Este ilustrado compatriota nació en la noble ciudad de San Cristóbal de La Laguna, cuna de la ilustración canaria y
patria de los Bencomo, de los Nava y Grimón, de los Castro y Madán, Salazar, Vargas Machuca, Anchieta, y
tantas otras notables inteligencias que sería prolijo enumerar.
D. Pedro Martell y Colombo fue hijo de una familia distinguida, y considerando que su país era pequeño para el desempeño de sus nobles y legítimas aspiraciones, vino a Cuba después de haber concluido sus estudios de primera y segunda enseñanza.
A su llegada ingresó en el comercio, estableciéndose en el barrio de El Pilar de esta ciudad, llamado antiguamente del Horcona, donde, con su inteligencia y laboriosidad, se ha formado una brillante posición social.
Puede decirse que nuestro comprovinciano Martell es hoy uno de los vecinos más antiguos y entusiastas de esa extensa barriada, y uno de los que más han contribuido a su fomento.
Es uno de los socios fundadores de la institución que lleva por nombre “Sociedad de Instrucción y Recreo Ntra. Sra. del Pilar”, creada allá por los años de 1836, la más antigua de la Isla en su ciase, y que tantos bienes ha derramado entre las clases pobres particularmente, así como ha prodigado el pan de la educación a miles de inocentes niños que más tarde han venido a constituirse en honrados padres de familia y excelentes conciudadanos.
Ha desempeñado el Sr. Martell y Colombo durante muchos años en el seno de esa benemérita corporación los cargos de presidente y vocal-tesorero y socio-protector de la Asociación de Socorros Mutuos de la misma barriada, y contribuido con su peculio al sostenimiento de varias instituciones sin que jamás se hayan entibiado en nuestro compatricio su buena voluntad y nobles propósitos.
Ha sido así mismo nuestro biografiado uno de los fundadores de las Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola, de La Habana, y contribuido con gruesas sumas para el sostenimiento de esta dignísima institución, tomando parte muy eficazmente en todos los actos patrióticos de la misma y, muy especialmente, desde 1876 a 1879 en que era vocal de la directiva, y hubo que combatir, con toda energía y resolución, las exigencias del poderoso conde de Ibáñez y Círculo de Hacendados, de que nos ocupamos en otro lugar al tratar de la inmigración y manera de fomentar las colonias agrícolas en Cuba.
En una palabra, nuestro comprovinciano Martell Colombo es miembro muy respetable de la Lonja de Víveres y de la Cámara de Comercio de La Habana, y concejal del Ayuntamiento, en cuya corporación ha desempeñado varias comisiones de alta importancia para esta populosa y rica ciudad, que lo considera como uno de sus más dignos representantes.
Hombre de capacidad, aunque modesto, y de fácil palabra, su voz se deja oír de vez en cuando en todas aquellas discusiones templadas en que es necesario ilustrar algunos asuntos de interés que se rozan con el bien público.
Es, pues, este hijo de las Afortunadas, hombre al que no le gusta gastar saliva en balde, y en vez de marchar allá por el campo infinito de las deslumbrantes teorías, prefiere casi siempre el terreno práctico.
Nosotros le queremos por lo mucho que vale, y le dedicarnos esta página.