Jaimito se arrodilla en el confesionario y dice:
—Padre, he pecado. Anduve con una mujer de vida ligera.
El cura le pregunta:
—¿Tú eres Jaimito, no?
—Sí, padre, soy yo.
—¿Y con quién estuviste esta vez?
—No padre, se dice el pecado pero no el pecador.
—Mira, Jaimito, tarde o temprano me voy a enterar, así que más vale que me lo digas ahora. ¿Era Brenda Lamothe?
—Mis labios están sellados.
—¿Era Paola Salinas?
—Jamás lo sabrá.
—¿Era Natalia Cea ?
—No diré nada.
—¿Era Vanesa Magdalena?
—Padre, ¡no insista!
—¿Era Ingrid Liechtenstein?
—Padre, esto no tiene sentido.
—¿Era Marta Sarvi?
—No se lo voy a decir, Padre.
El cura chasquea los labios con exasperación y dice:
—Eres un cabeza dura, Jaimito, y, en el fondo de mi corazón, admiro tu reserva. Pero has pecado y debes tener tu castigo: Veinte Padrenuestros y diez Avemarías. Ve con Dios, hijo.
Jaimito vuelve a sentarse en el banco de la iglesia. Su amigo Pascualito se desliza hacia él y le pregunta:
—Y qué, ¿resultó?
—Sí, tengo seis nombres de nuevas candidatas. ¡¡Vamos a por ellas!!
