06 julio, 2014
David Sanz
“Lo que ha hecho San Juan de Dios en el centro de Triana es abrir la puerta a usuarios y residentes con el mejor recibimiento del que somos capaces: el hospitalario”.
Juan José Afonso es el director general de Centros de San Juan de Dios en las comunidades autónomas de Canarias, Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha y Madrid.
Juan José Afonso, responsable de centros de San Juan de Dios, es natural de El Paso. | DA
Este palmero, de El Paso, es, por tanto, máximo responsable de la gestión que la Orden Hospitalaria está realizando en el centro de Triana, que esta semana ha cumplido un año desde que el Cabildo le encomendó su gestión.
—Estos días La Palma está conmemorando el 500 aniversario de una institución sanitaria como el Hospital de Dolores, cuya historia, simplificándola, simboliza el paso de una atención motivada por la beneficencia a ser un servicio público. ¿Qué reflexión hace usted en un contexto en que la sanidad pública está sufriendo graves recortes?
—Es cierto que nos encontramos en un momento de complejidad para la financiación de servicios públicos en general, y la sanidad, en particular. Es en estos momentos de crisis cuando se hace más necesario apoyarse en lo primordial: el bien de las personas que atendemos. Para ello los gestores y los responsables de la administración hemos de esforzarnos en soluciones imaginativas.
El Hospital de los Dolores es un ejemplo de ello. La dedicación debe ser decidida y está clara: queremos que los pacientes sigan recibiendo una atención sanitaria y una asistencia de calidad; que el enfermo sepa que estamos trabajando por él, como ocurría hace diez años, y como ocurrirá dentro de otros diez.
—En las jornadas que se celebran con motivo de este quinto centenario, usted ha presentado una disertación sobre los nuevos modelos de asistencia a la dependencia. ¿Podría concretar qué rasgos tiene ese nuevo sistema?
—Los rasgos de este sistema se concretan en premisas como visibilizar a la persona como centro de nuestro trabajo; la adaptación de los servicios y los programas a las necesidades de la gente; y la prestación del servicio con continuidad. Yo me pregunto: ¿por qué estar en una residencia y tener que acudir al ambulatorio o a urgencias para un problema sanitario? ¿No sería más lógico que el servicio se prestara de forma coordinada?
El futuro de la asistencia, o al menos de la que nosotros queremos prestar, pasa por la integración de servicios e instalaciones, frente a la descentralización con la que se ha estado funcionando hasta ahora. En definitiva, se trata de prestar servicio atendiendo a las necesidades, y no hacer que los usuarios se adapten a nuestros dispositivos o compartimentaciones. Éste es el modelo por el que abogamos en San Juan de Dios.
—¿Qué ha aportado en este nuevo enfoque la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios?
La Orden de San Juan de Dios es una institución que se creó, hace más de cinco siglos, con el único objetivo de atender a enfermos y a personas con necesidades. Hoy seguimos en la brecha con exactamente la misma base y la misma filosofía en nuestro trabajo diario. El enfoque de la Orden en la asistencia a la dependencia es el de la dignidad de la persona, donde todo empieza y todo acaba.
Hemos incorporado desde hace ya tiempo la Bioética como disciplina transversal a la hora de afrontar cualquier proceso asistencial o sanitario. Esto afecta de lleno a las personas con dependencia, a las que, además, la Orden se dedica en profundidad. Y no hablo sólo de mayores, que es la imagen que a la sociedad se le viene cuando se pronuncia la palabra “dependencia”, sino también de niños y jóvenes, como algunos de los que tenemos en el Centro de Atención a la Discapacidad de Triana.
Antes de plantearnos nada, está la persona, su dignidad, sus derechos, y, a partir de ahí y de esa conjunción entre la Medicina, la técnica asistencial y la ética, empieza lo demás, háblese de intervención, de tratamiento, de proceso, etc.
—¿Cree usted que nuestra sociedad está suficientemente sensibilizada con los derechos de la personas dependientes, o nos queda todavía un largo camino por recorrer?
—Creo que no hay que obviar que los organismos públicos, las entidades y colectivos sociales y los ciudadanos en general hemos hecho un notable esfuerzo por trabajar para la integración de las personas dependientes. Pero, una vez reconocido este punto, por supuesto que es necesario continuar en el camino, porque no todo está conseguido.
Desde la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios trabajamos no sólo en el estudio, tratamiento, evolución y seguimiento de estos casos, sino que creemos en la necesidad de sensibilizar al entorno de las circunstancias que caracterizan a las personas dependientes y a sus familiares y cuidadores. Por ello intentamos hacerlos visibles, para que se tome conciencia de que el esfuerzo ha de ser común, y para fomentar su integración y participación social, que es fundamental para el progreso de estas personas.
—Hace poco más de un año, el Cabildo de La Palma acudió a San Juan de Dios para solventar un grave problema que venía padeciendo en el Centro de Triana, y ustedes inmediatamente acudieron a esa llamada. ¿Cómo recuerda aquellos momentos?
—Desde el momento en que el Cabildo nos planteó la gestión de Triana, recuerdo muchas ganas de trabajar por parte de todo el equipo de profesionales que tenemos en San Juan de Dios en Tenerife para ofrecer a los usuarios y residentes del centro de La Palma un espacio que estuviera a su altura y con unos profesionales que colmaran sus expectativas. Y mucho trabajo.
Fue hace un año, y es ahora un momento ilusionante, porque si bien es cierto que el Centro ya estaba ahí, la labor de la Orden lo ha llenado de vida, de iniciativas, y de proyectos nuevos. Y eso pueden verlo fácilmente en la cara de los usuarios cuando están disfrutando de sus actividades y sus programas, y en las de los terapeutas que los asisten, cuando disfrutan de ellos. Además, yo nací en La Palma, así que la satisfacción para mí ha sido doble.
—Triana, a juicio del Cabildo y sus actuales gestores —es decir, San Juan de Dios—, ha dado un giro radical. ¿Qué han hecho para que se produjera ese cambio?
—Como le decía, trabajar para llenar ese centro de vida. Acabamos de celebrar el primer año de gestión de San Juan de Dios en Triana, y tengo el convencimiento de que hemos logrado trasladar los valores de la Orden hasta este centro palmero, comenzando por el valor troncal, ése que atraviesa cualquier acción que tenga que ver con nuestra manera de entender la asistencia y la sanidad: la hospitalidad.
Sabe bien que uno puede llegar a casa de un conocido y recibir un trato áspero, poco cuidado, incluso frío. Sin embargo, cuando llamamos a la puerta de un amigo y nos abre su casa con una sonrisa, nos recibe y acoge con alegría, y vemos que lo que nos ofrece es sincero, nuestra actitud es también cercana, abierta, y nuestra predisposición será también positiva.
Esto es simplemente lo que ha hecho San Juan de Dios en el centro de Triana: abrir la puerta a usuarios y residentes con el mejor recibimiento del que somos capaces, el hospitalario.
—¿Tienen intención de continuar estando al frente de este centro en La Palma cuando concluya la relación contractual que los une actualmente con el Cabildo?
—Nosotros estamos encantados de haber tenido la posibilidad que hace un año nos brindó el Cabildo palmero, al poner en nuestras manos un Centro tan especial como éste. Ante esto, sólo podemos mostrar nuestro agradecimiento al Cabildo por haber depositado su confianza en la Orden.
La intención de continuar aquí, por nuestra parte, es rotunda: sí, por supuesto. Tenga en cuenta que llevamos trabajando un año, que es mucho y muy poco al mismo tiempo. En este primer año hemos logrado reconvertir el Centro, lo hemos dotado de proyectos, profesionales, de usuarios con ganas de hacer cosas, de superarse a diario… Pero éste es sólo el principio, son resultados iniciales y nosotros conocemos nuestro potencial y el de las personas que son asistidas allí, y ni unos ni otros hemos tocado techo.
Por tanto, es obvio que queremos continuar desarrollando nuestro proyecto en la Isla, y, si el Cabildo decidiera seguir apoyándonos, ésta sería una noticia recibida con una enorme satisfacción.
—¿Cree usted que San Juan de Dios tiene posibilidades de seguir incrementando su presencia en la isla de La Palma a través de nuevos servicios?
—Durante sus 500 años de historia, la Orden de San Juan de Dios siempre ha estado donde se la llama y se la necesita. Así vinimos a Triana, y así estaremos dispuestos a cubrir necesidades o a aportar nuestra forma de hacer si ello redunda en beneficio de las personas asistidas y de la sociedad en general.
Si continuamos con la gestión del centro, no nos vamos a parar aquí. Hay mucho por hacer, y las posibilidades de Triana como Centro, no diré que son infinitas, pero sí muchas. Desde este punto de vista, desde la opción de avanzar en lugar de conformarse con los primeros resultados, no hay que descartar que se puedan estudiar futuras ampliaciones en los servicios, instalaciones, plantilla, plazas, etc. Pero todo ha de venir propiciado por la urgencia de cubrir, desde la calidad y la excelencia, necesidades de los palmeros.
—Le pregunto, como palmero y como especialista en gestión sanitaria. ¿qué retos cree usted que tiene pendientes la Sanidad en su isla natal?
—Hace un tiempo que no vivo en nuestra isla, pero sigo desde la distancia lo que acontece aquí. En este sentido creo que los problemas son similares al resto de la comunidad autónoma y, en último lugar, del país.
Uno de los retos es la gestión de los profesionales, que son, en definitiva, los que prestan la atención y los que dan la cara y el servicio a la ciudadanía.
Hacer conciliar la inmediatez del servicio con la viabilidad económica es un reto complejo. Tenemos que explicarlo, decirlo a los sanitarios y a la población. No todo es posible e inmediato, pero no se trata de recortar linealmente. Por encima de todo ha de prevalecer el servicio y la calidad que nuestro sistema tiene y que es un bien a preservar. La sanidad es un servicio y por tanto ha de ser prestada con esa vocación.
Cortesía de Juan Antonio Pino Capote
