[*IBM}– Del baúl de los recuerdos de IBM: 1953-1954 – Curso para técnicos en la época de Ferrenquín

Otras dos joyas de fotos —y no sólo por la antigüedad y las personas que en ellas aparecen sino también por la excelente resolución con que fueron escaneadas—, esta vez cortesía del exIBMista Alfredo Carvallo quien, además, me dio toda la información que sigue.

Ambas fotos corresponden a un curso para Customer Engineers (C.E.) —título que se daba a los técnicos— que incluyó todas las máquinas que formaban el Unit Record de la época. El curso comenzó el primer trimestre de 1953 y terminó el 12 de marzo de 1954.

¿Cortito, verdad? Se explica porque durante ese periodo se alternó la teoría con las prácticas hechas en el taller de IBM y también en el campo, resolviendo problemas en los clientes.

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Foto 1.- Tomada al comienzo del curso.

19530000=Inicio Curso CEs Ferrenquín-Carvallo

De izq. a derecha.

Sentados:  1, Traian Bela;  2, Alfredo Carvallo;  3, John A. Osterlund (IBM Manager).

De pie: 1, Octavio Otamendi (C.E. Supervisor);  2, X. Giral  (No terminó el curso);  3, Rómulo Gedler;  4, Hugo Smitter (Instructor);  5, Raúl Montefusco;  6, Juan J. Blesa;  7, Humberto Rivadeneira (C.E. Country Manager).

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Foto 2. Tomada el 12/03/1954, en el Club Americano (Caracas), durante el almuerzo de celebración del fin del curso.

19540312=Cierre Curso CEs Ferrenquín-Carvallo

En el sentido de las agujas del reloj:  1, Traian Bela;  2, Raúl Montefusco;  3, Rómulo Gedler;  4, Hugo Smitter (Instructor);  5, Juan J. Blesa;  6, John A. Osterlund (IBM Manager);  7, Humberto Rivadeneira (C.E. Country Manager);  8, Octavio Otamendi (C.E. Supervisor).

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COMENTARIOS

  Luis Salazar
¡GRACIAS, Alfredo! Dos verdaderas joyas para el Baúl de los Recuerdos.

Abrazos a Beatriz.

Horacio E. Malcervelli
Carlitos, ¡buen día! (¿más uno o menos uno?).

El curso unit record lo hicimos nosotros en Lima, con Dusio como instructor.

Cuando llegamos a Caracas, en 1957/58, IBM ya estaba en la esquina de Urapal, Rivadeneira era el Gerente del Dpto. Técnico, y el Viejo Morales y Martinelli eran los supervisores.

Un abrazo,
Machete Horacio

Alicia Smitter
Gracias, Carlos, por esas fotos y esos recuerdos de Papá, con Carvallo y con Rivadeneira.

Agradezco también a Alfredo Carvallo por regalarnos este tesoro.

¡Que Dios los bendiga y les dé mucha salud!

Abrazos,
Alicia Smitter

Carlos Salas
Carlos, ¡¡TREMENDAS FOTOS!!

¡Octavio Otamendi! El pana de Rivadeneira y del Viejo Jorge Gustavo Morales. ¡Dígame esos carajos, que se rompían el alma en Punto Fijo y Judibana!

Nosotros, los de la camada de los ’50s y ’60s, le decíamos a Otamendi “Tío Don Octavio” porque nos hacia trabajar como unos burros. Y varios que están en la foto, como Eduardo Mireles, fueron nuestros maestros.

¿Recuerdas a Ignacio de Pool? ¡Qué bellos tiempos aquéllos! La Shell, la Creole, La Menegrande,… ¡¡No lo que tenemos ahora!!

Recordar es vivir. ¿Te acuerdas de Lucila, la secretaria del Dpto. de Educación? Todavía está viviendo en Santa Eduvigis. ¡Recordar es vivir!

Sigue así, Charlie Brown. Nos ayudas a vivir mejor.

Un abrazo,
Carlos

[*ElPaso}– «Espejo de la Vida» / Poesías de Pedro Martín Hdez. y Castillo: Amor eterno

AMOR ETERNO

Ecos del pasado.
Para mi esposa.

Mujer, por tu pasión
latir siento en mi pecho,
con ansias ya desecho
mi ardiente corazón,

que anhela por tu ser
la dicha del vivir:
amor, puro sentir,
que inspira la mujer.

De amor henchida el alma,
al ver en tu sonrisa,
la gracia quo me hechiza,
robándome la calma;

observo en tu mirada
la cándida expresión,
que dice tu pasión
de ninfa enamorada.

Amor grande y sublime
que has hecho en mi nacer,
porque eres la mujer
que de ansias me redime.

Pues tienen tus encantos
grandezas eucarísticas,
unidas a las místicas
bondades de los santos.

Tu ser tiene de angélico,
un puro amor idílico,
romántico y gentílico,
que emana de lo célico.

Aroma, cual las rosas,
encierran tus suspiros;
perfumes que en sus giros,
destilan las hermosas;

y efluvios de quereres,
de anhelos y sentires,
incógnitos decires
que sienten las mujeres.

Es tu alma tan divina,
de virgen vaporosa,
que siempre en mi reposa
tu imagen peregrina;

y es tal tu perfección,
que ocupas, ¡oh, portento!
¡mi inquieto pensamiento!
¡mi ardiente corazón!

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Y pasa el tiempo, mujer,
y siempre, siempre por ti
siento que se agranda en mí
el más intenso querer.

Así al mirarte en mi mente,
mi corazón so estremece
de amor, y entonces te ofrece
tuyo ser eternamente.

Por eso, ninfa elegida,
de mi alma bello ideal,
tus gracias me dan la vida,
mi amor haciendo inmortal.

Si tú, por mi desventura,
murieses, lozana flor,
sería entonces mi amargura,
eterna cual es mi amor.

[Col}– Caracas, la Ciudad Elegida, y el himno nacional de Venezuela / Vicencio Díaz

24-01-2011

Vicenzio

Poco o nada se ha escrito sobre esta canción, regalo a los hispanoparlantes que viven después de cruzadas Las Columnas de Hércules, y eso es comprensible pues nadie puede escribir sobre lo que no se entiende, como no sea que por el afán de gloriarnos y hacernos de un nombre hablemos de algo que nadie entiende y sabiamente no nos va a contradecir.

A más de que siendo, como parecen ser, una serie de oraciones que trascienden las edades, es absurdo encontrarle su autoría en estos 2.000 años de la era en que hemos vivido y hemos de ver terminar, y menos aún encontrarle el propósito para el cual fueron destinadas esas oraciones.

Lo que sí podemos hacer —y es mi opinión— es que, sin darle ninguna explicación a priori, tratemos de entender, por el significado de las partes, el sentido del todo, cosa que en lo personal he venido haciendo desde 1997 y les comento a continuación lo que he indagado.

Busqué en todos los himnos hispanos, me fui a otros idiomas, registré entre la liturgia y, ya agotado de buscar, confirmé lo que había percibido desde el principio: aquélla era una pieza única cuyo autor sólo podía ser el supremo autor a quien nadie conoce y que habita en el empíreo.

Al año siguiente, y después de algo excepcionalmente maravilloso que ocurrió en el cielo sobre los Altos Mirandinos, cerca de Caracas, el 18 de noviembre de 1998 comenzaron las gentes de Caracas a cantarlo, y con brío, cosa que yo nunca había escuchado.

Mas, con todo de que ya llevaba un año meditando sobre el asunto, sacando copias del himno con mis meditaciones, y repartiéndolas entre mis allegados y amigos, no me di cuenta de tan extraño fenómeno; más bien lo tomé como algo folklórico y propio del momento que le tocaba vivir a la ciudad.

Luego vino el año 1999 con la alharaca del virus Y2K, porque las computadoras podrían fallar y todo el mundo relacionado trabajaba en esto, mientras algunos “esotéricos” se preparaban para encontrarse con el Hercóbulus —pues recordaron al olvidado Nostradamus que menciona el año 1999 como fecha en que del cielo algo ha de venir—, para tranquilidad de muchos llegó el año nuevo y vimos por televisión la alegría de los animadores porque no había pasado nada, mientras el Sol hacía que todo el mundo se fuera levantando desde Sydney, Jerusalén, Roma, Madrid y, cuatro horas más tarde, nosotros en Venezuela.

¡Feliz Año nuevo. Feliz siglo XXI!

Himno Nacional

Pero, ¿qué había pasado en verdad?

Siete semanas de años (49 años) después de declarada Jerusalén como sede de la capital del pueblo de Israel, el 23 de enero de 1950, —aniversario de feliz recordación para los caraqueños a sesenta y seis días del fenómeno cósmico ocurrido en los Altos Mirandinos el 18 de Noviembre, y después de haberse puesto a cantar “Gritemos con brío: muera la opresión; compatriotas fieles: la fuerza es la unión”— ocurrió la manifestación energética más grande después del Big-Bang, cosa ocultada por los astrofísicos que conocieron del asunto, hasta el 26 de marzo en que fue publicado en la revista Science por un grupo de personas del Instituto de Astrofísica de Canarias y que fue conocido como el GRB990123.

Según ellos, esto ocurrió a

213.500.000.000.000.000.000.000

kilómetros, pero, para que lo entienda mejor y el sol nos parece familiar y una buena referencia, el chorro de rayos gamma —que así le llamaron— ocurrió a 1.427.000.000.000.000 veces la distancia de aquí al Sol.

En todo caso, y si todavía no percibe con claridad porque no entiende lo que son millardos pero sí está claro en lo que son millones, le comunico que, si sabe donde están las primeras estrellas y multiplica esa distancia por 22.570.000.000 habrá llegado a 1.639 redshift distancia computada por ellos, más allá del punto en el cual el universo deja de expandirse y que los sabios de la edad media llamaban Empíreo.

Así las cosas, medite: ¿Qué mente entre las galaxias podía conocer lo que ahora es público y notorio: que sesenta y seis días después de cantado el «Gritemos con brío ¡muera la opresión!», desde z=1.639 (el Empíreo) el supremo autor le respondiera con este viento raro de rayos gamma? ¿O no dice así la canción:

«Y desde el empíreo el supremo autor, un sublime aliento al pueblo infundió»?

Sobre la autoría de esta canción —para los hispanoparlantes de esta TIERRA DE GRACIA, y dejando de lado al supremo autor, quien se identifica a si mismo dentro del texto— hay algunas teorías que lo hacen revelarse como posterior al 19 de abril de 1810, argumento que queda descalificado ante la evidencia del siguiente testimonio:

Fragmento de un documento de La Fundación Empresas Polar con inserción, en color, de datos sobre la detención y posterior traslado a Cádiz de Vicente Basadre:

«Aunque tradicionalmente se ha escrito que la improvisación de Salias se produjo en el seno de la Sociedad Patriótica de Caracas, esto no parece probable, pues aquel canto patriótico existía ya a fines de abril, o muy a comienzos de mayo, de 1810, en tanto que la Sociedad Patriótica sólo inició sus actividades a partir de diciembre de ese año.

Después de los sucesos del 19 de abril de 1810 el intendente de Ejército y Real Hacienda, Vicente Basadre, fue apresado por las nuevas autoridades y recluido en el castillo de San Carlos de La Guaira, hasta su expulsión el 5 de mayo siguiente.

Durante esos días que iban del 19 de abril al 5 de mayo de 1810 (decía Vicente Basadre en un informe escrito el 4 de julio), El 19 de abril de 1810 fue llevado ante el Cabildo de Caracas, donde renunció a su cargo; fue apresado y se negó a colaborar con los patriotas, por lo que fue mandado a La Guaira y embarcado el 1 de mayo en la corbeta Fortuna, con destino a Cádiz. Tras una breve escala en Puerto Rico arribó a España, siendo el primer funcionario depuesto por la revolución americana. Durante su travesía y a bordo del Fortuna, escribió su Memorial sobre el 19 de abril de 1810, la cual es considerada como una de las fuentes fundamentales para la comprensión del proceso emancipador americano y venezolano».

Al llegar a Cádiz, los «caballeros mantuanos» que por turnos le custodiaban en el castillo día y noche, le dijeron que «…en todos los pueblos se habían compuesto canciones alegóricas alusivas a la libertad, a la independencia…». El funcionario español recuerda con indignación en Cádiz algunas de las canciones que oyó o leyó poco antes en La Guaira: «Pero lo más escandaloso fue en las canciones alegóricas que compusieron e imprimieron acerca de su independencia. Convidaban a toda la América española para hacer causa común, y que tomasen a los caraqueños por modelo para dirigir revoluciones».

Estas palabras de Basadre son una paráfrasis bastante exacta de la tercera estrofa de la canción patriótica de 1810, convertida en 1881 en Himno Nacional:

Unida con lazos que el Cielo formó,
la América toda existe en Nación,
y si el despotismo levanta la voz,
seguid el ejemplo que Caracas dio.

Vicencio Díaz

[*IBM †}– Marcos E. Marten Rodríguez

  • Fecha: 29/01/2011                                                      
  • Lugar: San José de Costa Rica
  • Causa: Cáncer, diabetes, y problemas coronarios
  • Edad: 70
  • Última posición en IBM de Venezuela: Analista de Sistemas en la Sucursal de Distribución
  • Nació en:
  • Reposa en: Costa Rica

Información adicional

Datos aportados por Manuel Alberto Gutiérrez.

[Col}> «Sueños de emigrantes»: Clotilde Nazco y Agustín García Nazco / Estela Hernández Rodríguez

Estela

De Las Palmas (Canarias) a Cuba.

Las Palmas también tiene su huella aquí en nuestro país. Una de sus mujeres, Clotilde Nazco Castro, fue de las tantas isleñas que vinieron buscando una mejor vida y, como muchos, tuvo que pasar malos ratos y derramar alguna que otra lágrima por malas jugadas del destino, hasta que logró una estabilidad para su familia.

Luchadora inagotable, hizo frente a aquel momento que cuenta su hijo Agustín García Nazco, de 89 años de edad, casado con otra descendiente de Canarios.

Agustín dijo que su mamá, Clotilde Nazco Castro, vino a Cuba cuando tenía 30 años de edad, allá por el año 1930. Se ubicó en la provincia de Camagüey, y primero vivió con su hermana y el esposo de ésta, hasta que se casó.

Decía Agustín: «Mi padre era cubano, y tuvo con mi madre cuatro hijos; yo era el menor». Para pena suya, no pudo conocer a su padre, que murió antes que él naciera.

Desde ese momento, para la Canaria Clotilde todo fue más difícil, pues había quedado viuda y sabía que tenía que criar a sus hijos en medio de la miseria en que por aquella época vivía. Eran tiempos duros; gobernaba el presidente Eduardo Machado, hombre implacable en su mandato.

Ella sabía de la rigidez de la vida como emigrante, en la que a veces el destino da para ganar o para perder, y a ella desde muy temprano le había tocado lo segundo. Pero Clotilde, como isleña al fin, era una mujer trabajadora y luchadora, y, como dice el buen cubano: lavaba y planchaba. Esto último lo hacía con plancha de leña, como era natural en aquellos tiempos.

Cuentan los que la conocieron, y su propio hijo, que esa isleña planchaba de tal forma que se podía asegurar que la ropa quedaba hasta mejor que con una de las sofisticadas planchas de hoy en día.

También hacía comida para un grupo de trabajadores solteros, de origen Canario, que por aquel lugar laboraban en las vegas de tabaco.

Trabajaba sin descanso ya que las noches las dedicaba a la costura, remendando o arreglando una que otra ropa de su familia o de los vecinos. Así podía llevar el pan a la boca a sus cuatro hijos.

Más tarde conoció a un Canario, Antonio Rodríguez, con el que se casó, aunque continuaba trabajando en el tabaco, pero esta labor apenas les alcanzaban para comer.

Un día Clotilde le dijo a su marido: «Mira, viejo, el tabaco ya no tiene valor, y económicamente nos va mal. Vamos a mudarnos para Oriente, compramos unas tierras y empezamos con el café y otros cultivos».

El esposo le prestó atención, y al final le dio la razón porque reconoció que, aunque mujer, Clotilde tenía un don para saber hacer las cosas y abrirse paso.

De esa forma comenzaron a hacer las gestiones, visitaron Bayamo y fue allí precisamente donde al final se instalaron por el resto de sus vidas.

De la compra de la finca

«Se hablaba de la finca, pero no era tal como la imaginamos —dijo Agustín—. Sí, era tierra, pero de monte adentro, sin luz y con poca agua».

Fue aquí donde se manifestaron las habilidades de Clotilde para manejar estos asuntos. Se reunió con algunos amigos Canarios del lugar donde residía y, entre todos, compraron un pedazo a un precio muy bajo por caballería.

Clotilde solicitó dos de ellas, pero exigiéndole al dueño que tenían que tener agua, y fue así como se hizo de su finca a la que llamó “Las tres corrientes”, pues por ella pasaban tres arroyos que con sus aguas ayudarían al riego de cafetales, plantas y árboles frutales. Estos últimos que aún hoy se conservan.

La salida de Camagüey

Volviendo a la salida de Camagüey, había un inconveniente, ¿cómo se trasladarse? ¿qué llevarían?

No tenían nada, ni siquiera ropa ni zapatos. Para poder comprar esto tuvieron que vender la vaca y tres puerquitos, pero, «¡Qué remedio!», dijo Agustín.

Al fin llegaron a Camagüey, y lo más urgente era a hacer un bohío para poder vivir. Primero, y como en tránsito, fueron a parar en la casa de otra hermana de su mamá, en Guisa, en la zona de Arroyo Blanco, donde existía otro asentamiento de Canarios.

En lo que luego fuera la finca “Tres corrientes” no existía ni un camino ni un médico; todo era muy difícil, pero había que intentar mejorar las condiciones de vida. Para trasladarse desde ese lugar al pueblo había que caminar más de un día, y por un trillo por dentro del monte.

Así comenzaron aquellos isleños: rompiendo monte y creando con su esfuerzo y con sus propias manos, las siembras y sus casas. Con su trabajo y honestidad se ganaron hasta el crédito del dueño de la bodega del pueblo.

Ya habían creado un barrio, un barrio al que después, con el decir de la gente, se le quedó, y hasta nuestros días, el nombre de Canarias. Y es lógico porque cuando todos iban o venían por aquellas lomas al hacer referencia al lugar decían: “Sí, porque allá arriba, en Canarias,…”. Y fue así como, para orgullo de sus pobladores, se llamó desde entonces aquella pequeña región: Canarias.

En su recuento, Agustín me hablaba de un Canario que era poeta y que por las noches, y como por esas cosas que vienen del alma y en un momento, añorando a su terruño Amagar, Las Palmas, decía unos versos:

Yo recuerdo todavía,
de mis Canarias palmeras,
de Amagar y Las Calderas
dentro de dos serranías.

El cuento de las malangas picantes

Decía Agustín: «Recién llegados a «Tres corrientes», en el lugar no había nada que comer, y entonces mi padre fue a comprar unas malangas a un lugar de esa zona llamado «Hoyo de los indios”.

Resultó que sí había malangas, pero no malangas como tal sino sólo sus cabezas que resultaban picantes. Y mi padre dijo: “De no llevar nada, por lo menos algo comen”. Mientras, en la casa todos, hasta los trabajadores, lo esperaban.

Llegaron por fin las malangas y las cocinaron, pero no había quien se las comiera de lo picante que resultaron. Entonces uno de los isleños dijo: «Vamos a ponerla al sol a ver si cambia un poco», y así se hizo».

Y así, entre risas, contaba Agustín la anécdota, rematándola con: «Picaba poco, pero aunque picara, había que comérsela; no había otra cosa».

Cosas de jóvenes

En el barrio llamado Canarias todos eran como familia, y cuando un muchacho hacía de sus travesuras, juntos le aplicaban el castigo por igual.

«Un día —dijo Agustín— los muchachos fuimos a fumar en la casa del maíz. Subíamos a la solera y allí escondidos hacíamos otra de estas travesuras.

Un trabajador le contó esto a la tía, y de inmediato corrieron a bajarnos del lugar. ¿Qué cómo lo hicieron? ¡Pues a mazorcazos! Todos bajamos poco a poco, pero yo me tiré por el otro lado de la casa y vine a caer encima de un puerco.

Me levanté corriendo y no paré de correr hasta que llegué a mi casa. Mi mamá, al verme a esa hora de la noche, se preocupó y yo le dije que me habían traído mis primas hasta cerca de allí. Luego de ese susto, nunca más dije una mentira».

Una de las cosas que Agustín recordaba con tristeza era que en ese tiempo nunca fue a la escuela; ellos sólo trabajaban en la finca, sobre todo en los secaderos de café, en las despulpadoras.

Ya en estos equipos estaba la mano de su madre Clotilde, que era la encargada de hacer los negocios y de hacer las inversiones.

«Así era ella. Siempre fue la cabeza pensante, y ya nos iba bien. Ya con el tiempo y las buenas relaciones e ideas de mamá, tuvimos una casa muy cómoda, de piso, y muchos trabajadores, sobre  todo haitianos, que se quedaban entusiasmados por el trato de mamá Clotilde y volvían para la otra zafra; así años tras año.

Pero es que mamá era tan buena que hasta les cosía las ropas y les hacía uno que otro regalo. Por eso ellos vivían allí sin sentirse marginados.

De esta forma tuvimos nuestro cafetal, donde había un microclima y el agua no dejaba de asomarse un sólo día. Aprendimos cosas interesantes al lado de mamá, que siempre nos estaba dando buenos consejos», concluyó el descendiente Canario.

Estela Hernández Rodríguez
La Habana (Cuba). Noviembre/2010

[Col}– El «Cantar de los cantares», de Salomón / Vicencio Díaz

Vicenzio

Carlos, el comentario hecho por Carmen Campos me hizo recordar el Cantar de los Cantares, según comenté AQUÍ.

Lo leí de nuevo y cedí a la tentación de enviártelo completo.

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El «Cantar de los cantares» de Salomón

¡Ah, si me besaras con besos de tu boca!, porque mejores son tus amores que el vino.

Delicioso es el aroma de tus perfumes, y tu nombre, perfume derramado.

¡Por eso las jóvenes te aman!

¡Llévame en pos de ti!… ¡Corramos!…  

¡El rey me ha llevado a sus habitaciones!

Nos gozaremos y alegraremos contigo,

nos acordaremos de tus amores más que del vino.
    ¡Con razón te aman!

Morena soy, hijas de Jerusalén,pero hermosa como las tiendas de Cedar, como las cortinas de Salomón.

No reparéis en que soy morena, pues el sol me miró. Los hijos de mi madre se enojaron contra mí; me pusieron a cuidar las viñas, mas mi viña, que era mía, no guardé.
Dime tú, amado de mi alma,
    dónde apacientas tu rebaño, dónde descansas al mediodía;
    pues ¿por qué he de andar como errante junto a los rebaños de tus compañeros?

Si no lo sabes, hermosa entre las mujeres,
    sigue las huellas del rebaño,
y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

A la yegua del carro del faraón te he comparado, amada mía.
¡Qué hermosas son tus mejillas entre los pendientes, y tu cuello entre los collares!
Zarcillos de oro te haremos, con incrustaciones de plata.

Mientras el rey está en su reclinatorio, mi nardo esparce su fragancia.
Mi amado es para mí un saquito de mirra que reposa entre mis pechos.
Ramo de flores de alheña en las viñas de

En-gadi es mi amado para mí.

¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! ¡Tus ojos son como palomas!

¡Qué hermoso eres, amado mío, qué dulce eres! Frondoso es nuestro lecho; las vigas de nuestra casa, cedro; nuestro artesonado, ciprés.

Yo soy la rosa de Sarón, el lirio de los valles.

Como el lirio entre los espinos es mi amada entre las jóvenes.

Como un manzano entre árboles silvestres es mi amado entre los jóvenes. A su sombra deseada me senté y su fruto fue dulce a mi paladar.
Me llevó a la sala de banquetes y tendió sobre mí la bandera de su amor.
Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas, porque estoy enferma de amor.
Su izquierda esté debajo de mi cabeza; con su derecha me abrace.

¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas y las ciervas del campo,que no despertéis a mi amor!
    ¡Dejadla dormir mientras quiera!

¡La voz de mi amado! ¡Ya viene, saltando sobre los montes, brincando por los collados!

Semejante a una gacela es mi amado; como un joven cervatillo. Helo aquí, está tras nuestra pared, mirando por las ventanas, atisbando por las celosías.
Habló mi amado, y me dijo:

«Amada mía, hermosa mía, levántate y ven.
Ya ha pasado el invierno, la lluvia ha cesado y se fue; han brotado las flores en la tierra,
    ha venido el tiempo de la canción y se oye el arrullo de la tórtola en nuestro país.
Ya la higuera ha dado sus higos y las vides en cierne, su olor.
    «¡Amada mía, hermosa mía, levántate y ven! Paloma mía, que anidas en lo oculto de la roca, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz, porque tu voz es dulce, y hermoso tu aspecto».

¡Cazadnos las zorras, esas zorras pequeñas
    que destruyen las viñas, nuestras viñas en cierne!

¡Mi amado es mío y yo soy suya! Él apacienta entre los lirios.
Mientras despunta el día y huyen las sombras, vuelve, amado mío, como una gacela o un cervatillo por los montes de Beter.

Por las noches busqué en mi lecho al amado de mi alma; lo busqué, mas no lo hallé.
Pensé entonces: «Me levantaré,
recorreré la ciudad, y por calles y plazas buscaré al amado de mi alma».
    Lo busqué, mas no lo hallé.
Me hallaron los guardias que rondan la ciudad, y les pregunté:

«¿Habéis visto al amado de mi alma?»

Apenas me aparté de ellos un poco, hallé al amado de mi alma; me así a él, y no lo dejé hasta llevarlo a casa de mi madre,
    a la habitación de quien me dio a luz.

¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas y las ciervas del campo,
    que no despertéis a mi amor!
    ¡Dejadla dormir mientras quiera!

¿Qué es eso que sube del desierto cual columna de humo, perfumado de mirra e incienso, y de todo polvo aromático?
¡Ved, es la litera de Salomón!
    Sesenta valientes la rodean, de entre los fuertes de Israel.
Todos ciñen espada y son diestros en la guerra; cada uno lleva su espada al cinto, por los peligros de la noche.

El rey Salomón se hizo una carroza de madera del Líbano, con columnas de plata, respaldo de oro y asiento de grana; su interior, recamado de amor por las hijas de Jerusalén.

¡Hijas de Sión, salid!

Ved al rey Salomón con la corona que le ciñó su madre el día de su boda,
    el día del gozo de su corazón.

¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! ¡Tus ojos son como palomas en medio de tus guedejas!
    Tus cabellos, como manada de cabras que bajan retozándolas laderas de Galaad.
Tus dientes, como manada de ovejas que suben del baño recién trasquiladas,
    todas con crías gemelas, ninguna entre ellas estéril.

Tus labios son como un hilo de grana; Tu hablar, cadencioso; Tus mejillas, como gajos de granada detrás de tu velo. Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería: de ella cuelgan mil escudos, escudos todos de valientes. Tus dos pechos, como gemelos de gacela que se apacientan entre lirios.
Mientras despunta el día y huyen las sombras, me iré al monte de la mirra, a la colina del incienso.
¡Qué hermosa eres, amada mía!
No hay defecto en ti.

Ven conmigo del Líbano, esposa mía; baja del Líbano conmigo. Mira desde la cumbre del Amana, desde la cumbre del Senir y del Hermón, desde las guaridas de los leones, desde los montes de los leopardos.

Me robaste el corazón, hermana, esposa mía; me robaste el corazón con una mirada tuya, con una gargantilla de tu cuello.
¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía!
    ¡Cuánto mejores que el vino tus amores,
    y la fragancia de tus perfumes más que toda especia aromática! ¡Esposa mía!

Tus labios, como un panal, destilan miel; miel y leche hay debajo de tu lengua,
    y el aroma de tus vestidos es como la fragancia del Líbano.

Jardín cerrado eres, hermana mía, esposa mía; fuente cerrada, sellado manantial,
vergel de renuevos de granado, de frutos suaves, de flores de alheña y de nardos,

nardo y azafrán, caña aromática y canela,
    árboles de incienso y de mirra, áloes y las más aromáticas especias.
Manantial de los jardines, pozo de aguas vivas que descienden del Líbano.

¡Levántate, Aquilón, y ven, Austro!
    ¡Soplad, y mi jardín desprenda sus aromas!
    ¡Venga mi amado a su jardín y coma de sus dulces frutos!

He venido a mi jardín, hermana, esposa mía;
    he recogido mi mirra y mis aromas,
    he comido mi panal y mi miel,
    mi vino y mi leche he bebido.

Comed, amados amigos; bebed en abundancia.

Yo dormía, pero mi corazón velaba. La voz de mi amado que llama:

    «¡Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía, pues mi cabeza está cubierta de rocío, mis cabellos, de la humedad de la noche!

«Me he quitado la ropa,
    ¿cómo vestirme otra vez?
    Ya me he lavado los pies,
    ¿cómo ensuciarlos de nuevo?»
Mi amado metió su mano por el resquicio de la puerta
y mi corazón se conmovió dentro de mí.
Me levanté para abrir a mi amado
    y mis manos gotearon mirra: ¡de mis dedos corría la mirra sobre el pestillo de la cerradura!
Abrí a mi amado, pero mi amado se había ido,y
a había pasado, y tras su voz se me salió el alma.
    Lo busqué, mas no lo hallé; lo llamé, y no me respondió.
Me encontraron los guardias que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron, me arrebataron el manto los guardias de las murallas.

Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, si halláis a mi amado, hacedle saber que estoy enferma de amor.

¿Qué es tu amado más que otro amado, tú, la más hermosa entre las mujeres?
    ¿Qué es tu amado más que otro amado, para que así nos conjures?

Mi amado es blanco y sonrosado, distinguido entre diez mil; su cabeza es oro fino;
    sus cabellos crespos, negros como el cuervo.
Sus ojos, palomas que junto a arroyos de aguas se bañan en leche, están a la perfección colocados. Sus mejillas, eras perfumadas con especias aromáticas,
    son como fragantes flores; sus labios, lirios que destilan mirra. Sus manos, anillos de oro engastados de jacintos; su cuerpo, claro marfil cubierto de zafiros.
Sus piernas, columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino; su aspecto, como el Líbano; esbelto cual los cedros. Su paladar, dulcísimo, y todo en él codiciable.

    ¡Tal es mi amado, tal es mi amigo,
    hijas de Jerusalén!

¿A dónde se ha ido tu amado, tú, la más hermosa entre las mujeres?
    ¿A dónde se dirigió tu amado, y lo buscaremos contigo?

Mi amado ha bajado a su jardín, a las eras de las especias, a apacentar en los huertos y recoger los lirios.

¡Yo soy de mi amado, y mi amado es mío!
    Él apacienta entre los lirios.

Amada mía, eres bella como Tirsa, deseable como Jerusalén, imponente como ejércitos en orden de batalla.
¡Aparta tus ojos de mí, pues me subyugan!
    Tu cabello es como manada de cabras que bajan retozando las laderas de Galaad.
Tus dientes, como manada de ovejas que suben del baño, ninguna estéril, todas con crías gemelas.
Tus mejillas, como gajos de granada detrás de tu velo.
Sesenta son las reinas, ochenta las concubinas, y las jóvenes, sin número;
mas única y perfecta es la paloma mía,
la única de su madre, la escogida de quien la dio a luz.
    Las jóvenes la vieron y la llamaron «bienaventurada»; la alabaron las reinas y las concubinas.

«¿Quién es esta, que se muestra como el alba, hermosa como la luna, radiante como el sol, imponente como ejércitos en orden de batalla?»

Bajé al huerto de los nogales a ver los frutos del valle, a ver si brotaban las vides y florecían los granados.
Luego, antes de darme cuenta, mi alma me puso entre los carros de Aminadab.

¡Vuelve, vuelve, sulamita!
    ¡Vuelve, vuelve, que te veamos!

¿Qué miráis en la sulamita?

Que danza, como en los campamentos.

¡Qué bellos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe!
    Los contornos de tus caderas son como joyas, obra de excelente artífice.
Tu ombligo, como una taza redonda donde no falta el buen vino.
    Tu vientre, como montón de trigo de lirios rodeado.
Tus dos pechos, como gemelos de gacela.
Tu cuello, como torre de marfil;
tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; tu nariz, como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
Tu cabeza erguida, como el Carmelo;
como púrpura, tus guedejas: en ellas, un rey está cautivo.

¡Qué hermosa eres y cuán suave, oh amor deleitoso!
Tu talle, como la palmera;
    tus pechos, como sus racimos.
Yo dije: «Subiré a la palmera y asiré sus frutos».
    Deja que sean tus pechos como racimos de vid,
y como de manzanas la fragancia de tu aliento.
Tu paladar, como el buen vino,
que entra al amado suavemente y corre por los labios de los viejos.

Yo soy de mi amado, y en mí tiene su contentamiento.
Ven, amado mío, salgamos al campo, pasemos la noche en las aldeas.
Vayamos de mañana a las viñas,
a ver si brotan las vides, si ya están en cierne, si han florecido los granados.
    ¡Allí te daré mis amores!
Las mandrágoras exhalan su aroma,
y a nuestras puertas hay toda suerte de deliciosas frutas, frescas y secas, que para ti, amado mío, he guardado.

¡Ah, si fueras tú un hermano mío, criado a los pechos de mi madre!
    Cuando te hallara fuera de la casa, te besaría,
y no me menospreciarían.
Te llevaría y te haría entrar en casa de mi madre; tú me enseñarías.
    Yo te daría a beber vino aromado con licor de mis granadas.
Su izquierda esté debajo de mi cabeza; con su derecha me abrace.

¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, que no despertéis a mi amor!
    ¡Dejadla dormir mientras quiera!

¿Quién es esta que sube del desierto, recostada sobre su amado?

Debajo de un manzano te desperté; donde tuvo tu madre los dolores, donde tuvo los dolores quien te dio a luz.

Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte como la muerte es el amor y duros como el seol los celos.
    Sus brasas son brasas de fuego, potente llama.
Las muchas aguas no podrán apagar el amor ni lo ahogarán los ríos.
    Y si un hombre ofreciera todos los bienes de su casa a cambio del amor, de cierto sería despreciado.

Tenemos una pequeña hermana, que no tiene pechos;
    ¿Qué haremos con nuestra hermana cuando de ella se hable?
Si fuera una muralla, edificaríamos sobre ella un palacio de plata; si fuera una puerta, a recubriríamos con tablas de cedro.
Yo soy como una muralla, y mis pechos, como torres.
    Ante sus ojos he sido como quien ha hallado la paz

Salomón tuvo una viña en Baal-hamón, y la encomendó a unos guardas, y cada uno le llevaba por su fruto mil monedas de plata.

¡Mi viña, la mía, está delante de mí!
    ¡Que las mil monedas sean para ti, Salomón,
doscientas para los que guardan el fruto!
Tú, que habitas en los huertos, los compañeros escuchan tu voz. ¡Házmela oír!
¡Corre, amado mío, como la gacela o el cervatillo, por las montañas llenas de aromas!

Pero el rey Salomón amó además de la hija de Faraón a muchas mujeres extranjeras: a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: no os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón.

(De la genealogía de José, de quien estaba desposada María Madre de Jesús: Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías. Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, y Abías a Asa. Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías. Uzías engendró a Jotam, Jotam a Acaz, y Acaz a Exequias).

[*IBM}– Del baúl de los recuerdos de IBM: 1950 – Foto de cuando IBM estaba en Ferrenquín

Esta foto, toda una joya, me llegó por cortesía de Oscar del Barco y con la anotación de que seguramente fue tomada en 1955.

Como ni el tamaño ni la resolución son muy buenos, y hay en ella mucha gente, no logré reconocer a nadie, así que recurrí a Antonio Ramírez, «El hombre de la memoria prodigiosa», quien me ha dejado patidifuso porque además de que me demostró que la foto fue tomada en 1950 ó 1951, por lo visto, reconoció —o buscó ayuda para reconocer— a todos los que enumero más abajo.

Si alguien puede corroborar, corregir o ampliar la lista de nombres, incluyendo la indicación de si alguno ha muerto, mis gracias de antemano.

***

La foto completa es ésta:

Foto 1. Completa.

Ferrenquín-Full

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Foto 1A. Mitad izquierda.

Ferrenquín-Izq

 De izquierda a derecha y desde delante hacia atrás.

Sentados:  1, (Costarricense que era el Office Manager;  2, Jossy Calderón;  3, Humberto Rivadeneira;  4, Ludmila Cohen;  5, (Un gerente que era argentino).

Fila 1 de los en pie, inmediatamente detrás de los sentados:  1, Luis Kovacs;  2, Jorge Mejías Curiel;  3, Héctor Orbegoso;  4, Octavio Otamendi;  5, Simón Meléndez;  6, Hugo Smitter;  7, Eduardo Mireles;  6, Jorge Gustavo Morales («El viejo Morales») ;   7, Humberto Sifontes.

Fila 2 de los en pie:  1?;  2?;  3?;  4?;  5, Antonio Parravano;  6, Ángel Puyuelo.

Fila 3 de los en pie:   1?;  2?;  3?;  4?;  5?;  6?;  7, Juan Spada;  8?

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Foto 1B. Mitad derecha:

Ferrenquín-Der

 De izquierda a derecha. y de delante hacia atrás. 

Sentados:  1, Enrique Jiménez;  2, Alberto Yánez, Gerente General;  3, X. Alvariño; 4 , (Secretaria de Alvariño);  5?;  6, Mrs. Evelyn, secretaria del Gerente General.

De pie, inmediatamente detrás de los sentados:  1, José Gregorio Hernández;  2, Julio Viera;  3, Isaías Celis (Gerente de Contabilidad) ;  4?;  5, Rafael D’Elia (Jefe de Almacén);  6, Enrique Fuenmayor Trenzano ;  7, Álvaro Zapata.;  8, X. Lustanau.

Filas entre 2 y última de los en pie:  1?;  2?;  3?;  4?;  5?;  6?;  7?;  8?;  9?;  10?;  11?; 12?

Fila 3 de los en pie:   1, Carlos Azancot;  2?;  3?;  4?;  5, Gerónimo Machado .

~~~

Foto 1. Sólo las personas. En esta foto se basa la lista que sigue:

Ferrenquín-Sólo gente.

 En las filas traseras —o sea, detrás de la primera fila de los que están en pie—, Antonio Ramírez pudo reconocer a algunos, pero me resulta difícil indicar su ubicación.

Los nombres de los ahí reconocidos, y creo que en orden basado en esta foto, son:

  • Pedro Maal
  • Adolfo McCrack
  • Erik Vogeler
  • X. Serrano (Cajero)
  • Lazslo Rajkay
  • Tal vez Federico Schmidt
  • Un office boy
  • Carlos Azancot
  • José Luis X
  • Gerónimo Machado

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COMENTARIOS

CMP
En respuesta a Antonio Ramírez.

Gracias, Antonio. Cambio efectuado.

Ahora sí reconocí a mi vecino Azancot.

Antonio Ramírez
En la foto 1b, el primero de la izquierda en la fila superior es CARLOS AZANCOT. Y en esa misma fila, el último a la derecha es GERÓNIMO MACHADO.

CMP
En respuesta a BRAULIO HUEN.

Gracias, Braulio.

La Foto 1B tiene 4 filas (una de sentados y tres de en pie), y como en todas hay más de 5 integrantes, pues en todas hay un número 5.

Sin embargo, mirando en detalle todos esos números 5 deduje que te refieres al 5 de la fila 3 de los en pie, o sea, que Gerónimo sería el del extremo derecho de la última fila, la de más atrás. Y así lo puse ya gracias a tu guía.

BRAULIO HUEN
Carlos: Foto 1B Mitad derecha No. 5 Gerónimo Machado

Horacio E. Malcervelli
Carlitos, foto realmente histórica, seguramente de 1950 o antes, pues llegué a IBM en 1957 y las personas mencionadas en la foto parecían bastante ms viejas que lo que se ven en ella.

Confieso que cada vez que recibo tus mensajes se me aprieta un poco el corazón pensando que La Parca nos hizo alguna otra visita.

Un saludo para ti y para los compañeros que me aguantaron en mi corto pasaje por Caracas.

En caso de que alguno de los muchachos se interese en intercambiar conmigo unas líneas, mis e-mails alternativos son éstos:
hmalcervelli@hotmail.com
hmalcervelli@yahoo.com.br

CMP
En respuesta a Alfredo Carvallo.

Gracias, Alfredo. Hechas las correcciones que aprecio mucho porque de los hasta ahora identificados en esa foto apenas conocí a nueve (9), y a 2 de esos nueve (Azancot y Gerónimo Machado) no logro verlos en la foto.

Alfredo Carvallo
Carlos, permíteme una corrección.

Foto 1B. Primera fila de pie. Al 4 no lo reconozco; 5, Rafael D’Elia; 6, Enrique Fuenmayor; 7, Ávaro Zapata; y 8, X. Lustanau.

Ése que aparece sentado al lado de Miss. Evelyn no es Lustanau.

CMP
En respuesta a BRAULIO HUEN.

Gracias, Braulio; ya hice las correcciones. Poco a poco van saliendo los datos fidedignos.

BRAULIO HUEN
Carlos, dos pequeños cambios:
1) Juan Spada nunca fue empleado de contabilidad.
2) Isaías Celis fue Gerente de Contabilidad (no era trinitario, y murió hace aproximadamente dos semanas). Fue esposo de Luisa María Celis.

Antonio Ramírez
Carlos. Ángel Puyuelo está detrás de Sifontes, y el que está a su lado derecho creo que es Joaquín Clavería.

Detrás de Clavería está Carlos Azancot; es el del centro, con anteojos, en la última fila.

Vicencio Díaz
Luis, creo que en el grupo de Mireles, Sifontes y Orbegoso estaba también Desiderio, del cual nunca he oído hablar pero que cuando entré a IBM le conocí y nos tratamos bien por algún tiempo.

Es posible que Desiderio esté en esa foto. Y otro que podría estar es Fernando Rodríguez Campos.

Échale ojo, Luis.

CMP
En respuesta a Luis Salazar.

Mil gracias, Luis. Ya hice las correcciones. Espero no haberme equivocado.

CMP
En respuesta a Hugo Ramírez M..

Gracias, Hugo. Y si ves a Mireles pídele también que mande fotos. Seguro que tiene algunas de mucho valor. Y no olvides mandar también las tuyas.

Hugo Ramírez M.
De verdad que es toda una joya esta fotografia.

Sé que Hugo Smitter y Julio Viera, dos de mis mentores durante mi paso por IBM, ya no están con nosotros.

A Eduardo Mireles lo he visto cerca de donde vivo. Si lo veo le voy a pedir que nos ayude a reconocer más personas en la foto.

Luis Salazar
Hola, Carlos. Algunas correcciones,

Foto 1A. Al lado del Viejo Morales está Humberto Sifontes, técnico DP. Justo detrás del Viejo Morales está, efectivamente, Antonio Parravano. Y al lado de Héctor Orbegoso está Octavio Otamendi. Al lado de Mrs. Evelyn está X. Lustanau, de IBM Argentina.

Y arriba, en la última fila, de izq a derecha, el No. 7 es Juan Spada, de Contabilidad.

Creo que Juan Carlos Dellegrazie vino a Venezuela mucho después, en el grupo argentino de Lacoste, Cristini, Sitja, Girolamo, Outeda, Malcervelli…

[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: Máximo Ferrer y Ramírez

Nació en el Puerto de Arrecife, isla de Lanzarote.

Fue promotor?fiscal del antiguo juzgado de primera instancia del distrito de Monserrate, de La Habana. Después de haber ejercido durante muchos años la honrosa profesión de abogado en la ciudad de Sancti-Spiritus, se hizo cargo del registro de la propiedad de San Antonio de los Baños, y en la actualidad desempeña el de la importante ciudad de Bejucal, por ser de mayor categoría.

El Sr. Ferrer y Ramírez es doctor en Derecho, de abolengo ilustre, ha desempeñado en esta isla el cargo de juez de primera instancia.

Nuestro comprovinciano tiene un sobrino, José Ferrer y Parrilla, también natural de Lanzarote y abogado, que desempeña en la actualidad el juzgado de primera instancia de Pampanga, Manila, y que también desempeñó cargos en esta isla, como fueron el de promotor fiscal de Baracoa y el de juez de primera instancia de Manzanillo.

El Dr. Ferrer, pues, es licenciado en Filosofía y Letras, posee grandes conocimientos en Derecho, científicos y literarios, y, además de los adquiridos en los empleos que ha desempeñado con bastante beneplácito de sus superiores,

  • Está en posesión de las cruces del Mérito Militar, roja de primera y segunda clase, que se la concedió el Gobierno Supremo cuando desempeñaba el cargo de asesor de guerra del Cuerpo Jurídico Militar en la ciudad de Sancti-Spiritus, en la guerra pasada
  • Es comendador y caballero de la real americana orden de Isabel la Católica
  • Es concejal y alcalde de S. Bartolomé (Lanzarote)
  • Concejal y síndico del Ayuntamiento en Sancti-Spiritus; y,
  • Promotor-fiscal de Arrecife (Lanzarote).