[*Opino}– Vida en pareja y miedos asociados

22-05-14

Carlos M. Padrón

Lo que quiero destacar del artículo que copio abajo es eso de que «Tenemos que aprender que la vida es una experiencia solitaria», pues desde hace años descubrí que es una gran verdad, y de ahí que a mi lista de sentencias guía añadiera yo en 1987 la de «Eres uno solo, continuarás solo, y en el momento difícil estarás solo. Cuida de ti primero«.

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22/05/2014

M. J. Pérez-Barco

Los diez miedos a los que se enfrentan las parejas

A veces aparecen en momentos puntuales, durante una temporada o bien como un aviso de que algo no va bien.

Los miedos y temores en la pareja pueden acabar con una bonita relación. En ocasiones son sólo inseguridades de uno mismo. «El miedo es la manera que tiene nuestro cerebro de avisarnos de que no sabe lo que tiene que hacer en determinadas circunstancias, o de que no dispone de herramientas suficientes para afrontarlas», afirma la psicóloga Mila Cahue.

Pero otras veces el miedo es una señal que nos avisa para que nos alejemos de quien no nos conviene. Entonces queremos salir corriendo, o se nos encoge el estómago.

Éstos son los diez miedos que afrontar en la pareja:

1. Miedo a decir «te quiero».

Hay mil formas de decir «te quiero» a nuestra pareja todos los días, transmitir esa emoción es maravilloso en una relación. Sin embargo, muchas personas tienen miedo de decirlo porque temen la reacción del otro: ¿entenderá que ya está todo hecho?, ¿se va a relajar…?. Se aconseja afrontar este miedo con la comunicación (para aclarar los términos), con la asertividad (para marcar los límites sin ofender) y con la negociación.

2. Miedo a decirle a alguien «ya no te quiero».

Decir «ya no te quiero» es muy doloroso, tanto para quien escucha esa frase como para quien la emite. De hecho, muchas personas continúan con una relación porque no se atreven a decirlo. Para no tener ese miedo a comunicar al otro el desamor se necesita

  • humildad, para reconocer que nos hemos equivocado
  • empatía, para entender el «shock» que sentirá nuestra pareja
  • escucha activa, para aguantar el chaparrón
  • asertividad, para poder ser firme en la decisión; y
  • una buena dosis de autoestima, para que no nos hieran calificativos.

3. Miedo a agobiarse.

Hay personas que se agobian porque no saben poner límites o decir «no», algo que forma parte de unas relaciones sanas en las que dos partes expresan lo que quieren. Para superar este miedo hay que ser asertivo: sentirse cómodo con lo que se quiere decir.

4. Miedo a perder.

Una relación supone una inversión de afecto e ilusiones. Por eso, no queremos tener la sensación de vacío ni de haber perdido un tiempo precioso cuando vemos que la relación no avanza o se ha acabado. Para perder este miedo hay que tolerar la frustración, ya que no siempre se gana en las cosas que nos gustarían.

5. Miedo a quedarnos solos.

Muchas parejas están juntas por miedo a la soledad. Cuando la sensación de estar acompañados se ha satisfecho, nos fijamos en los defectos del otro y le pedimos que se convierta en quien no es. Tenemos que aprender que la vida es una experiencia solitaria. Si eres de los que le aterra la soledad, consulta a un especialista y entrénate en habilidades sociales, para hacer amigos y mantenerlos.

6. Miedo a equivocarnos.

Es un miedo bastante comprensible; a nadie le gusta equivocarse, pero ocurre. Por eso hay que intentar afrontar los errores con su parte positiva: si nos hemos equivocado es porque todavía tenemos que aprender. Lo mejor es relativizar el error y generar soluciones.

7. Miedo a tomar decisiones.

El miedo a cometer errores nos lleva a no ser capaces de tomar decisiones, y eso también tiene sus consecuencias. Lo más lógico es superar primero el miedo a equivocarnos para poder después decidir. Para ello hay que aprender que al derecho a equivocarse le sigue la obligación de corregir.

8. Miedo al rechazo.

No podemos gustar a todo el mundo, por tanto hay que aprender a no hacer un drama cuando uno es rechazado. Para ello, hay que evitar tener pensamientos extremos, como autoflagelarse y entrar en la dinámica de soltar improperios hacia quien nos rechaza.

9. Miedo a no gustar.

El miedo a no gustar al otro genera una gran tensión interna, porque siempre pensamos que somos nosotros quienes no vamos a gustar, en lugar de pensar si nos gustará el otro a nosotros. Y eso es lo que hay que hacer: dirigir la atención hacia el otro (¿estará igual de inseguro que yo? ¿me gustará a mí?) y asumir la realidad si no le gustamos, con naturalidad.

10. El peor miedo: a la mentira y al engaño.

Nuestro cerebro puede quedar neutralizado por quien nos está mintiendo. Los mentirosos son expertos en disfrazarse del personaje que haga falta en el momento que se requiera, sin que tengamos capacidad de distinguirlo. Se puede producir un cortocircuito, si además despiertan otros pensamientos aprendidos con anterioridad:

  • Todo el mundo es bueno. Admitir que hay gente experta en engañar de forma consciente. No nos preguntemos por qué lo hacen, afrontemos sencillamente que lo hacen.
  • Mentir es normal, todos lo hacemos. En efecto, pero cuando la mentira supone un daño, o utilizar al otro en el propio interés, eso no tiene que ver con el amor. No hay que dejarse conmover por los cuentos chinos de quien nos engañó.
  • Cada uno tiene su versión de la verdad. Es cierto que cada uno puede tener una percepción distinta sobre algo, pero el mentiroso siempre intentará echar la culpa al otro.
  • A mí no me engaña nadie. Hay que convencerse de que todos somos susceptibles de ser engañados.
  • Quien miente con tanta falta de remordimiento tiene un trastorno mental. La mentira no está necesariamente asociada a un trastorno mental, aunque resulta difícil de aceptar que exista alguien tan insensible como para provocar ese daño.

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[LE}– ‘Don’ y ‘doña’, en minúscula

22/05/2014

Los sustantivos don y doña se escriben en minúscula, tal como indica la Ortografía de la Lengua Española.

En los medios de comunicación es muy habitual encontrar frases como

  • «Han pasado diez años desde que Don Felipe y Doña Letizia sellaron su matrimonio»,
  • «La sentencia de Doña Emilia Zaballos» o
  • «Ha pasado inadvertido para la opinión pública que Don Juan Carlos ha realizado tres viajes a países árabes en los últimos dos meses».

De acuerdo con las normas de la Academia, lo adecuado es escribir con minúscula inicial todos los tratamientos, ya se antepongan al nombre (don, doña, santa…), ya se empleen en ausencia de este: señor, usted, señoría…

Así pues, en los ejemplos anteriores lo apropiado habría sido escribir

  • «Han pasado diez años desde que don Felipe y doña Letizia sellaron su matrimonio»,
  • «La sentencia de doña Emilia Zaballos» y
  • «Ha pasado inadvertido para la opinión pública que don Juan Carlos ha realizado tres viajes a países árabes en los últimos dos meses».

Sólo se empleará la mayúscula en don, doña y demás tratamientos cuando éstos formen parte de un nombre propio, como en «La VII edición de Extremagia se celebrará en Don Benito», pues es una localidad de Badajoz (España).

Por otra parte, se recuerda que las abreviaturas de don y doña sí se escriben con mayúscula, pues así han quedado consolidadas en el uso: D. y Dña. o D.ª, en este último caso con el punto abreviativo antes de la ‘a’ volada.

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[Hum}– Amor a la suegra

Vivo con el miedo de que algún día vaya a entrar alguien a la casa de mi suegra, la asalte y la mate, pues ella vive sola, en la calle 5 de Mayo, número 341, en una casa de color verde, con rejas negras que no están trancadas, y no tiene alarma ni perros.

Cortesía de Fernando Lacoste

[LE}– Tilde en esdrújulas con diptongo

20/05/2014

Las palabras esdrújulas con diptongo en la antepenúltima sílaba llevan la tilde correspondiente en la vocal abierta (farmacéutico, cláusula o acuático).

O, si el diptongo lo forman dos vocales cerradas, en la segunda vocal cerrada (casuística o jesuítico).

Sin embargo, en el primero de los casos, cuando la primera vocal es la abierta (la a, la e o la o), no es extraño que en los medios aparezca el acento gráfico desplazado:

  • «Dimite el principal asesor de Hollande por trato de favor a las farmaceúticas» o
  • «Ésta es la segunda sentencia de este sentido dictada en España, resultado de la demanda que se puso por considerar abusiva la claúsula suelo».

La Ortografía de la Lengua Española señala que «en los diptongos formados por una vocal abierta seguida o precedida de una vocal cerrada, la tilde se escribe sobre la vocal abierta». Aunque esta norma suele aplicarse adecuadamente cuando la primera vocal es la cerrada (la i o la u), como en mediático o cuántico, o ambas vocales son cerradas (secuencia iu o ui), cuando la primera vocal es la abierta, se deslizan erratas con frecuencia.

Cuestión distinta es que en la secuencia de vocal abierta seguida de vocal cerrada no haya diptongo, sino hiato por recaer el golpe de voz en la cerrada. En este caso, harto excepcional entre las palabras esdrújulas, la tilde sí se sitúa sobre esta: proteínico, museístico o esteroídico, entre las pocas que se cuentan.

Conforme a la Academia, en definitiva, lo apropiado en los ejemplos anteriores habría sido escribir

  • «Dimite el principal asesor de Hollande por trato de favor a las farmacéuticas» y
  • «Esta es la segunda sentencia de este sentido dictada en España, resultado de la demanda que se puso por considerar abusiva la cláusula suelo».

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[*Drog}– Reglas clave para vivir en pareja

18-05-14

Carlos M. Padrón

Buena parte de lo que he publicado en la sección Drogamor habla de las reglas que menciona el artículo que copio abajo, reglas todas ellas acertadas y muy saludables.

Entre las observaciones hechas en ese artículo se me ocurre destacar las que se refieren a los «pecados» más frecuentes, como

  • Creer que si hay verdadero amor, los miembros de la pareja no pueden vivir el uno sin el otro. Eso es necesidad y dependencia, no amor.
  • El que las películas, novelas, canciones, etc. nos venden el enamoramiento y el amor romántico —o sea, el drogamor— como camino a seguir. Ya dije, y repito, que eso es más pornográfico que lo que se tiene por porno. Por ejemplo, la película «Pretty girl» es pornografía pura; algo que debería usarse para ilustrar lo que es preprar el desastre de una relación, lo que NO debe hacerse.

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05/05/2014

Carlota Fominaya

Tres reglas básicas (pero muy básicas) para estar en pareja

Con una buena base de pareja, lo que construyamos será sólido y, si es necesario hacer modificaciones en el futuro, podremos realizarlas sin que tiemblen los cimientos de nuestra afectividad.

Pero para ello es necesario tener muy claras tres pautas básicas para entender la efectividad. Son muy obvias, pero demasiado a menudo nosotros nos encontramos en consulta con personas que las obvian.

Una pasa por entender que el propio bienestar o felicidad dependen de uno mismo, no de segundos, ni terceros, o cuartos.

Otra, que el objetivo de estar en pareja es el bienestar afectivo de los dos, no sólo de la otra persona, y

Tercera y última, que el amor no tiene nada que ver con el sufrimiento y el dolor.

Regla número 1. El propio bienestar o felicidad dependen de uno mismo.

Esta regla permite romper con la lacra de la dependencia emocional, según la cual sólo se puede ser feliz en función de que alguien nos ame. Uno de los «tufillos» que todavía colean del amor romántico es la idea, muy arraigada, de que uno no puede vivir sin el otro.

Películas, novelas, canciones, etc., nos inoculan a diario esta actitud inmadura condimentada con unas gotas de masoquismo. Hoy en día todavía muchas personas lo denominan «amor verdadero», cuando en realidad se trata de una conducta que se encuentra a punto de superar el límite de lo patológico o que incluso ya lo ha rebasado».

Las pautas esenciales que esta psicóloga nos ofrece para sintetizar esta regla son las siguientes:

  • No dejar en manos de otra persona la decisión de lo que a uno le hace feliz.
  • No cargar con la responsabilidad de tener que decidir sobre la felicidad de otro.
  • Yo estoy bien. Tú estás bien. Estamos bien… y juntos.

Regla número 2. El objetivo de estar en pareja es el bienestar afectivo de ambos.

Demasiado evidente, ¿verdad? Podría serlo, pero hay que profundizar en ello porque otra de las señales que encuentran los psicólogos es que la mayoría de la gente que inicia una relación en pareja tiene el objetivo prioritario, probablemente inconsciente, de irse a vivir juntos.

A veces parece la consecuencia de una improvisación sobre la base de «primero nos vamos a vivir juntos y luego… ya veremos», que de un proyecto analizado, planificado, y consensuado entre los dos. La gente debe saber que vivir juntos no es indicativo de estabilidad emocional ni de calidad en la relación. La convivencia no necesita de urgencia, sino de intimidad psicológica y compatibilidad.

Por todo esto, antes de irnos a vivir con una pareja conviene hacer lo siguiente:

  • Darse tiempo para conocerse más a fondo.
  • Saber si somos compatibles en la convivencia.
  • Saber qué lugar ocupan las familias de origen, los ex, los amigos, las aficiones o el trabajo en su nueva vida.
  • Trazar proyectos comunes o metas consensuadas.

En esta segunda regla, un segundo objetivo que se encuentra entre las parejas es el de querer tener hijos. ¿Cuántos niños son el producto de un intento de recomponer una relación deteriorada o finiquitada entre los padres? ¿Nos tomamos el tiempo necesario para arreglar una relación afectiva antes de vernos involucrados en compartir la responsabilidad de traer a alguien a este mundo, y educarlo para que sea feliz? ¿O más bien pensamos, «como estamos juntos, ya toca tener hijos en algún momento»? Conviene más bien reflexionar sobre si la calidad afectiva no existe, mediante el planteamiento, en voz alta, de las siguientes preguntas: «¿Qué contexto estamos preparando para todos los hijos? ¿el de la inevitable separación? ¿el de la gélida convivencia?.

Éstas serían las pautas esenciales para sintetizar esta regla:

  • Para que exista una intimidad afectiva de calidad debe haber un espacio de bienestar en el que cada uno se encargue de su propia felicidad.
  • Ambos miembros de la pareja han de saber pronunciarse mutuamente acerca de experiencias felices.

En este contexto, los objetivos que se propongan podrán desarrollarse con las ventajas del terreno fértil en el que cualquier cosa que se plante crecerá fuerte.

Regla número 3: El amor no tiene nada que ver con el sufrimiento y el dolor.

Esto lo tenemos que borrar de nuestro cerebro; no juguemos con fuego. No hay que confundir el dolor sano producido por la introducción de cambios saludables en nuestras vidas, con el dolor provocado por un daño inesperado, intencionado, y destructivo que es, precisamente, lo antagónico de lo que debe producir una relación amorosa.

Éstas son las pautas esenciales que ella aconseja para sintetizar esta regla:

  • La aparición del dolor nos está indicando que es el momento de hacer cambios.
  • Los cambios pueden ser de lugar, persona o pensamiento. No estar atentos a esta señal y continuar haciendo lo mismo de igual manera trae consigo el sufrimiento y la aparición de heridas profundas que, cuando sean atendidas, necesitarán con probabilidad una intervención profesional.

La buena noticia es que tiene tratamiento y que se puede curar. Simplemente, hay que escucharlo.

Fuente, del libro «Amor del bueno».

[*Opino}– De perros y gatos

18-05-14

Carlos M. Padrón

Desde que leí el título del artículo que copio abajo pensé que el perro no era tal sino una de esas miniaturas que, como los chihuahua, no merecen que se les considere perros.

Son animales a los que en muchos países se les califica como falderos. No ladran sino que chillan: a todo pulmón, como si, los estuvieran matando, y de cualquier cosa; son irascibles, peleones y, muchas veces, hasta maniacos sexuales.

Cuando vi el VÍDEO confirmé mi sospecha: el «perro» de esta historieta es casi del tamaño de la gata; de haber sido un perro de verdad, la gata no se habría arriesgado.

Para mí, los perros de verdad o son grandes o medianos. De tamaños inferiores, o falderos, son, como los dos que tiene mi hija, uno «cuota inicial» (un whippet) y el otro «opción de compra» (un salchicha).

Por otra parte, en casi todos los Estados de USA, los perros y los gatos están esterilizados, y dudo mucho que un gato esterilizado, ya sea hembra o macho, tenga arrestos para atacar a un perro.

En cuanto al vídeo, en éste, como en muchos otros, resulta sospechoso que alguien pudiera hacer una filmación tan oportuna que comienza antes de que aparezca el gato. Con tal de hacerse viral en la Red, todo vale.

El para mí supuesto ataque del gato me hace recordar que mi tío-abuelo —Juan Sosa Sánchez, hermano de mi abuela paterna—, cuya casa compartía patio con la mía natal, tenía para con los animales un don tan especial que entrenó a un gato, de los varios que tuvo, para que enfrentara y pusiera en fuga a un perro que constantemente lo perseguía.

Era algo que había que ver para creerlo, pues el gato, más ágil que el perro —que tampoco era un perrazo, sino uno de tamaño medio— comenzaba a girar en círculos alrededor del can y, cuando lograba colocarse detrás de él, saltaba sobre el lomo de éste, le clavaba las uñas en el cuello, y el perro huía aullando y despavorido con el gato cabalgándolo cual jinete sobre un caballo. Cuando habían recorrido unos 50 metros, el gato se lanzaba al piso y regresaba junto a su dueño.

También mi tío-abuelo hizo lo contrario: entrenar a un perro para acabar de forma efectiva con un gato. El truco consistió en que, cuando el gato se veía acorralado, el perro adelantaba una de sus patas, y el gato, que se abalanzaba de inmediato a morderla, quedaba cabeza gacha muy cerca del perro, posición que éste aprovechaba para rodear con sus fauces el cuello del gato, y con unas cuantas sacudidas muy violentas, y a veces mortales, mandarlo a paseo.

Y no, que no vengan ahora con cuentos: el perro —el de verdad— es el mejor amigo del hombre.

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16/05/2014

Vídeo: una gata salva a un niño del ataque violento de un perro en California

Tara, la gata de una familia de California, ha roto con todos los tópicos sobre los felinos. Estos animales no son interesados ni pasan de los suyos. Al contrario, son unos grandes protectores.

Cuando Tara percibe que el pequeño de la familia, Jeremy Triantafilo, está siendo atacado a mordiscos por un perro, no tarda ni dos segundos en ir a su rescate. Llega incluso antes que la madre. De la nada, la gata salta sobre el can y luego le persigue para darle su merecido.

Tal y como se expresa al comienzo del vídeo, el niño salvó la vida gracias a la rápida intervención de su mascota. La cosa quedó en un susto, un mordisco en la pierna en el que ha tenido que recibir pocos puntos de sutura.

«Es mi heroína», asegura el niño, que quiere más que nunca a su gata. «Yo realmente ni siquiera me di cuenta lo que había sucedido hasta que mi marido no me mostró el video de vigilancia», dice la madre del pequeño, Erica Triantafilo.

«Nunca he visto a un gato a hacer eso», asegura el padre, Roger Triantafilo. «Esto demuestra lo mucho que realmente quiere a esta familia».

El vídeo se ha difundido de forma viral a través de las redes sociales. El perro, propiedad de uno de los vecinos que viven en la zona, se encuentra en estos momentos en observación. Es difícil mantener aquello de que el perro es el mejor amigo del hombre.

Fuente

[Hum}– Unfaithful wife

A man received a message from his neighbor:

—Sorry, Sir, I am using your wife day and night, when you are not present at home. In fact, more than you. I confess because now I feel very much guilty. Hope you will accept my sincere apologies.

And the man shot his wife.

A few minutes later he received another message :

—Sorry, Sir: spelling mistake. Not wife: wi-fi.

Cortesía de Eva Matute