– XXV –
Cuantas veces tus versos he leído, sin jamás comprender
lo que en ellos decir has pretendido,
la estrofa al componer.
Más que líricas frases, pensamientos,
y el arte par esencia,
en tus versos se advierten los intentos
de la fatua apariencia.
Sólo empleas palabras poco usadas,
confundiendo el lenguaje,
cual sombras de la noche, dispersadas,
que eclipsan el paisaje.
Y empleas además la consonancia
que hasta el niño inocente
desde los años de su tierna infancia,
comprende fácilmente.
Y te llamas poeta en tu trovar,
sin tener poesía,
los versos que pretendes encomiar
un día y otro día.
¿No comprendes que el alma que se inspira,
al decir lo que siente,
de la belleza que en el Orbe admira
con entusiasmo ardiente,
en cada verso encierra un pensamiento
o una nota armoniosa,
que le ha dado quizás del firmamento
la bóveda azulada;
o inspirado tal vez en la grandeza
de la tierra y los mares,
y por eso, del Arte la Belleza
existe en sus cantares?
Esas notas sublimes, arpegiadas
con alta inspiración,
las preludian las almas delicadas,
henchidas de emoción.
¿Tú no yes que el poeta delicado,
del Arte siempre en pos,
describe lo más bello y elevado,
cantando amor a Dios?
Canta, poeta, canta en altos vuelos
de amor y libertad.
Con la idea prosigue hasta los cielos
en pos de la Verdad
más que palabras, forja pensamientos
y el arte por esencia,
y tus versos serán siempre portentos
do ritmos y elocuencia.
Pon en tus versos frases delicadas,
talento y armonía
e inspírate en las cosas más preciadas,
que así es la Poesía.
Prosigue el ideal que vas siguiendo
y llega hasta la meta;
mas, sabe que hay peligro confundiendo
versador con poeta.
