[*Drog}– Más acerca de divorcios o rupturas de pareja

06-11-13

Carlos M. Padrón

En tema relacionado con el artículo que comenté en Acerca de divorcios o rupturas de pareja, encontré hoy otro, que copio abajo, de cuya lectura deduzco que aún existen psicólogos y psiquiatras que creen que el amor es un sentimiento, o sea, que creen que es amor lo que hay siempre asociado al enamoramiento.

Comento a continuación, y siguiendo el orden en que aparecen en el tal artículo, los puntos de él con los que no estoy de acuerdo.

Eso de comprometerse «con toda firmeza y certeza» parece ignorar que en el verdadero amor podrá existir la firmeza, pero no la certeza, pues ésta implica dar por sentado que ya se ha logrado lo que se quiere —dar por granted, como se dice en inlés—, y tal certeza va contra la regla de que el amor hay que trabajarlo día a día.

Cuando uno de los miembros de la pareja «da por granted» que ya tiene al otro «en el saco» —o sea, bien asegurado—, deja de trabajar, y ahí comienza la ruina de la relación.

¿Y cuáles son los detalles que no aportan nada? No necesariamente son los mismos para los dos miembros de la pareja. ¿Y qué tal si uno realmente ama y el otro no?

Que me perdone Mila Cahue cuando propone «Describir lo que ocurre con los sentimientos», pues el amor NO es un sentimiento; el drogamor sí que lo es. Entonces, ¿a cuál de los dos se refiere ella?

Por último, también dice Cahue que se puede llegar a ser amigo de la expareja.

Vuelvo a pedir perdón, pero, como ya expliqué en el artículo Más acerca de la hipotética amistad entre hombre y mujer, y aporté opiniones muy autorizadas, “Donde haya tensión sexual no puede haber amistad químicamente pura”.

Por tanto, en los más de los casos no es posible la amistad entre hombre y mujer. Y es altamente probable que tal tensión exista, o despierte, entre quienes fueron pareja.

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06/11/2013

M. J. Pérez-Barco

¿Cómo decir a tu pareja «ya no te quiero»?

A cualquier pareja le puede ocurrir que un buen día uno de los dos se dé cuenta de que está desenamorado. Sí, que ya no quiere a la persona con la que comparte un proyecto de vida, con la que se había comprometido, o con la que había decidido, con toda firmeza y certeza, que fuera el compañero/a para el resto de la vida. A veces se deja de amar.

Es un episodio muy doloroso en la vida, tanto para el que lo siente —y, por honestidad, lo tiene que comunicar a su pareja—, como para la pareja que recibe esa noticia lamentable y probablemente inesperada.

No es tan fácil decir «ya no te quiero». Antes debe haber existido una reflexión calmada, una meditación que ha llevado a esa persona a darse cuenta de que la relación se vive con cierta angustia; que los valores, proyectos y metas no son compartidos; que existe cierta sensación de saturación…

Desde luego, nunca es buen momento para hacérselo llegar al otro, pero se trata de ser responsable y honesto en lo que empezó como una relación feliz y con quien se ha querido.

¿Qué actitud mantener?

«A la hora de comunicar tan dolorosa noticia «es muy importante mantener una actitud sincera, firme y de escucha activa, tratando de que la conversación se realice cara a cara y sin rodeos. Eso denota respeto hacia ambas partes», aconseja María Beatriz Pereira, psicóloga clínica de adultos de Isep Clínic Barcelona.

Tres son los ingredientes que no deben faltar en esa conversación que no deja de ser una triste sorpresa para el otro miembro de la pareja.

Mila Cahue, piscóloga de pareja del Centro de Psicología Álava Reyes, los enumera:

«El primero, convencimiento, para transmitir seguridad y reflexión en lo que se está diciendo. El segundo, empatía para saber ponerse en el lugar de la otra persona que está recibiendo una noticia desagradable. Y el tercero, escuchar, sin personalizar, todo lo que se pueda oír».

No hay que caer ante los posibles reproches o críticas que plantee la pareja al conocer la noticia.

«Hay que dejar que hable y escucharle, pero manteniendo la decisión tomada», dice Pereira.

No se debe entrar en contestar ni defenderse de ninguno de esos reproches; en cierto modo hasta hay que comprenderlos con cierta humildad.

Si el otro miembro de la pareja no acepta la situación, es imprescindible mantener la decisión inicial, sin caer en chantajes emocionales o en dar una última oportunidad. Por eso, es tan importante meditar muy bien la decisión.

¿Qué lenguaje utilizar?

Un tono de voz firme, y la postura erguida ayudan a transmitir el mensaje y hacen entender al otro miembro de la pareja que no hay esperanzas.

«Es necesario ser honesto con el otro, amable y comprensivo Por tanto, la decisión se debe dar de manera clara y precisa, omitiendo los detalles que no aportan nada»,

explica la psicóloga Pereira.

Mila Cahue aconseja aplicar las tres reglas de la comunicación:

  1. Describir lo que ocurre con los sentimientos;
  2. Decir, de forma amable, lo que uno piensa y siente, y expresa sus deseos.
  3. No prolongar mucho la conversación, y las dos, tres o cuatro horas que llevan este tipo de mensajes aplazarlas para otro momento en el que ambos estén más calmados.

«Un par de días después se puede retomar la conversación, mejor por la mañana, para que no haya prisas, y durante un fin de semana».

recomienda.

Cahue no recomienda las cenas porque hay menos tiempo y ambos están más cansados. Tampoco dos conversaciones sobre el mismo asunto.

¿Cómo enviar el mensaje?

No ofrecer comentarios con esperanzas, sino neutros («no te quiero como pareja, pero el camino recorrido contigo ha enriquecido mi vida en muchos aspectos»). Según Beatriz Pereira, «no hay que sacar clichés del tipo «no eres tú, soy yo». Tampoco echarle la culpa al otro ni herirlo con insultos».

¿Se puede ser amigos tras la ruptura?

Ambas psicólogas coinciden: con el paso del tiempo, se puede ser amigo de la expareja, pero no de forma inmediata tras la ruptura. Cada uno debe realizar su duelo por separado. Debe ser una decisión compartida por los dos.

Hay que entender que quien recibe la desagradable noticia todavía puede sentirse pareja «y no ha templado sus sentimientos hasta que esté en la distancia que requiere la amistad», explica Cahue.

¿Cuándo es momento de solucionar asuntos compartidos?

La custodia de los hijos, quién se queda con la casa o con el coche… son cuestiones importantísimas en la pareja que acaba de romper.

Sin duda, en el momento de la conversación para decir al otro que no se le quiere no conviene entrar en estos asuntos. Sin embargo, por cuestiones legales, emocionales y morales con los hijos, hay que ponerse en marcha cuanto antes para resolverlo. «Lo mejor es resolverlo de mutuo acuerdo», aconseja Beatriz Pereira.

«Y por partes. Primero, la situación real de la pareja: en este caso, que ha dejado de existir como tal. Cuando se haya podido asumir, entonces se hablará de cada paso en su momento, pero no todos a la vez»,

dice Mila Cahue.

Fuente

[*Opino}– Acerca de divorcios o rupturas de parejas

03-11-13

Carlos M. Padrón

Parodiando el comienzo del artículo que copio abajo, digo que lo poco que yo sé del matrimonio lo sé por experiencia propia y por los muchos años de observación de lo ocurrido en/a otras parejas.

En base a ese conocimiento me atrevo a decir que en la lista de los factores que en el artículo que sigue se dan como predictores de un fracaso conyugal faltan dos:

1. No ganarse el respeto del otro

2. No ser merecedor de la confianza del otro

Y la clase de respeto y de confianza a que me refiero no es la que la mayoría de lentores supondrá, sino la explicada en el post Bases de la Pareja.

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02/11/2013

Beatriz G. Portalatín

¿Hasta que la muerte nos separe?

«Lo poco que conozco del matrimonio procede de lo mucho que sé del divorcio», dijo en alguna ocasión el conocido productor de cine estadounidense David Brown.

Por mucho que pasen los años, y la cultura se extienda abriéndose a otras alternativas de ver y sentir la vida en pareja, aún no se ha conseguido una fórmula mágica que augure para siempre la felicidad o perdurabilidad de un matrimonio.

Sin embargo, existen algunos factores predictores que, aunque nunca con total seguridad, pueden anunciarlo.

Por ejemplo, desde el año 2007, en España se ha producido un descenso de matrimonios y divorcios del 21% y 17% respectivamentem y un claro porqué de estos datos es la difícil situación de crisis que atravesamos en los últimos tiempos.

Pero, sin duda, para que un matrimonio ponga el cartel de fin, hay otros muchos culpables.

Factores que llevan al fracaso

Según un informe de la Asociación Americana de Psicología (APA), refiriendo a datos del Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias de EEUU, los factores predictores que pueden anunciar un fracaso conyugal son los siguientes:

  • el origen sociocultural,
  • el nivel educativo,
  • la edad a la que se contrae matrimonio,
  • el momento en que se decide ser padre, o
  • la existencia de problemas económicos.

«El matrimonio es un tercero que ambos miembros tienen en común, y necesita del continuo cuidado de ambos. Además, tiene su propio ciclo vital (las diferentes etapas por las que pasa el matrimonio que son diferentes según las necesidades del momento), que se tiene que ajustar al ciclo vital propio e individual de cada miembro de la pareja»,

asegura Eduardo Torres, director de la Unidad de Familia del centro psicológico ‘Instituto Centta’ de Madrid.

Por tanto, la pareja debe ir adaptándose a cada etapa y entender los cambios que cada una demanda, si no surgirán problemas.

Los conflictos que pueden aparecer dentro de una pareja como consecuencia de la diferencia sociocultural o educativa afectan al esqueleto de la pareja. Esto es, los problemas pueden venir cuando el concepto de marido y de mujer que tienen ambos miembros es diferente. Por ejemplo, «hay culturas muy machistas, y el machismo suele estar asociado a un nivel educativo bajo».

Según el especialista, al formarse la pareja hay un reparto de poder que se espera equilibrado, pero si un miembro de los dos toma el rol de dominante, pueden surgir problemas.

Cuando los problemas de pareja son estructurales, lo normal es que se acabe rompiendo. Pero esto no quiere decir que, por ser de un nivel educativo diferente o de dos culturas distintas, no pueda fundarse un matrimonio, aunque las exigencias comunicativas, negociaciones o renuncias a nuestros esquemas mentales son mucho mayores ya que serán mucho mayores nuestros choques o conflictos.

Por otro lado, hay que tener en cuenta también la edad en la que se hayan dado el ‘sí quiero’.

En caso de hacerlo muy jóvenes, el ciclo vital individual entra en conflicto con el ciclo vital de la pareja, ya que el objetivo de una persona joven (aprender, encontrar un trabajo, conocer gente) dista mucho de las necesidades de un matrimonio, como la crianza de los hijos. Si ambas chocan pueden generar problemas.

Otro de los factores son las cuestiones económicas, ya sea por escasez o incluso en las diferencias que puedan surgir a la hora de manejar la economía matrimonial.

La crisis es un agente contextual muy poderoso que obliga a todas las parejas a adaptarse, y afecta de forma directa a la manera de relacionarse.

Además de ser uno de los factores que está retrasando la edad de contraer matrimonio, conmoviendo de esta forma al ciclo vital, también afecta a la estructura.

Si hay problemas económicos, el matrimonio tiene que volcarse en solucionarlos de cara a establecer un proyecto común, y eso conlleva ciertos sacrificios: horas extras, modificar expectativas, ahorrar, etc.

Comunicación, proyectos y sexo

Pero, pese a todos estos factores, cada pareja es un mundo, y hay matrimonios que duran hasta que la muerte los separe, y otros que, más tarde o más temprano, pondrán su punto final.

En terapia te das cuenta de qué parejas con todo en contra salen adelante, y qué parejas con todo a favor, no. Realmente, no existen recomendaciones para un matrimonio perfecto, pero sí claves para tener una buena salud marital.

Las relaciones sexuales, y todo lo que ellas conllevan, son indispensables dentro de la pareja. Entender una sexualidad amplia, jugar, romper con la monotonía y entender que cada etapa, también en el sexo, es diferente.

También puede ser tanto un síntoma como una causa. Por eso es importante la comunicación entre ambos, que es lo fundamental de todo.

La transparencia, el no evitar los conflictos, hablar, aunque a veces sea doloroso, y resolverlos. Toda discusión que no se cierre, se guarda y sirve de metralla para el siguiente encontronazo.

El conflicto es lo normal, el conflicto es sano, la discusión es el camino para crecer y avanzar, y mostrar opinión o emociones, es lo que garantiza que estoy en un matrimonio donde puedo expresar lo que pienso y lo que siento. Pero igual de importante es discutir como resolver el problema.

Y, por último, tener un proyecto de vida en común. Un proyecto vital en pareja, aunque en éste haya algunos desencuentros, tiene más posibilidades de alcanzar éxito.

Además, esto es sinónimo de pertenencia, de sentirte partícipe en lo que los dos tenemos, y hace que mantengas la ilusión y las ganas de compartir tus esfuerzos para conseguirlo.

Fuente