[*Opino}– Sarta de caprichos femeninos

08-10-12

Carlos M. Padrón

Para empezar, la generalización de que lo dicho no gusta a las mujeres no las deja bien paradas, pues da la impresión de que ellas fueran todas iguales, como robots cortados por la misma tijera.

Por otra parte, al «no me gusta» debe imponerse lo práctico y funcional, pues estas dos últimas condiciones son demostrables, pero el «no me gusta» no lo es, ya que las más de las veces se trata de un simple capricho.

Por eso suele decirse que acerca de gustos no hay nada escrito, pero sí lo hay acerca de lo práctico, útil, y funcional. Es el capricho contra la razón.

Vamos por partes.

1.- Usar chanclas con calcetines. ¿Qué tiene de malo? He conocido mujeres que lo hacen. Si tanto él como ella tienen una piel de las que se ampollan o laceran por nada, está más que justificado el uso de calcetines.

2.- Las uñas de los pies descuidadas, y 4. Cejas depiladas. ¿Es que quieren que uno vaya a hacerse pedicura. No, eso y lo de depilarse las cejas tal vez lo hagan los llamados metrosexuales, palabreja que se me antoja un eufemismo para no decir gay.

3.- Calzoncillos agujereados, o con la goma dada de sí. Es un asunto de tipo económico o de que falta quien sepa zurcirlos o ponerles una goma nueva. Al igual que en el punto 1, he conocido mujeres que llevan pantaletas (bragas) agujereadas. Es más, en un acto público, creo que en 2005, varios que estábamos en grupo vimos que una dama que fue Miss Venezuela llevaba pantaletas agujereadas.

5. Acomodarse «las partes» en público, y meterse el dedo en la nariz. A estos dos puntos digo lo que ya dije en De mocos y cubiertos. Puedo entender que, en público, no se hagan estas cosas, pero que sea la pareja de uno quien quiera que no se hagan es ya algo que raya en lo ridículo. ¿Debo esconderme de mi pareja si me molesta «el paquete»?

¿No han reparado estas mujeres en que cuando muchas de sus congéneres sobrepasan la menopausia, y parece que ya no tuvieran nada que aparentar, estando sentadas suelen abrirse de piernas y rascarse «sus partes» sin recato alguno, en presencia de su pareja y hasta de algún otro miembro de la familia?

Esto se me antoja bastante más feo que el que un hombre se acomode «el paquete», pues el hombre hace eso desde niño, pero la mujer no; ella lo hace cuando, como dije, ya siente que no debe aparentar que es una «señora fina», y no sólo se rasca sus partes sino que suelta palabrotas y cuenta chistes subidos de tono que apenas unos años antes consideraba totalmente inadecuados en boca de una «señora fina».

6. Camisetas de tirantes y escote en V. ¡Qué estupidez! Me gustaría saber qué tiene eso de malo, pero tal vez algo tenga, tanto para mujeres como para «varones» con deficiencia hormonal, por cuanto uno de éstos que notó que yo usaba camisetas de ese tipo, con un mohín de elevado amaneramiento le dijo a mi entonces mujer: «Cecilia, ¡yo nunca me casaría con un hombre que usara camiseta!».

7. Pantalones caídos. En esto sí estoy de acuerdo, pues llevar pantalones así no tiene nada de práctico ni de funcional. Además, quien los lleva parece ir disfrazado de mamarracho.

8. Memoria de pez. Esto no va conmigo, pues he sido siempre yo el que recuerda las fechas, y más de una vez he recibido críticas por recordar las que no son del agrado de ellas.

Siempre me he preguntado por qué esas fechas son tan importantes para ellas y para ellos no. Adivina, adivinanza…

9. Los pelos en el lavabo, la tapa levantada. Para dejar en el lavabo los pelos producto de una afeitada es necesario haber pasados varios días sin afeitarse. Además, al lavarse la cara, una vez terminada la afeitada, los pelos, muchos o pocos, se van por el sumidero.

Lo de la tapa del váter/poceta/inodoro es otro cantar, pues se trata de un asunto de funcionalidad y practicidad frente a una objeción netamente «estética». Para un hombre poder usar la poceta para orinar, deben estar levantados tanto el aro como la tapa, mientras que si ambos están bajos, la poceta no tiene utilidad para nadie.

10. Para lo de los eructos sería bueno que las mujeres que los critican no se emparejen con un oriental, pues hay algunos que eructan libremente tanto por arriba como por abajo.

Y lo del aliento a tabaco sí que me ha hecho reír porque el artículo en cuestión viene de España, país en que las mujeres fuman más que los hombres, y soy de los que creen que besar a una fumadora es como lamer un cenicero.

En fin, si a ellas no les gusta todo lo arriba listado, mejor es que hagan lo necesario para enmendarlo, porque, repito, lo para defender lo práctico y funcional hay siempre argumentos; para defender un gusto, no hay ninguno.

Además, en esto vale aplicar la pregunta «¿Por qué vale más su disgusto que mi gusto?». Si es porque ellas son mujeres, ¿no habíamos quedado en que éramos iguales?

Como esto siga así, llegará el día en que poner en práctica alguna de estas cosas que a ellas no les gustan podrá ser considerado, como en este caso, violencia machista.

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06/10/2012

Diez cosas que las mujeres detestan de los hombres

Cariñosos, atentos, dulces, amables,… ¿realmente existe el príncipe azul?

No, no nos dejemos engañar por las películas de Disney o románticas. El hombre perfecto no existe, y aquí te dejamos una lista de hábitos o costumbres que detestamos. ¿Qué te parece?

1. Usar chanclas con calcetines

Vale que sois pocos y muchos de vosotros extranjeros, pero os lo decimos igualmente y también a los que caísteis alguna vez, aunque sea a la hora de sacar la basura: ¿qué moda es ésa de llevar unas chanclas de playa con calcetines? ¡Es el mayor antídoto contra la seducción!

2. Las uñas de los pies descuidadas

Sabemos que estáis muy ocupados y agobiados con vuestros asuntos, pero, al igual que nosotras, tenéis uñas en los pies y, de vez en cuando, no está de más que os las cuidéis un poco (de la manicura ni hablamos, lo damos por descontadísimo).

3. Calzoncillos agujereados, o con la goma dada de sí

Dejaros de tanta cerveza y ahorrad para renovar vuestra ropa interior,… o para comprar matarratas, ya que está visto que algunos de vosotros las tenéis como mascota y os roen vuestra ropa más íntima. No somos muy exigentes con el estampado ni con la forma (para gustos, los colores), sólo nos conformamos con no salir corriendo al veros.

4. Cejas depiladas, o entrecejo frondoso

Todos los extremos son malos, y aquí tenemos un buen ejemplo de ello.

¿Chicos con cejas depiladas? Nunca jamás. Si tienes unas cejas bien pobladas recórtalas un poco, pero nunca te las depiles ni te dejes una línea minúscula; queda muy feo y no se lleva nada. Realmente, una mirada masculina es más atractiva cuando precisamente conserva eso, su masculinidad. Pero tampoco te pases: el entrecejo nos gusta limpio.

5. Acomodarse «las partes» en público

Esos gestos que a muchos os salen de forma casi involuntaria cuando vais andando por la calle no nos gustan nada. Ya puedes ser el chico más guapo, pero al hacer ese movimiento se te va todo el glamour del mundo. Bastante tenemos con ver a los futbolistas hacerlo en el campo de juego. ¡Si os molesta, os aguantáis o lo hacéis en privado! Gracias.

6. Camisetas de tirantes y escote en V

Aquí va una lección de moda, porque os tenemos cariño: fuera de vuestro armario las camisetas de tirantes para marcar musculito. Otra de las cosas que nos resulta estéticamente horrible es el escote en V (que deja vuestros marcados pectorales, nos hemos dado cuenta) en un hombre. No necesitamos ver vuestro pecho depilado, con la insinuación nos basta. Y no somos las únicas que lo pensamos: hay un grupo en Facebook que clama «No al escote masculino».

Ya sabéis, taparos un poco chicos, que vais a coger frío.

7. Pantalones caídos

Una cosa es llevar el pantalón un poco bajo y dejar ver la goma de la ropa interior, algo que puede resultar a veces hasta sexy, y otra bien distinta es llevar los pantalones casi a la altura de la rodilla.

Primera pregunta: ¿vais cómodos andando con ellos? Segunda: si pretendéis enseñar el calzoncillo, ¿por qué no os ponéis unos bonitos? Tercera y última: ¿por qué os ponéis cinturón si vais a llevar el pantalón a esa altura?

8. Memoria de pez

Ni fecha de cumpleaños, ni aniversario ni nada. Eso sí, pregúntales por la programación deportiva que seguro que se la saben de pe a pa.

No nos compensan los mimos a último minuto ni las excusas. ¡Ponte una alarma en el celular! Que tampoco es tan difícil (y además tienes al amigo Facebook, que te recuerda nuestro cumpleaños).

9. Los pelos en el lavabo, la tapa levantada

Muchas veces cuando los hombres acaban de afeitarse da la impresión de que ha pasado un tsunami por el cuarto de baño: agua por todos lados y resto de pelos desperdigados por el lavabo. Fregona y recogedor en mano., ¡os toca limpiarlo!

Lo mismo nos sucede con la tapa del váter. No soportamos tener que ir detrás arreglando vuestros despistes. Y a la próxima tened más cuidado. El enamoramiento no dura eternamente.

10. Los eructos, la falta de higiene en la boca, el dedo en la nariz

Nos espanta la cantidad de ruidos que podéis llegar a emitir, de todo tipo, sí, señor. Es un empezar y no parar, un continuo concierto que nos saca de quicio y que —atención— no nos resulta gracioso. Hay que añadir que el aliento a cerveza y tabaco no nos resulta sexy, a menos que estemos juntos de fiesta. Y la fascinación de algunos por escarbar en sus orificios nasales. No pasa nada si lleváis encima un paquete de pañuelos, chicos.

Fuente: ABC

[Hum}– Mujer, al fin y al cabo

Durante una visita de rutina, el médico, examinando a una joven y bella mujer, le dice:

—Su corazón, sus pulmones, su pulso y presión sanguínea están en perfecto estado.

Y, dándole la espalda para lavarse las manos, agrega:

—Ahora déjeme ver esa cosita que a ustedes las mujeres siempre las mete en toda clase de problemas.

La mujer comienza a desvestirse, y cuando el médico se voltea le dice:

—¡¡No, no, no!! ¡Póngase su ropa nuevamente! Yo sólo quiero que me enseñe la lengua. 

Cortesía de Eva Matute

[*Opino}– Las pupilas delatan la orientación sexual

06-08-12

Carlos M. Padrón

Si es cierto lo que cuenta el artículo que copio más abajo —cuyo título es «Tus pupilas delatan tu excitación sexual»

Pero que creo que debería ser «Tus pupilas delatan tu orientación sexual»—, opino que a esta investigación le faltó hacer, para cada integrante de esos grupos —hetero, bisexual y gay—, un exhaustivo análisis hormonal y del medio familiar y educacional en que se crió hasta su edad adulta, pues lo que la investigación ha puesto de manifiesto es el efecto, no la causa.

Por tanto, sí parece cierto que los métodos usados tienen problemas sustanciales.

Y eso de que «A las mujeres heterosexuales se les ensancharon las pupilas ante ambos sexos», no me sorprende, pues varias veces he dicho en este blog que, en contra de lo que comúnmente se cree y en contra de lo que las mujeres puedan decir, ellas, cuando no están de caza o repesca, se arreglan y emperifollan para ellas y no para nosotros.

Por tanto, sienten atracción entre ellas, y sí, tienen un tipo de sexualidad muy diferente a la de los varones. Qué relación haya entre esa diferencia y la forma en que la Naturaleza manipula a las mujeres, está por verse.

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06/08/2012

Tus pupilas delatan tu excitación sexual

Existe la creencia popular de que la orientación sexual puede ser revelada por la dilatación de la pupila ante la visión de una persona atractiva, pero hasta ahora no había una evidencia científica.

Según una investigación que aparece publicada en la revista científica PLoS ONE, por primera vez investigadores de la Universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York) han utilizado una lente de infrarrojos especializada para medir los cambios en las pupilas de unos voluntarios que veían vídeos eróticos.

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La mirada de los voluntarios fue muy elocuente: sus pupilas se ensancharon ante las personas que, en las imágenes, les parecían atractivas, revelando de esa forma si tenían gustos heterosexuales u homosexuales.

Una investigación anterior de la Universidad Northwestern en Chicago (EE.UU.) encontró evidencias de que, efectivamente, algunos hombres se sienten sexualmente atraídos tanto por mujeres como por varones, analizando sus reacciones fisiológicas, como la excitación genital, ante unos vídeos en los que aparecían distintas parejas en actitudes sexuales.

Unos sensores detectaban una posible erección. Sin embargo, los científicos de Cornell creen que estos métodos tienen problemas sustanciales.

«Queríamos  encontrar   una   medida   alternativa   que  fuera  una indicación automática de la orientación sexual, pero sin ser tan invasiva como las medidas anteriores. La respuesta de las pupilas es exactamente eso. Esta nueva tecnología nos permite explorar la orientación sexual de personas que nunca participarían en un estudio sobre la excitación genital, como, por ejemplo, gente de culturas tradicionales. Nos dará una comprensión mucho mejor de cómo la sexualidad se expresa en todo el planeta»,

dice Gerulf Rieger, autor principal de la investigación.

Como era de esperar, los hombres heterosexuales mostraron una fuerte respuesta ocular a los vídeos sexuales de las mujeres, y poca a los de los hombres. A las mujeres heterosexuales, sin embargo, se les ensancharon las pupilas ante ambos sexos. Este resultado confirma investigaciones anteriores que sugerían que las mujeres tienen un tipo muy diferente de sexualidad que los varones.

Por otra parte, el nuevo estudio se introduce en un largo debate sobre la bisexualidad masculina. Algunos investigadores han señalado que los hombres bisexuales no basan su identidad sexual en su despertar sexual fisiológico, sino en cuestiones románticas y de identidad.

Contrariamente a esta afirmación, los hombres bisexuales que participaron en el nuevo estudio mostraron dilataciones importantes tanto ante los hombres como ante las mujeres.

Rango de sexualidades

«Ahora podemos sostener que el deseo flexible no se limita únicamente a las mujeres, algunos hombres también lo tienen, y se refleja en sus pupilas. De hecho, ni siquiera una división hetero, bisexual y gay cuenta la historia completa. Los hombres cuya identidad es sobre todo hetero, realmente existen tanto en su identidad como en la respuesta de la pupila; se excitan más ante los hombres que los heterosexuales, pero mucho menos que los hombres bisexuales y homosexuales», afirma Ritch C. Savin-Williams, coautor y profesor en el Desarrollo Humano la Universidad de Cornell.

Los investigadores confían en que su nueva investigación ayudará a una mejor comprensión de estos grupos, y apuntan a un «rango de sexualidades» ignorado en otras investigaciones.

Fuente: ABC

[*Opino}– Las mujeres y los hombres ‘maduros’, y el ‘déficit sexual masculino’

17-04-12

Carlos M. Padrón

Según Rita Rudner —una useña. comediante, escritora y actriz—,

La antigua teoría era: «Cásate con un hombre mayor porque son maduros». Pero la nueva teoría es: «Los hombres no maduran; cásate con quien te dé la gana».

Como esta señora se permitió generalizar, yo lo haré también.

Sigo sin saber, porque no he conseguido que nadie me lo explique de forma lógica, qué consideran las mujeres que es la madurez, tanto en ellas como en nosotros, los hombres.

Según el DRAE, madurez es buen juicio o prudencia, sensatez.

Entonces, ¿podría decirse que lo que sigue es madurez?

  • Emperifollarse para ir a cualquier lado
  • Tener un montón de vestidos y zapatos
  • Tratar con las amigas temas sobre moda, vida ajena, intrigas en el trabajo, infidelidades, caza del varón socialmente bien posicionado
  • Ir a cada rato a la peluquería a «disfrazarse», criticar, etc.,… para impresionar a sus congéneres
  • Ver telenovelas
  • Implantarse siliconas en los pechos para dar envidia a sus congéneres
  • Pretender que su marido sea un «Yesman» (el que dice ‘sí’ a todo), la mime, la consienta, y acepte siempre los consejos que ella le da, aunque él no los haya pedido.
  • Etc.

¿Podría decirse que la frivolidad es madurez?

Pues la mayor parte de estas cosas, si no todas y más, son frivolidades que hacen la mayoría de las mujeres, si es que no llegan a comportarse como las de «Zánganas emparejadas» (= Mujeres desesperadas).

Insisto en que si se quiere saber cómo es realmente una mujer, no hay mejor forma que verla y escucharla, sin que ella se dé cuenta, cuando está reunida con sus amigas. Lo elevado de los temas y lo profundo y constructivo de los comentarios son exponentes de una gran «madurez», algo como para que el mundo salga de la crisis financiera en que está sumido.

Al dar con el artículo que copio a continuación, me pregunto si no será que las mujeres consideran como inmadurez del hombre que éste, aunque tenga su pareja, siga mirando a otras mujeres y no pueda evitar hacer comparaciones.

Sí, tal vez tenga mucho que ver lo que en el tal artículo llaman ‘déficit sexual masculino’.

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13 de Abril de 2012

Por Remedios Morales

Catherine Hakim, doctora en Sociología y profesora en la London School of Economics, ha escrito un libro titulado «El capital erótico» que, como reza el subtítulo, es el poder de fascinar a los demás. Y yo añado que mediante el atractivo sexual.

Hakim ha estudiado a fondo las encuestas disponibles sobre el sexo, y ha descubierto una mina: el «déficit sexual masculino», que no significa que los hombres tengan depauperadas sus partes secretas sino, más bien, lo contrario.

La doctora le asigna ese término económico al hecho de que los hombres tienen mayor deseo sexual que las mujeres, cosa que sitúa a éstas en posición de negociar con ventaja, y a los hombres los deja en precario porque padecen escasez crónica de sexo.

La doctora cree que ha puesto un huevo enorme con su descubrimiento, pero eso es porque no se lee el suplemento dominical de LD. Si lo hiciera, sabría que en estas páginas yo me he referido a ese fenómeno muchas veces con otro término económico: «exceso de demanda sexual masculina», y quizá también de otras formas menos finas.

La mayor demanda sexual masculina no es un fenómeno exclusivamente humano sino que se extiende a todas las especies en las que los machos consideran a las hembras un bien escaso y hacen lo posible por acumularlas, llegando a competir abiertamente entre ellos para ver lo que pillan.

Un buen puñado de biólogos se ha referido a este mayor apetito sexual de los machos, y lo ha explicado. Yo me fijé en las implicaciones que este exceso de demanda tenía en los humanos, y en cómo éstos han hecho las cosas a su manera, desarrollando, junto al mercado sexual, sin costos para los hombres, otro mercado paralelo, el matrimonial, en el que el macho humano asume el papel de padre.

Pero no voy a hablar de todo esto por no repetirme.

Hakim cree que el capital erótico tiene una importancia digamos que… capital. Lo que pasa es que el patriarcado impidió asignar un valor a este activo de las mujeres porque era algo que se daba por supuesto. En cambio, las penalizaba cuando carecían de él.

Las feministas niegan el déficit sexual masculino, como niegan y tachan de «esencialista» cualquier sugerencia acerca de una diferencia entre los sexos que no provenga de la cultura patriarcal y que sea inamovible.

Según ellas, si las mujeres no se sintieran oprimidas ni dominadas tendrían la misma conducta sexual que los hombres. Falso, dice Hakim con mucha razón. En la actualidad, los anticonceptivos y la mayor transigencia con respecto al sexo ya no permiten, de ninguna manera, achacar a la cultura patriarcal esa mayor desgana sexual de las mujeres que, de forma universal, se refleja en las encuestas y ocurre, sobre todo, a partir de los treinta años.

En este sentido, el feminismo radical es más limitador que liberador porque no anima a las mujeres a explotar abiertamente en su provecho ese exceso de demanda sexual masculina.

A las mujeres no las aparta del sexo la opresión patriarcal ni ninguna zarandaja por el estilo. El baremo de la sexualidad no tiene por qué marcarlo la apetencia sexual de los hombres.

A las mujeres no les pasa nada; son así, y este desajuste sexual tiene su explicación en las diferentes estrategias reproductivas de los sexos, que también he explicado otras veces, aunque estoy segura de que Hakim lo desconoce.

El déficit sexual masculino concedería, pues, una ventaja a las mujeres que fueran capaces de negociar con su capital erótico; y yo digo que ellas lo utilizan constantemente, por ejemplo, para ascender de categoría mediante el matrimonio.

Sin embargo, la negociación con el capital erótico como moneda de cambio puede ir mucho más allá, y de ello dan fe bonitos ejemplos desde la antigüedad.

Ahora me viene a la memoria Ester, que se engalanó para hallar gracia ante los ojos de su esposo, el rey Asuero, y pedirle protección para los judíos. Hasta tuvo el morro de desmayarse para dejarlo anonadado con su belleza lánguida y evitar su cólera.

Y ahí está Cleopatra, mujer inteligente y negociadora, que fue al encuentro de Marco Antonio después de ser embellecida, maquillada y masajeada durante horas por un contingente de esclavas. Incluso llegó al extremo de perfumar las velas de su nave, consiguiendo, según Plutarco, que «los vientos enfermaran de amor».

Sin embargo, trasformar abiertamente el capital erótico en dinero siempre fue un asunto mal visto, tanto por las feministas como por el patriarcado, por ser cosa de prostitutas.

Consecuente con su pensamiento y con el mío, a Hakim le parece mal que se metan con las prostitutas. Ella está a favor de que toda mujer aproveche sin escrúpulos su poder de fascinación para alcanzar la riqueza y el poder. Yo misma he dicho alguna vez que el sexo debe ser caro para los hombres, y, por cierto, eso no ha sentado muy bien.

La doctora da consejos para desplegar todo el potencial sexual: cuidar la imagen, adelgazar, ponerse buena ropa, y pasar por el quirófano si es el caso. Es duro, pero la vida de una mujer puede mejorar muchísimo. Veamos el ejemplo que propone.

Son dos hermanas, una guapa, que acumula capital erótico como una hormiguita, vela por su belleza con celo renovado y va por ahí coqueteando más que una gallina y sacando partido de todo. En contraposición, la otra hermana es como una cigarra que descuida su imagen, no se maquilla, engorda y se muestra torpe e insegura.

La primera triunfa fácilmente, y a los cuarenta años es una rica empresaria, ha tenido varios novios, viaja mucho y frecuenta restaurantes de lujo. Mientras, su desmañada hermana es una pringada, que trabaja para otros, en empleos esporádicos mal pagados. Pero, además, ¡qué horror!, la principal fuente de ingresos familiar es su marido, «una estrella en el campo de la ciencia».

Esta parábola me ha hecho reflexionar mucho porque refleja lo que se considera las metas correctas para una mujer moderna: independencia, soledad, trabajo y dinero.

Y pienso que quizá no coincidan, exactamente, con la idea de felicidad que tienen muchas mujeres (y hombres). Invertir en armas de seducción para acumular responsabilidades, novios, horas de avión y fiestas, a lo mejor no merece la pena. Yo siento la tentación de quemar la faja reductora, el sostén reforzado «sublime» y la crema del papo, porque estar tan buena y resultona puede proporcionarme un halo de atracción que me haga polvo la vida.

En la historia de la Ciencia se han dado casos en que dos científicos descubren lo mismo simultáneamente. Darwin y el pobre Wallace, coincidiendo en desarrollar la teoría de la evolución. Y Newton y Leibniz en el desarrollo del cálculo diferencial.

Bueno, pues la doctora Hakim y yo representamos la última contingencia de este tipo. Hakim, es usted un grano en la zona glútea de mi cerebro. Una de las dos está de sobra en esto del sexo. Ni siquiera me queda el consuelo de rebatirla porque me ha calcado algunos de mis razonamientos más elegantes.

Sin embargo, como no quiero ser una triunfadora, la perdono por esta vez si deja de poner malos ejemplos, que los tiene a montones.

En cualquier caso, mi término «exceso de demanda sexual masculina» me gusta infinitamente más que el suyo del «déficit sexual masculino», que me suena equivoco e irritante.

Fuente: Libertad Digital

[Hum}– ‘El retrato’, o la idiosincrasia femenina

Una mujer casada a la que le diagnosticaron una enfermedad terminal, y, como mucho, le dieron sólo dos meses vida, decidió ir a un pintor para que le hicieran un retrato y así dejar un bello recuerdo a su familia.

El día que llegó al taller del pintor, se sentó para posar y el pintor comenzó su trabajo.

Al cabo de un rato, ella le dijo: 

—Perdón, ¿podría pintarme una diadema de diamantes en la cabeza?

—Sí, señora, por supuesto.

Apenas minutos después. dijo de nuevo la señora: 

—¿Y un collar de perlas en el cuello?

—Por supuesto, señora.

Y así fue pidiendo que le pintara también una sortija con un rubí, una pulsera de oro macizo, etc.

Cuando después de muchas horas estuvo listo el retrato que mostraba a la señora llena de joyas, el pintor, sin poder contenerse, le preguntó:

—Perdone usted, señora, ¿para qué ha querido que le pinte tantas joyas?

—¡Para que la zorra con la que se case mi marido se vuelva loca buscándolas!

Cortesía de Esteban Zajía

[*Opino}– ¿Cuál es el misterio que para Stephen Hawking representan las mujeres?

06-01-12

Carlos M. Padrón

Aunque en el artículo publicado al respecto en la revista New Scientist no encontré más información que la que se da en el que copio más abajo, voy a permitirme el atrevimiento de suponer que si para Stephen Hawking, tal vez el más grande físico de nuestro tiempo, son las mujeres el gran misterio del universo, uno de los motivos es que,

  1. Las mujeres son el medio que la Naturaleza usa para perpetuar la especie
  2. Para ello, les dio el mayor de los instintos conocidos: el de la maternidad
  3. Pero también les dio el poder de razonar
  4. Las hembras de una gran mayoría de los animales que más conocemos también tienen ese instinto, que aplican al 100% mientras sus crías son pequeñas.
  5. Sin embargo, cuando ya las crías son mayores se desentienden de ellas en un acto a todas luces razonable aunque —o al menos eso se cree— tales animales no son capaces de razonar, pero sí de cumplir el mandato de la Naturaleza que les dice: ¡Déjalos!
  6. En cambio, la mujer, que sí puede razonar, sigue sujeta a ese instinto durante toda su vida como si fuera más animal que esos animales, e hiciera caso omiso de la misma Naturaleza que le dio su instinto maternal.

Me atrevo a suponer, por tanto. que una de las preguntas que debe haberse hecho Stephen Hawking es:

«¿Por qué las mujeres no son capaces de razonar su instinto maternal sino que siguen apegadas a sus crías, queriendo mantener con ellas el mayor contacto posible, cobijándolas y tratándolas como si fueran polluelos, aunque con ello creen una situación de dependencia que a nadie beneficia?».

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05-01-12

LONDRES (Reuters) – El gran misterio del universo que deja perplejo a uno de los científicos más conocidos del mundo son… las mujeres.

Cuando la revista New Scientist le preguntó al autor de «Breve historia del tiempo» en qué piensa más, el profesor de la Universidad de Cambridge, reputado por resolver algunas de las cuestiones más complejas de la Física moderna, respondió: «Las mujeres. Son un misterio al completo».

 

Con ocasión de las celebraciones de su 70 aniversario, Hawking, que está en silla de ruedas y se jubiló recientemente de un puesto que ocupó en el pasado Isaac Newton, habló con New Scientist sobre su mayor error científico y sus esperanzas para la ciencia moderna.

Hawking celebrará sus 70 años el domingo con un simposio público titulado «El estado del universo».

Fuente: Yahoo Noticias

[*Opino}– Las mujeres y la escogencia de pareja

03-01-12

Carlos M. Padrón

Creo que los resultados de la encuesta publicada en el artículo que copio más abajo, y lo que en él se dice acerca de cómo las mujeres españolas eligen pareja, puede hacerse extensivo, salvo algunas excepciones, a todas las mujeres, sean del país que fueren, a las que les esté permitido escoger pareja.

Haz memoria y cuenta cuántas mujeres conoces que se hayan casado con un hombre de estatus social o económico inferior al de ellas. El porcentaje será revelador.

Esta encuesta no dice nada nuevo; ya una previa anticipó algo así.

Lo que me extraña es que las gallegas sean más interesadas que las catalanas, aunque por poca diferencia. La explicación que se me ocurre es que las catalanas, sabedoras de la fama que en relación al dinero tiene su gentilicio, no fueron muy sinceras en sus respuestas.

La explicación a este proceder calculador e interesado, pero edulcorado con actitudes atrayentes que van desapareciendo una vez que termina la etapa de «caza», es que la mujer es un instrumento que usa la Naturaleza para perpetuar la especie humana.

Si mientras dure la etapa de «caza» el hombre muestra algún rasgo de conducta que no es del agrado de la mujer, ésta suele decir que ella logrará que él cambie, y la realidad demuestra que, a la larga, el hombre no cambia pero la mujer sí.

La mujer cambia porque, como ya he dicho en este blog, la domina el instinto maternal, lo que la lleva a, instintivamente —y valga la redundancia—, elegir pareja en la forma que el artículo describe; poner a esa pareja como prioridad mientras dure el noviazgo, o etapa de «caza»; bajarla a categoría de accesorio desde la celebración de la boda, si es que la hay; buscar luego que le dé un hijo; y cuando éste nazca, o cuando ella considere que ya tiene bien segura a su presa, bajarle aún más la prioridad hasta el nivel de provider (= proveedor), como tanto repiten las gringas, y así él, en calidad de padre, debe, además de lo que aquí se dice, ayudar a cuidar, alimentar, educar y proteger a las crías que, como la mujer considera que son suyas, se constituyen en su primera prioridad y, en los más de los casos —repito: puede haber excepciones—, lo siguen siendo mientras ella viva.

De ahí que los hombres seamos más románticos que las mujeres, y que el drogamor nos afecte más porque la Naturaleza nos ha puesto esas gríngolas para que no veamos a tiempo el hueco en el que caeremos una vez casados y padres —o atados por otros lazos—, y no nos percatemos de la cruda realidad de que, sin ser tratados precisamente como amantes, seremos usados como instrumentos de reproducción, cuidado y manutención de la mujer y de sus crías.

Lo que se recomienda es válido para ellas siempre que de la lista de familiares se saque a los hijos.

Cuando, como se escucha frecuentemente en boca de las mujeres, ellas consideran que un hombre es inmaduro, es, las más de las veces, porque éste no cumple con alguno de los roles arriba mencionados, porque celebra a otras mujeres, o porque no acepta de buen grado los caprichos, vacuidades  y frivolidades —léase «inmadureces»— de la suya.

Si yo llegara a saber que una madre no es bioanimal sino que aplica la razón, y ante la clara evidencia de que su hijo/a —a los que siempre ellas consideran «un buen muchacho» o «una niña ejemplar»— es delincuente, drogadicto/a o asesino/a, aceptara el castigo que por ello se le imponga, la aplaudiré y solicitaré un premio para esa demostración de auténtica liberación femenina, de triunfo de la razón sobre el instinto.

Pero para eso se necesita una mujer capaz de hacer lo que en Oda al Dos de Mayo escribió el poeta:

… / la madre mata su amor,
y, cuando calmado está,
grita al hijo que se va:
“¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate y muere:
tu madre te vengará!”.

Pensar que las madres hagan algo así sólo se le ocurre a un poeta, un ser que, por definición, es un románico irredento.

Tal vez este mecanismo de manipulación y dependencia que rige la relación de la mayoría de las parejas sea la base del «Creced y multiplicaos», la fuerza que mueve al mundo.

Pero cuando trato de imaginarme cómo sería éste si las mujeres no tuvieran esa atadura hacia sus hijos, lo que vislumbro asusta.

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03/01/2012

A las españolas les importa más el dinero de su pareja que su atractivo

Ocho de cada diez españolas (81%) priman la posición económica de su compañero sentimental sobre el atractivo físico (19%), según una encuesta telefónica realizada entre 1.500 personas de toda España en el último trimestre del pasado año.

Esto sucede principalmente entre las mujeres mayores de 33 años (86% lo prefieren). Las más sensibles al estatus económico son las gallegas (90%) y las madrileñas (89%), y las que menos, relativamente, son las catalanas (73%) y las valencianas (75%).

De este sondeo, realizado por la empresa Procter&Gamble, se desprende que cerca del 20% de las encuestadas que deciden ser madres empieza a mirar a su pareja de manera distinta.

Incluso una de cada 10 reconocen que cambió de compañero sentimental porque el suyo «no daba el perfil de padre». Y es que lo que las mujeres españolas buscan en un hombre es posición económica (81%), pasión (57%) y compromiso con sus hijos (68%), por encima del atractivo físico (19%) o de que se implique en las tareas domésticas (32%).

Junto a ello, persiguen un «buen esposo y buen padre», por este orden (57% y 43%, respectivamente).

Prefieren además alguien divertido (54%) y con una personalidad conciliadora (56%), por encima de una persona seria y cumplidora (45%) o que no se quedaría en el paro (44%).

La mitad de las entrevistadas (47%) considera que la descripción del padre ideal coincidiría mucho con la que hubieran hecho sus madres.

Las que menos similitudes tienen con el criterio de sus madres son las mujeres mediterráneas, catalanas y valencianas, mientras que son las andaluzas las féminas cuyas preferencias coinciden en mayor medida con la generación precedente.

Este «retrato» está presente en la mente de la mayoría de los hombres. El 77% es consciente de la importancia que dan ellas a la posición económica, también saben que deben poner el acento en la pasión (68%) y en ocuparse de los hijos, aunque en este punto piensan que en la misma medida que implicarse en el hogar.

Con esta idea en su mente, casi la mitad de los hombres reconocen haber utilizado para ligar el recurso de intentar dar imagen de «padre ideal».

Y las mujeres lo creen así, 2 de cada 3 féminas han vivido alguna situación en la que su pareja ha utilizado esta estrategia para conquistarlas.

Fuente: ABC