[LE}– ‘Aterrizar’ es posarse en tierra firme

13/11/2014

El vocablo aterrizar significa ‘posarse sobre tierra firme o en una superficie similar’.

Por tanto, es una voz apropiada para aludir a la operación de la sonda Philae en el cometa al que se ha aproximado la nave Rosetta.

En principio, no hay necesidad de crear nuevos términos para aludir a los aterrizajes en otros planetas u objetos astronómicos, pues esta voz no alude al planeta Tierra, sino al suelo, tal como se comprueba en la definición de aterrizar en el Diccionario Académico: ‘posarse tras una maniobra de descenso, sobre tierra firme o sobre cualquier pista o superficie que sirva a tal fin’.

Sin embargo, en el uso han aparecido algunas palabras basadas en nombres propios específicos, como alunizar, a partir de Luna, y amartizar, a partir del planeta Marte, ambas recogidas en la 23.ª edición del Diccionario Académico.

En este caso concreto, y ante la dificultad de una formación similar a partir del nombre propio del cometa (67P/Churyumov-Gerasimenko), se está optando por hacer la derivación, también válida, a partir del nombre del objeto: acometizar.

Para referirse a la acción de aterrizar, son también válidos los sustantivos alunizaje, amartizaje y acometizaje, formados de modo similar a aterrizaje; este último, de nuevo, es plenamente adecuado, incluso si no se refiere al planeta Tierra.

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[LE}– Singularidades de la palabra española ‘coño’

17/02/2014

A. F. Vergara / I. G. Peña

Pese a los intentos, y los logros, de Camilo José Cela para incluir la palabra «coño» en el DRAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española), su pronunciación en el Congreso, en público, y en la tribuna, demuestra que su «especial sonoridad» hace que esté lejos de considerarse una palabra «refinada», aunque sí es de uso habitual.

Sólo tenemos que recordar que el presidente del Congreso, Jesús Posada, pidió disculpas el pasado miércoles 12 de febrero, y reconoció que debería haber tenido «más control» de sus propias palabras cuando se le escapó la palabra «coño» en el momento en el que trataba de imponer el orden en un rifirrafe del debate.

«Estas cosas ocurren. Realmente yo tenía que haber tenido más control de mis propias palabras, pero, en fin, pronuncié alguna interjección que no debía», decía Posada.

En el Congreso no es la primera vez que se oye esta palabra. El «¡Se sienten, coño!» de Antonio Tejero durante el fallido intento de Golpe de Estado del 23-F se hizo tan famoso que, tanto en películas, series y en conversaciones entre amigos, se ha reproducido hasta la saciedad.

Oda al órgano femenino

Buscando referencias sobre esta palabra en nuestra literatura, uno de los primeros autores que nos encontramos es Camilo José Cela, quien empleaba este término de forma muy habitual.

Es más, una de sus biografías, escrita por Gaspar Sánchez Salas, lleva por título «El coño de Don Camilo y otras anécdotas inéditas», lo que da cuenta de lo habitual que era en su vocabulario.

Precisamente fue el escritor gallego quien consiguió que la palabra «coño» se incluyera en el DRAE. Ya en el año 1968, en el preámbulo de su «Diccionario secreto», Cela se lamentaba porque el DRAE «ignora por ejemplo, la voz «coño» y no registra ningún cultismo que designe el concepto a que se refiere la palabra proscrita, con lo que se da el despropósito de que el aparato reproductor externo de la mujer no tiene nombre oficial en castellano».

Pero si seguimos con nuestro recorrido literario, no podemos dejar de hacer referencia a Juan Manuel de Prada, que publicaba «Coños» en el año 1994. Un libro de varios capítulos cortos, en cada uno de los cuales el autor describe la vagina de una mujer diferente. Un libro muy elogiado, por otra parte, por Francisco Umbral, otro de los autores de nuestra literatura que han contado en numerosas ocasiones con esta palabra entre sus expresiones más habituales.

¿Un término «sexista»?

Según el DRAE, la primera de las acepciones de la palabra «coño» hace referencia a la «parte externa del aparato genital de la hembra», y como interjección se utiliza para expresar diversos estados de ánimo, especialmente extrañeza o enfado*.

En Chile, según este mismo diccionario, el término se puede traducir por «Español», y, tanto en este país como en Ecuador, puede ser un adjetivo con el significado de «miserable o tacaño».

Su origen es la palabra latina «cunnum», según explican Alberto Buitrago y Agustín Torijano en su «Diccionario del origen de las palabras (Espasa, 1998)», y, en este sentido, hace alusión a «cuño» que se forma en la zona pélvica de la mujer, entre las ingles.

En España, el término «coño» tiene unas connotaciones un tanto «sexistas». Cuando algo nos molesta, nos fastidia profundamente, usamos la palabra coño, en una referencia vulgar al órgano femenino. Lo mismo ocurre cuando nos aburrimos: «Vaya coñazo». Sin embargo, cuando un evento nos entusiasma exclamamos que «Es cojonudo», en este caso en referencia al órgano masculino.

En Italia la historia es al revés. Nuestros vecinos mediterráneos utilizan el joder —el «cazzo»— en una clara alusión a las partes íntimas del hombre, al igual que para señalar que una cosa es una tontería o gilipollez: «Che cazzata». Por el contrario, cuando una cosa encanta o sorprende, utilizan una palabra que menciona el miembro femenino, la «figa»: «Che figata», que se traduciría en un «Qué chulada».

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(*) NotaCMP.- Y a mí me extraña que nose mecione su uso para expresar sorpresa con, con tinte peyorativo, como en «¿Qué coño es eso?», dicho ante algo que nos choca.

[LE}– ‘Desindexar’ y ‘desindexación’, términos correctos

27/09/2013

Los términos desindexar y desindexación son adecuados para aludir, en el ámbito de la economía, a la ‘desvinculación de un determinado valor del índice al que hasta entonces estaba referido’.

Aunque estos términos no aparecen recogidos en los principales diccionarios, sí lo están las palabras indexar e indexación.

Así, el Diccionario Panhispánico de Dudas define indexar como ‘poner en relación las variaciones de un valor con las de un índice de referencia’, y señala que el sustantivo correspondiente es indexación.

Desindexar y desindexación son derivados correctos a partir de esos términos, respetuosos con las normas de formación de palabras en español.

En este sentido, los medios de comunicación están empleando adecuadamente estas voces en frases como

  • «El Gobierno aprobará la Ley de Desindexación» o
  • «El siguiente paso es desindexar los precios y salarios del IPC».

Por otra parte, la forma adecuada de escribir el nombre de la Ley de Desindexación de la Economía es con iniciales mayúsculas en todas las palabras significativas, tal y como establece la Ortografía de la Lengua Española, por tratarse de su nombre oficial.

Estas mayúsculas se mantienen asimismo si se utiliza el nombre oficial de forma abreviada (Ley de Desindexación).

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[LE}– Últimos desmadres del politiqués

2013-01-21

Amando de Miguel

Tengo ya una libretilla rebosante de nuevas adquisiciones del politiqués.

No se trata sólo de desmesuras léxicas. Simplemente los políticos gustan de introducir en sus discursos y declaraciones palabras rimbombantes, grandilocuentes, cultistas. De esa forma parecen muy leídos.

Adelanto algunos de esos vocablos para impresionar al personal: paradigma, pluridimensional, multipolar, espacio (en sentido figurado), enormemente, gestionar, intangible, reflexión, herramienta (en sentido figurado), entorno, proactivo, compartir, priorizar.

Lo fundamental no es dejar caer algunas de esas palabras sino repetirlas todo lo posible, vengan o no a cuento, hasta el hartazgo.

Jesús Laínz (nunca sabré si es Lainz o Laínz) se ha convertido en el principal trujimán de vocablos politiqueses. Ahora ha registrado en un restaurante este rótulo: «Menú sostenible». Es decir, el politiqués ha llegado al pueblo.

Desde luego, lo emplean a placer los economistas, según el montañés. La prueba es que ha oído decir a un economista prominente lo de «investimento» (= inversión).

Añado que puede haber un contagio entre el neologismo investir y el castizo embestir. Ambas acciones son decididas, violentas incluso. En la iconografía useña se maneja la imagen del toro para los inversores. No debe confundirse el toro con el buey (= toro castrado).

Blas de Lezo (un seudónimo) me envía un dolorido memorial en el que compara la sociedad española con «un buey al que se le puede conducir enganchado a un aro que le atraviesa la nariz». Supongo que sería mejor decir una argolla. La imagen es típicamente regeneracionista, como todas las organicistas. El origen está en el Leviatán de Hobbes o quizá en Santo Tomás, el Aquinate. Vaya usted a saber. Pero la sociedad no es un organismo.

Ignacio Frías me comunica que Aurelio Arteta tiene la misma afición que yo, coleccionar lo que él llama archisílabos y yo sesquipedalismos.

He elegido esa última voz precisamente por la ironía que supone ser una palabra más larga. Me congratulo de la afición de don Aurelio.

Mi siempre admirado Don Ignacio ha encontrado un sesquipedalismo en el ABC, de jugosa significación. En lugar de jurar un cargo público, los abecedarios ponen juramentar. Como es más largo, impresiona más. Pero juramentar es otra cosa, equivale a tomar el juramento a alguien, dice don Ignacio.

No estoy muy de acuerdo. Existe el verbo juramentarse (= comprometerse a algo mediante un juramento). Por tanto, los altos cargos juran su cargo y, en consecuencia, se juramentan a cumplir lo jurado. Bueno, en la realidad ni juran ni se juramentan. Ahora prometen, como dicen los niños.

Sobre los sesquipedalismos tengo algunas propuestas más. Ahí van: contextualización, interactuaccionar, transversalidad, sensibilizacionar. Por sílabas, que no quede.

El politiqués ama el cero

Lamento que a mí me guste mucho decir lo de «suma cero»; reconozco que es politiqués puro. Aunque tendría que decir «puro y duro». Lo mejor es «tolerancia cero», «coste cero», «crecimiento cero». Cero al cociente o cero patatero, vaya.

Eso que ahora está prohibido que los profesores pongan un cero a los alumnos ignaros. Podrían herir las sensibilidades de los pupilos y de sus progenitores.

Fuente: Libertad Digital