[*FP}– Sólo unos ‘pocos’ años después

05-01-14

Carlos M. Padrón

En medio de las tareas de «adelgazamiento» del blog, como ya conté, y de limpieza de fin de año, di con un corto vídeo hecho cuando al regreso de las vacaciones de 1973, en las que fuimos a Los Andes, paramos en Barinas para visitar a un par de pasenses que allí vivían entonces.

En la casa de Blanca Cruz Calero, quien aún vive en Barinas, se tomó con mi cámara Super 8 una película de la que hace años digitalicé un trozo que puede verse clicando AQUÍ. Y más abajo he puesto fotos relativamente recientes de estas personas.

  • La dama joven vestida de negro —porque había enviudado hacía poco— es Blanca Cruz
  • La también vestida de negro —por igual motivo— pero de más años, es mi madre
  • La de blusa azulada y gafas (lentes) es mi hermana María Celia
  • El guapo galán con barba, soy yo 🙂
  • El hombre que aparece detrás de mí, a mi derecha, es mi primo-hermano Roberto Padrón
  • La niña de franela roja es mi hija Alicia, y
  • La niña que se sienta sobre las rodillas de Blanca es su hija, María José.

Como prueba del paso del tiempo, aquí van fotos de las personas arriba mencionadas. De las demás que también aparecen en el vídeo no tengo fotos ni recientes ni viejas.

El niño que muestra una foto enmarcada es Felipe, hijo de Blanca. Y la joven de gafas, sentada a la izquierda en el sofá, es Rosa Elvira García, también de El Paso.

Mi madre en 2001: 28 años después. Fue la última foto que se le tomó; murió en mayo de ese año.

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Roberto Padrón en 2006: 33 años después.

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Mi hermana María Celia en 2011: 38 años después.

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Carlos M. Padrón en 2013: 40 años después.

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Mi hija Alicia en 2014: 41 años después.

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María José en 2009: 36 años después.

[*ElPaso}– «Espejo de la Vida» / Poesías de Pedro Martín Hernández y Castillo: Doloras (III)

Una señora burlona
cierto día se mofaba
de un joven que se acercaba
hacia su fatua persona;

sujeto que hacia el hogar
del extranjero venía,
con ensueños de alegría
para a su madre abrazar.

Llegaba triste, harapiento,
como un mísero mendigo,
por lo que no halló un amigo
que aliviara su tormento.

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Vio el joven a la señora
y pretende hacia ella ir;
pero ésta trata de huir
porque es pobre y la desdora.

Pero aquel hijo decía
en tan triste situación:
«¡Oh, madre, la bendición,
la bendición, madre mía!».