y el tipo me soltó, tan fresco y feliz de la vida, que él, desde luego, sí que lo hacía, y que había dado por supuesto que yo también.

Su error fue, claro, «darlo por supuesto». Y el mío, como el de todas, querer ver donde no hay, y pensar que, si le gusta citarse conmigo, cenar conmigo, ir al cine o al teatro conmigo, dormir conmigo, follar conmigo, despertarse conmigo,… y no me había dicho lo contrario, es que tenía conmigo una relación que no tenía con nadie más.

Contestando a tu pregunta de por qué nos pasan una y otra vez estas cosas, te diré que gran parte de la culpa la tiene esa ficción edulcorada tipo ‘Erodisney’ (rollo sexual que acaba con campanas de boda) de películas estadounidenses como ‘Con derecho a roce’, donde Justin Timberlake y Mila Kunis empiezan de follamigos y terminan, como podéis imaginar, camino del altar.

Confesad: ¿qué corazón sensible y pelín cursi no se deja llevar por ese tipo de historias? Pues, ¡sorpresa! No somos sólo nosotras. También hay amigos a los que esto del «derecho a roce» ha pillado más de una vez con el paso cambiado, como a Miguel.

Fuente: El Mundo

[*ElPaso}– «Espejo de la Vida» / Poesías de Pedro Martín Hernández y Castillo: Parte 2-XXVI

XXVI

Recuerdo el bello día
que cerca de unas aguas cristalinas,
hablábamos de amor frases divinas,
henchidos de alegría.

Recuerdo aquel momento
en que los dos, cediendo a la belleza,
en las aguas mirabas la grandeza
del alto firmamento;

y yo, al querer hallar
lo bello por esencia, sólo a ti
entre las aguas cristalinas vi
como un astro rielar.

Del bosque, vagamente sentíase
el susurro en el follaje,
al agitar los vientos el ramaje,
y el eco de la fuente;

y en ritmos de armonía,
nuestras frases pletóricas de amores,
los trinos de las aves entre flores
y el encanto del día.

Cadencias delicadas
que sienten los espíritus sensibles;
efectos que en los hombres son tangibles
por almas elevadas.

———————————————

Recuerdo el Bello día
cuando ambos en la selva legendaria,
formábamos de amor una plegaria,
henchidos de alegría.

———————————————-

Del éxtasis nos quita (no lo olvido)
la piedra que de un risco desprendida,
enturbió aquellas aguas. Su caída
produjo un eco de espantoso ruido.

Al ver que a ti y al cenit (cosa rara)
el agua no copiaba, con anhelo,
en pos de lo real, miraste al cielo.
Yo en pos de mi ilusión, mire a tu cara.

Mil veces, del amor en los antojos,
quedábamos absortos, sin cesar,
comprendiendo el lenguaje del mirar
que expresaban inquietos nuestros ojos.

Y en coloquios idílicos los dos,
panoramas de dichas concebimos.
En alas del querer los dos cumplimos
las leyes del amor, dadas por Dios:

Amar y ser amado, lo sublime
de la vida, lo excelso y misterioso;
amar y ser amado, lo grandioso
que del caos al mundo lo redime.

Y puro cual el alba, en un momento,
un ósculo sonó lleno de ardor.
Era de nuestras almas en amor,
que de amarse se dieron juramento…

Llegó el fatal instante de partir,
y, mirándonos llenos de tristeza,
marchamos: yo, soñando en tu belleza,
a la América en pos de un porvenir.

Tú, a esperarme en tu casa, me decías,
ambos, tal vez, de una esperanza en pos;
y, cual yo, desde lejos repetías:
«¡Soy tuya hasta la muerte! ¡¡Adiós, adiós!!».

En la ausencia pasáronse tres años
y al volver a mi patria, aquel lugar,
entusiasmado quise visitar,
hallando solamente desengaños,

Como el agua en vapores desprendida,
se fue a otra parte en nube nacarada,
a ti, ¡ingrata! que hasta mi elegida,
¡con otro joven te encontré casada!

[Hum}– Diferencias obvias

¿Cuál es la diferencia entre la amante y la esposa?
30 kilos.

¿Cuál es la diferencia entre el amante y el esposo?
30 minutos.

¿Conoces el castigo para la bigamia?
Tener dos suegras.

¿Cuál es la diferencia entre un terrorista y una suegra?
Con el terrorista se puede negociar.

Cortesía de Carmen O’dogherty

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Juan Miguel Castañeda

Nació en la villa de Valverde, isla de El Hierro, la más occidental de las que forman el grupo de las Canarias.

Vino a Cuba hacia el año de 1837, en el mismo buque que conducía a sus comprovincianos Fran­cisco Pérez Delgado, A. Stanislas y Gonzalo Casañas, y desde su lle­gada a La Habana abrazó la carrera mercantil.

Hombre de luces claras, buen sentido práctico, de nobles y hon­rados sentimientos, pronto adquirió relaciones entre las casas de más crédito de la ciudad capital, estableciéndose por su cuenta y razón en la Calzada del Monte, barrio de la Ceiba.

Aquí compró el hotel denomi­nado «El Caballo Blanco», dándose a conocer como gran inteligente en el arte culinario, y viniendo a ser su establecimiento uno de los más concurridos y mejor asistidos.

Siguiendo sus aspiraciones y deseos de progresar, compró más tarde el hotel «Telégrafo», frente al parque de Colón, que reformó y elevó a la altura de los mejores de La Habana.

Luego obtuvo el de «San Luis», frente a los muelles de Luz, que conservó a muy buena altura hasta que, cansado ya el Sr. Castañeda de la vida agitada que trae consigo esa clase de trabajo, se trasladó a París al lado de su único hijo, Dr. Castañeda y Campos, que, como médico y escritor público, goza de fama universal en Europa.

Fue el Sr. Castañeda uno de los Canarios de más prestigio en La Habana, y muy estimado de sus compatriotas.

Fue uno de los fundadores de la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola, y uno de los miembros más entusiastas de su directiva.

Fue uno de los que, en unión del Dr. Gordillo, Juan de la Cruz —gran comerciante de víveres de La Habana—, Manuel Penichet, Cristóbal Falcón, Vicente Capote, S. Ortega, José Hernández de la Cruz, Pedro Ruiz Hernández, Sebastián Macías, Antonio y Manuel Ortega, Rafael Clavijo de Armas, Diego y Antonio Moreno, Enrique Martínez, Francis­co Mallorquín, y otros muchos, trabajaron por la conservación de «El Mencey», primer periódico regional que se publicó en América.

Después de «El Mencey», salieron a la luz «La Ilustración» y «El Mensa­jero», por Perez Carrión, «El Centinela Canario», por la valiente y bien cortada pluma de Salnerí M. Linares, «El Eco de Canarias», por los apreciables jóvenes Acosta, Domínguez Barrera y Gary, «La Revista de Canarias», por Eduardo Pineda Diaz, «Las Canarias», «Las Afortunadas», por Félix Carballo, y «El Heraldo Canario», por Acosta, todos semanarios bien escritos que dan honor a las letras Canarias.

Esos mismos notables Canarios que antes hemos nombrado fueron los que más empeño tomaron por la realización de la suscripción del Hospital de Ntra. Sra. de los Desamparados, de Santa Cruz de Tenerife, 1860-61.

En todos los actos públicos o provinciales en que la colonia tomara parte, Castañeda y Antonio González —conocido por El Maicero— figuraron siempre en primera línea.

Juan Miguel Castañeda falleció en la ciudad de París a una edad avanzadísima.

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Juan Miguel Castañeda

Nació en la villa de Valverde, isla de El Hierro, la más occidental de las que forman el grupo de las Canarias.

Vino a Cuba hacia el año de 1837, en el mismo buque que conducía a sus comprovincianos Fran­cisco Pérez Delgado, A. Stanislas y Gonzalo Casañas, y desde su lle­gada a La Habana abrazó la carrera mercantil.

Hombre de luces claras, buen sentido práctico, de nobles y hon­rados sentimientos, pronto adquirió relaciones entre las casas de más crédito de la ciudad capital, estableciéndose por su cuenta y razón en la Calzada del Monte, barrio de la Ceiba.

Aquí compró el hotel denomi­nado «El Caballo Blanco», dándose a conocer como gran inteligente en el arte culinario, y viniendo a ser su establecimiento uno de los más concurridos y mejor asistidos.

Siguiendo sus aspiraciones y deseos de progresar, compró más tarde el hotel «Telégrafo», frente al parque de Colón, que reformó y elevó a la altura de los mejores de La Habana.

Luego obtuvo el de «San Luis», frente a los muelles de Luz, que conservó a muy buena altura hasta que, cansado ya el Sr. Castañeda de la vida agitada que trae consigo esa clase de trabajo, se trasladó a París al lado de su único hijo, Dr. Castañeda y Campos, que, como médico y escritor público, goza de fama universal en Europa.

Fue el Sr. Castañeda uno de los Canarios de más prestigio en La Habana, y muy estimado de sus compatriotas.

Fue uno de los fundadores de la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola, y uno de los miembros más entusiastas de su directiva.

Fue uno de los que, en unión del Dr. Gordillo, Juan de la Cruz —gran comerciante de víveres de La Habana—, Manuel Penichet, Cristóbal Falcón, Vicente Capote, S. Ortega, José Hernández de la Cruz, Pedro Ruiz Hernández, Sebastián Macías, Antonio y Manuel Ortega, Rafael Clavijo de Armas, Diego y Antonio Moreno, Enrique Martínez, Francis­co Mallorquín, y otros muchos, trabajaron por la conservación de «El Mencey», primer periódico regional que se publicó en América.

Después de «El Mencey», salieron a la luz «La Ilustración» y «El Mensa­jero», por Perez Carrión, «El Centinela Canario», por la valiente y bien cortada pluma de Salnerí M. Linares, «El Eco de Canarias», por los apreciables jóvenes Acosta, Domínguez Barrera y Gary, «La Revista de Canarias», por Eduardo Pineda Diaz, «Las Canarias», «Las Afortunadas», por Félix Carballo, y «El Heraldo Canario», por Acosta, todos semanarios bien escritos que dan honor a las letras Canarias.

Esos mismos notables Canarios que antes hemos nombrado fueron los que más empeño tomaron por la realización de la suscripción del Hospital de Ntra. Sra. de los Desamparados, de Santa Cruz de Tenerife, 1860-61.

En todos los actos públicos o provinciales en que la colonia tomara parte, Castañeda y Antonio González —conocido por El Maicero— figuraron siempre en primera línea.

Juan Miguel Castañeda falleció en la ciudad de París a una edad avanzadísima.

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Juan Miguel Castañeda

Nació en la villa de Valverde, isla de El Hierro, la más occidental de las que forman el grupo de las Canarias.

Vino a Cuba hacia el año de 1837, en el mismo buque que conducía a sus comprovincianos Fran­cisco Pérez Delgado, A. Stanislas y Gonzalo Casañas, y desde su lle­gada a La Habana abrazó la carrera mercantil.

Hombre de luces claras, buen sentido práctico, de nobles y hon­rados sentimientos, pronto adquirió relaciones entre las casas de más crédito de la ciudad capital, estableciéndose por su cuenta y razón en la Calzada del Monte, barrio de la Ceiba.

Aquí compró el hotel denomi­nado «El Caballo Blanco», dándose a conocer como gran inteligente en el arte culinario, y viniendo a ser su establecimiento uno de los más concurridos y mejor asistidos.

Siguiendo sus aspiraciones y deseos de progresar, compró más tarde el hotel «Telégrafo», frente al parque de Colón, que reformó y elevó a la altura de los mejores de La Habana.

Luego obtuvo el de «San Luis», frente a los muelles de Luz, que conservó a muy buena altura hasta que, cansado ya el Sr. Castañeda de la vida agitada que trae consigo esa clase de trabajo, se trasladó a París al lado de su único hijo, Dr. Castañeda y Campos, que, como médico y escritor público, goza de fama universal en Europa.

Fue el Sr. Castañeda uno de los Canarios de más prestigio en La Habana, y muy estimado de sus compatriotas.

Fue uno de los fundadores de la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola, y uno de los miembros más entusiastas de su directiva.

Fue uno de los que, en unión del Dr. Gordillo, Juan de la Cruz —gran comerciante de víveres de La Habana—, Manuel Penichet, Cristóbal Falcón, Vicente Capote, S. Ortega, José Hernández de la Cruz, Pedro Ruiz Hernández, Sebastián Macías, Antonio y Manuel Ortega, Rafael Clavijo de Armas, Diego y Antonio Moreno, Enrique Martínez, Francis­co Mallorquín, y otros muchos, trabajaron por la conservación de «El Mencey», primer periódico regional que se publicó en América.

Después de «El Mencey», salieron a la luz «La Ilustración» y «El Mensa­jero», por Perez Carrión, «El Centinela Canario», por la valiente y bien cortada pluma de Salnerí M. Linares, «El Eco de Canarias», por los apreciables jóvenes Acosta, Domínguez Barrera y Gary, «La Revista de Canarias», por Eduardo Pineda Diaz, «Las Canarias», «Las Afortunadas», por Félix Carballo, y «El Heraldo Canario», por Acosta, todos semanarios bien escritos que dan honor a las letras Canarias.

Esos mismos notables Canarios que antes hemos nombrado fueron los que más empeño tomaron por la realización de la suscripción del Hospital de Ntra. Sra. de los Desamparados, de Santa Cruz de Tenerife, 1860-61.

En todos los actos públicos o provinciales en que la colonia tomara parte, Castañeda y Antonio González —conocido por El Maicero— figuraron siempre en primera línea.

Juan Miguel Castañeda falleció en la ciudad de París a una edad avanzadísima.