[*Drog}– Ejemplo de humillante estupidez masculina

26-08-14

Carlos M. Padrón

Según la prensa inglesa,

 «Un helicóptero policial que buscaba un coche robado en Londres fue testigo la noche del sábado 23 de una original propuesta de matrimonio hecha en Gladstone Park (Dollis Hill). Los agentes vieron a un hombre arrodillado frente a una mujer, y al lado un gran mensaje que decía ‘¿Quieres casarte conmigo?’. Los agentes creen que las velas habían sido encendidas para que la luz destacara contra el cielo nocturno esta petición de matrimonio».

Jamás entenderé cómo un hombre, en sus cabales, pueda llegar a estos humillantes y ridículos extremos. Y no me refiero sólo al letrero hecho con velas, sino a arrodillarse frente a una mujer para pedirle matrimonio como si con eso ella le hiciera un gran favor, o él necesitara de una gerente que dirigiera su vida, cosa que, lamentablemente, ocurre en demasiados casos.

Tal vez la explicación, en bromenserio, sea ésta en la que el corazón, roto por el fracaso al que lo llevó el drogamor, dialoga con el cerebro al que el drogamor logró anular.

Para colmo, estas humillantes peticiones de matrimonio parecen ser comunes en otros países , como USA, donde en el matrimonio la mujer es la dueña y señora de, por ejemplo, la casa donde ambos vivan, y por eso, en caso de pleito, ella puede permitirse el lujo de decirle a su marido «¡Fuera de MI casa!».

 

[Hum}– Tarjetas especiales para el Día de los Enamorados

Una chica llegó a la librería buscando tarjetas para celebrar el Día de San Valentín. Cuando terminó de verlas todas y no decidirse por ninguna, la vendedora le preguntó:

—¿Está buscando alguna tarjeta en especial?

—Sí, busco una para celebrar el Día de los Enamorados, pero ninguna de las que vi me gustan.

La vendedora le dijo entonces:

—Ayer me llegaron unas que, por ser un tanto especiales, no pudieron colocarse a la vista en el mostrador

Y, sin más, las buscó y se las mostró a la chica, quien al leer en la portada “Para el hombre a quién le di mi virginidad», sonrió y dijo:

—¡Ésta es exactamente la que estaba buscando!

Satisfecha, la vendedora le preguntó:

—¿La va a llevar?”

—Sí, llevaré 12.

[*Drog}—Más y muy buenos consejos para no poner en riesgo una relación de pareja

24-04-14

Carlos M. Padrón

Siempre me resulta muy satisfactorio encontrar opiniones autorizadas que ratifican la importancia del amor sobre el drogamor, o enamoramiento. En este caso, tales opiniones provienen de expertos de un centro de psicología de parejas, y se encuentran en el artículo que copio abajo, del cual creo importante destacar algunos puntos y mis comentarios a ellos, que aparecen resaltados en amarillo.

—No esperar que el otro sea adivino. Eso iría contra uno de los pilares vitales: la comunicación.

—Ambos deben recibir y aportar en condiciones similares. Por eso no doy más de lo que recibo ni pido más de lo que doy. Lo ideal sería que yo tuviera que dar cada vez más, y no que tuviera que rebajar lo que yo estaría dispuesto a dar.

— No dejar de decir a diario cosas bonitas y agradables, sino mantener el cuidado de los detalles, los buenos gestos, la sonrisa…., o sea, las muestras de cariño, ésas que al inicio nos salen solas y de forma constante. Acerca de esto tengo otra reflexión: «Puesto a definir lo para mí más importante del comportamiento de una mujer en una relación, me inclino por Lealtad, Ternura y Dedicación (LTD). Si falla uno de estos elementos, de poco o nada me sirven los demás».

—En una fase inicial existen emociones muy intensas que pueden llegar a nublar el entendimiento e idealizan al objeto amado (drogamor); en un momento posterior, se llega (en el mejor de los casos) a una fase en la que las emociones se atemperan, y empiezan a intervenir más la razón y la voluntad. Es aquí cuando comienza el verdadero sentimiento de amor, y cuando se elige construir un proyecto con la pareja. Y ése es un proyecto en el que los dos miembros de la pareja tienen que invertir a diario, o, como dijo M. Scott Peck: un trabajo a tiempo completo. Si alguno lo abandona, por cansancio o porque considera que «ya tengo el gato en el saco», la relación se deteriorá.

Artículos relacionados:

  • [*FP}– De Carpádrez: Bases de la pareja
  • [*Drog}– Y Pilar Rahola también opina como yo
  • [*Drog}– Ratifican que el amor requiere esfuerzo…

~~~

24/04/2014

Laura Peraita

Lo que debes hacer para no poner en riesgo tu relación de pareja

Demasiadas horas de trabajo y responsabilidades, poco tiempo de sueño, escasos momentos de ocio personal…

Cierto es que, ante este panorama, el tiempo para dedicarse a la pareja no es mucho, y cuando ambos están juntos es habitual que estén cansados de todo el día y queden pocas energías para la relación.

A todo ello se pueden añadir ciertas dificultades como, por ejemplo, que la pareja tenga que vivir en la distancia, que alguno de los dos sufra alguna enfermedad o problema médico, que por desgaste o porque exista alguna disfunción sexual aparezcan problemas en la sexualidad, dificultades con algún hijo, que la suegra viva con ellos en la misma casa…

Este tipo de situaciones puede derivar en roces, necesidades no cubiertas, e insatisfacción en la relación, y sacar a relucir lo peor de cada uno. Por eso, es necesario que la pareja esté construida sobre unos pilares sólidos que no se tambaleen ante las adversidades.

Desde un centro de psicología de parejas aportan los siguientes consejos para que la relación de pareja no falle:

—Comunicarse de forma abierta y clara, y llegar a un entendimiento mutuo será una de las herramientas más eficaces en el funcionamiento de la pareja. Sin olvidar que debe ser acorde lo que uno piensa con lo que uno dice, para que exista una comunicación eficaz. Decir en cada momento lo que uno piensa y no esperar a que sea el otro el que lo adivine, pues si no se lo comunicamos no tendrá forma de saberlo.

—La pareja es un proyecto en el que se tiene que invertir a diario, la relación no sólo se sustenta en el sentimiento amoroso sino que hacen falta además atención, cuidados, mimos diarios, etc.

—No dejar de decir a diario cosas bonitas y agradables ayuda a mantener un buen ambiente entre los dos. Además es más barato y saludable que un regalo material.

—Disponer siempre de tiempo exclusivo para la pareja —sin hijos ni amigos—, al menos una vez a la semana, para poder hablar tranquilamente de temas más personales y sin interrupciones.

—Las expectativas con las que uno llega a la relación deben ser realistas y adaptativas; es decir, si se mantienen expectativas muy exigentes en el otro, en lo que ese otro nos va a aportar. o viéndolo/la como responsable de nuestra felicidad, estaríamos en un error. Esta actitud traería consigo dependencia de la pareja y una fuente de frustración.

—Debe darse una reciprocidad en cuanto que son dos los individuos que la forman. Ambos deben sentir un equilibrio, y que los dos reciben y aportan en condiciones similares.

—Nunca dejar de hablarse; siempre hay que expresar cómo nos sentimos. Si el enfado es muy grande, no dejarse llevar por el impulso y decir cosas que no pensamos y de las que después nos arrepintamos. Dar marcha atrás en este asunto, como si nunca hubiéramos dicho algo, es casi imposible.

—Una relación implica ceder en algunas cuestiones, y no imponer el propio criterio.

—El respeto mutuo y la sinceridad serán elementos clave.

—Es muy importante que en la monotonía del día a día no se pierda la espontaneidad y la capacidad de sorprender al otro. Así como el cuidado de los detalles, los buenos gestos, la sonrisa…. todo aquello que al inicio nos sale solo y de forma constante, debe seguir manteniéndose.

—No olvidarse de dar el beso de buenas noches.

—Expresar libremente a la pareja lo que en cada momento se piensa y siente acerca de uno mismo y del otro. Es fundamental que la otra persona no tenga dudas acerca de nuestros sentimientos de amor y admiración y, por ello, no hay mejor forma que expresarlo verbalmente y mediante gestos de cariño.

—Mantener el contacto físico y espacios de intimidad. Esto será especialmente importante con la llegada de los hijos; saber buscar momentos y no caer en la rutina. Es muy importante sentirse atractivos y deseados por la pareja.

—No dejar en ridículo ni en segundo plano a la pareja delante de terceras personas.

—No confundir amor con enamoramiento. En una fase inicial existen emociones muy intensas que pueden llegar a nublar el entendimiento e idealizan al objeto amado; en un momento posterior, pasamos a una fase en la que las emociones se atemperan y empiezan a intervenir más la razón y la voluntad. Aquí es cuando comienza el verdadero sentimiento de amor, y cuando elegimos construir un proyecto con la pareja. No debemos interpretar la calidad de nuestra relación solamente teniendo en cuenta la intensidad emocional.

—Pedir y saber recibir será otra de las habilidades que ayudarán. Es muy importante demandar lo que uno necesita, o decir con lo que no se está de acuerdo en el momento en que se necesite. Y, por otra parte, dejarse cuidar y saber aceptar las críticas constructivas que puede hacer la pareja.

—El objetivo no es tener la razón, sino llegar a un entendimiento o a una solución cuando se produce alguna desavenencia en la pareja. Por ello, será prioritario que la pareja disponga de unas buenas estrategias de afrontamiento activo frente a los problemas.

—El respeto hacia las opiniones, decisiones y proyectos del otro es básico, y nunca debe perderse.

—Es importante poner los límites adecuados y llegar a acuerdos en la manera en la que se aborda la familia extensa.

Fuente

[*Drog}– Acerca de la adicción como idea científica obsoleta, y su relación con el drogamor

14-01-14

Carlos M. Padrón

El artículo que copio abajo ha sido para mí una joya de hallazgo.

El motivo es que resume todo lo que sobre el drogamor —al que en el referido artículo se le llama ‘enamoramiento’, ‘amor romántico’ o ‘amor pasional’— he escrito en esta sección y, en particular, se le endilga al enamoramiento la condición de droga, palabra de la que tomé el inicio DROG de ‘drogamor’.

Por tanto, aquí no voy a extenderme una vez más en los argumentos ya tratados, pero sí vale la pena hacer una lista de los que prueban los ya comprobados perniciosos y peligrosos efectos del drogamor.

  1. Su adicción es tan real como la causada por el alcohol, los opiáceos, la cocaína, las anfetaminas, el cannabis, la heroína y la nicotina
  2. Los hombres y mujeres borrachos de amor —léase drogamor— presentan todos los síntomas básicos de la adicción, como la motivación intensa para conseguir a su amado, algo no muy distinto de la fijación que tiene el adicto a una sustancia por conseguir su droga.
  3. Los enamorados apasionados —léase drogamorados— también distorsionan la realidad, cambian sus prioridades y sus hábitos diarios para acomodarse a su amado, experimentan cambios de personalidad, y a veces hacen cosas inapropiadas o arriesgadas para impresionar al amado.

Además, también se dice, pero en lenguaje científico, que todo eso es una trampa de la Naturaleza para llevar al apareamiento, pues, según Helen Fischer, el propósito de esta adicción —o sea, del drogamor fue «motivar a nuestros ancestros para que centraran su tiempo de apareamiento y su energía metabólica en una sola pareja en cada momento, iniciando así la formación de un vínculo de pareja para criar a los jóvenes (al menos durante su infancia) como un equipo».

A esa trampa, nuestra sociedad la llama ‘matrimonio’.

Y el último párrafo a destacar es el que dice, igualmente en términos científicos, lo que yo he dicho en lenguaje vulgo: que hay que educar acerca de los peligros del drogamor.

A este respecto dice Helen Fischer «Cuanto antes aceptemos lo que nos dice la neurociencia ( y utilicemos esta información para actualizar nuestro concepto de adicción), mejor nos comprenderemos a nosotros mismos y al resto de congéneres que disfrutan en el éxtasis y luchan contra el dolor de esta adicción natural, tremendamente poderosa y a menudo positiva que llamamos amor romántico —léase drogamor—.

Para terminar, destaco que la condición de ‘positivo’ que en el artículo se le da dos veces al drogamor, se debe a que, cuando se esfuma, en pocas, en muy pocas ocasiones, puede evolucionar, como también he dicho, hacia verdadero amor, lo cual constituye tal vez la parte más insidiosa y maligna de la trampa a que lleva porque permite que los drogamorados crean que su drogamor va a ser de los positivos, que será el amor de su vida, el eterno, el de ‘hasta que la muerte nos separe’.

~~~

14/01/2014

Ideas científicas obsoletas. N° 5: Todas las adicciones son malas

Helen Fischer, bioantropóloga en la Universidad Rutgers, New Jersey, y autora de «¿Por qué él? ¿Por qué ella? Cómo encontrar el amor y mantenerlo».

«Si una idea no es absurda, no tiene ninguna esperanza», se cuenta que dijo Einstein una vez. Me gustaría ampliar la definición de adicción y jubilar la idea científica de que todas las adicciones son patológicas y dañinas.

Desde el comienzo del diagnóstico formal, hace más de 50 años, a la búsqueda compulsiva del juego, la comida y el sexo (recompensas no generadas por una sustancia) no se les ha considerado adicciones. Sólo el abuso del alcohol, los opiáceos, la cocaína, las anfetaminas, el cannabis, la heroína y la nicotina ha sido catalogados como adicciones.

Esta categorización descansa principalmente en el hecho de que las sustancias activan los «circuitos de recompensa» básicos del cerebro que están asociados con el anhelo y la obsesión, y producen conductas patológicas. Los psiquiatras trabajan dentro de este mundo de psicopatologías: aquello que es anormal y te pone enfermo.

Como antropóloga, me parecen limitados por este enfoque. Los científicos han demostrado que la comida, el sexo y las compulsiones del juego emplean muchos de los mismos circuitos neuronales que se activan con el abuso de sustancias narcóticas.

De hecho, la edición de 2013 del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Desórdenes Mentales ha reconocido por fin que al menos una forma del abuso de algo que no es una sustancia puede considerarse una adicción: el juego. El abuso del sexo y de la comida no se incluyeron, y tampoco el amor romántico. Yo propongo que la adicción del amor es tan real como cualquier otra, en términos de sus patrones de comportamiento y los mecanismos mentales. Además, suele ser una adicción positiva.

Los científicos y los profanos han contemplado durante mucho tiempo el amor romántico como algo sobrenatural, o como una invención social de los trovadores franceses del siglo XII. Las evidencias no sostienen estas ideas. Las canciones, poemas, historias, óperas, ballets, novelas, mitos y leyendas del amor, la magia del amor, los encantos del amor, los suicidios y homicidios por amor, en fin, los rastros del amor romántico, se encuentran en más de 200 sociedades y a lo largo de miles de años. En todo el mundo los hombres y las mujeres suspiran por amor, viven por amor, mueren de amor y matan por amor. El amor romántico, también conocido como amor pasional o «enamoramiento», se considera habitualmente un universal humano.

Además, los hombres y mujeres borrachos de amor presentan todos los síntomas básicos de la adicción. Sobre todo, el enamorado está concentrado en su droga: el objeto de su amor. Piensa obsesivamente en él o en ella (pensamiento intrusivo) y a menudo le llaman, escriben o visitan para mantener el contacto.

En esta experiencia es primordial la motivación intensa para conseguir a su amado, algo no muy distinto de la fijación que tiene el adicto a una sustancia por conseguir su droga. Los enamorados apasionados también distorsionan la realidad, cambian sus prioridades y sus hábitos diarios para acomodarse a su amado, experimentan cambios de personalidad (alteraciones del amor) y a veces hacen cosas inapropiadas o arriesgadas para impresionar al amado.

Muchos están dispuestos a sacrificarse e incluso a morir por él. El enamorado anhela la unión física y emocional con el amado (dependencia). Y, al igual que el adicto que sufre cuando no puede obtener su droga, el amante sufre cuando se ve apartado del amado (síndrome de abstinencia). La adversidad y las barreras sociales incluso llegan a acentuar este anhelo (atracción de la frustración).

De hecho, los enamorados expresan los cuatro rasgos básicos de la adicción: el anhelo, la tolerancia, el síndrome de abstinencia, y la recaída. Sienten un «brote» de excitación cuando están con su amado (intoxicación). Cuando se establece el nivel de tolerancia, el enamorado busca interactuar más y más con el amado (intensificación). Si el objeto amado rompe la relación, el enamorado experimenta señales de síndrome de abstinencia, que incluyen la protesta, los arrebatos de llanto, la somnolencia, la angustia, el insomnio o el hiperinsomnio, la pérdida de apetito o los atracones de comida, la irritabilidad y la soledad.

Los enamorados, como los adictos, también suelen llegar a extremos, y a menudo hacen cosas degradantes o físicamente peligrosas para recuperar al amado. Y los enamorados recaen de la misma manera en que lo hacen los drogadictos: mucho después de que la relación se ha terminado, ciertos acontecimientos, personas, lugares, canciones y otras pistas externas asociadas con la persona que les abandonó, pueden desencadenar recuerdos y anhelos renovados.

De los muchos indicios que hay de que el amor romántico es una adicción, quizás ninguno sea más convincente que los datos cada vez mayores que aporta la neurociencia.

A través de los escáneres cerebrales (la resonancia magnética funcional), varios científicos han demostrado que las sensaciones del amor romántico implican a regiones del «sistema de recompensa» del cerebro, específicamente los circuitos de la dopamina relacionados con la energía, la concentración, la motivación, el éxtasis, la desesperación y el anhelo, incluyendo regiones primarias que están asociadas con las adicciones a sustancias o a cosas que no lo son.

De hecho, nuestro grupo ha localizado actividad en el núcleo accumbens (la parte central del cerebro que está relacionada con todas las adicciones) en todos los enamorados rechazados. Además, algunos de los resultados aún no publicados sugieren correlaciones entre la actividad del núcleo accumbens y las sensaciones de pasión romántica experimentadas por amantes que se enamoraron feliz e intensamente.

El Premio Nobel Eric Kandel dijo hace poco: «Los estudios del cerebro nos dirán en última instancia en qué consiste ser humano». Sabiendo lo que sabemos del cerebro, mi compañera de escáneres cerebrales, Lucy Brown, ha cocluido que el amor romántico es una adicción natural, y yo he sostenido que esta adicción natural evolucionó de antepasados mamíferos hace unos 4,4 millones de años, entre los primeros homínidos, a la vez que la evolución de la monogamia serial y social: un hito en la Humanidad.

Su propósito: motivar a nuestros ancestros para que centraran su tiempo de apareamiento y su energía metabólica en una sola pareja en cada momento, iniciando así la formación de un vínculo de pareja para criar a los jóvenes (al menos durante su infancia) como un equipo.

Cuanto antes aceptemos lo que nos dice la neurociencia ( y utilicemos esta información para actualizar nuestro concepto de adicción), mejor nos comprenderemos a nosotros mismos y al resto de congéneres que disfrutan en el éxtasis y luchan contra el dolor de esta adicción natural, tremendamente poderosa y a menudo positiva que llamamos amor romántico.

Fuente

Los otros cuatro artículos de la serie «Cinco ideas científicas obsoletas» son:

[*Drog}– Más acerca de divorcios o rupturas de pareja

06-11-13

Carlos M. Padrón

En tema relacionado con el artículo que comenté en Acerca de divorcios o rupturas de pareja, encontré hoy otro, que copio abajo, de cuya lectura deduzco que aún existen psicólogos y psiquiatras que creen que el amor es un sentimiento, o sea, que creen que es amor lo que hay siempre asociado al enamoramiento.

Comento a continuación, y siguiendo el orden en que aparecen en el tal artículo, los puntos de él con los que no estoy de acuerdo.

Eso de comprometerse «con toda firmeza y certeza» parece ignorar que en el verdadero amor podrá existir la firmeza, pero no la certeza, pues ésta implica dar por sentado que ya se ha logrado lo que se quiere —dar por granted, como se dice en inlés—, y tal certeza va contra la regla de que el amor hay que trabajarlo día a día.

Cuando uno de los miembros de la pareja «da por granted» que ya tiene al otro «en el saco» —o sea, bien asegurado—, deja de trabajar, y ahí comienza la ruina de la relación.

¿Y cuáles son los detalles que no aportan nada? No necesariamente son los mismos para los dos miembros de la pareja. ¿Y qué tal si uno realmente ama y el otro no?

Que me perdone Mila Cahue cuando propone «Describir lo que ocurre con los sentimientos», pues el amor NO es un sentimiento; el drogamor sí que lo es. Entonces, ¿a cuál de los dos se refiere ella?

Por último, también dice Cahue que se puede llegar a ser amigo de la expareja.

Vuelvo a pedir perdón, pero, como ya expliqué en el artículo Más acerca de la hipotética amistad entre hombre y mujer, y aporté opiniones muy autorizadas, “Donde haya tensión sexual no puede haber amistad químicamente pura”.

Por tanto, en los más de los casos no es posible la amistad entre hombre y mujer. Y es altamente probable que tal tensión exista, o despierte, entre quienes fueron pareja.

~~~

06/11/2013

M. J. Pérez-Barco

¿Cómo decir a tu pareja «ya no te quiero»?

A cualquier pareja le puede ocurrir que un buen día uno de los dos se dé cuenta de que está desenamorado. Sí, que ya no quiere a la persona con la que comparte un proyecto de vida, con la que se había comprometido, o con la que había decidido, con toda firmeza y certeza, que fuera el compañero/a para el resto de la vida. A veces se deja de amar.

Es un episodio muy doloroso en la vida, tanto para el que lo siente —y, por honestidad, lo tiene que comunicar a su pareja—, como para la pareja que recibe esa noticia lamentable y probablemente inesperada.

No es tan fácil decir «ya no te quiero». Antes debe haber existido una reflexión calmada, una meditación que ha llevado a esa persona a darse cuenta de que la relación se vive con cierta angustia; que los valores, proyectos y metas no son compartidos; que existe cierta sensación de saturación…

Desde luego, nunca es buen momento para hacérselo llegar al otro, pero se trata de ser responsable y honesto en lo que empezó como una relación feliz y con quien se ha querido.

¿Qué actitud mantener?

«A la hora de comunicar tan dolorosa noticia «es muy importante mantener una actitud sincera, firme y de escucha activa, tratando de que la conversación se realice cara a cara y sin rodeos. Eso denota respeto hacia ambas partes», aconseja María Beatriz Pereira, psicóloga clínica de adultos de Isep Clínic Barcelona.

Tres son los ingredientes que no deben faltar en esa conversación que no deja de ser una triste sorpresa para el otro miembro de la pareja.

Mila Cahue, piscóloga de pareja del Centro de Psicología Álava Reyes, los enumera:

«El primero, convencimiento, para transmitir seguridad y reflexión en lo que se está diciendo. El segundo, empatía para saber ponerse en el lugar de la otra persona que está recibiendo una noticia desagradable. Y el tercero, escuchar, sin personalizar, todo lo que se pueda oír».

No hay que caer ante los posibles reproches o críticas que plantee la pareja al conocer la noticia.

«Hay que dejar que hable y escucharle, pero manteniendo la decisión tomada», dice Pereira.

No se debe entrar en contestar ni defenderse de ninguno de esos reproches; en cierto modo hasta hay que comprenderlos con cierta humildad.

Si el otro miembro de la pareja no acepta la situación, es imprescindible mantener la decisión inicial, sin caer en chantajes emocionales o en dar una última oportunidad. Por eso, es tan importante meditar muy bien la decisión.

¿Qué lenguaje utilizar?

Un tono de voz firme, y la postura erguida ayudan a transmitir el mensaje y hacen entender al otro miembro de la pareja que no hay esperanzas.

«Es necesario ser honesto con el otro, amable y comprensivo Por tanto, la decisión se debe dar de manera clara y precisa, omitiendo los detalles que no aportan nada»,

explica la psicóloga Pereira.

Mila Cahue aconseja aplicar las tres reglas de la comunicación:

  1. Describir lo que ocurre con los sentimientos;
  2. Decir, de forma amable, lo que uno piensa y siente, y expresa sus deseos.
  3. No prolongar mucho la conversación, y las dos, tres o cuatro horas que llevan este tipo de mensajes aplazarlas para otro momento en el que ambos estén más calmados.

«Un par de días después se puede retomar la conversación, mejor por la mañana, para que no haya prisas, y durante un fin de semana».

recomienda.

Cahue no recomienda las cenas porque hay menos tiempo y ambos están más cansados. Tampoco dos conversaciones sobre el mismo asunto.

¿Cómo enviar el mensaje?

No ofrecer comentarios con esperanzas, sino neutros («no te quiero como pareja, pero el camino recorrido contigo ha enriquecido mi vida en muchos aspectos»). Según Beatriz Pereira, «no hay que sacar clichés del tipo «no eres tú, soy yo». Tampoco echarle la culpa al otro ni herirlo con insultos».

¿Se puede ser amigos tras la ruptura?

Ambas psicólogas coinciden: con el paso del tiempo, se puede ser amigo de la expareja, pero no de forma inmediata tras la ruptura. Cada uno debe realizar su duelo por separado. Debe ser una decisión compartida por los dos.

Hay que entender que quien recibe la desagradable noticia todavía puede sentirse pareja «y no ha templado sus sentimientos hasta que esté en la distancia que requiere la amistad», explica Cahue.

¿Cuándo es momento de solucionar asuntos compartidos?

La custodia de los hijos, quién se queda con la casa o con el coche… son cuestiones importantísimas en la pareja que acaba de romper.

Sin duda, en el momento de la conversación para decir al otro que no se le quiere no conviene entrar en estos asuntos. Sin embargo, por cuestiones legales, emocionales y morales con los hijos, hay que ponerse en marcha cuanto antes para resolverlo. «Lo mejor es resolverlo de mutuo acuerdo», aconseja Beatriz Pereira.

«Y por partes. Primero, la situación real de la pareja: en este caso, que ha dejado de existir como tal. Cuando se haya podido asumir, entonces se hablará de cada paso en su momento, pero no todos a la vez»,

dice Mila Cahue.

Fuente

[*Drog}– Mentiras que causa el drogamor

27-09-13

Según el artículo que copio abajo, pareciera que el malo (que no cambia), o la víctima, es siempre el hombre.

Pero ¿y qué pasa con las mujeres, ésas a las que va dirigido el libro que el tal artículo promociona? ¿son ellas criaturas santas, inofensivas, inocentes e incapaces de matar una mosca?

No, no lo son. Así que, los comentarios que siguen los hago desde el lado de los hombres.

El drogamor hace que una persona crea en utopías, como ésa del cambio. Y quienes se aferran a esas creencias son, generalmente, quienes no quieren ir a terapia,… porque eso es para locos, dicen.

Lo de continuar abrazado al drogamor para impedir que la siguiente pareja (¿víctima?) que ella consiga disfrute de ese cambio —que, repito, nunca ocurrirá— suena a sentimiento 100% negativo, a arrebato de celos, a estupidez y a masoquismo.

Y es cierto: pensar que nunca jamás encontraré a nadie como ella es, una vez que uno ha logrado zafarse del drogamor, un motivo de alivio, de alegría, de aumento de la autoestima, de un renacer… o de escalofrío, pues eso es lo que se siente al pensar qué habría sido de uno de haber caído en la trampa de continuar —o, peor aún, de formalizar— aquella relación.

Aunque el artículo que sigue es del pasado 12/08, lo comento hoy porque el 27/09 es fecha aniversario de cuando logré zafarme del último episodio de drogamor en que quedé enganchado.

***

12/08/2013

C. F. Carlota Fominaya

Las tres grandes mentiras del enganche emocional

Nos obsesionamos con el otro y nos humillamos hasta el extremo.

«No somos capaces de cortar una relación, aún cuando sabemos que es totalmente necesario hacerlo, y llevamos ya derramadas demasiadas lágrimas. Nuestra adicción nos genera una necesidad desmesurada e irracional del otro, que nos lleva a mantener esa relación a cualquier precio, aunque estemos sufriendo sin mesura. Nos obsesionamos con el otro, y nos humillamos hasta el extremo, a cambio de un poco de falsa ternura…».

Cuando la psicóloga, especializada en autoestima y dependencia emocional, Silvia Congost, habla de enganche emocional, no sólo habla desde su perspectiva profesional, sino también desde la personal.

Ella misma pasó por una historia de enganche que, una vez superada, le llevó a escribir “Cuando amar demasiado es depender”, un manual práctico, claro, fácil de leer y comprender, basado en los cientos de casos de personas a las que ha ayudado a recuperar su vida.

En sus páginas encontramos las tres grandes mentiras que en casi todos los casos se convierten en el principal alimento del enganche emocional. Son las siguientes:

1) Creer que va a cambiar

Si con todo el tiempo que ha pasado, ya desde el principio ha sido así, ¿por qué mantenemos esa creencia irracional?

«Es evidente que no va a dejar de ser como es, por mucho que en momentos de arrepentimiento jure y perjure que cambiará. En realidad, a no ser que viéramos que pide ayuda psicológica por sí mismo, sin que nadie se lo diga, podemos asegurar que no tiene ningún interés en cambiar. Y digo bien, ¡Ninguno!».

2. Pensar que cambiará, y que su siguiente pareja disfrutará esa transformación

Esta creencia también tiene una parte sorprendente.

Pensamos que todo el esfuerzo, la lucha y el sufrimiento que hemos vivido para conseguir que él cambie, todo lo que hemos tolerado, lo que le hemos ayudado… el hecho de haberle mantenido incluso, algún día servirá para algo. Queremos creer que llegado el momento nos lo agradecerá y nos recompensará por todo.

Esta creencia es, como la anterior, absolutamente ridícula. Cuando esté con la siguiente, reproducirá fielmente la misma relación que teníamos con él. A no ser, claro que encuentre a una mujer con una buena autoestima e independiente que, a la primera conducta extraña que vea, le diga que no le quiere ver nunca más.

3. Pensar que nunca jamás encontraré a nadie como él

Esto, en realidad, debería ser un motivo de alegría. El gran objetivo debería ser, precisamente, no encontrar a otra persona igual.

Para ello, Congost recomienda que cada día repasemos la lista de razones por las que sufrimos. Entonces quizá llegue un momento en el pensemos que mejor no encontrar a otro que sea así, y que lo bueno que tiene, lo que nos engancha, tampoco es tan difícil de encontrar.

Fuente: ABC

[*Drog}– El hombre que duerme a tu lado y ronca

03-04-13

Carlos M. Padrón

Abajo copio otro buen artículo que habla de amor y drogamor, uno que, si bien parece escrito para mujeres —que también roncan—, vale igual para hombres.

En él me llama la atención que su autora que, en todo lo demás, demuestra sensatez, diga algo así como que todos los hombres son iguales. De ser eso cierto, también serían iguales todas las mujeres, pero no, afortunadamente, no lo son.

Debo destacar, porque ya lo he dicho varias veces en esta sección, eso de que el drogamor es algo que se nos ha ido vendiendo a través de la cultura, porque realmente vende.

¡Vaya que sí vende! Repito que si de golpe se retiraran de circulación todos los libros y películas en los que se exalta el drogamor, quebrarían todas las librerías y editoriales, y, por supuesto, también Hollywood.

Y tal vez por esto se me como antoja gran verdad lo que cuenta la autora que dijo un psiquiatra: «El enamoramiento —o sea, el drogamor, añado yo— es la psicosis más aceptada socialmente«.

Celebro ver que, una vez más, se diga que el enamoramiento pasa, y me parece cierto que «el amor real, que es lo sano y natural, es otra cosa diferente al drogamor». Pro no nos confundamos dando al adjetivo ‘natural’ el significado de ‘normal’ o ‘común’, pues, lamentablemente, el amor real no es ni lo normal ni lo frecuente ni lo común. El drogamor, sí.

Dice la autora que esa creencia ciega en el drogamor está cambiando, pero si lo está, o el cambio es imperceptible o yo no lo veo, pues continúan apareciendo las películas, cuñas comerciales, novelas, etc. que exaltan el amor romántico, o sólo el aspecto erótico, como la tal «Las 50 sombras de Grey» que, hasta donde he podido ver, además de estar mal escrita (me refiero a la versión en español) no es gran cosa como novela erótica.

Cierto que lo que hay que buscar es «la persona que compagine mejor contigo» —o sea, la verdadera «media naranaja»—, y asimismo me parece acertado lo de que el atractivo físico se ha exagerado tanto como el bendito amor romántico, pues, aunque la autora dice que lo que hace falta es que en la otra persona —o sea, en nuestra potencial pareja— haya algo que nos resulte especial, prefiero decir que lo que cuenta es que veamos en esa otra persona un conjunto de características que nos resulten especialmente valiosas, lo cual no quiere decir que se descarte el atractivo físico, pues si en vez de atractivo hay repulsión, no hay futuro.

Todas son condiciones que ya incluí en el artículo Bases de la pareja.

~~~

08/03/2013

Beatriz G. Portalatín

El hombre común, el corriente, el hombre de a pie, el imperfecto, o ese héroe de la clase trabajadora, el working class hero que diría John Lennon es, en definitiva, el hombre real.

Así es como podríamos definir al hombre que la escritora y guionista italiana Rossella Calabrò ha querido plasmar en sus ’50 sombras de Gregorio’ (Planeta), una parodia del exitoso y archiconocido ’50 sombras de Grey’ de E. L. James.

«Es un libro que vuelve a traer los pies de las mujeres a la tierra, pero sin romper sus sueños. Si Mr. Grey es perfectísimo, guapísimo, riquísimo, y otros tantos ‘-ísimos’, Gregorio es, en cambio, ese hombre que duerme a tu lado y ronca, que pasea por la casa con una vieja camiseta, un negado para las fechas importantes, e incapaz de detectar tus preocupaciones. Es el compañero-marido-amante con el que todas nos topamos cuando despertamos del sueño. Es un hombre imperfecto, pero real, y que también arranca carcajadas»,

explica la autora. Porque, según dice, todos los hombres son en realidad ese Gregorio que ella pinta. Al menos, asegura, todos tienen un poco de él.

¿Amor romántico y media naranja?

A pesar de los tiempos, del cambio de la mujer en la sociedad, del cambio de roles y de las diferentes concepciones que actualmente podemos tener del amor, los expertos afirman que aún seguimos creyendo en el amor romántico.

«Todavía hay mucha gente que sigue aferrándose al concepto de ‘amor romántico’ y al mito de la media naranja. El ‘amor romántico’ es algo que se nos ha ido vendiendo a través de la cultura, porque realmente vende. Por ejemplo Disney. Una vez encuentras al amor de tu vida ésta gira en torno a él, todas las actividades se hacen en pareja, y el objetivo no es sólo conservarlo, sino luchar por él. Y si es contra todo lo establecido, mejor; algo como ‘Romeo y Julieta'»,

asegura Silvia Cintrano, directora de la Unidad de Sexología del Instituto Centta de Madrid.

Sin embargo, en el amor real, lo sano y natural es otra cosa. Se trata, según ella, de tener a una persona a tu lado, de compartir cosas juntos, de disfrutar… pero cada miembro de la pareja es una persona (no un único ser) con su independencia y su tiempo de intimidad. Y así, la conversación y la comunicación, clave en las relaciones, se favorece.

«Tenemos que tener siempre, a pesar de los sueños, un punto de realidad. De este modo, se destierra también el concepto de la media naranja que, en sexualidad, no es más que un mito que se remonta a la antigua Grecia. Cuenta la leyenda que en la antigüedad los seres eran esféricos como naranjas, tenían dos caras opuestas, cuatro brazos y cuatro piernas, pero el dios Zeus un día les castigó partiéndolos por la mitad. Desde entonces, pasamos toda la vida buscando a nuestra otra mitad, nuestra media naranja»,

recalca la especialista.

En 2013 todavía siguen existiendo estas creencias, pero Silvia Cintrano admite que la evolución, la normalización de los divorcios y, sobre todo, la experiencia que va dando la vida, hacen que cambien algunos conceptos y la gente vea que nada es infinito. Y, lo que es más importante, que las cosas no son fáciles.

Pero, entonces, desterrando mitos y pisando el mundo real, ¿qué es lo que realmente se busca, en ese caso, en un hombre? «Se busca a la persona que compagine mejor contigo», responde contundente Silvia Cintrano.

Enamoramiento y atractivo físico

«Dice un conocido psiquiatra que el enamoramiento es la psicosis más aceptada socialmente, y probablemente sea así. No eres objetivo, sólo ves las virtudes y escondes los defectos de la otra persona», comenta Cintano.

Pero, una vez que pasa esa fase, lo que hay que hacer es ir asumiendo esos defectos como tales, como tenemos todos. Si esto no se hace, entonces el mito del enamoramiento y la relación se cae.

Lo mismo pasa con el sexo.

«Al principio todo es muy bonito porque cualquier estímulo es nuevo, y se descubren juntos cosas nuevas. Lo normal, en esa primera etapa, es dejarse llevar. Después, más adelante, aparece la compenetración, conocerse más, saber qué es exactamente lo que le gusta al otro y lo que no. En definitiva, se trata del aprendizaje de nuestro cuerpo y del de nuestra pareja, pero ya el estímulo no es tan novedoso y, por eso, la gente cae en la rutina y en la monotonía, sin saber que siempre, y todos los días, se pueden descubrir cosas. En consulta, animo a mis pacientes a que preparen para sus parejas algo especial cada semana, que les sorprendan, para crear esa incertidumbre del principio»,

explica.

Otra de las cuestiones importante es el atractivo físico.

«En la actualidad, la sociedad le da una importancia exagerada. Sin embargo, realmente lo que nos atrae no es que tenga un cuerpo diez o una cara perfecta, sino que haya algo que nos resulte especial en él. Una chispa, un algo que simplemente nos resulte morboso y atractivo»,

recalca.

Por tanto, revela que, verdaderamente, lo que atrae es que esa persona concuerde con tu estilo de vida. Y lo que enamora es que te haga sentir único/a y especial, pero, sobre todo, que haya una admiración mutua.

Entonces, volviendo a Gregorio, ¿por qué ese ‘Gregorio’ es tan especial?

«Porque es tan sólo el hombre que hemos elegido. Si somos capaces de amarlo con sus defectos, y si somos capaces de vivir la vida con ironía, es el hombre perfecto para nosotras»,

concluye la autora Rosella Calabrò.

Fuente: El Mundo

[*Drog}– Tal parece que ahora pueden coexistir el amor y la infidelidad

10-09-12

Carlos M. Padrón

Más abajo copio un artículo sobre el tema en referencia, artículo que tal vez sólo fue escrito para promocionar un libro. Aún así, me preocupan varias aseveraciones que en él se hacen.

Para empezar, se afirma que «Dicen los expertos que el amor, como enamoramiento, dura unos dos años; después aparece lo que denominan el amor maduro».

No es cierto que pasado ese enamoramiento, al que llamo drogamor, aparezca siempre el amor maduro. Además, el amor tarda en madurar mucho más que dos años.

Lo que sí es cierto es que, «a lo largo de nuestra vida, la industria cinematográfica se ha encargado de idealizarnos un ‘amor’ que no se corresponde, ni de lejos, con la realidad. Y que, a través de las películas románticas de Hollywood y de los cuentos de niños con final feliz que nos ha entregado Disney, se nos ha inculcado un concepto de amor que ha hecho mucho daño».

Yo añadiría a la lista dañina las novelas rosa, varios ejemplares de la llamada literatura romántica, y la educación, pues, como ya he dicho en esta sección, la sociedad no se ha preocupado de implantar una asignatura sobre el amor y el drogamor.

Y también es cierto que «lo normal en la vida real es que las parejas convivan con cierto grado de conflictividad», pero lo importante es que tengan la voluntad de gestionar bien, y con amor, esos conflictos de los que no está exenta ninguna pareja.

Por eso, cuando ya uno o ambos miembros no tiene(n) esa voluntad y, en consecuencia, deja(n) de interesarse por el otro y, con espíritu de diálogo conciliador, mandarle refuerzos positivos en vez de palabras o acciones agresivas, es síntoma de que el amor se ha terminado

En lo que sí no estoy de acuerdo es en que «el amor para toda la vida» no sólo se sustenta en amor sino que «requiere al menos una de estas tres cosas: motivos económicos, sociales, y miedo a la soledad».

Me temo que la relación de amor que requiera basarse en uno de estos motivos no es una relación de amor, es sólo de interés, de conveniencia o de miedo.

Hablando en España con una dama vasca, ya mayor y divorciada, me dijo muy en serio que ella no quería casarse de nuevo pero que sí necesitaba una pareja fija. Como justificación para tal apetencia añadió, muy convencida de la solidez de su argumento, que la necesitaba para no andar sola en sociedad, para, por ejemplo, tener quien la acompañara a ir al teatro.

Si acaso convenció a algún hombre, que estuviera buscando pareja, de que aceptara estos términos, lo compadezco.

Por otra parte, veo una contradicción entre eso de que «hay personas que temen a la soledad y, por ello, siguen con su pareja, aunque no estén ya enamorados», y eso de que el enamoramiento dura sólo unos dos años.

Y la guinda es lo de que «Las parejas pueden tener encuentros íntimos con otras personas, pero su pareja es plenamente consciente de ello».

Tendría yo que nacer de nuevo para aceptar que,

  • «En una pareja pueda haber infidelidad y siga funcionando bien»; y que,
  • «En contra de lo que se pueda pensar, en casos de infidelidad de alguno de los miembros de la pareja, eso puede incluso reforzar la relación».

¡Por favor! Si en un caso así existe refuerzo, es que hay de por medio intereses ajenos al amor. No entiendo cuál es el tipo de afecto y cariño que pueda aceptar la infidelidad. Podría yo entender que, en caso de infidelidad, se siguieran seguir viviendo juntos, pero no ya como pareja.

Por lo grave de la infidelidad es por lo que se dice, y con razón, que lo peor en el ser humano es la traición. Y si lo peor es la traición, quisiera conocer la salud mental y emocional de alguien que vuelva a confiar en la pareja que le ha traicionado.

Quien después de haber cometido infidelidad, o de haber traicionado de otro modo, no se sienta culpable, es porque tampoco siente que tenga compromiso alguno con su pareja.

Y no, yo podría aceptar que la clave maestra de nuestra cultura occidental sea el sexo, pero nunca el adulterio, que es, entre otras cosas, un mal uso del sexo.

Menos mal que ya pasó mi juventud, pues, repito ¡mi reino no es de este mundo!

~~~

08/09/2012

Beatriz G. Portalatín

Códigos, normas y otras alternativas del ‘amor’

A Frida Kahlo nunca le importó que su marido, Diego Rivera, fuera un mujeriego empedernido, pues ella también estuvo con más hombres, pero lo que no pudo soportar nunca fue que le engañara con su propia hermana.

Para Frida, primero la lealtad, más tarde la fidelidad. Según han narrado sus historiadores, ambos parecían tener un ‘código particular’ que les hizo estar juntos toda la vida a pesar de importantes e intensas aventuras con otras personas.

Dicen los expertos que el amor, como enamoramiento, dura unos dos años; después aparece lo que denominan el amor maduro. Esto es, el afecto, el querer el bienestar de la otra persona, en definitiva, la búsqueda del equilibrio entre ambos.

Pero las necesidades y las demandas de la sociedad actual no son las mismas de antes, y el ser humano, y especialmente las mujeres, son más independientes que hace algunos años. Hoy en día, muchas parejas establecen unos compromisos explícitos o no, que intentan mantener para salvaguardar su relación.

Y de códigos, normas y otras alternativas al ‘amor’ es precisamente de lo que habla ‘The New Rules: Internet Dating, Playfairs and Erotic Power’, (Las nuevas reglas: relaciones por internet, orgías y el poder del erotismo), el nuevo libro que acaba de publicar la escritora y socióloga Catherine Hakim.

«Necesitamos una visión más flexible de las parejas, no sólo la que está basada en el amor eterno», aseguraba recientemente al periódico ‘The Guardian’. Con esta publicación, pretende abrir horizontes a un mundo que cambia vertiginosamente y, con él, otra nueva idea y concepto del amor.

«Es cierto que la percepción y el sentimiento del amor están cambiando en los últimos años; se han vuelto más realistas», afirma Francisca Molero, médico y sexóloga del Instituto de Sexología de Barcelona. Una de las claves, explica, es que muchas de las ficciones que podemos ver ahora en nuestras pantallas se han vuelto más creíbles. «La ficción copia de la realidad para crear sus obras, pero ésta también coge de la ficción; por tanto, la sexualidad y el amor también cambian», añade.

Idealización del amor

Del mismo modo, José Luis Casado, psicólogo del Centro Senso de Valladolid, asegura que la industria cinematográfica a lo largo de nuestra vida se ha encargado de idealizarnos un ‘amor’ que no se corresponde «ni de lejos» con la realidad.

«Tenemos un concepto de amor inculcado a través de las películas románticas de Hollywood, y los cuentos de niños con final feliz. Disney ha hecho mucho daño», reitera.

El experto explica que la imagen de pareja está sobrevalorada, y que lo normal en la vida real es que las parejas convivan con cierto grado de conflictividad pero, eso sí, «lo importante es saber gestionar esos problemas».

Pero ambos coinciden en que el verdadero cambio de todo concepto y visión del amor y las relaciones está en «el empoderamiento de la mujer», como lo denomina Molero.

Antes, la mujer —explica el psicólogo— sabía que su marido podía tener otra u otras amantes, pero se ‘aguantaba’. Con tal de que estuviera a su lado, él podía hacer lo que quisiera. «Ahora está claro que las cosas, afortunadamente, han cambiado», reitera el experto.

Pero, a pesar de esta ‘vida moderna’, todavía seguimos buscando e idealizando ese amor para toda la vida.

Rosa Malgar, psicóloga y coaching del centro madrileño Fine&You, asegura que entre los jóvenes el deseo y el objetivo de tener una pareja para toda la vida sigue estando presente. «Existe la ilusión de tener a alguien para siempre, y tiene que ver, sobre todo, con el espíritu de supervivencia que tenemos».

José Luis Casado matiza, por su parte, que los jóvenes y adolescentes, efectivamente quieren a alguien a su lado, pero la perdurabilidad de la relación presente, teniendo en cuenta su corta edad y de que su idea de futuro es un futuro cercano, depende en gran parte de la ideología moral de cada persona. «Hay quienes creen que son eternas, vitalicias, y otros que duran lo que dura el amor», explica el experto.

Las claves de la perdurabilidad

La intemporalidad, asegura por su parte la doctora Molero, es más pragmática, realista e independiente. «Estaremos juntos hasta el que el tiempo quiera», asegura, a la vez que añade que los jóvenes saben que el amor se tambalea y que no es omnipresente. Pero, ¿cuándo sabes que el amor se ha terminado? «Cuando dejas de interesarte y de mandarle refuerzos positivos a la otra persona», dice contundentemente.

Y es que, según explican los especialistas, el amor para toda la vida no se sustenta sólo de amor. Con él, debe haber al menos una de estas tres cosas: motivos económicos, sociales, y el miedo a la soledad.

«No hablamos de enamoramiento, sino de perdurabilidad. Para que una pareja perdure, debe haber, además de amor, alguno de estos tres motivos», matiza al mismo tiempo que asegura que hay personas que temen a la soledad y, por ello, siguen con su pareja, aunque no estén ya enamorados. «Eso depende de cada cual», afirma este especialista.

Por todo esto, y a pesar de que el modelo mayoritario que predomina sigue siendo el de la ‘pareja cerrada’, existen cada vez más parejas que establecen unas claves en su relación, esto es, las llamadas relaciones abiertas. Las parejas pueden tener encuentros íntimos con otras personas, pero su pareja es plenamente consciente de ello. «Todo esto depende en parte de los proyectos en común que tenga la pareja». Pero, la mayoría de las veces, no se quiere saber ni cómo, ni cuándo ni con quién. «Detalles no», aclara la especialista.

Infidelidad reiterada

Otra cosa sería hablar de la persistente infidelidad. El 40% de las personas confiesan haber sido infieles a sus parejas, pero, en contra de lo que se pueda pensar, esto puede incluso reforzar la relación. «Si la historia ha sido buena desde el principio, pero ambos se han ido alejando por el trabajo o por los hijos, si esa persona admite el engaño y hace todo lo posible por recuperar a su pareja, la relación puede incluso en un futuro salir reforzada», explica Molero.

Los motivos para perdonar —o «para salvar los restos del naufragio», como afirma Casado— son principalmente: el miedo social, el miedo a estar solo, por los hijos y, por último y sobre todo, por el afecto y el cariño que la pareja se tiene.

«Cuesta mucho superar una infidelidad, incluso años», asegura la psicóloga de Fine&You. Es muy difícil que se vuelva a confiar, explica, ya que «lo peor en el ser humano es la traición». ¿Pero, puedes volver a confiar 100% en tu pareja? Montero lo tiene claro: «Depende de la pareja y de las circunstancias, pero si se está realmente arrepentido y hay una honestidad y credibilidad, se puede volver a confiar plenamente».

Además, asegura Molero que si una persona infiel no se siente culpable, se vuelve mucho más enérgica porque está viviendo de nuevo emociones que ya no vivía, y, por ende, su bienestar físico es mejor. Pero si se da el caso contrario, y sí se siente culpable, su ansiedad aumenta y, por tanto, empeoraría también ese bienestar.

Pero, sea más o menos saludable, o se crea en el perdón o en el propio olvido, lo cierto es que la infidelidad siempre persigue el miedo en todos los seres humanos. Como afirma el psicólogo Casado, «el adulterio es la clave maestra de nuestra cultura occidental. Sin él, no existirían ni el arte, ni las canciones».

Fuente: El Mundo

[*Drog}– Y Pilar Rahola también opina como yo

24-06-12

Carlos M. Padrón

¡Bravo por Pilar Rahola! Más claro no canta un gallo:

  • «Nadie que haya estado enamorado puede dudar de que el enamoramiento es un enganche adictivo que tiende a dominar la voluntad de su víctima, y que cuesta una barbaridad dejarlo… De hecho, es el estadio de mayor estupidez del ser humano»».
  • «Estar enamorado es como estar «colocado» (o sea, drogado)».
  • «El enamoramiento —o sea, el drogamor— es un simple descontrol hormonal, mientras que el amor es un proceso inteligente perfectamente equilibrado entre lo racional y lo sentimental. Es decir, que lo primero habita en instintos básicos, y lo segundo necesita un planeta con un poco de vida inteligente».

El artículo que sigue, que Pilar Rahola ha titulado acertadamente «Una droga llamada amor», lo escribió cuando supo que la Ciencia ha descubierto el lugar exacto del cerebro en el que se originan los sentimientos que se experimentan cuando alguien está enamorado, y determinado que el amor drogamor está en la misma zona cerebral de la adicción a las drogas.

Esto último, lo de adicción a las drogas, es algo que a Pilar Rahola no le sorprende ni a mí tampoco, pues lo he dicho en este blog desde hace tiempo.

Ante tantas evidencias, ¿cuándo se adoptará un término que, como el mío ‘drogamor‘, se use para designar con nombre propio ese desastroso sentimiento que por siglos se ha llamado amor pero que no lo es, sino que, por el contrario, opera como una auténtica droga y causa estupidez y un sinfín de males en quien lo padece, pudiendo hasta arruinar su vida?

Hay que celebrar que cada día son más las voces que se suman a esta denuncia, y es de esperar que no sólo aumenten sino que el caso llegue algún día a ser materia de enseñanza obligatoria desde el comienzo de la adolescencia.

Por ahora, la cosa va todavía muy mal, pues a la juventud se le sigue diciendo en todos los medios —radio, prensa, revistas, libros, cine y televisión— que ese placentero pero engañoso estado de estupidez e incapacidad de raciocinio en que sume el drogamor es como una señal que da el Destino para indicarnos el camino a seguir.

NotaCMP.- Lo en cursiva lo he añadido yo.

***

24-06-12

Pilar Rahola

Una droga llamada amor

A pesar de ser una defensora apasionada de la Ciencia, me inquieta un poquito que su larga marcha hacia el conocimiento no tenga freno.

Por supuesto, lo mío es puro romanticismo, pero me inclino a pensar que algunos enigmas del cerebro y de sus contingencias deberían seguir siendo un misterio.

El otro día leía que investigadores de varias universidades (Canadá, EE.UU. y Ginebra) han descubierto el lugar exacto del cerebro en el que se originan los sentimientos que se experimentan cuando alguien está enamorado. Y añadía la información: «El amor está en la misma zona cerebral de la adicción a las drogas». Es decir, que estar enamorado es como estar «colocado».

Ignoro para qué servirá, desde la perspectiva médica, dicha información, pero la verdad es que no resulta ninguna sorpresa.

Nadie que haya estado enamorado puede dudar de que el enamoramiento es un enganche adictivo que tiende a dominar la voluntad de su víctima, y que cuesta una barbaridad dejarlo… De hecho, es el estadio de mayor estupidez del ser humano. Así lo decía Noel Clarasó: «Cuando se habla de estar enamorado como un loco se exagera; en general, se está enamorado como un tonto«.

Ciertamente, el enamoramiento es un simple descontrol hormonal, mientras que el amor es un proceso inteligente perfectamente equilibrado entre lo racional y lo sentimental. Es decir, que lo primero habita en instintos básicos, y lo segundo necesita un planeta con un poco de vida inteligente.

Sin embargo, ¿puede alguien llegar al estadio del amor sin haber sufrido previamente ese torturado descontrol de los sentidos? Me resulta difícil imaginarlo, aunque para gustos, los colores.

El amor… Me parece deliciosa la idea de que sea una droga que se cuece en la zona del cerebro donde hierven las adicciones, porque creo que el amor es uno de los procesos más grandiosos del ser humano, y tener su adicción me parece un buen síntoma.

Quizás es por ello, por tener componentes adictivos, por lo que algunos pueden hacer locuras por amor, pero sinceramente creo que, sobre todo, se hacen maravillas gracias a su fuerza. El verbo ‘amar’ es un verbo redondo, rotundo, que ofrece y obliga, que duele pero enaltece, que desgarra pero sutura, y que nunca falla si no se espera de él más que su entrega.

Su conjugación bien aprendida nos construye como mejores personas, y me resulta imposible imaginar nada bueno de alguien que nunca haya sabido amar. Por supuesto hablo del amor en su acepción amplia, desde la pareja a cualquier componente de nuestro círculo sentimental, padres, hijos, amigos…, el otro, el prójimo.

Por amor atravesamos muros de dificultades, luchamos contra los elementos, nos reconstruimos para mejorarnos, y por amor damos más allá de lo que sabíamos que podíamos dar. Y cuando triunfa por encima de los miedos, es el amor lo que nos hace más fuertes. Una buena adicción para los tiempos del desconcierto.

Fuente: La Vanguardia