[LE}– ‘Cagaprisas’, ‘birra’, ‘papichulo’,… las polémicas novedades del diccionario de la RAE

2014-10-17

La nueva edición del Diccionario de la RAE ha vuelto a traer polémica. Entran «botellón» y «chupi», entre otras.

La 23ª edición del Diccionario de la lengua española, que se publica esta semana en todos los países hispanohablantes, incluye palabras como burka, ciclogénesis, coach, hiyab, homoparental, quad, y wifi, y voces coloquiales como amigovio, birra, botellón, gorrilla y chupi.

Desde que se publicó en 2001 la anterior edición del Diccionario, la obra se ha actualizado periódicamente en internet con miles de nuevas entradas. Pero la edición en papel, publicada por Espasa, contiene centenares de novedades que aún no están disponibles en la versión electrónica.

Entre esas novedades hay numerosas voces americanas, que se han incrementado de manera significativa en la 23ª edición; amigovio(fusión de amigo y novio) es una de ellas. Y se han admitido, además, palabras americanas como basurita, bíper, cajonear, conflictuar, enrulado, lonchera, motoneta, nocaut y papichulo.

Del mundo islámico han saltado al Diccionario burka y hiyab. La primera se define como «vestidura femenina propia de Afganistán y otros países islámicos, que oculta el cuerpo y la cabeza por completo, dejando una pequeña abertura de malla a la altura de los ojos». Y la segunda es el «pañuelo usado por las mujeres musulmanas para cubrirse la cabeza».

Antipersona, aplicado a esas minas que matan o mutilan a quienes las pisan, llega al Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), al igual que sucede con ciclogénesis (formación de un ciclón).
Si en 2012 el matrimonio homosexual se incorporó al DRAE, ahora lo hace la voz homoparental, que se aplica a una familia «formada por dos personas del mismo sexo y los hijos».

También, se han adaptado las definiciones de marido («hombre casado, con relación a su cónyuge») y de yerno («cónyuge masculino de la hija o del hijo de una persona»), entre otras.

Los extranjerismos figuran en cursiva cuando no se han adaptado al español. Ése es el caso de «backstage», el «espacio situado detrás de un escenario o de una pasarela donde se preparan quienes intervienen en un desfile de moda, o de «coach» (persona que asesora a otra para impulsar su desarrollo profesional y personal) y, en el lenguaje deportivo, equivale a entrenador.

Del inglés proceden asimismo «establishment» (grupo de personas que ejerce el poder); el «hacker»; «quad» (vehículo todoterreno de cuatro ruedas similar a una motocicleta), y «spa», el establecimiento con mecanismos de relajación.

También aparecen «chaise longue», en alusión al «asiento mullido, alargado y normalmente sin brazos, que permite estirar las piernas», e «impasse», definido como «callejón sin salida» y «compás de espera». Del italiano procede «birra», la forma coloquial de referirse a la cerveza, que entra también este año.

Entre las voces coloquiales, destaca el «botellón» y «chupi». También entran los «gorrillas», el «mileurismo» y voces relacionadas con las nuevas tecnologías como tuit, tuitear, tuitero y tuiteo.

También aparecen intranet y nube, en alusión al espacio de almacenamiento en la Red.

Aparecen, además, los «plomizos» para calificar a los pesados y molestos, el «cague» y los «cagaprisas», como «personas impacientes, que siempre tienen prisas».

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[LE}– Las bellas durmientes del idioma: palabras que desaparecerán del nuevo DRAE

16/10/2014 

Luis Alemany

Mil voces, sin uso documentado desde el año 1500, desaparecerán del nuevo DRAE.

Pero, sin ir tan lejos, el español está lleno de palabras que se nos mueren poco a poco.

Días grandes para los lexicógrafos: entre hoy mañana se extienden los actos de bautismo y presentación de la nueva edición del ‘Diccionario de la Real Academia Española’ y todos llevamos ya no sé cuántos días locos con que si ‘tuit’, que si ‘bótox’, ‘cameo’, ‘dron’, ‘pilates’ o ‘precuela’.

Los nostálgicos, en cambio, prefieren pensar en la cifra redonda de mil voces que saldrán del ‘Diccionario’ por abandono, desuso y olvido. Palabras incluidas en la categoría de «desusadas», según la Real Academia; es decir, aquellas «cuya última documentación no es posterior a 1500».

«Son palabras que no nos dicen nada ni a nosotros», explican en la RAE. Sin embargo, en la ‘web’ se pueden encontrar reservas de palabras, llenas de ejemplos polvorientos y conmovedores. Tomamos 10 al azar. Una vez, todo esto fue idioma, y el registro de Google Books lo demuestra.

Cosas de caballeros: Jayán

(Del fr. ant. jayani). 1. m. y f. Persona de gran estatura, robusta y de muchas fuerzas. 2. m. y f. El Salv. y Nic. Persona vulgar y grosera en sus dichos o hechos. 3. m. germ. Rufián respetado por todos los demás.

Google Books da noticia de ochos usos de la palabra «jayán», en un libro tan noble como el ‘Amadis de Gaula’ (1508), de Garci Rodríguez de Montalvo. Y, después, en un puñado de libros de «muy nobles et valerosos caballeros» y en el ‘Quijote apócrifo’ de Avellaneda (siete veces lo usó).

Los libros de caballerías necesitaban villanos, y ahí estaba la palabra ‘jayán’, con su origen francés, para identificarlos. ¿Sus últimos usos? Pocos, pero nobles: Francisco Ayala, y Mario Vargas Llosa la emplearon, además de un ensayo sobre cultura sefardí de 1993.

Sales en la Biblia: Escaramujo

(De or. inc.). 1. m. Especie de rosal silvestre, con hojas algo agudas y sin vello, de tallo liso, con dos aguijones alternos, flores encarnadas y por fruto una baya aovada, carnosa, coronada de cortaduras, y de color rojo cuando está madura, que se usa en medicina. 2. m. Fruto de este arbusto. 3. m. percebe ( crustáceo).

«Una vez que la flor ha sido fertilizada, deja caer sus pétalos, y el fruto (el escaramujo de la rosa) se hincha y se vuelve de un hermoso tono naranja, rosa o escarlata…».

La frase es prometedora, pero remite a un manual, una ‘Guía práctica para hacer jabón’, de Susana Cavitch, que nunca llegó a las mesas de las secciones de Cultura.

Jordi Serra i Fabra la empleó en su ‘Trilogía de las tierras’ (2011) con un fin misterioso («La palabra «escaramujo» no pertenece a nuestro léxico; sin embargo, el ordenador central de Ganímede se la aplicó a esa cosa extraña. Y en el informe aparece destacado. Ello significa que, aunque hoy no se utilice o no exista, en otro tiempo sí se utilizó»).

Y atentos, porque la traducción de la Santa Biblia de Reina Valera la emplea: «Y el escaramujo respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, y aseguraos debajo de mi sombra; y si no, fuego salga del escaramujo que devore los cedros del Líbano» (‘Jueces 9:15’).

El mero mero peje

(Del lat. piscis). 1. m. pez ( vertebrado acuático). 2. m. Hombre astuto, sagaz e industrioso.~ ángel. 1. m. angelote ( pez selacio). ~ araña. 1. m. Pez teleósteo marino del suborden de los Acantopterigios, que llega a tener unos 25 cm de largo, con cuerpo comprimido y liso, de color amarillento oscuro por el lomo, más claro y con manchas negras en los costados y plateado por el vientre, cabeza casi cónica, boca oblicua, ojos muy juntos y dos aletas dorsales, una que corre a todo lo largo del cuerpo, y la otra, sita en el arranque de la cabeza, pequeña y de espinas muy fuertes, sobre todo la primera, que es movible y hueca y sirve al animal para atacar y defenderse, lanzando por ella un líquido venenoso que segrega una glándula situada en su base. Vive en el Mediterráneo, medio enterrado en la arena, y su carne es comestible. ~ diablo. 1. m. escorpina.

‘Peje’ es el apodo de Andrés Manuel López Obrador, el líder de la izquierda mexicana, de modo que su uso aparece en muchas crónicas políticas más o menos recientes.

Al otro lado de la tabla, aparece nada menos que el ‘Quijote’, el bueno, no el apócrifo, que la emplea cuatro veces: «Esta fábula del peje Nicolao trae su origen de lo que escribe Joviano Pantano y Alejandro de Alejandre en sus Dias geniales».

‘Zoz molezto’: Ufa

1. interj. Arg. y Ur. U. para expresar fastidio, fatiga o desagrado.

¿Ufa es una interjección? Como aúpa, como epa. Ufa sonaba, hasta ahora, a la productora del III Reich, por eso, Google Books da noticia en seguida de las memorias de Leni Riefenstahl, entre otros libros de historia del cine.

Pero también hay cuentos infantiles que llevan la palabra Ufa como título, incluso. Y Roberto Arlt la empleaba en ‘Los lanzallamas’ con uso cómico: «Ufa que zoz molezto… Claro que eztá en el itinerario de hoy. Claro… Ufa».

Seguramente, los lectores rioplatenses que lean estas líneas dirán que «ufa» no tiene mayor misterio.

Mala con ganas: Protervia

(Del lat. proterva). 1. f. Perversidad, obstinación en la maldad.

Bonita palabra que nadie escribe en un libro desde 2012 (‘Refugiados: Crónica de un palestino’ de Marcos Aguinis). Después, la voz aparece en una legión de libros de tema religioso, y en no pocos ensayos sobre la historia de Perú.

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[LE}– Ex presiones

11 Abril 2014

Sergio Sarmiento

Reconozco mi pecado: escribo «ex» separado del sustantivo.

Lo hago en primer lugar porque es un hábito: lo he hecho toda la vida. También porque así lo han empleado los grandes escritores de la lengua española. ¿Quién soy yo para corregirle la plana a Borges? Una razón adicional es que así lo establecen las más confiables obras de consulta. Tanto el Diccionario de la Lengua Española como el Diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia Española prescriben el uso separado de este prefijo.

Me imagino que también tengo una razón emocional. Ciertas cosas en la vida no deben estar unidas. Ahí está el término «ex esposa». La separación parece ordenada por el mismo significado. No hay que juntar lo que no se debe. Poco importa que los prefijos estén siempre unidos al sustantivo. En exámenes «prenupciales» el «pre» va junto al sustantivo, pero cuando uno se hace un prenupcial tiene mayor inclinación a unir que a separar.

Leo una nota en Terra Perú que me aterra. Dice que a fines de este año se publicará una nueva edición de la Ortografía de la Academia (los cambios se adelantaron desde 2010 pero no están incorporados en los diccionarios) que, entre otras cosas, unirá lo separado. «Ex» deberá escribirse junto al sustantivo como cualquier otro prefijo. La grafía correcta será «exesposa» (¡horror!), aunque los académicos demuestran su incongruencia al mantener separado el prefijo cuando modifique un sustantivo compuesto, de tal suerte que se seguirá escribiendo «ex director general» o «ex primera esposa».

No será fácil habituarme. La cercanía de la «ex» puede ser profundamente incómoda. Los académicos no han estudiado quizá el fondo del asunto. Seguramente vieron «ex» y dijeron: «Es un prefijo, adhiérase como todos los demás». No es que no tengan lógica, es que no entienden de emoción.

No terminan ahí los cambios. Iraq, que trae consigo recuerdos del gran califato de Bagdad, se transforma en Irak, a pesar de que en árabe la k y la q son consonantes distintas. El ánimo de linchamiento contra la «q», una letra a la que a mí me liga una larga y afectuosa relación, no para ahí. «Qatar» desaparecerá para abrir camino a un «Catar» que nadie reconocerá a nivel internacional y que parece más bien un mal intento de probar un vino. «Quásar» será expulsado de los diccionarios para introducir un extraño «cuásar» mientras que «quórum» será reemplazado por un casi obsceno «cuórum».

Algunos de los cambios no son sólo naturales sino que se han venido aplicando desde hace años. No se acentuará la «o» que separe cifras, como en «12 o 13». La verdad es que no conozco a nadie de menos de 90 años que lo siga haciendo. Entiendo también la condena a muerte de la «ch» y la «ll» como letras independientes; desde hace décadas ya no se les consideraba ni siquiera en el orden alfabético.

Otras modificaciones me dejan temblando de rabia. ¿Eliminar la tilde de «guión», «huí» o «truhán» porque son monosílabos? Quizá lo sean en Andalucía, donde la gente de buen apetito se come la mitad de las letras, pero no en el altiplano mexicano. Me deja anonadado, por otra parte, que estén quitando la tilde de «sólo» aunque sólo signifique solamente.

Quizá lo que más me entristece es que me veo en el papel de tantos que durante décadas se resistieron a las normas de 1952 y 1959. Recuerdo cómo sonreía en mis tiempos de editor de enciclopedias al ver textos que testarudamente se aferraban a la tilde en «fue» o en «dio». Yo me pregunto si en el futuro los correctores del periódico se burlarán de mí y dirán: «Pobre Sarmiento que sigue escribiendo cuórum con q. Cómo se ve que viene del siglo XIX».

Cortesía de Manuel Alberto Gutiérrez

[LE}– Las nuevas palabras del Diccionario de la Lengua Española (DRAE)

14/03/2014

C. Fraile

Dron, precuela, hipervínculo, bótox… Una selección de artículos que acaban de incorporarse

Audioguía

1. f. Dispositivo electrónico portátil de uso individual que, a través de grabaciones, proporciona información en la visita a una exposición, paseos turísticos, etc.

Bótox

(De Botox®, marca reg.). 1. m. Química. Toxina bacteriana utilizada en cirugía estética.

Cortoplacismo/Cortoplacista

  • Cortoplacismo. (De la loc. [a] corto plazo e -ismo). 1. m. Conducta o actitud del cortoplacista.
  • Cortoplacista. 1. adj. Que persigue resultados o efectos a corto plazo. Apl. a pers., u. t. c. s.

Dron

(Del inglés drone). 1. m. Aeronave no tripulada.

Hipervínculo

(De hiper- y vínculo). 1. m. Informática. Enlace.

Identiquit

(Del inglés identikit, acrónimo de identification [identificación] y kit [kit]). 1. m. Arg., Bol., Ec., Nic., Par., Perú y Ur. retrato robot.

Jonrón

(Del inglés home run). 1. m. América. En el béisbol, jugada en que el bateador golpea la pelota enviándola fuera del campo, lo que le permite recorrer todas las bases y anotar una carrera.

Medicalización/Medicalizar

  • Medicalización. 1. f. Acción de medicalizar.
  • Medicalizar. (Del francés médicaliser). 1. tr. Dotar a algo, como un medio de transporte, de lo necesario para ofrecer asistencia médica. 2. tr. Dar carácter médico a algo. La medicalización del parto.

Naturópata/naturopatía

  • Naturópata. 1. adj. Dicho de un médico: Especialista en naturopatía. U. t. c. s.
  • Naturopatía. (Del inglés naturopathy, de nature ‘naturaleza’ y -pathy ‘-patía’). 1. f. Método curativo de enfermedades humanas mediante el uso de productos naturales.

Pilates

(De J. H. Pilates, 1883-1967, especialista alemán en salud que desarrolló y divulgó este método). 1. m. Método gimnástico que aúna el ejercicio corporal con el control mental, basado en la respiración y la relajación.

Precuela

(Del inglés prequel, y éste formado sobre sequel ‘secuela’, con sustitución de la primera sílaba por pre- ‘pre-‘). 1. f. Obra literaria o cinematográfica que cuenta hechos que preceden a los de otra obra ya existente.

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[LE}– De «¿Lo pillas?» a «mire usted»: las muletillas más usadas en España

20/02/2014

Aitor Santos Moya

Como quien no quiere la cosa, en el transcurso de cualquier conversación se repiten constantemente una serie de expresiones que los interlocutores han adquirido de modo rutinario.

«¿Me entienden?». De algún modo, ninguna persona, por raro que parezca, es ajena a tal situación. Por decir algo, hasta hace unas semanas ni siquiera yo había caído en la cuenta de este tipo de costumbres verbales.

«Esto… ¿qué os iba a decir…?». Ah, sí, que según el Diccionario de la Lengua Española (DRAE) una muletilla queda definida como la «voz o frase que se repite mucho por hábito».

Todos aquéllos que han leído el párrafo anterior pensarán, y con razón, que quien suscribe estas palabras ha perdido la cabeza. Nada más lejos de la realidad.

Se trata de un ejemplo totalmente exagerado del uso, o más bien abuso, que una persona puede hacer de las muletillas en cualquier tipo de contexto. Normalmente son un recurso oral, y sirven para complementar el discurso, ya sea con la intención de mantener el interés, subrayar una puntualización, poner énfasis en algo o buscar la aprobación del resto, entre otras funciones.

Sin embargo, el empleo constante de éstas puede derivar en un vicio que deja en evidencia la falta de mensaje y las carencias lingüísticas de todo aquel que las emplea. Como ejemplo, vuelvan al primer párrafo y observen el arte de hablar sin decir nada.

Mª Teresa Estellés, presidenta de la A.L.E. (Asociación de Logopedas de España) y directora de Centros Ortofón, respalda esta última postura, «el uso de las muletillas es siempre contraproducente. El motivo es claro: son un distractor para el receptor del discurso, al que no llega el mensaje».

Paula Martos, licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, explica la importancia de elegir con atención los registros en que se deben utilizar, «a pesar de que la función que tienen es justamente facilitar la comunicación, puede ocurrir que el uso inapropiado de determinadas unidades genere situaciones en las que no sea así. En función de la pretensión que tengamos, emplearemos unos recursos u otros, por lo que la selección de estos debe ser cuidada».

En determinadas ocasiones, las muletillas son empleadas exclusivamente para hacer mas armoniosa la locución, pero sin aportar nada al sentido de la frase. Martos aconseja tener en cuenta los valores expresivos que escogemos para hablar, «aun cuando se entiende que uno de los rasgos de las muletillas es su repetición, podemos crear una imagen de pobreza lingüística si recurrimos a ellas de manera excesiva. De este modo, no sólo hay que atender a las unidades que escogemos, sino al peso de los elementos con valor expletivo que empleamos en nuestro discurso».

Extenso repertorio

«Es decir», «digo yo», «¿me explico?», «como si dijéramos», «pues nada», «¿lo pillas?», «no es porque yo lo diga, pero…», «escucha un momento» o «mire usted», son sólo algunos ejemplos del amplio abanico de muletillas que abarca nuestro idioma.

Englobadas dentro del mismo término general, conviene saber los diferentes tipos que existen:

  • El latiguillo, caracterizado por su naturaleza temporal de modo similar al recorrido que traza una moda
  • La empuñadura, necesaria para encauzar y conducir determinados coloquios; y
  • El timo, cuya principal característica es su carácter repetitivo en varias fases de un mismo alegato.

Frontera de la consciencia

Volviendo a la definición de la RAE, no queda claro el grado de voluntariedad que tienen los seres humanos cuando reproducen una serie de muletillas. Estellés resalta que «en un primer momento son conscientes, pero, con su constante repetición, llegan a automatizase y utilizarse de forma inconsciente».

Mientras que Martos responde en base al sentido organizacional o intencional que posean, «generalmente, son automáticas, ya que su valor está relacionado con la gestión del discurso. No obstante, no hay que olvidar que existen diversos tipos de muletillas en función de la actitud que tengamos.

Por lo tanto, podemos marcar su carácter inconsciente, pero sin olvidar que en algunos casos la elección puede estar determinada por una serie de factores externos».

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[LE}– Singularidades de la palabra española ‘coño’

17/02/2014

A. F. Vergara / I. G. Peña

Pese a los intentos, y los logros, de Camilo José Cela para incluir la palabra «coño» en el DRAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española), su pronunciación en el Congreso, en público, y en la tribuna, demuestra que su «especial sonoridad» hace que esté lejos de considerarse una palabra «refinada», aunque sí es de uso habitual.

Sólo tenemos que recordar que el presidente del Congreso, Jesús Posada, pidió disculpas el pasado miércoles 12 de febrero, y reconoció que debería haber tenido «más control» de sus propias palabras cuando se le escapó la palabra «coño» en el momento en el que trataba de imponer el orden en un rifirrafe del debate.

«Estas cosas ocurren. Realmente yo tenía que haber tenido más control de mis propias palabras, pero, en fin, pronuncié alguna interjección que no debía», decía Posada.

En el Congreso no es la primera vez que se oye esta palabra. El «¡Se sienten, coño!» de Antonio Tejero durante el fallido intento de Golpe de Estado del 23-F se hizo tan famoso que, tanto en películas, series y en conversaciones entre amigos, se ha reproducido hasta la saciedad.

Oda al órgano femenino

Buscando referencias sobre esta palabra en nuestra literatura, uno de los primeros autores que nos encontramos es Camilo José Cela, quien empleaba este término de forma muy habitual.

Es más, una de sus biografías, escrita por Gaspar Sánchez Salas, lleva por título «El coño de Don Camilo y otras anécdotas inéditas», lo que da cuenta de lo habitual que era en su vocabulario.

Precisamente fue el escritor gallego quien consiguió que la palabra «coño» se incluyera en el DRAE. Ya en el año 1968, en el preámbulo de su «Diccionario secreto», Cela se lamentaba porque el DRAE «ignora por ejemplo, la voz «coño» y no registra ningún cultismo que designe el concepto a que se refiere la palabra proscrita, con lo que se da el despropósito de que el aparato reproductor externo de la mujer no tiene nombre oficial en castellano».

Pero si seguimos con nuestro recorrido literario, no podemos dejar de hacer referencia a Juan Manuel de Prada, que publicaba «Coños» en el año 1994. Un libro de varios capítulos cortos, en cada uno de los cuales el autor describe la vagina de una mujer diferente. Un libro muy elogiado, por otra parte, por Francisco Umbral, otro de los autores de nuestra literatura que han contado en numerosas ocasiones con esta palabra entre sus expresiones más habituales.

¿Un término «sexista»?

Según el DRAE, la primera de las acepciones de la palabra «coño» hace referencia a la «parte externa del aparato genital de la hembra», y como interjección se utiliza para expresar diversos estados de ánimo, especialmente extrañeza o enfado*.

En Chile, según este mismo diccionario, el término se puede traducir por «Español», y, tanto en este país como en Ecuador, puede ser un adjetivo con el significado de «miserable o tacaño».

Su origen es la palabra latina «cunnum», según explican Alberto Buitrago y Agustín Torijano en su «Diccionario del origen de las palabras (Espasa, 1998)», y, en este sentido, hace alusión a «cuño» que se forma en la zona pélvica de la mujer, entre las ingles.

En España, el término «coño» tiene unas connotaciones un tanto «sexistas». Cuando algo nos molesta, nos fastidia profundamente, usamos la palabra coño, en una referencia vulgar al órgano femenino. Lo mismo ocurre cuando nos aburrimos: «Vaya coñazo». Sin embargo, cuando un evento nos entusiasma exclamamos que «Es cojonudo», en este caso en referencia al órgano masculino.

En Italia la historia es al revés. Nuestros vecinos mediterráneos utilizan el joder —el «cazzo»— en una clara alusión a las partes íntimas del hombre, al igual que para señalar que una cosa es una tontería o gilipollez: «Che cazzata». Por el contrario, cuando una cosa encanta o sorprende, utilizan una palabra que menciona el miembro femenino, la «figa»: «Che figata», que se traduciría en un «Qué chulada».

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(*) NotaCMP.- Y a mí me extraña que nose mecione su uso para expresar sorpresa con, con tinte peyorativo, como en «¿Qué coño es eso?», dicho ante algo que nos choca.

[*Opino}– ‘Ponible’. Preferible el ridículo antes que la ‘capitulación’

04/02/2014

Carlos M. Padrón

Ya he comentado las para mí ridiculeces u opciones sin sentido a que, con tal de evitar el uso de una palabra de otra lengua, muy en especial si éste es el inglés, llegan en España instituciones que, como Fundéu, se supone que tienen como propósito la defensa de nuetro idioma, lo cual implica —o al menos eso entiendo— respetar las decisiones de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), máxima autoridad en esta materia.

Según el artículo que copio abajo, en vez de wearable habría que usar ponible, pero vean lo que acerca de esta palabreja dice el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE): «La palabra ponible no está registrada en el Diccionario».

Entonces, ¿qué guía hay que seguir, la de Fundéu o la de la RAE? ¿Y qué va a pasar con el tal ponible y esa absurda acepción que le dan al verbo poner cuando lo usan como causar excitación sexual? ¿Será que, a partir de ahora, alguien que está ponible es que está abierto a esa excitación?

Perder el sentido del ridículo es de verdad lamentable.

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04/02/2014

‘Tecnología ponible’, mejor que wearable technology

Es preferible la traducción tecnología ponible a la denominación inglesa wearable technology y a la fórmula mixta tecnología wearable.

En las noticias son cada vez más frecuentes informaciones como

  • «Impresión 3D, televisores 4K y tecnología ‘wearable’, entre las tendencias para 2014» o
  • «La tecnología wearable llega a la natación».

Sin embargo, para referirse a la tecnología que incorporan estos dispositivos, prendas y complementos lo más adecuado es recurrir al adjetivo ponible, formación regular a partir del verbo poner, que alude al hecho de que estos objetos tecnológicos se pueden llevar puestos.

Así, en las oraciones anteriores, lo idóneo habría sido

  • «Impresión 3D, televisores 4K y tecnología ponible, entre las tendencias para 2014» o
  • «La tecnología ponible llega a la natación».

Además, cuando se quiera aludir a cada prenda o complemento concreto, y no al tipo de tecnología que incorporan, se puede recurrir al prefijo tecno- y a los adjetivos tecnológico e inteligente.

Así lo hacen ya algunos medios en frases como «Tecnochaqueta con cargador solar», «Otra compañía se sumó a la lista de empresas que presentó su pulseras tecnológicas» o «Investigadores desarrollan unas gafas inteligentes que sustituyen a los lazarillos de los ciegos».

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[*Opino}– Las feministas vuelven a la carga

27-11-132

Carlos M. Padrón

En el artículo que copio abajo, algunas mujeres repiten, por enésima vez, su ataque contra lo que llaman el sexismo en nuestro idioma.

Si es cierto que «no se nace mujer sino que se llega a serlo», sugiero que se deje claro que en el camino para ‘llegar’ ocurren bifurcaciones como la de ‘mujer’ y la de ‘feminista’, y en éstas hay varias categorías, como las de las tristemente famosas y exhibisionistas Femen.

Si lo que se pide llegara a imponerse, me pregunto qué pasará entonces con expresiones como «pareces una niñita» o «lloras como una mujer».

¿Acaso no es cierto que el comportamiento de las niñitas es de mayor debilidad que el de los niñitos, y que las mujeres lloran más y más a menudo que los hombres, por no decir que ante el menor susto —como que de pronto aparezca un ratón, una cucaracha, etc.— no pueden reprimir unos gritos estridentes? Entonces, ¿hay diferencias o no?

Si ya están convencidas de que son el sexo fuerte, ¿a qué se preocupan de nimiedades como éstas?

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10/11/2013

Lo femenino es «débil» y lo masculino «enérgico», según la RAE

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE), editado en 2011 y actualizado cinco veces desde entonces, define «femenino» como «débil» y «endeble», y «masculino» como «varonil» y «enérgico».

Filólogas, parlamentarias y expertas en igualdad exigen a la institución que lo rectifique en la edición 2014, porque opinan que valida un estereotipo y consolida una visión del mundo que no es real.

«Tiene muchísima trascendencia: que el diccionario de la Real Academia, que es la máxima autoridad en la Lengua Española, defina lo ‘femenino’ como débil y lo ‘masculino’ como lo contrario es impresentable. ¿Es que no hay mujeres fuertes, enérgicas o con potencial en esta vida?»,

plantea la directora del Centro de Estudios de Género de la UNED, Teresa San Segundo.

Según explica, el lenguaje «es la forma de expresión de una comunidad, pero, además, configura el pensamiento», de modo que «lo que no se nombra, no existe». Con ello se refiere a la ausencia de definición para ‘feminizar’ en el diccionario de la RAE.

La búsqueda del término en su versión online dice que no existe esta palabra y sugiere consultar ‘demonizar’ o ‘feminidad’, porque «tienen formas con una escritura cercana».

‘Masculinizar’, por contra, sí está recogido, con una anotación que avisa de que el término se incorporará a la próxima edición. La primera acepción es «dar presencia o carácter masculinos a algo o a alguien» y el ejemplo que la acompaña dice: «determinadas modas actuales masculinizan a la mujer».

Para San Segundo, esto «clama al cielo». «Que ‘feminizar’ no exista supone que ni siquiera se contemple la posibilidad de que se puedan dar atributos femeninos a algo, mientras que darlos masculinos sí es posible»,

denuncia la experta.

Según fuentes de la Real Academia Española, el diccionario se encuentra actualmente en revisión y tendrá una nueva edición el próximo año. La institución está «abierta» a recoger propuestas de modificación, quejas y sugerencias sobre el contenido, para lo que ofrece en su página web la llamada ‘Unidad Interactiva’, con un formulario a disposición de los internautas.

Sin embargo, la doctora en Filología Románica por la Universidad de Barcelona, Eulalia Lledó, afirma que la RAE no responde cuando se trata de lenguaje no sexista.

Autora de diversos informes al respecto, lleva denunciando más de una década, pero sin éxito, la existencia de «incorrecciones» y definiciones «no equitativas» en el diccionario oficial, como las de ‘padre’ y ‘madre’.

«De hace 100 años»

«Si el diccionario tiene que reflejar la realidad, no ponen los medios para que esto suceda. Es más, se les advierte de esto y continúan incurriendo en estas definiciones que yo diría especialmente desagradables», señala. En su opinión, casos como el de ‘feminidad’ como lo «débil» revelan por sí mismos «el punto de vista desde el cual se han hecho».

«Es un estereotipo absoluto», ha añadido. Para la presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados, Carmen Quintanilla, «la Real Academia tiene que plantearse hacer otra definición mucho más acorde con la realidad social de las mujeres hoy en España, para que las nuevas generaciones puedan sentirse orgullosas de ser mujeres y de ser femeninas».

«Esta definición podía tener algún sentido hace cien años en España porque durante siglos aquí, como en el resto de la comunidad internacional, las mujeres fueron identificadas como el sexo débil, pero se ha demostrado a lo largo de la Historia que en realidad somos el sexo fuerte», ha señalado.

La diputada ‘popular’ considera que en España, especialmente en «los últimos 50 años», ha quedado probado que las mujeres podían valerse por sí mismas sin ningún tipo de ayuda.

«Somos madres, somos capaces de conciliar la vida profesional y familiar de manera heroica, y a lo largo de la Historia se ha visto cómo hemos sido capaces de sacar adelante nuestra familia, nuestro trabajo, y estar al frente en la toma de decisiones»,

ha sentenciado.

Por su parte, la presidenta de la Federación de asociaciones de Mujeres Progresistas, Yolanda Besteiro, tilda la definición de «barbaridad» y la atribuye a la «falta de incorporación de la perspectiva de género en el funcionamiento de la RAE».

A su juicio, es «un estereotipo nada justificado en criterios objetivos», porque en la realidad hay mujeres tan «enérgicas» como lo que el diccionario considera «masculino».

Besteiro explica que «lo peligroso» es que «a través del lenguaje se va definiendo el pensamiento». En este sentido, cita a la escritora y filósofa francesa Simone de Beauvoir: «no se nace mujer sino que se llega a serlo».

«Los estereotipos marcan lo que es una mujer y un hombre, y si la Real Academia de la Lengua define con un estereotipo lo que debe ser cada uno, está contribuyendo a convertir eso en una realidad», ha afirmado.

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[LE}– Las palabras más autóctonas de México, Panamá y Uruguay

18-10-13

¿Cuál es el mexicanismo más Mexicano? ¿Cuál es el panameñismo más Panameño? ¿Cuál es el uruguayismo más uruguayo?

Con estos tres países empezamos la creación del Atlas sonoro de las palabras más autóctonas del español.

Lo hacemos en el contexto del VI Congreso Internacional de la Lengua que se celebrará en Panamá, del 20 al 23 de octubre.

Tres escritores de los países citados han elegido una palabra con la que dan el pie para que ustedes propongan el vocablo que consideren más auténtico, o que refleje o represente mejor al respectivo país.

Es una manera de recordar la gran diversidad de una lengua hablada por cerca de 500 millones de personas y que puede ser entendida por sus hablantes en un 80%. Un idioma policéntrico, polifónico y en expansión. Forma parte de nuestra cobertura especial de la cita más importante del español.

Cada día, desde hoy y hasta el jueves próximo, propondremos tres países en los que sus respectivos escritores sugieren un vocablo por cada país, y ustedes lanzan con sus comentarios otras palabras.

Esta iniciativa de pluralidad y diversidad del español coincide con la presentación en Panamá de la edición digital del Diccionario de Americanismos, publicado por la RAE y la Asociación de las 22 Academias de la Lengua, a cargo del académico Humberto López.

Un gran libro de consulta gratuita en la Red que contiene más de 70.000 entradas y unas 120.000 acepciones sinónimos y variantes de muchas de las voces, etimología o procedencia de las palabras en la mayoría de casos.

Ahora sí, las palabras propuestas hoy por escritores de México, Panamá y Uruguay:

México: PINCHE. Por José Emilio Pacheco

En México, pinche canceló su acepción normal para adquirir, no se sabe cuándo, las características de un epíteto derogatorio que sorprende por su omnipresencia y durabilidad.

El más amplio catálogo de acepciones lo consigna el excelente Diccionario del Español Usual en México, de Luis Fernando Lara, en su segunda edición de 2009. Lara advierte que se trata de una grosería: «Pinche” 1. Que es despreciable o muy mezquino. 2. Que es de baja calidad, de bajo costo o muy pobre.

“Pinche” puede ser un empleado, el hábito de fumar, la suerte, un policía, una camisa, un perro, una casa, una persona, el mundo entero, una comida, un regalo, un sueldo o bien lo que a usted se le ocurra. Se trata, pues, de un epíteto que degrada todo lo que toca. Normaliza y vuelve aceptable una furia sin límites contra algo que nos ofende y humilla pero no podemos cambiar.

Admite grados y amplificaciones: “Esa novela me pareció un poco pinche”. “El racismo es una actitud pinchísima”. A veces puede ser un sustantivo inapelable: “No te lleves con él: es un tipo de lo más pinche.” Puede adquirir el rango de injuria máxima: “No me vuelvas a hablar, hijo de tu pinche madre.”

No sé cuándo empezó a emplearse, y nunca he leído nada sobre su origen. Ya que “pinche” en español común es “el ayudante de cocina”; sin ninguna pretensión ni autoridad, se me ocurre que el término se originó en tiempos de la hacienda y el latifundio. Nació entre los peones obligados a trabajar la tierra para beneficio de los amos y que veían con explicable resentimiento a quienes laboraban en ocupaciones serviles dentro de la casa grande.

Si el uso está restringido a México, resulta algo anecdótico e insignificante frente al hecho de que, a diferencia de tantos otros idiomas, quinientos millones de personas podamos entendernos en nuestra lengua materna. Es una “pinche” desgracia que muy pocas veces tengamos conciencia de este prodigio.

Panamá: SINVERGÜENZURA. Por Carlos Wynter Melo

Sinvergüenzura es el sustantivo de la infinitud y, en consecuencia, de la libertad absoluta. Una sinvergüenzura es comerse el mundo de un bocado. Es un escape —a veces son francamente inmorales las reglas morales— o el motivo de que exclames de repente, porque te nació de las vísceras: ¡Qué sinvergüenzura!, para quejarte o decir, oye, es asombroso que los humanoides seamos inmensos.

Uruguay: CELESTE. Por Claudia Amengual

Algún distraído diría que el término celeste proviene de la camiseta de la selección de fútbol, pero lo cierto es que ésta lo toma de nuestra bandera nacional. De ahí derivan expresiones populares, como la celeste o soy celeste que han enriquecido el significado de este color y lo han transformado en una marca de la identidad nacional uruguaya.

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