Dama 1: ¡Hola!
Dama 2: Cuéntame, ¿cómo te fue con tu cita de la otra noche?
Dama 1: ¡Horrible! ¡No sé qué pasó!
Dama 2: ¿Por qué? ¿No te dio ni un beso?
Dama 1: ¡Siiii! Me besó tan fuerte que se me salió el diente postizo que tengo arriba, al frente. Entonces me acarició el pelo y se me cayeron unas extensiones que yo tenía.
Dama 2: ¡No me digas que terminó ahí!
Dama 1: ¡Nooo! Después me tomó la cara entre sus manos, hasta que le tuve que pedir que no lo hiciera más porque me estaba aplastando el bótox, y entonces me mordió los labios como si fueran de plástico, tan fuerte que me iba a explotar el implante de colágeno. Además, mis pestañas postizas se le quedaron pegadas en la nariz.
Dama 2: ¿Y no intentó nada más?
Dama 1: Sí, me apretó las manos y se me salieron dos de las uñas postizas. Después le entró un arrebato de lujuria impresionante y me abrazó tan fuerte que casi se le quedan en las manos mis prótesis de las nalgas, y casi me revienta los implantes de silicona de mis senos.
Dama 2: ¿Y después qué pasó?
Dama 1: ¡Que se puso a beber champaña en mi zapato!
Dama 2: ¡Ay, qué romántico!
Dama 1: ¿Romántico? ¡Por poco se muere!
Dama 2: ¿Por qué?
Dama 1: Porque se tragó el corrector del juanete que estaba dentro del zapato, y casi se ahoga.
Dama 2: ¿Y después que hizo?
Dama 1: ¿Puedes creer que se fue? ¡Para mí que era maricón!
NotaCMP.- Este chistecito, por demás muy viejo, siempre me pareció exagerado, pero el comentario final de la tal ‘Dama 1’ lo salvó porque es 200% auténticamente femenino; las mujeres no asumen bien el rechazo.