[*IBM}– Del baúl de los recuerdos: Impresora IBM/1403 (2/3) – Milagro «tocón» y técnico «vivo» / Leonardo Masina

26-12-11

En la serie de temas de IBM que fueron tratados en 2003 mediante intercambio de e-mails, hoy va el segundo de un lote de tres que tratan sobre la Impresora IBM/1403.

Carlos M. Padrón

***

13-10-2003

Leonardo Masina

Entre las varios anécdotas e historias con la 1403, tengo algunas que nunca se me olvidaran.

La primera me pasó en Santo Domingo (República Dominicana).

Como la impresora 1403 era de por sí una máquina excepcional, su adaptador, con tecnología SMS, era lo más rebuscado que había.

Llevaba yo en el cliente un par de días intentando arreglar un problema de control de carro (los saltos de papel se programaban con una cinta perforada que era leída por unas escobillas) y ya no sabía por dónde buscarlo.

En uno de esos arrebatos que le dan a uno, agarré un trapo que estaba encima de la consola y lo lancé con rabia contra el board, con tan mala suerte que el destornillador corto que llamábamos “tocón” se enganchó en el trapo, salió disparado y se incrustó en el board.

Por supuesto, al estar la máquina encendida, hubo un chispazo.

Cuando intenté hacer funcionar la impresora, daba un error y no funcionaba. Fue muy fácil encontrar el problema, primero porque era muy obvio y también porque con sólo mirar dónde había hecho el chispazo se podía identificar la tarjeta que se había quemado.

Reemplacé la tarjeta y, ¡MILAGRO!, la máquina empezó a funcionar perfectamente.

Se arreglaron de una vez los dos problemas, el  que yo había ocasionado, y el aquél por el cual me habían llamado.     

Otra anécdota es de las que a uno no se le olvidan.

La 1403-N1 tenía una tapa que se levantaba por motor. Con aflojar los tornillos que por atrás sujetaban la tapa, ésta se levantaba y daba acceso, por detrás, a los martillos.

Recuerdo que siendo yo ya especialista del FSG tuve que ir a ayudar a un técnico porque él no sabía cómo hacer lo que acabo de describir.

Como ese técnico era considerado el especialista de su zona, yo me negué, pero Carvallo al final me convenció para que fuera.

Cuando llegué al cliente, el operador me comentó que el técnico le había dicho que tenía una cita con una muchacha y que mejor viniera otro «pendejo» a cambiarle el martillo a la impresora.

Justo cuando estaba entrando yo en la sala de máquinas, el técnico intentaba largarse, pues eran las 17:30.

Lo agarré y, delante del cliente, saqué el Manual de Mantenimiento y le enseñé, de forma muy didáctica y paso a paso, qué era lo que tenía que hacer, demostrándole para qué se utilizaban y para qué servían los manuales.

Yo me desquité, y a él no le quedaron más ganas de hacerse el listo en el futuro.

Otra vez recuerdo que era un sábado por la tarde y estaba yo de stand-by para las 1130 de los periódicos, pero había una llamada del First National City Bank que tenía una /370-125, y como este Banco era cliente mío, me pasaron la llamada diciéndome que había explotado la impresora.

Llamé, y el cliente me dijo por teléfono que había oído unas explosiones en la impresora y que olía a quemado.

Fui de carrera al Banco y, en efecto, apenas entrar se notaba el típico olor a circuito quemado.

Intenté arrancar la impresora, y aquello de verdad parecía una ametralladora.

Apagué la máquina, que era una N1, y la destapé. Yo sabía cómo destaparla, y verificando me di cuenta de que se habían quemado toda una serie de bobinas de los martillos, pero todas de martillos adyacentes.

Mi conclusión fue que, al estallar el primero, el cobre fundido salió disparado como una bala y puso en corto a la bobina de la lado, y así una tras otra fueron explotando.

Creo que al final fueron como unas 40 ó más las bobinas que tuve que cambiar. Menos mal que era un repuesto bastante común, pero, con todo y eso, me tardé unas cuantas horas en cambiarlas y ajustar la impresora.

Desde entonces, esa impresora jamás volvió a dar problemas. 

[*ElPaso}– «Espejo de la Vida» / Poesías de Pedro Martín Hernández y Castillo: Parte 2-XII

– XII – 

Al pasar junto a ti, te he saludado
con respeto debido,
y muchas veces tú no has contestado,
quizá por distraído.

Así llegué a pensar la vez primera,
mas vi que continuabas
y que al pasar por otros en la acera,
atento saludabas.

No obstante tu doctrina es la igualdad
y el respeto al obrero,
¡cuando eres de esa ley de caridad,
en faltar el primero!