[*ElPaso}– Sin derecho a pedir más

19-11-2006

Carlos M. Padrón

¿Recuerdan a Angelina, la de «Miguel el de Angelina«, y al Ñoño, el de «El Ñoño y el arco iris«? Pues la historia que sigue tiene que ver con Julita, hija de El Ñoño, y con Angelina, la madre de Miguel.

En lo tocante a dotes físicas, Julita no tenía mucho que agradecerle a Dios, pues era pequeña de estatura, un tanto gambeta y, como en El Paso se decía entonces, “mal encabada”.

Aún así, un día Pedro llegó a su vera y la enamoró. Por su físico, tampoco Pedro tenía mucho que agradecerle a Dios y, en atención al color de su piel, lo apodaron con el nombre de un santo negro, aunque, a juzgar por las imágenes de éste, el santo estaba mejor que Pedro.

El caso es que Pedro y Julita se casaron, y cuando Angelina supo que Julita estaba encinta declaró su interés por ver qué clase de criatura saldría de tales padres, así que el día que se hizo público que Julita había dado a luz una niña, Angelina expresó públicamente su determinación de echarle un vistazo cuanto antes a la recién nacida.

Y la ocasión propicia fue cuando Julita bajó a La Plaza con su hija para llevarla a revisión pediátrica. Angelina sabía que, de regreso, Julita debía pasar frente a su casa, así que montó guardia pacientemente, y cuando por fin llegó Julita con su bebé en brazos, Angelina le salió al paso y le pidió que le dejara ver a la niña, cosa que la orgullosa madre hizo con gusto.

Al ver lo hermosa que la criatura era, Angelina, asombrada, le comentó a Julita:

—¿Pues sabes lo qué te digo? ¡Que pa’ser hija tuya no pidas más!

Esto es sinceridad, lo demás es cuento.