[LE}– Origen de dichos y expresiones: Irse a la porra

16-09-14

El sargento mayor de cada Tercio de Flandes, la unidad de élite de los ejércitos Habsburgo en el siglo XVI y XVII, dirigía los compases de sus hombres moviendo un gran garrote, una especie de antecedente de la batuta de orquesta que recibía el explícito nombre de porra.

Cuando una columna en marcha hacía un alto prolongado, el sargento mayor hincaba en el suelo el extremo inferior de su porra distintiva para simbolizar la parada.

Como los soldados arrestados debían permanecer sentados en torno a la porra que el sargento había clavado al principio, eso equivalía por tanto a «enviar a alguien a la porra» como sinónimo de arrestarle.

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[*Opino}– Mañas del idioma en España

01-01-15

Carlos M. Padrón

Creo que, quienquiera que haya escrito el artículo que copio abajo, tiene razón.

Aunque la parte estética no me ha preocupado nunca mucho —excepto en las personas—, me parece que, por ejemplo, eso de güisqui es una ridiculez: uno de los más notables esfuerzos de la RAE por hacer lo que fuere con tal de no aceptar, tal y como es, una palabra extranjera, en especial si procede del inglés.

Algo diferente es el caso de selfi en vez de selfie, pues la pronunciación de la palabra extranjera es selfi, y lo natural, ya que en español no hay vocales mudas, es aceptarlo tal y como suena, como en el caso de Wi-Fi —acrónimo de Wireless Fidelity (Fidelidad inalámbrica)— que, aunque en inglés se pronuncia uai-fai, en España lo pronuncian de una forma que resulta ridícula: ui-fi.

Una de las varias excepciones a esto es online, u on line, que, aunque se pronuncia onlain, se sigue escribiendo con la grafía inglesa; una tendencia que seguramente irá en aumento.

Artículo(s) relacionado(s):

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31 DIC 2014

El (mal) genio del idioma

Para Fundéu, la palabra del año es selfi; pero la supresión de la ‘e’ final afea la estética del vocablo.

Igual que las empresas pueden crecer orgánicamente (aumentando su tamaño y su cuota de mercado) o comprando otras empresas, el idioma enriquece el vocabulario por métodos preestablecidos en la propia lengua o importando palabras de otras.

La Fundación del Español Urgente (Fundéu) acaba de proporcionar un ejemplo pintiparado. Considera que la palabra del año —por su interés lingüístico, por su irrupción avasalladora en el habla cotidiano— es selfi, castellanización apresurada de la palabra selfie, esa foto que uno —solo o en compañía de otros— se perpetra con un celular.

En este caso, selfi respondería al método importador (anglicismo), mientras que el desarrollo idiomático autónomo para el concepto selfie proporcionaría las palabras autorretrato o autofoto, que también recomienda Fundéu.

No es necesario profetizar qué palabra arrollará a las otras dos cuando en una conversación medie la cámara de un celular. La Fundéu cumple con el protocolo al proponer el trío, pero sabe bien que si selfi es la palabra del año no es por su estética ni por su corrección, sino porque domina la calle.

Otra cosa es la estética. Selfi resulta una ablación feísta de selfie, cuya gracia principal, de tenerla, radica en la ‘ie’ final. La extrusión de las palabras para encajarlas en otro idioma rara vez ofrece buenos resultados. Piénsese en la deformación de un vocablo con tanto pedigree como whisky o whiskey hasta convertirlo en güisqui, que quedaría tosco incluso en un texto de Vizcaíno Casas.

Quizá el uso aporte algún barniz de prestancia a selfi, pero a veces es conveniente importar los extranjerismos tal como son y confiar en el buen criterio del hablante. Eso es el genio del idioma, ¿no?

Tampoco aportan mucho el resto de las palabras entre las que la Fundéu ha coronado selfi. O responden al impulso de nombrar nuevas chucherías del espíritu, de gran predicamento social (nomofobia

o pavor a estar desconectado de la red, apli, apócope de aplicación), o reflejan un uso masivo (dron, ébola, postureo) o caen en la redundancia, como amigovio (híbrido entre amigo y novio).

Pero, ¿quién, teniendo a mano follamigo, va a caer en la cursilería del amigovio? ¿Y por qué no novami?

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[LE}– ‘La alerta’, pero también ‘el alerta’

07/01/2015

El sustantivo alerta se emplea mayoritaria y preferentemente en femenino.

Pero también se considera válido su uso como masculino cuando se refiere a una llamada de atención o aviso (la/el alerta meteorológica/o).

En los medios de comunicación pueden encontrarse frases como

  • «Alerta rojo: el ébola llegó a Estados Unidos»,
  • «Italia elevó ayer al nivel máximo el alerta por posibles ataques terroristas del Estado Islámico» o
  • «Nuevo alerta por fuertes lluvias para el sudeste de Santiago».

Conforme a la vigesimotercera edición del Diccionario, el sustantivo alerta tiene dos significados próximos, pero diferentes:

  1. Con el sentido de ‘situación de vigilancia o atención’ es un nombre de género femenino exclusivamente (la alerta),
  2. Con el sentido de ‘aviso o llamada para ejercer vigilancia’ admite los dos géneros: el alerta o la alerta.

Por tanto, aunque es más frecuente optar por

  • «Alerta roja: el ébola llegó a Estados Unidos»,
  • «Italia elevó ayer al nivel máximo la alerta por posibles ataques terroristas del Estado Islámico» y
  • «Nueva alerta por fuertes lluvias para el sudeste de Santiago»,

los ejemplos iniciales en masculino, habituales en países como Argentina, Uruguay o Venezuela, también se consideran adecuados si se interpreta alerta como ‘aviso’.

No sería apropiada, en cambio, una frase como

  • «Manila y las provincias colindantes de Bulacan, Rizal y Laguna se encuentran en alerta rojo»,

donde lo indicado habría sido escribir en alerta roja, pues sólo cabe interpretar el sustantivo con el significado de ‘situación de vigilancia’.

En caso de duda, si no se acierta a distinguir si alerta se está utilizando con el significado de ‘situación de vigilancia’ o el de ‘llamada de atención’, se aconseja optar por el género femenino, que siempre es adecuado.

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[LE}– ‘El maratón’ y ‘la maratón’, formas adecuadas

05/01/2015

La palabra maratón puede emplearse tanto en masculino (el maratón) como en femenino (la maratón).

Esto, según el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD).

En los medios de comunicación pueden encontrarse frases como

  • «Un tribunal rechaza aplazar el juicio por el ataque del maratón de Boston» o
  • «Empieza el juicio por el atentado en la maratón de Boston en 2013»,

que son ambas válidas.

De acuerdo con la Academia, el sustantivo maratón, que alude a una ‘carrera pedestre de resistencia’ y, en general, a una ‘competición de resistencia o actividad larga e intensa’, comenzó a circular en el primer tercio del siglo XX con género masculino, aunque más tarde, por influencia del género de prueba o carrera, se extendió su uso en femenino, que también se considera apropiado.

El DPD desaconseja, en cambio, la grafía marathón.

Se recuerda asimismo que los términos maratoniano y maratonista son los adecuados para referirse a los participantes en esa prueba.  

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[LE}– ‘Catastrazo’, ‘decretazo’ o ‘ivazo’ no necesitan comillas

02/01/2014

Los sustantivos catastrazo, decretazo, ivazo, tasazo o recetazo, entre otros, no necesitan comillas.

La razón es que están formados de acuerdo con las indicaciones de la Nueva Gramática de la Lengua Española sobre el uso del sufijo –azo.

En los medios de comunicación es habitual encontrar frases como

  • «Cuenta atrás para otro “catastrazo”»,
  • «Obama irá hasta el final con el ‘decretazo’ de la reforma migratoria»,
  • «El “IVAzo” del PP dejó a la música en vivo “en el fango” en 2013»,
  • «El ‘tasazo’ de Gallardón cumple dos años» o
  • «Los parados sin subsidio son el único sector de la población al que no perjudica el ‘recetazo’».

Conforme a la Academia, el sufijo -azo, originalmente empleado en nombres de golpe, como martillazo, codazo o escobazo, traslada este matiz a sustantivos que expresan «acciones o decisiones políticas o administrativas que poseen carácter público, generalmente actuaciones sonadas o sorpresivas de cierta trascendencia, unas veces autoritarias y otras reivindicativas».

Pese a no hallarse todos en los diccionarios, se trata de sustantivos respetuosos con las normas de derivación y se encuentran ampliamente extendidos, o, en los casos de más reciente creación, se entienden de inmediato con facilidad por analogía con los ya asentados, por lo que no necesitan, en cualquier caso, ningún tipo de resalte.

La propia Gramática recoge términos como catastrazo, decretazo, medicamentazo, salariazo o tarifazo.

Así pues, en los ejemplos anteriores habría sido preferible escribir

  • «Cuenta atrás para otro catastrazo»,
  • «Obama irá hasta el final con el decretazo de la reforma migratoria»,
  • «El ivazo del PP dejó a la música en vivo “en el fango” en 2013»,
  • «El tasazo de Gallardón cumple dos años» o «Los parados sin subsidio son el único sector de la población al que no perjudica el recetazo».

En el caso de ivazo, cabe señalar que lo apropiado es escribir tal sustantivo en minúscula, pese a que la sigla IVA requiera la mayúscula, de igual manera que sucede con los derivados ugetista o priista a partir de UGT y PRI.

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[*Opino}– Contradicciones en neologismos, acrónimos y siglas

21-12-58

Carlos M. Padrón

El uso que en España se da a los acrónimos y abreviaturas es algo que sigue llamándome a confusión.

Alguna vez —y lo publiqué AQUÍ— dijo Fundéu que «La Ortografía Académica precisa que muchas siglas que, como ERE, son pronunciables como palabras, acaban por convertirse en vocablos plenos (como uci, mir, pyme, etc.) y, como tales, pueden llevar una ‘s’ para marcar el plural: ere, plural eres».

Sin embargo, en el artículo que copio abajo noto que RAE aparece escrito con mayúsculas, pero CEO —acrónimo del inglés chairman executive officer— está en minúsculas. ¿Por qué? Si es por copia del inglés, en ese idioma se escribe con mayúsculas, o sea, CEO.

Creo que don Amando debería ser más consistente.

Además, ¿por qué si siglas como ere admiten una ‘s’ como plural, no puede admitirla CEO, que sí la admite en inglés?

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2014-12-19

Amando de Miguel

Modas, manías y mendacidades en los neologismos

José Luis García Valdecantos critica algunas incorporaciones de neologismos en la última versión del Diccionario de la RAE. Por ejemplo, externalizar, que en su opinión podría servir mejor subcontratar. Por lo mismo, backstage (cuatro consonantes seguidas) estaría mejor con trastienda.

La discusión se me antoja fatigosa. La RAE no admite palabras; simplemente muestra las que se repiten en los libros de cierta entidad. Ésas son las que van al Diccionario. Tal criterio me parece reduccionista. Mejor sería aceptar las palabras nuevas que se utilizan ampliamente en libros, artículos y redes, siempre que fuera por autores de reconocido prestigio.

No estaría mal que la venerable RAE diera paso a nuevos académicos de distintas profesiones y no necesariamente de la cuerda. Vamos, lo que se llama el Establishment (por favor, con <e> inicial y mayúscula). Lo libertarios ya me entienden.

Juan J. Carballal manifiesta el asombro que le produce la generalización del trivial «¿vale?» para lograr el acatamiento del interlocutor. Don Juan lo califica como una «túrmix homogeneizadora de los tiempos presentes». Confieso que yo utilizo el “vale”, pero como forma de despedida en correos y mensajes. Así lo hacían los clásicos con el significado de “cuídate”. Es la palabra con la que termina el Quijote.

Algunos neologismos me resultan simpáticos. Por ejemplo, conspiranoico, el resultado de combinar conspiratorio y paranoico. En cambio, me pone malo lo de referente en el sentido de «modelo a imitar».

Algunos nuevos significados son divertidos por lo despistantes que resultan. Así, plausible siempre ha sido «digno de aplauso», pero indica más bien «probable», seguramente por influencia del inglés. La lengua del imperio nos obliga a llamar dircom al jefe de ventas y CEO al director general (chairman executive officer). Me parecen cursiladas. Un ceo es el que tiene la potestad de ponerse el sueldo a sí mismo, donoso privilegio.

En esta seccioncilla he mantenido la tesis de que la profusión de siglas sirve algunas veces para despistar; peor, para engañar.

Juan Díaz López-Canti razona que el famoso IRPF no siempre es lo que predica, un impuesto sobre el rendimiento del trabajo personal. (No va a ser sobre el trabajo no personal).

La prueba es que se aplica tranquilamente a los pensionistas; en tal caso se trata verdaderamente de una doble imposición. Ese impuesto se aplicó en su día al pensionista cuando se encontraba en activo. Resulta que la doble imposición es un grave atentado contra el principio de equidad. Añado que me parece más bien una gigantesca estafa continuada.

Lamentablemente nuestros legisladores y jueces no se plantean que el Fisco pueda estafar a nadie. Y así seguimos, aunque digamos que somos una democracia. A cualquier cosa llaman chocolate las patronas.

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[LE}– ‘Proactivo’, no ‘pro-activo’ ni ‘pro activo’

26/12/2014

El término proactivo se escribe en una sola palabra, es decir, sin añadir un espacio ni un guion intermedios.

Sin embargo, a menudo se escribe indebidamente, como en las siguientes noticias:

  • «La empresa destacó el ambiente de trabajo pro activo» o
  • «Se redoblaron los esfuerzos internos en pos de mantener un compromiso pro-activo de minimizar los riesgos ambientales».

Esta voz de nuevo cuño se registra en la 23ª edición del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, como propia de la psicología, para referirse a quien ‘toma activamente el control, y que decide qué hacer en cada momento, anticipándose a los acontecimientos’ o a lo que ‘implica acción o intervención activa’.

Al igual que otras voces formadas con un prefijo, éste se une al término al que precede, sin guion ni espacio, de modo que en  los ejemplos anteriores lo adecuado habría sido escribir

  • «La empresa destacó el  ambiente de trabajo proactivo» y
  • «Se redoblaron los esfuerzos internos en pos de mantener un compromiso proactivo para minimizar los riesgos ambientales».

Por la misma razón, se escribe proactividad y no pro actividad ni pro-actividad.

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[LE}– ‘Alrededor’ no significa por todas partes

23/12/2014

Alrededor de un lugar no quiere decir ‘en todo ese lugar’, sino ‘en torno a él’.

Pese a ello es frecuente encontrar en medios de comunicación ese uso inadecuado del adverbio alrededor

  • «Celebraciones alrededor del mundo»,
  • «El Gobierno chino ha emprendido una campaña alrededor del país para evitar que se fume en lugares públicos» o
  • «El cierre de aeropuertos dejó a miles de viajeros varados alrededor del mundo».

Alrededor es un adverbio que ‘denota la situación de personas o cosas que circundan a otras, o la dirección en que se mueven para circundarlas’, por lo que no es aplicable en las noticias mencionadas, donde nada ni nadie circunda al mundo o al país.

En estos casos lo apropiado habría sido decir en todo o por todo:

  • «Celebraciones por todo el mundo»,
  • «El Gobierno chino ha emprendido una campaña por todo el país para evitar que se fume en lugares públicos» y
  • «El cierre de aeropuertos dejó a miles de viajeros varados en todo el mundo».

El origen de este error está en una mala traducción del adverbio inglés around, que quiere decir tanto alrededor como por todas partes, pero el alrededor español no tiene este último significado, por lo que no es adecuado emplearlo como aparece en los ejemplos citados.

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[LE}– ‘Teleco’ no necesita comillas

22/12/2014

El sustantivo teleco es un acortamiento válido para referirse a la ingeniería de telecomunicaciones, al ingeniero que ha llevado a cabo esta formación, o a una empresa de dicho sector, y no necesita comillas.

En los medios de comunicación es habitual encontrar esta palabra entrecomillada:

  • «Estudiantes de ‘Teleco’ de la Politécnica ganan el primer certamen»,
  • «El “teleco” Gil Bernárdez recibe un galardón a toda su carrera» o
  • «¿Puede este cambio en los servicios de la compañía estar relacionado con la presión ejercida por las “teleco” en la India?»,

ejemplos en los que habría sido preferible prescindir de las comillas.

La forma teleco cuenta con amplia difusión desde hace años y el Diccionario del Español Actual, de Seco, Andrés y Ramos, la recoge sin comillas con el significado de telecomunicación, en general, y como sustantivo común en cuanto al género para designar específicamente al ‘ingeniero de telecomunicación’: el/la teleco.

Además de con este sentido, teleco puede emplearse para referirse a la Ingeniería de Telecomunicaciones y a la empresa de este sector, en cualquier caso sin comillas por tratarse de un abreviamiento igualmente extendido con estos dos significados.

El plural es telecos, por lo que en el último de los ejemplos lo apropiado habría sido escribir

  • «¿Puede este cambio en los servicios de la compañía estar relacionado con la presión ejercida por las telecos en la India?».

Por último, se recuerda que también se considera válida sin necesidad de comillas la forma telco, préstamo crudo del inglés que admite adaptación inmediata y se encuentra ampliamente difundido en América, donde también se emplea, aunque en menor medida, la variante telecom.

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