Una vez, el elefante, la jirafa y la gallina fueron a hablar con Dios. El elefante tomó la iniciativa y dijo:
«Dios mío, achícame la trompa porque todos los animales se burlan de mí por lo grande que es”
Y Dios le contestó:
«Hijo, con esa trompa, que te sirve también de nariz, puedes tomar todo el agua que quieras sin agachar la cabeza, y, además, puedes bañarte tú mismo».
El elefante recapacitó y dijo:
«Tienes razón, Señor. ¡Discúlpame!»
Entonces pidió la jirafa:
«Dios, achícame el cuello, por favor, que soy la burla de la selva entera”
Y Dios le respondió:
«Hija, con ese cuello largo puedes alcanzar los frutos más altos y frescos, y comer así mejor que otros animales que desean esos frutos”
Y la jirafa, convencida, también le pidió disculpas a Dios.
Llega entonces la gallina que dijo:
«A mí no me vengas con mariqueras: ¡¡o me achicas los huevos o me agrandas el culo!!»
