[*Otros}– Palmeros en América / David W. Fernández – Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal (2/4)

David W. Fernández

Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal
(1594-1652)

En el puerto de La Habana (Cuba), ya había construido, en 1622 —o tal vez antes— un navío de 200 toneladas, al que puso por nombre «Nuestra Señora de las Aguas Santas», cuando el 12 de febrero de 1625 celebró contrato en Madrid para construir y equipar dos galeones en el mismo puerto. Con este fin se traslado al año siguiente a La Habana y, en 1627, ya había concluido los dos galeones cuya construcción le había sido ordenada por el Rey.

Siendo ya un consumado constructor de galeones, y con el fin de que los buques construidos en La Habana se ajustasen a las ordenanzas vigentes y fueran fabricados con la perfección y con la calidad que se requería, el 18 de diciembre de 1629 fue nombrado superintendente de las fábricas de navíos del referido puerto y de los demás de Barlovento.

Sus méritos hicieron que el gobierno le confiara el encargo de perseguir a los filibusteros que asolaban las costas de América, cuya orden recibió hallándose en La Habana, donde aprestó tres naves y zarpó hacia la isla de Santo Domingo con la intención de destruir el establecimiento de los bucaneros o filibusteros en la isla de la Tortuga, como lo comunicó al gobernador de Santo Domingo. Ppero la debilidad de dicho funcionario dificultó el proyecto y permitió a los piratas ponerse sobre aviso y colocar a buen recaudo su botín.

Hallándose invadida la población de Maracaibo por un gran número de filibusteros, y habiendo abandonado el reducto la escasa guarnición que formaba la avanzada de la rada, prestó muy valioso auxilio al gobernador de la Provincia de Maracaibo, pues al llegar con su buque embarcó parte de su tripulación en los botes y se apoderó del fortín que las tropas españolas habían abandonado. y con cuatro piezas de artillería que la guarnecían abrió fuego contra el poderoso enemigo que, creyéndose atacado por la retaguardia, huyó precipitadamente, dejando abandonado parte del botín.

En 1633 fue nombrado Almirante de la Flota de Nueva España, la cual se hallaba entonces a cargo del general don Lope de Hoces y Córdoba.

En 1634 regresó a la España peninsular, donde una enfermedad del pecho lo obligó a permanecer en tierra durante algunos años, en los cuales contrajo matrimonio con doña Alfonsa Jacinta de Vallecillo Ojeda y Velazco, natural de Portugalete (Provincia de Vizcaya).

Durante este tiempo sabemos que, en 1639, se le concedió licencia para fabricar navíos de quinientas a setecientas toneladas.

En 1640, hallándose en Sevilla, recibió el despacho de “General y Almirante de las Flotas y Armada Real de la Guarda de las Indias, Mar Océano y de las Costas de Andalucía”, las más altas graduaciones de la Marina de Guerra española de los tiempos de Felipe IV, lo cual lo obligó a lanzarse nuevamente al mar para traer el dinero a la metrópoli y enfrentarse a los piratas ingleses que, con sus constantes amenazas, inquietaban la navegación por las costas y los mares de América.

Con su escuadra arribó a la isla de Santo Domingo, en 1641, y habiendo recibido la orden de ocupar el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en el ínterin llegaba el tiempo de volver a España metropolitana con el dicho dinero.

El archipiélago formado por las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y por el cayo El Cangrejo, constituye hoy en día una de las intendencias de la República de Colombia, con el nombre oficial de San Andrés y Providencia, una extensión superficial de 44 Km2 y una población de 27.000 habitantes, situada a 480 millas de Cartagena (Colombia) y a 180 millas de Puerto Cabezas (Nicaragua). Fue descubierto por los navegantes españoles el 30 de noviembre de 1527, día de San Andrés, lo que hizo que se le diera este nombre a la mayor de las islas.

En 1629, presbiterianos ingleses y esclavos jamaicanos se instalaron en él y albergó a piratas y corsarios ingleses, franceses y holandeses, que abordaban las naves españolas que conducían el oro de América a la península española, y sirvió de cuartel general, establecido por los ingleses, para dirigir desde allí los ataques contra Cartagena, puerto donde se almacenaban el oro y otras grandes riquezas de las colonias para ser enviadas a la metrópoli.

Desde allí, el inglés Morgan (1635-1686) preparó el ataque a Panamá y se apoderó de la plaza, partiendo con su inmenso tesoro hacia Jamaica. Pero, abordado en alta mar por los piratas del Caribe, logró salvar parte del tesoro y refugiarse en San Andrés, al sur de cuya isla se abre una cueva bañada por el mar, llamada de Morgan, por creerse que fue el lugar donde él escondió aquel tesoro. Desde su ocupación por los extranjeros, intentaron los españoles desalojarlos por el Sargento Mayor don Antonio Maldonado, en 1640, pero lo impidieron lo bien defendidas que se hallaban y las dificultades que presentó un desembarco en ellas. Después de haber Díaz-Pimienta desalojado de allí a los ocupantes, volvieron a poder de los españoles.

E n 1822 se incorporaron a la República de Colombia como cantón dependiente de Cartagena. San Andrés tiene 27 Km2 de superficie, 13 Km. de largo y 3.5 Km. de ancho; Providencia, 17 Km2. Santa Catalina es apenas una muy pequeña isla próxima a Providencia; y El Cangrejo es sólo un cayo próximo a dichas islas.

Nicaragua pretendió incluir estas islas, situadas a unas cien millas de su costa oriental, en su departamento de Zelaya, pero por el tratado Esguerra-Bárcenas de 1982, que aspiró a solucionar todos los diferendos territoriales entre ambos países, le fueron concedidas a perpetuidad a Colombia.

El 6 de marzo de 1641 salió de Cartagena de Indias (Colombia) la expedición de Díaz-Pimienta para la toma de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. La componían unos 1.000 hombres montados en 12 barcos: los galeones «San Juan», de 400 toneladas, y «Jesus Maria de Castilla», del mismo porte; el «Santa Ana», de 350 toneladas; el «Convoy» y la «Teatina», de 300 toneladas; las urcas «Sanson» de 800, y «San Marcos», de 400; el «Jesús María de Agreda», barco portugués de 230, mandado por el conde de Castelmelhor; la charrúa «San Pedro», y tres pataches de 70 y 80 toneladas. lba el almirante en el «San Juan», y su segundo, Jerónimo de Ojeda, en el «Sansón».

[*Drog}– La Nueva Psicología del Amor (2/7): Qué es amor

A ver quién convence hoy día a los adolescentes, y a muchísimos adultos, de que el amor —o, mejor dicho, lo que ellos creen amor— no es un sentimiento.

Tal vez sí entenderán, y hasta aceptarán, que debe ser en dos direcciones, pero les costará mucho aceptar que sea producto de una elección libre, ya que han escuchado y visto a diario en el cine y en la TV que el enamoramiento, lo que ellos erróneamente llaman amor, se da de forma espontánea, y de ahí su “autenticidad”; y que si resulta correspondido constituye una prueba irrefutable de que el Destino metió su mano, de que él estaba destinado para ella y viceversa.

Lo triste del caso es que, a pesar del riesgo que ello implica, nada ni nadie les ha dicho que ese concepto es erróneo, que “la común tendencia a confundir el amor con sentimientos de amor [léase enamoramiento o, para usar mi propio término, drogamor] permite a la gente engañarse de múltiples maneras».

Con buena suerte, tal vez algún día se lo enseñen desde la escuela hasta la universidad, y sea materia obligada en todo curso pre- o post-matrimonial.

Carlos M. Padrón

***

“La Nueva Psicología del Amor”
M. Scott Peck

QUÉ ES AMOR

El deseo de amar no es en sí mismo amor. El amor es un acto de voluntad, [pues] el amor real o verdadero no tiene sus raíces en un sentimiento de amor. Por el contrario, el verdadero amor a menudo se da en un contexto en el que el sentimiento de amor falta, [como, por ejemplo] cuando obramos con amor a pesar de que no sentimos amor.

El genuino amor es intención y acción. La voluntad también implica elección. No tenemos que amar, sino que elegimos, decidimos amar. El genuino amor implica dedicación y sabiduría. Y una vida de sabiduría debe ser una vida de contemplación combinada con la acción.

El amor es pues una forma de trabajo o una forma de coraje. Es trabajo o coraje encaminado a promover nuestro propio crecimiento espiritual o el de otra persona.

Como el amor es trabajo, la esencia del no amor es la pereza. Si un acto no es acto de amor o de coraje, entonces no es un acto de amor. Aquí no hay excepciones.

El acto de amor exige obrar contra la inercia de la pereza (trabajo), o contra la resistencia engendrada por el temor (coraje).

El amor, como veremos una y otra vez, es invariablemente un fenómeno en dos direcciones, un fenómeno de reciprocidad en el cual quien recibe también da, y quien da también recibe.

Las formas más elevadas de amor son inevitablemente elecciones libres y no actos de conformidad.

El amor genuino reconoce y respeta la individualidad única y la identidad diferente de la otra persona. Cuando amo genuinamente estoy extendiendo mi persona, y al extenderme estoy creciendo. Cuanto más amo, más amplio me hago. El genuino amor se alimenta a sí mismo. Cuanto más promuevo el crecimiento espiritual de otros, tanto más promuevo mi propio crecimiento espiritual.

Cuando existe amor, existe con sentimientos amorosos [léase enamoramiento] o sin ellos. El genuino amor es volitivo antes que emocional. La persona que realmente ama, ama a causa de una decisión de amar. Esa persona se ha comprometido a amar, experimente o no sentimientos amorosos, [pues] es no sólo posible sino necesario que una persona que ame evite obrar por sentimiento de amor.

Mis sentimientos amorosos pueden ser ilimitados, pero mi capacidad de amar es limitada. Gústenos o no, el depósito de nuestras energías es limitado como las horas de nuestros días. Sencillamente, no podemos amar a todo el mundo.

Por tanto, debo elegir a la persona en quien concentre mi capacidad de amar, hacia quien dirija mi voluntad de amar. El verdadero amor no es un sentimiento que nos sobrecoja, es una decisión reflexiva de dedicación. La común tendencia a confundir el amor con sentimientos de amor [enamoramiento] permite a la gente engañarse de múltiples maneras.

[El Paso}– Ni el rencor los nombra / Juan Antonio Pino Capote

Juan Antonio Pino Capote
(Artículo publicado en el Diario de Avisos del 21 de septiembre de 2003)

Parece que en la memoria escrita de El Paso ya no queda nada de la que fue una heroica y bella lucha por el agua.

El Paso: 160 años tras el agua” es el titular de una reseña referente a la lucha por el agua de esa ciudad (pueblo con título de ciudad). Es un titular sugerente para esa reseña que apareció en el programa de las fiestas en honor de Ntra. Sra. la Virgen del Pino, con motivo de su bajada trienal, y que editó el propio Ayuntamiento de El Paso.

El principal motivo de este escrito es lamentar que en esa reseña no se haga alusión a un pleito largo y costoso que, por causa de los influyentes de la época, tuvo que ser sufragado por particulares a cuyo frente se puso el valeroso alcalde de El Paso, destituido por el poder imperante para impedir que contara con fondos del Ayuntamiento, con los que se había iniciado el pleito.

Creo que el autor de la mencionada reseña sólo consultó someramente los archivos del Ayuntamiento, y nada más, pues no creo que en esos archivos no conste todo el inicio del pleito; no creo que consultara en serio esos archivos. Por eso omitió un período que va desde 1956 a 1976 en que habla de “unos litigios”, y esto sólo para referirse a un detallado informe jurídico del letrado don Antero Simón, realizado por encargo del Ayuntamiento. Ni siquiera nombra al alcalde que solicitó tal informe, ni aclara que no es sólo un informe jurídico del litigio en cuestión sino que también es la historia de las apropiaciones indebidas y las usurpaciones en la isla de La Palma.

Por razones que luego entenderán, la lectura de esta reseña me produjo una gran indignación.

Después de algunos días de reflexión, y pasados los malos impulsos de la indignación, decidí dejar constancia escrita de lo que, según el autor de la reseña son “litigios que se desvanecieron en el tiempo, sin solución aparente”.

LA HISTORIA NO CONTADA

Ésta es la historia de un alcalde con escasos medios porque era “El dentista de los pobres”, según se ha escrito. Es la historia de un alcalde que lo fue de El Paso durante dos largos periodos, y uno de ellos por aclamación popular y conducido a hombros hasta la tribuna de la plaza pública, de la que fue retirado por la guardia civil y por orden gubernativa ya que se le había prohibido presentarse como alcalde, pero como el telegrama con tal prohibición no llegó a tiempo a sus manos, el gobernador lo tuvo que aceptar (en unos tiempos en los que los nombramientos se hacían directa o indirectamente a dedo).

Es la historia de un alcalde que no cometió otro delito que defender las aguas de su pueblo de El Paso y que, cuando los poderosos lograron marginarlo del Ayuntamiento, él, con unos cuantos amigos y patriotas, consiguió la necesaria “personalidad jurídica” para seguir defendiendo los intereses de su pueblo, y lo hizo a titulo particular y con grandes sacrificios económicos —que pusieron en peligro las carreras de sus hijos en la Península— y con la inestimable ayuda de los amigos que aportaron el suficiente dinero para costear los gastos de un pleito, desigual en cuanto a recursos económicos e influencias políticas, de una entidad privada en las más altas instancias nacionales.

Como veo que por omisión sistemática va cayendo esto en el olvido, creo que, además de conveniente recordarlo, es también conveniente nombrar a estos amigos patriotas que colaboraron: Daniel García, Pedro Capote, Vicente González, Edilio González, Manuel Ángel Pérez Sosa, Pedro Gómez Acosta, Miguel Jurado Serrano, y puede que alguno más, pero, por lo menos, vale recordar a estos pocos —de los que sólo viven tres—, ya que temo que todo esto se pierda irremisiblemente en el olvido, como esta historia ignorada.

Si indignante es esta omisión sistemática, no lo fue menos lo que, en su momento, le dijera al hijo de este alcalde un sucesor suyo que luego se negó a pagar algunas deudas pendientes del pleito: «lo que tu padre va a hacer es arruinar al Ayuntamiento con ese pleito». Pero la viuda e hijos de este alcalde tuvieron que hacer renuncia de la exigua herencia a beneficio de inventario.

Aún hoy sigue siendo una pena que, por la negligencia de unos y los intereses de otros, estos hechos se queden como “litigios que se desvanecieron en el tiempo”, pues creo que hay mucho más que decir y recordar de este alcalde, de estos hechos y de sus amigos. Él se definió a sí mismo con un soneto que explica el título:

SOY:

De esos hombres abiertos, derramados,
que dicen con rudeza cuanto sienten,
y que, aunque les convenga, nunca mienten
y en alta voz confiesan sus pecados.

De los que viven y se dan confiados
y en alegrías su dolor convierten,

ni la traición, ni el desamor advierten,
a sus propios amores consagrados.

De los que alcanzan luz entre las sombras
y cuando pasan, ni el rencor los nombra
porque en la lucha fueron generosos.

De los que buscan con ahínco el cielo,
y se aligeran para alzar el vuelo

rompiendo sus cadenas silenciosos.

Este alcalde era mi padre, Antonio Pino Pérez, Hijo Predilecto de la Ciudad de El Paso, Cruz de Beneficencia, dentista, escritor y poeta, que se durmió para siempre soñando con una justicia que nunca llegó a ver. Esto ocurrió el mismo día del fallo judicial, del que no tuvo noticia.

[*Otros}– Palmeros en América / David W. Fernández – Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal (1/4)

David W. Fernández

Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal
(1594-1652)

Glorioso marino palmero cuya vida toda está jalonada de heroicos hechos de armas, algunos de los cuales tienen por escenario las costas americanas que baña el mar Caribe.

Nació don Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal en Tazacorte (La Palma), el 14 de agosto de 1594, y fue bautizado en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Remedios, en los Llanos de Aridane (La Palma), a cuya jurisdicción eclesiástica pertenecía entonces su pueblo natal, siendo hijo natural del ilustre capitán don Francisco Díaz-Pimienta y Franco, y de doña Juana Pérez de Mendiáabal, y nieto por línea patema del capitán don Diego Díaz-Pimienta y de doña Mayor Franco, naturales de Cuba (Portugal).

La familia Díaz-Pimienta era originaria de Vidigueira, en la actual provincia de Beja, en Bajo Alemtejo (Portugal), y se había establecido en la isla de La Palma, en el archipiélago canario, hacia la segunda mitad del siglo XVI.

Su padre, el capitán don Francisco Díaz-Pimienta y Franco, natural de Puntallana (La Palma), era ilustre marino de la Armada española, donde había actuado con heroísmo, participando en gloriosos hechos bélicos, tales como la batalla naval de Lepanto (1571), en la que participó también, cubriéndose de gloria, el inmortal don Miguel de Cervantes Saavedra. Fue luego maestre de campo de la Compañía de Milicias de Puntallana, su pueblo natal, así como de las de San Andrés y Sauces, y Barlovento, en la misma isla de La Palma, y también regidor perpetuo del Cabildo de la dicha isla (1609), por renuncia de su yerno, el alférez mayor don Gabriel González del Valle y Gutiérrez de la Sierra, castellano de la fortaleza de Santa Catalina.

Sus méritos los reconoce Felipe III, en Real Cédula dada en Madrid el 6 de marzo de 1606, por la cual lo faculta para instituir dos Mayorazgos en las personas de sus dos hijas legítimas. De su legítimo matrimonio con doña Beatriz Rodríguez de Acosta, hija de don Miguel Rodríguez, natural de Alcázar Resales (Portugal), y de su mujer doña Ana de Acosta, tuvo el referido capitán don Francisco Díaz-Pimienta y Franco, cinco hijos, de los cuales tres murieron en edad púber, por lo que le quedaron dos hijas:

• Doña Inés, poseedora del primer mayorazgo de su Casa. Fue bautizada en la parroquia matriz del Salvador, de Santa Cruz de La Palma, el 15 de marzo de 1581, y casó dos veces: la primera con el capitán don Garcia de las Muñecas, y la segunda con el capitán don Pablo de Brito y Lugo, en la citada iglesia el 12 de mayo de 1613, y no tuvo sucesión de sus dos matrimonios; y,

• Doña Lucia, poseedora del segundo mayorazgo de Díaz-Pimienta, y una de las llamadas por su hermano natural para suceder en el importante mayorazgo que instituyó de sus bienes en 1652. Fue bautizada en la iglesia matriz del Salvador el 20 de diciembre de 1587, y se casó —en la misma parroquia y el 20 de septiembre de 1602— con don Gabriel González del Valle y Gutiérrez de la Sierra, Señor del Alferazgo Mayor de La Palma, Teniente de Gobernador, Alguacil mayor y Alcalde mayor de dicha isla, con ilustre descendencia en la isla de La Palma que llega a nuestros días.

Parece que desde su niñez don Francisco Díaz-Pimienta y Pérez de Mendizábal había sentido la misma vocación marinera de su padre, y le había pedido a éste que lo destinara a la Marina de Guerra española, pero su progenitor pretendió disuadirlo y lo envió a Sevilla para que allí siguiera la carrera eclesiástica, sufragando los gastos de sus estudios, los cuales ascendían a mil doscientos ducados anuales, y tuvo él tan buena disposición natural para los estudios que a los sólo catorce años de edad traducía con toda soltura los clásicos latinos.

El 12 de febrero de 1610, al testar su padre, se encontraba en Sevilla consagrado al aprendizaje teológico, y en él se hallaba cuando falleció su padre, en el referido año de 1610. Esta circunstancia le permitió abandonar dichos estudios e ingresar en la Armada en la categoría de Guardia Marina, siendo destinado a Flandes.

En las costas de Flandes realizó su primera campaña.

Durante una tormenta, las tempestuosas olas hicieron caer al mar, desde el alcázar de popa, al comandante de su buque. Díaz-Pimienta se lanzó al mar cuando su jefe estaba a punto de ahogarse, se aferró con él a uno de los toneles que la tripulación arrojaba al mar con este fin, y logró así dar tiempo a la llegada del bote que los auxiliara, salvándolo de una muerte segura. Este gesto de valor y humanidad le valió el ascenso a alférez, que fue el punto de partida de una serie de hechos heroicos en los que puso a prueba sus condiciones.

Luego tomó parte en algunos abordajes contra buques holandeses, después de los cuales le fue dado el mando de uno de los buques de la vanguardia del convoy que, al mando del marqués de Andújar, salió en protección de los galeones cargados de oro que se dirigían desde el Perú a la España peninsular, pudiendo evitar que los poderosos cruceros ingleses se apoderaran de él, en las proximidades de las costas de Galicia, cuando sabiéndose perseguido por dos navíos ingleses que le cortaban el paso, les presentó batalla y los venció, pudiendo así entrar triunfante el convoy a El Ferrol.

Luchó también en aguas de Nápoles, tomando parte activa en la protección que la escuadra de España dio al asalto y rendición de los sublevados que ocupaban las fortalezas de Nápoles, llevada a cabo por el duque de Onate. Alli le tocó comandar a la Armada española, por haber sustituido, a su muerte, a don Jerónimo Gornez de Sandoval en el mando de los navíos de alto borde, viniendo esta armada a las órdenes del generalísimo don Juan José de Austria, hijo natural de Felipe IV, compuesta de 22 galeras, 12 naves gruesas y 14 buques menores, y montando 4.000 hombres.

Esta armada, cuya misión era defender y proteger a las tropas leales a la Corona atacadas por los insurrectos, se avistó frente al golfo de Nápoles, el 1° de octubre de 1617, a la armada del duque de Richelieu, enviado desde Francia con el objeto de oponerse a la de España. La escuadra española le dio el frente y se trabó en combate parcial sin decisión alguna, pero, al pretender reanudar el combate, la escuadra francesa lo rehuyó y se esfumó por completo. En todo este tiempo, Díaz-Pimienta estuvo asesorando en el mar a don Juan Jose de Austria.

De Carpádrez: Crisis y noche

1996

Cuando te asalta la crisis, y sobre todo en la noche, las angustias se acrecientan y el pesimismo lo impregna todo; son efectos sólo anímicos. Cambia tu ánimo, espera a que llegue el día (“Nunca es más oscuro que antes de amanecer”), y vive el momento presente que, aunque duro a veces, nunca es insoportable.

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Carlos M. Padrón

[*Otros}– Palmeros en América / David W. Fernández – Prólogo

Del libro “Palmeros en América” (palmeros = naturales de la isla de La Palma, Canarias) me propongo publicar tantas reseñas biográficas como pueda, y comienzo con el prólogo de ese libro, a cargo de Alianza Palmera, asociación civil, de Venezuela, que en 1993 editó “Palmeros en América”.

Carlos M. Padrón

***

ALIANZA PALMERA, A. C.

Caracas, 3 de noviembre de 1993

Representa para nosotros un verdadero placer y justificado orgullo presentarles al autor de esta obra, quien siendo nuestro coterráneo contribuye a enaltecer el gentilicio palmero.

Nació David Fernández Pérez en Santa Cruz de La Palma el 29 de noviembre de 1932. Hijo de Daniel Fernández González y de Alejandra Paula Pérez y Pérez, y habiendo sido asentado en la correspondiente acta de nacimiento como David Wistremundo, es por lo que nuestro amigo firma sus trabajos literarios como David W. Fernández, como un obvio recuerdo a su progenitor.

En el año 1952 emigró a Venezuela, donde reside, salvo algunos años que pasó en Uruguay para realizar estudios superiores, y donde contrajo nupcias con Doña María del Carmen Mesa Rodríguez, natural de Santa Úrsula, Tenerife pero ostentando la nacionalidad venezolana.

Es Bachiller por la Universidad de La Laguna de Tenerife (1951), Técnico en Radiología por la Universidad de la República Oriental del Uruguay (1963), y Licenciado en Historia por la Universidad Central de Venezuela (1969).

Ha sido Director del Periódico «El Drago», de Montevideo (1960-1962) y de la Revista «Canarias Gráfica», de Caracas (1972-1974). Fue Profesor de Historia Económica de Venezuela e Historia Económica General en la Escuela de Administración y Contaduría de la Universidad Central de Venezuela (1972-1975), y, desde 1980, es Profesor de Historia de la Medicina en la Escuela de Medicina «Luis Razetti» de la misma Universidad.

Actualmente se desempeña, además, como Técnico Radiólogo en la Unidad Nacional de Psiquiatría «Dr. Jesús Mata de Gregorio» del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, y como Profesor de Historia en la Unidad Educativa «Benito Canónico», de Guarenas, de cuya Ciudad es también Cronista Oficial y creador de su Escudo de Armas.

Es asimismo Presidente del Instituto Venezolano de Cultura Canaria;, Vicepresidente de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina, de cuya institución acaba de ser nombrado Presidente para el periodo 1993-1995; 2° Vicepresidente del Centro de Historia del Estado Miranda (Venezuela, Secretario General del Instituto Venezolano de la Cultura Hispánica; Secretario del Centro Distrital de Guarenas de la Sociedad Bolivariana de Venezuela; Secretario de Actas y Correspondencia de la Asociación Nacional de Cronistas Oficiales de Ciudades de Venezuela; 1° Vocal de la Junta Directiva de la Asociación de Cronistas Oficiales de Ciudades del Estado Miranda; y Director de la Sección de Historia del Hogar Americano, de Caracas.

Es Miembro de Número del Instituto de Estudios Canarios, incorporado al Consejo de Investigaciones Científicas de España; del Instituto de Estudios Históricos Mirandino; del Instituto Venezolano de Genealogía; de la Sociedad Numismática Venezolana; y del Instituto de Estudios Colombinos de la Isla de La Gomera.

Miembro Correspondiente del Centro de Estudios del Pasado Uruguayo; del Instituto de Numismática e Historia de San Miguel de los Arroyos (Argentina); del Centro de Historia del Departamento Vargas (Venezuela); del Instituto Argentino de Numismática y Medallística; del Ateneo de Historia de la Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina); y de la Sociedad Chilena de la Historia y de la Geografía.

Miembro de Honor de la Académie Européenne des Arts (Bélgica) y Socio Honorario del Instituto de Estudios Genealógicos del Uruguay.

Pertenece, además, a otras instituciones culturales, tales como la Societé Internationale d’Histoire de la Médecine (Francia); del Institutum Canarium (Austria), y la Asociación de Escritores de Venezuela.

Ha publicado más de trescientos cincuenta trabajos de investigación histórica —en su gran mayoría aparecidos en diversas revistas y periódicos nacionales y extranjero—, además de los siguientes libros y folletos:

• Los periódicos Canarios en América (1956);

• José Fernández Romero y la fundación de Montevideo (1959);
• El Padre José de Arce y Rojas (1963);
• El Almirante Canario Antonio Fernández Rojas (1970);
• La Familia de Miranda (1972);

• Ascendencia Canaria de Andrés Bello (1975);
• La Fundación de Guarenas (1978);
• Los Antepasados de Bello (1978);
• Juan Perdomo introductor de la variolización en Venezuela (1979);
• Juan Francisco de León y su descendencia (1979);

• Poetas de Guarenas (1981);
• Presencia de Bello en Guarenas (1982);
• Bolívar en Guarenas (1983);
• Influencia de Garachico en Hispanoamérica (1983);
• Historia de la Medicina en Guarenas (1984);

• Los Periódicos de Guarenas (1984);
• Los Canarios en la Historia de Venezuela (1986);
• La Advocación de la Virgen de Candelaria en Venezuela (1987);
• La Casa de Ribas en Guarenas (1989);
• Diccionario Biográfico Canario Americano (1989);

• Presencia de los herreños en América (1990);
• Influencia de Icod de los Vinos en Hispanoamérica (1991), de cuyas Fiestas de Arte fue Mantenedor en el año 1989;
• La Identidad de Guarenas (1992), y,
• Geohistoria de Guarenas (1992).

Se cuenta en el equipo de colaboradores que prepararon el Diccionario de Historia de Venezuela (Caracas, Fundación Polar, 1988).

Ha sido condecorado con,
• La Orden «Francisco de Miranda», 2ª Clase (1981);
• La Orden «Andrés Bello», 1ª. Clase (1984),
• La Orden «27 de Junio», 1ª Clase (1986), por el Gobierno de la República de Venezuela;

• La Orden «Diego de Lozada», 1ª Clase (1991) por el Consejo Municipal de Caracas;
• La Orden «Ambrosio Plaza», 1ª Clase (1982) por el Consejo Municipal de Guarenas;
• La Medalla de la Ciudad de Puerto de la Cruz, en Bronce (1973) por el Ayuntamiento de Puerto de la Cruz (Canarias);
• La Medalla de Oro del Instituto Venezolano de Cultura Hispánica (1978).

También ha sido declarado Huésped de Honor de varias ciudades que ha visitado como delegado de congresos, convenciones y asambleas, tanto nacionales como extranjeras.

La presente obra es uno de los trabajos más recientes del autor, ya que actualmente tiene algunos en prensa, y en preparación varios de investigación histórica.

Por esa labor que prestigia nuestra patria chica, en este año de 1993 David W. Fernández ha sido nombrado Miembro Honorario de Alianza Palmera A.C.

[*Opino}– Amistad hombre-mujer

Carlos M. Padrón

Otro que me da la razón, pues dice lo que he dicho y mantengo: si hay algo que alborote las hormonas, no existirá amistad “químicamente pura”.

Muy bien puede suceder que una mujer sienta amistad por un hombre; pero, para mantenerla, es preciso el concurso de una pequeña antipatía física.

Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832)
Escritor e historiador alemán.

 

[*Drog}– La Nueva Psicología del Amor (1/7): Introducción

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En el artículo ¿Padres buenos o buenos padres? se comentaba que: «En el libro “The Road Less Traveled” (La ruta menos transitada), su autor, M. Scott Peck, dice que la vida es difícil, que la vida es un problema, pero que, una vez que lo sabemos, entonces deja de serlo».

Y al pie de ese artículo, y en referencia a “The Road Less Traveled” hice este otro comentario: «Éste es el mejor libro que hasta ahora he leído. Es más, el único que he leído nada menos que siete (7) veces, unas la versión original, en inglés, y otras la versión en español que lleva por título “La nueva psicología del amor”, y es una muy buena traducción del original inglés. El estudio y discusión de este libro debería ser algo obligatorio en clases de sociología para jóvenes y adultos».

Pues bien, acerca de “La nueva psicología del amor”, del Dr. M. Scott Peck, libro del que el National Catholic Reporter dijo que “Esta discusión sobre el amor es la más original desde Erich Fromm”, inicio hoy la publicación, en siete entregas, de un extracto textual —que preparé, agrupando por conceptos, el 01/10/1992— del capítulo “El amor” y menciones afines de otros capítulos, y aprovecho para recomendar no la simple lectura completa de este libro sino más bien su estudio.

Sus datos:
Título: La Nueva Psicología del Amor
Autor: M. Scott Peck
Editorial: Emecé.
ISBN: 9500427958 / 950-04-2795-8

Carlos M. Padron

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“La Nueva Psicología del Amor”
M. Scott Peck

LINEAMIENTOS

1. No se hace distinción alguna entre mente y espíritu. Por tanto, no se distingue entre el proceso de alcanzar crecimiento espiritual y el proceso de alcanzar crecimiento mental.

2. Dicho proceso de crecimiento es una empresa compleja, ardua, que dura toda la vida.

…y establece también, entre otros, dos principios importantes:

1. La primera de las «cuatro nobles verdades» que enseñó Buda, y que se encuentra en la base de todas las principales religiones, fue «La vida es sufrimiento».

2. De las innumerables mentiras que la gente se dice, dos de las más comunes, potentes y destructivas, son:

• Realmente amamos a nuestros hijos; y,
• Realmente nuestros padres nos aman.

DEFINICIONES

Una consecuencia de la naturaleza misteriosa del amor es la de que, hasta ahora, nadie, que yo sepa, llegó a dar una definición verdaderamente satisfactoria del amor. Yo lo defino del modo siguiente:

• La voluntad de extender el sí mismo de uno con el fin de promover el crecimiento espiritual propio o el de otra persona, [o, también],

• La voluntad de extender nuestra persona con el fin de promover nuestro propio crecimiento espiritual o el de la otra persona.

NOTA: Para el autor, son equivalentes matrimonio y pareja; casarse y “emparejarse”; cónyuges y miembros de la pareja; vida conyugal/matrimonial o vida de pareja/en común.

INTRODUCCIÓN

El único fin verdadero del amor es el crecimiento o evolución espiritual del hombre. Pero sólo podemos amar aquello que, de una u otra manera, tiene importancia para nosotros. El deseo de amar no es en sí mismo amor. El amor es un acto de voluntad, es intención y acción. La voluntad también implica elección. No tenemos que amar sino que elegimos, decidimos amar.

Si aplicamos nuestra definición más específica, es evidente que sólo podemos amar a seres humanos; en efecto, sólo los seres humanos poseen un espíritu capaz de un crecimiento sustancial.

Consideramos satisfactorios a los animales domésticos sólo en la medida en que su voluntad coincida con la nuestra. La única escuela a la que enviamos a nuestros animalitos para el desarrollo de su vida psíquica y espiritual es la escuela de la obediencia. Pero es posible que deseemos que otros seres humanos desarrollen una «voluntad propia» y, en verdad, es este deseo de diferenciación lo que constituye una de las características del genuino amor.

COMENTARIOS

Comentario de: Juan Antonio Pino Capote [Visitante]

El comentario es pedirte tu dirección electrónica porque la que he tomado del blog no sirve, a pesar de cambiar las mayúsculas a minúsculas y poner un punto

Comentario de: Carlos M. Padrón [Miembro]

Pues la dirección email que está en el blog, en la columna de la derecha y al final del escrito encabezado por mi foto, es la correcta, en mayúsculas o minúsculas: MADGRI@padronel.net

Comentario de: jose lozano [Visitante]

No he podido comprar el libro en Cali, Colombia está agostado muy interesante el tema ..me gustaría poder leer las siete entregas.

Comentario de: jose lozano [Visitante]

Favor enviarme un resumen del libro La nueva psicología del amor para estudiarlo al correo joseloz18@gmail.com

Comentario de: Carlos M. Padrón [Miembro]

Sr. Lozano, lo que del libro tengo resumido es lo que publiué en el blog. Le sugiero que trate de conseguirlo en Buenos Aires. Al menos el año pasado una amiga lo consiguió así.

[*Opino}– Y seguimos con lo del acento del adverbio ‘sólo’

04.05.2007

Amando de Miguel

Uno de los pasatiempos favoritos de los libertarios es protestar apasionadamente por mi incorporación a la hueste de escritores que eliminan la tilde de solo (adverbio). Mª Carmen Gisbert redarguye que, por la misma razón, habría que eliminar la B, la V (a elegir) o la H.

No es lo mismo. La eliminación de la tilde en «solo» obedece a mantener la norma general de que las palabras graves terminadas en vocal no se acentúan. Prescindir de las haches, sustituir la V por la B o la K por la C en el sonido correspondiente son reformas tan utópicas como confusas y baldías.

Entiendo que se pueda confundir «solo» cuando es adverbio o cuando es adjetivo, pero la lengua está llena de ese tipo de confusiones y nadie se echa para atrás. Pretender un idioma sin algún tipo de vacilaciones es tarea vana. Así que no me bacilen más, queridos libertarios.

Incluyo en el apóstrofe a José Mª Navia-Osorio, quien, después de un largo requilorio gramatical, concluye: «Bueno, lo dicho: solo, adjetivo, no lleva tilde y sólo, adverbio, sí lo lleva. A cabezón no se me gana fácilmente». Don José María, tiene usted perdida la batalla, aunque solo sea una escaramuza en esta guerra incruenta en la que me siento bastante solo.

Otro libertario contumaz, Carlos M. Padrón, remacha que seguirá poniendo un acento en el adverbio sólo. El argumento es moral: «Lo considero un deber para el lector y un acto de respeto hacia mí mismo». Por ese camino llegaremos a la inmolación ortográfica.

Miguel A. Centenero Gallego hace un alegato más convincente. “Mi opción de aplicar la norma general de acentuación a la voz solo debería extenderse a la eliminación de otros acentos inútiles, como en mi, se o tu”.

No lo había pensado, pero es posible que a la larga también haya que eliminar esas tildes un tanto protésicas. Lo verán mis biznietos, si es que para entonces existe la ortografía.

***

Carlos M. Padrón

Gran verdad eso de que “si es que para entonces existe la ortografía”. Por ese camino de facilismo que se pretende tomar, seguro que desaparecerá.

Y la opinión que acerca del acento en el adverbio ‘sólo’ le hice llegar a don Amando tiene consideraciones y argumentos de más peso que el único que él reprodujo en el comentario precedente. Aquí va, completo, el email que le envié:

From: Carlos M. Padrón [mailto:madgri@padronel.net]

Sent: Tuesday, April 10, 2007 11:24 PM
To: Amando de Miguel
Subject: Mario González vuelve a la carga con lo de solo….

Creo que quienquiera que escriba para que otro lea tiene el deber de evitarle al lector dudas o confusiones, o sea, de expresarse en la forma menos equívoca posible.

Está claro que si le pongo acento al adverbio ‘sólo’ no crearé duda, pero si no lo acentúo sí. Por tanto, podrán decir lo que quieran —hasta por enésima vez—, pero yo, por respeto a quien lea lo que escribo, seguiré acentuándolo, como acentuaré también ‘éste’, ‘ése’, ‘aquél’ y sus femeninos y plurales siempre que sean pronombres. Y lo hago, repito, porque lo considero un deber para el lector y acto de respeto hacia mí mismo.

La única ventaja que tiene el “prescindir de la tilde en todas las ocasiones donde aparezca la voz ‘solo’» —como ha escrito usted—, en los pronombres arriba mencionados y en otros casos en que la tilde contribuye a eliminar la duda, es la de la comodidad que brinda la vía del menor esfuerzo, que, además de crear dudas, se traducirá en un incremento de la ignorancia gramatical y del deterioro de nuestro idioma escrito.

Supongo que el Sr. Manuel González estará de acuerdo conmigo en esto.

LD