MANUEL FIERRO SOTOMAYOR
(1752-1828)
El 19 de abril de 1810 fue arrestado Fierro, en su casa, por el doctor Vicente Tejera quien cumplía órdenes del Cabildo, y le fue dejada una guardia mandada por el capitán Galindo.
A las dos y media de la tarde fue conducido Fierro desde su casa hasta la Sala Capitular, y después lo encerraron en un cuarto del mismo Cabildo con el jefe del campo volante, teniente coronel Lorenzo Fernández de la Hoz. A las seis se les permitió regresar a sus respectivas casas, acompañado cada uno de ellos de dos diputados, a Emparan y demás funcionarios, pero se hizo excepción de Fierro y Fernández de la Hoz, quienes quedaron presos en la sala concejal, y a las nueve de la noche fueron trasladados desde el Cabildo al cuartel veterano, situado entonces entre las actuales esquinas caraqueñas de Panteón y Dos Pilitas.
Como es sabido, al formarse la Junta Suprema, el 19 de abril de 1810, una de sus primeras medidas fue la expulsión de las autoridades depuestas:
• don Vicente Emparan, Capitán General de la Provincia;
• don Felipe Martínez de Aragón, oidor decano de la Real Audiencia;
• don Antonio Julián Álvarez y don José Gutiérrez de Rivero, oidores de la Real Audiencia:
• el brigadier don Agustín García de Carragliedo, comandante genera de Artillería;
• don Vicente Basadre, intendente general:
• el comandante licenciado don José Vicente de Anca, teniente gobernador y auditor de guerra;
• Fierro,
• Fernández de la Hoz, y
• el tenientes coronel don Joaquín Osorno, comandante del cuerpo volante.
El 21 a las cinco de la mañana salieron a caballo, bajo guardia de honor, del Cuartel Veterano camino a La Guaira y escoltado cada uno de ellos por un oficial y seis soldados de caballería: Fierro, Basadre, Martínez de Aragón, García de Carrasquedo, Osorno, y Fernández de la Hoz; y en el camino, un cuarto de hora después, se les unió Emparan, quien venía de su casa con igual escolta.
Además acompañaron en este viaje a las últimas autoridades del régimen colonial “cuarenta o cincuenta paisanos, nobles y empleados” (dice Basadre) “todos a caballo con armas blancas o de fuego».
A las once de la mañana llegaron a Maiquetía, desayunaron en la casa del Corregidor, y montaron nuevamente a las tres de la tarde, y al cuarto de hora arribaban al puerto de La Guaira, donde fueron embarcados el día 27 en el bergantín “Nuestra Señora del Pilar», escoltados por un paquebot del corso al mando de Juan Valenzuela, y rumbo hacia los Estados Unidos de América, excepto Gutiérrez de Rivero, que, a causa de hallarse su consorte con nueve meses cumplidos de embarazo, se le permitió quedarse en Caracas hasta el 1° de mayo, pero viendo el Cabildo que no había resultado alguno se le obligó a partir para La Guaira ese día, con todos los miramientos que necesitaba la señora, escoltada por un piquete de caballería.
También Basadre y Anca fueron dejados en La Guaira con sus correspondientes familias y en compañía de Fierro que había sido desembarcado y pasado al castillo del Zamuro. La guardia de Basadre, Anca y Fierro, compuesta de caballeros mantuanos de Caracas, se relevaba todos los días a las diez de la mañana, y la comida que le suministraban procedía de la fonda y era pagada del tesoro público.
El 5 de mayo se dieron a la vela, en la fragata “Fortuna», mandada por el capitán Pablo Domenec, Fierro, Basadre, Anca, y Gutiérrez de Rivero, estos tres últimos con sus familias. Eran por todo cuatro familias que hacían un total de 28 personas: 10 mujeres, 10 niños y 8 hombres con los criados. La “Fortuna” había salido con rumbo a Cádiz, pero los pasajeros rogaron al capitán del buque que los condujera a Puerto Rico, librándose así de ser víctimas de una epidemia de que se tenia noticias se sufría allá.
Accedió aquél, y el viernes, 11 de mayo, dieron fondo en el puerto de la Aguadilla, en la costa de Puerto Rico. Aquí, según opinión de Basadre, debería uno de los cuatro, seguir viaje a Cádiz para informar al Supremo Consejo de la Regencia de lo ocurrido en Caracas. Los otros tres manifestaron que se quedarían en Puerto Rico, resolviéndose que Basadre siguiera solo a la Metrópolis a pesar de la persuasión que le hacían su mujer, su suegra, y el llanto de sus pequeños hijos.
El 13 de mayo se hizo a la mar Basadre, llegando a Cádiz, a bordo de la corbeta “Fortuna», el 4 de julio de 1810.
Fierro y Gutiérrez de Rivero siguieron a San Juan para ponerse bajo la protección del gobernador de la isla, don Salvador Meléndez; y Anca se quedó con su familia en la Aguadilla, desde donde dirigió al Supremo Consejo de la Regencia, con fecha 15 de mayo, una interesante relación de los sucesos ocurridos en Caracas el 19 de abril anterior.
El 29 de abril de 1810, el Consejo de Regencia de Cádiz nombró al Mariscal de Campo don Femando Miyares y González, que a la sazón era Gobernador de la Provincia de Maracaibo, para sustituir al Gobernador de la Provincia de Caracas, Mariscal de Campo don Vicente Emparan.
Y para dar mayor vigor a la autoridad de Miyares, encargó al Comisionado Regio para la pacificación de Venezuela, don Antonio Ignacio de Cortavarria, para que le diese sus instrucciones; se circularon órdenes al Virrey de México, y a los Capitanes Generales de Cuba y Puerto Rico, para que le protegieran con toda clase de socorros, y a fin de que las operaciones militares tuvieran todo el éxito que se esperaba, le nombraron por consultores al brigadier don Juan Manuel Cagigal y al coronel don Francisco Carabaño, y le recomendaron para su colocación en el ejército a Fierro y a los tenientes coroneles Fernández de la Hoz y Emeterio Ureña.
El 23 de mayo de 1812, Fierro fue nombrado Brigadier de Infantería de los Reales Ejércitos. El 22 de julio de 1812, llegó Fierro a Puerto Cabello acompañando a Miyares, en unión de los demás oficiales que habían salido de Puerto Rico destinados a Venezuela; y el 29 del mismo mes fue comisionado por Miyares, para salir al encuentro del Comandante de las Tropas, don Domingo de Monteverde, con objeto de que ajustase con él las peligrosas diferencias que ocurrían, en razón de no haberle éste querido entregar el mando de la Provincia al repetido Miyares.



