[*Opino}– Ver para creer: palabrejas que ahora acepta el DRAE

29-10-14

Carlos M. Padrón

Después de leer lo que copio abajo no me extrañaría que en la próxima edición del DRAE recibieran su bendición «tamién», en vez de también, «perfeto» en vez de perfecto, «esato» en vez de exacto, «adatar» en vez de adaptar (ya lo hacen con la palabra Mapfre que todos pronuncian «mafre»),… y cualquier otro vocablo cuya pronunciación conlleve cierta dificultad para el aparato fonador de los españoles, ése que, según Amando de Miguel, no está preparado para, por ejemplo, pronunciar la S líquida de la palabra «stop».

Esto de la RAE ya tiene visos de relajo y de invitación a que no se haga esfuerzo por aprender a hablar y escribir correctamente nuestro idioma, así que no me extrañaría que hasta se metieran con los signos de puntuación y aceptaran que en vez de coma, punto, y punto y coma se usaran puntos suspensivos, como se ve cada vez más en la Red.

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29/10/2014

Elena Mengual

22 palabras que nunca imaginarías que están admitidas por el DRAE

Este octubre (u otubre) ha llegado a las librerías la nueva edición del Diccionario de la Real Academia Española, que incorpora, entre otras novedades, palabras como amigovio (sí, lo que en España se conoce como «follamigos», término que la RAE no descarta incorporar próximamente ), papichulo o bótox. A cambio, salen otras por no emplearse desde hace siglos.

Y luego están esas palabras que, cuando las oyes, frunces el ceño presa de la duda mientras desarrollas el siguiente diálogo interior: «¿Arremangarse existe? Bueno, si lo dice la vicepresidenta, que es una mujer muy cultivada, tiene que existir, claro. Entonces… ¿Pasará lo mismo con ‘arrascarse’? Porque a mí me suena igual de mal».

Son esas palabras que originan polémica en las reuniones de amigos (si bien ahora con san Google en el ‘smartphone’ todas esas discusiones bizantinas son prácticamente cosa del pasado).

Recopilamos algunos de esos términos que,. hasta que no los ves en el DRAE, no te los crees:

Palabro

La palabra palabro parece un palabro. Pero no, es el término para referirse a una «palabra mal dicha o estrambótica».

Almóndiga

Tú te reías cuando oías a tu vecina de patio desde su cocina decir que iba a hacer «almóndigas». Pues resulta que la buena mujer usa un término recogido por el DRAE, si bien el propio diccionario señala que está «en desuso» y es un vulgarismo. También puede que la hayas oído decir que ella las cocina «asín» . Ay, amigo, tu compañera de descansillo no es ninguna erudita, pero en ninguno de los dos casos ha cometido incorrección. ¿»Cocretas»? Vale, ahí sí la has pillado. El DRAE sólo admite como forma correcta croquetas. Todo se andará.

Apechusques

En La Mancha, Andalucía y Murcia se utiliza este término para hacer referencia a los trastos, utensilios o cachivaches. No obstante, en la comarca de La Manchuela, «apechusque» se utiliza también para referirse a una «enfermedad repentina de la cual no se sabe muy bien la causa», tal y como recoge ‘El Bienhablao’.

Culamen y pompis

Culamen es una incorporación reciente al Diccionario de la RAE para referirse al culo. Una palabra que ya tiene unos cuantos sinónimos: trasero, pandero, posaderas, nalgas, pompis… Todas ellas recogidas en el DRAE. Sí, también pompis.

Otubre, conceto

Tanto reírnos de Manuel Manquiña y su «conceto» en ‘Airbag’, y resulta que está admitido. Eso sí, como forma «en desuso». Lo mismo sucede con otubre para hacer referencia al décimo mes del año.

Descambiar

En contra de lo que mucha gente piensa, descambiar es correcto. Según el DRAE, es sinónimo de destrocar, esto es: deshacer el trueque o cambio. También es válido su uso, frecuente en la lengua coloquial, con el sentido de «devolver una compra», ya que, tal y como explica el Diccionario Panhispánico de Dudas, «en definitiva, se trata de deshacer un cambio previo realizado en el momento de la adquisición, al entregar dinero a cambio del artículo

Uebos

Sí, sí, lo que leen. Procede del latín opus, y el DRAE lo define como «necesidad, cosa necesaria». De hecho, la expresión «Manda huevos» —que tan célebre hizo Federico Trillo cuando era presidente del Congreso— es en realidad una distorsión de «¡Manda uebos!», del latín ‘¡Mandat opus!’, es decir, ‘¡La necesidad obliga!’ Lo correcto sería sin h y con b.

Arremangarse

Cierto es que en muchas regiones, como en Andalucía, no suena extraña esta forma, si bien remangarse está más extendida. No sucede lo mismo con «arrascarse», que es un vulgarismo muy extendido y que no está admitido.

Ño. Norabuena

Apócope de señor. Es tan correcto como norabuena para decir enhorabuena. Y si dices: «Norabuena, ño», cierras el círculo.

Ño es además una interjección muy recurrente en Canarias. Tanto que un supermercado lanzó una campaña cuyo lema era: «¡Ño! ¡Qué precios!».

Albericoque

Pues sí, al albaricoque también se le puede decir albericoque. No da licencia esto para pensar que todo el campo es orégano: ni «molocotón» ni «mondarina» están admitidos.

Jonrón

Aunque en España suena raro, el término jonrón (de «home run«) no resulta tan extraño en países donde el béisbol es un deporte popular, como Venezuela o Cuba. ¿El plural? Jonrones, con perdón.

Abracadabrante

Si se te agotan los sinónimos de sorprendente o desconcertante, siempre puedes sacar abracadabrante de la chistera.

Toballa

Cuando tenías tres años y te referías a la tela con la que te secabas como toballa, en realidad lo estabas diciendo bien. Toballa está admitida.

Bluyín y yin

Al reparar en que en buena parte de Hispanoamérica nadie habla de pantalones vaqueros, sino de «blue jeans«, la RAE decidió incorporar el término, pero, eso sí, adaptando la grafía al español. Y ése es el resultado: blueyín.

Güisqui

He aquí otro caso similar al del bluyín. Nos permitimos fantasear con el momento de su inclusión:

Capuzar, chapuzar

Si nos lee desde el levante sur español, probablemente esta palabra le resulte de lo más normal. Del latín caput (cabeza) y *putere (sumergir), capuzar quiere decir exactamente eso: sumergir la cabeza en el agua. Y la acción y efecto de capuzar es un capuzón.

Agibílibus o agílibus

No es el nombre de la empresa de autobuses más rápidos de la zona. Agílibus hace referencia a la habilidad, el ingenio, a veces pícaro, para desenvolverse en la vida. Algo parecido a la «Inteligencia Emocional» que con tanto éxito acuñó Daniel Goleman.

Pinchaúvas

Si alguna vez te metes en una máquina del tiempo, viajas cuatro siglos atrás y te llaman pinchaúvas, que sepas que no te están diciendo precisamente «bonito», sino más bien «hombre despreciable», tal y como recoge la segunda acepción del DRAE. La primera, más literal, se refiere al «pillo que en los mercados comía la granuja, picándola con un alfiler, palillo u otro instrumento».

Apartotel

Ni «apartahotel», ni «aparthotel». La forma correcta para referirse a un hotel de apartamentos es apartotel. Es un anglicismo que se ha adoptado tal cual.

Quitaipón

Quitaipón o quitapón es «el adorno, generalmente de lana de colores y con borlas, que suele ponerse en la testera de las cabezadas del ganado mular y de carga». No confundir con «de quita y pon».

Papahuevos

Papahuevos es el papanatas de toda la vida. También conocido como pazguato, cándido o bobalicón.

Zangolotear, zangolotino

Zangolotear hace referencia a un movimiento continuo y violento, de una parte a otra, sin concierto ni propósito. Niño zangolotino, tal y como recoge el DRAE, es el «muchacho que quiere o a quien se quiere hacer pasar por niño».

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[LE}– ‘Antiébola’, junto y sin guion

10/10/2014

Antiébola, junto y sin guion, es la forma adecuada de escribir este término.

Es frecuente encontrar en los medios de comunicación ejemplos como 

  • «Madrid toma la iniciativa sanitaria y endurece su protocolo anti-ébola» o 
  • «¿Qué vacuna anti ébola está experimentando la OMS en humanos?».

El término antiébola, utilizado para referirse a los tratamientos, vacunas o protocolos empleados contra este virus, ya sea para evitar su propagación o para tratar la enfermedad, está formado por el prefijo anti-, recogido en el Diccionario Académico, y el sustantivo ébola.

Según la Ortografía Académica, los prefijos se unen a la palabra a la que afectan, por lo que se recomienda escribir antiébola junto, y evitar separarla por un espacio o por un guion.

Por lo tanto, en los ejemplos anteriores habría sido preferible escribir

  • «Madrid toma la iniciativa sanitaria y endurece su protocolo antiébola» y
  • «¿Qué vacuna antiébola está experimentando la OMS en humanos?».

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[LE}– ‘Biodiésel’ y ‘diésel’, con tilde

18/09/2014

Biodiésel y diésel se escriben con tilde en la primera e.

Sin embargo, en los medios de comunicación es frecuente ver estos sustantivos sin tilde:

  • «Lanzan un diesel de bajo contenido de azufre en el mercado peruano»,
  • «Brasil vende 625 millones de litros de biodiesel para abastecer el mercado».

Tanto biodiésel como diésel son voces llanas terminadas en consonante distinta de n o s; por tanto, según señala la Ortografía Académica, deben escribirse con tilde.

El acento recae en la e, por ser esta la vocal abierta del diptongo.

De acuerdo con esto, en los ejemplos anteriores habría sido preferible escribir

  • «Lanzan un diésel de bajo contenido de azufre en el mercado peruano»,
  • «Brasil vende 625 millones de litros de biodiésel para abastecer el mercado».

Se recuerda, además, que en parte de América se emplea el sustantivo dísel, también adecuado.

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[LE}– ‘Insistir en que’, y no ‘insistir que’

17/09/2014

Insistir en es la construcción adecuada para este verbo.

Esto, según indica el Diccionario panhispánico de dudas y, por tanto, se recomienda evitar la expresión insistir que sin la preposición en (porque ese sería un caso de queísmo).

En los medios de comunicación se pueden leer u oír frases como

  • «Ahmadineyad insiste que Irán cumple las reglas de la OIEA»,
  • «Rusia insiste que entrará en la OMC con Bielorrusia y Kazajistán» o
  • «Miley Cyrus insiste que no colaborará con los Jonas Brothers».

El verbo insistir es intransitivo, por lo que no puede tener complemento directo. Con este verbo, lo apropiado es que aquello en lo que se hace hincapié o en lo que se persiste se exprese precedido de la preposición en, por lo que en los ejemplos anteriores lo correcto habría sido

  • «Ahmadineyad insiste en que Irán cumple las reglas de la OIEA»,
  • «Rusia insiste en que entrará en la OMC con Bielorrusia y Kazajistán» y
  • «Miley Cyrus insiste en que no colaborará con los Jonas Brothers».

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[LE}– Referéndum en Escocia, claves de redacción

16/09/2014

Con motivo de la celebración del referéndum sobre la independencia de Escocia, se ofrecen algunas claves para una adecuada redacción de las noticias relacionadas con este acontecimiento.

  1. Las formas referendo y referéndum (con tilde) son adecuadas para referirse al proceso por el que se someten al voto popular leyes o decisiones políticas. Sus plurales respectivos son referendos y referéndums, no referenda.
  2. Los sustantivos y no no necesitan resaltarse ni en cursiva ni con comillas en oraciones como «En el referéndum triunfó el sí» (ejemplo recogido en la Ortografía de la Lengua Española). En el caso de sí, se recuerda que, al utilizarse como sustantivo, se escribe con tilde diacrítica.
  3. El plural del sustantivo sí es síes, y el de no, noes. («Los partidarios de la independencia esperan que en las urnas haya más síes que noes»). No son adecuados los plurales sís y nos, que se ven empleados con frecuencia en los medios de comunicación.
  4. Inglaterra, el Reino Unido y Gran Bretaña no son lo mismo. Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte son las cuatro naciones que componen el Estado denominado Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte o, en su forma abreviada, el Reino Unido (UK en sus iniciales originales).
  5. Gran Bretaña es el nombre de la isla que comparten Inglaterra, Gales y Escocia. Así, es impropio escribir frases como «Escocia quiere su independencia de Inglaterra» o «Los sondeos apuntan a que los escoceses rechazarán la independencia de Gran Bretaña», ya que lo que se plantea es la independencia de Escocia del Reino Unido, el Estado del que actualmente forma parte.
  6. Es aconsejable anteponer el artículo al nombre de ese Estado: el Reino Unido, mejor que Reino Unido.
  7. El nombre de la capital de Escocia en español es Edimburgo (Edinburgh en inglés). No son adecuadas las formas híbridas Edinburgo y Edimburgh, que se ven ocasionalmente en los medios.
  8. Para referirse al ‘reconocimiento y cómputo de votos’ en una consulta de este tipo pueden emplearse los términos escrutinio, cómputo, conteo y recuento.
  9. Para aludir al periodo que sigue a la consulta puede emplearse la palabra posreferéndum (en una palabra y sin t), no postreferendum, post-referéndum ni pos referéndum.

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[LE}– ‘La presidenta’, mejor que ‘la presidente’

10/09/2014

La palabra presidenta está registrada en el Diccionario Académico y es una forma válida y preferible a presidente para aludir a las mujeres que ocupan ese cargo.

En las noticias sobre el nombramiento  de Ana Patricia Botín como presidenta del Banco Santander tras el fallecimiento de su padre, Emilio Botín, se pueden encontrar las formas presidenta y presidente como en

  • «Ana Patricia Botín, nueva presidente de Santander»  o
  • «La comisión correspondiente propuso a la hija de Emilio Botín como nueva presidenta de la entidad».

Dado que la mayoría de las palabras que han añadido el sufijo -nte son comunes en cuanto al género (como el donante y la donante, del verbo donar), a menudo se plantea la duda de si sucede lo mismo en el caso de presidente y ha de ser siempre la presidente cuando alude a una mujer.

Sin embargo, la Gramática Académica explica que la voz presidenta es un femenino válido en el que se ha cambiado la e final por a, al igual que ocurre con asistenta, dependienta, infanta o intendenta.

Como, además, presidenta ya tiene registro académico desde el Diccionario de 1803, se emplea desde mucho antes y es la forma mayoritaria según el Diccionario panhispánico de dudas, no parece que haya motivo para no usar o incluso para no preferir esta forma cuando el referente es una mujer.

Por esta razón, en el primer ejemplo anterior habría sido preferible escribir

  • «Ana Patricia Botín, nueva presidenta del Santander».

Se recuerda además que los cargos se escriben con minúscula inicial (presidenta, no Presidenta).

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[LE}– ‘Punto final’, no ‘punto y final’

03/09/2014

El punto con el que se acaba un escrito o una división importante de un texto se llama punto final, no punto y final.

Esta expresión se emplea también para aludir a lo que da por terminado un asunto:

  • «Aquel argumento puso punto final a la discusión».

Sin embargo, en los medios de comunicación se emplea a menudo la variante impropia punto y final

  • «El equipo puso un brillante punto y final a la temporada» o
  • «Punto y final a una huelga de dos meses».

El Diccionario panhispánico de dudas señala acerca de esta variante:

«No es correcta la denominación punto y final, creada por analogía de las correctas punto y seguido y punto y aparte».

Se recomienda, pues, evitar punto y final para aludir tanto al punto que da fin a un texto como a aquello con lo que termina un asunto, y emplear en todos los casos punto final.

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[*Opino}– Acerca de estilos que, según don Amando de Miguel, son plagas en el idioma español

29-08-14

Carlos M. Padrón.

Don Amando de Miguel trató este tema en dos entregas, una del 20-08-2014 y otra de hoy. Me he tomado la libertad de reunirlas en un solo artículo que copio abajo, y hago aquí mis comentarios a él.

2. La conjunción copulativa ‘y’ resulta imprescindible

Me extraña que no mencione lo de la errónea obligatoriedad de poner siempre coma después de esa conjunción.

4. El castellano aborrece los periodos largos

Es una opinión personal que no siempre puede resultar la mejor opción; también habló de ella en el punto 10. Me extraña que, en cambio, haga gala de una pobreza en signos de puntuación, como en estos párrafos:

«Ha quedado el número siete para las famosas plagas que asolaron a Egipto, quizá porque en hebreo el siete significa ‘mucho’. La Biblia enumera diez plagas. Es igual. A título práctico, resumo aquí diez desvíos sistemáticos en los escritos contemporáneos, para empezar, en los míos. Se trata de corregirlos todo lo que se pueda, al menos tenerlos en cuenta».

«Un extraño principio de la corrección de textos. Uno mismo detecta mal los errores. Es mejor que la operación la haga otra persona. El método óptimo es que el texto sea leído en voz alta por el corrector y el autor. Lleva tiempo, pero compensa. La corrección automática del computador suele ser pobre, insuficiente e incluso equivocada. No he logrado entender por qué el corrector automático aborrece ciertas voces perfectamente incorporadas a nuestro idioma».

que parecen emular a quienes, no sabiendo qué signo usar, usan sólo puntos suspensivos, pues don Amando usa sólo punto y seguido. Y también parecen ratificar, entre otras cosas, lo que el mismo don Amando dijo una vez: que el punto y coma está en vías de extinción. Que yo sepa, no sólo tiene vigencia, sino utilidad, además de contribuir a romper la monotonía, vicio que don Amando condena.

8. La plaga de los demostrativos (este, ese, aquel, etc.)

Pues dígalo quien lo diga, yo seguiré poniendo acento (o sea, poniendo tilde) en esos pronombres, así como también en los adverbios cómo, aún, y sólo cuando, según la norma antigua, deban llevarlo.

Según las referencias autorizadas de nuestra lengua, entre las que se cuenta el DRAE, estos pronombres no llevan tilde, pero don Amando escribió estragante, y esa palabra no aparece en el DRAE.

9. La cuestión del leísmo

Que me perdone don Amando, pero sí lo que él propone incluye que digamos la di de comer en vez de le di de comer, no estoy de acuerdo con él.

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29-08-14

Amando de Miguel

Las diez plagas de Egipto

Ha quedado el número siete para las famosas plagas que asolaron a Egipto, quizá porque en hebreo el siete significa mucho. La Biblia enumera diez plagas. Es igual. A título práctico, resumo aquí diez desvíos sistemáticos en los escritos contemporáneos, para empezar, en los míos. Se trata de corregirlos todo lo que se pueda, al menos tenerlos en cuenta.

Las expongo sucintamente, por si pudiera servir de aviso para escritores y lectores.

A título práctico, resumo aquí diez desvíos sistemáticos en los escritos contemporáneos, para empezar, en los míos. Se trata de corregirlos todo lo que se pueda; al menos tenerlos en cuenta.

1. El idioma español presenta la desventaja de la monotonía

Hay que cuidar mucho las repeticiones, reiteraciones de ciertas palabras, que se convierten en comodines. Por ejemplo, la preposición ‘en‘, necesaria pero sobreabundante. Hay que tratar de sustituirla a veces por otras: de, a través de, etc. Nuestra desgracia es que con esa preposición empieza el Quijote. «En un lugar de La Mancha…». La rima más odiosa es la de las voces terminadas en –ón. No hay soneto que la resista.

2. La conjunción copulativa ‘y’ resulta imprescindible

Pero a veces choca un poco, sobre todo al principio de la frase. Resulta un horror la serie de noticias de los telediarios cuando comienzan sistemáticamente con la dichosa y, sin venir a cuento. La y al comienzo de una oración da buen resultado en la lírica, pero la prosa la rechaza.

Ahora nos invade la moda de la pregunta: «¿Y?». Hay que ser argentino para dominarla.

3. Los artículos determinados o indeterminados son necesarios

Pero, una vez más, molesta su uso reiterativo. Ajústese el oído a cada caso. Por ejemplo, suena fatal «subir a dirección», «bajar a planta» o «chutar a portería».

A mí me gusta decir «los Estados Unidos», «la India», «el Japón», «el Perú», «la Argentina», etc., pero reconozco que puede resultar pesadito. Naturalmente, cabe decir “la España contemporánea” o “la Inglaterra victoriana”, al llevar un adjetivo.

4. Al ser una lengua monótona, el castellano aborrece los periodos largos

Yo me he impuesto la norma de que las frases no excedan de 30 palabras, los párrafos de 30 líneas, y los capítulos de 30 páginas. La reducción a esos límites siempre mejora el texto. Lo he comprobado mil veces.

5. Los neutros son muy peligrosos: aquello, esto, eso, lo, lo que, etc.

En mis escritos constituyen una plaga. Trataré de reducir su presencia.

6. Otro fallo de mis textos es el abuso de los adverbios

Sobre todo los terminados en –mente, y las expresiones adverbiales, por ejemplo, esto es, la verdad es que, con todo, por lo menos, etc.

No hay que llegar a la tontería de García Márquez, quien suprimió bonitamente todos los adverbios en –mente. Sin embargo, tengamos cuidado con su abundancia. Cuando se juntan dos -mente en la misma frase, la rima se hace odiosa.

7. Los verbos auxiliares (ser, estar, haber, tener) son utilísimos

Pero, una vez más, su exceso puede adormecer al lector. Es fácil sustituir el es por consiste en, aunque ya hemos introducido la maldita preposición en. Es cosa sabida, al corregir un error, se cuela otro.

Un extraño principio de la corrección de textos. Uno mismo detecta mal los errores. Es mejor que la operación la haga otra persona. El método óptimo es que el texto sea leído en voz alta por el corrector y el autor. Lleva tiempo, pero compensa. La corrección automática del computador suele ser pobre, insuficiente e incluso equivocada. No he logrado entender por qué el corrector automático aborrece ciertas voces perfectamente incorporadas a nuestro idioma.

8. La plaga de los demostrativos (este, ese, aquel, etc.) nos cerca por todas partes

Claro que son útiles para no tener que repetir nombres, pero muchas veces despistan. La diferencia entre ellos depende de la posición del observador o del que emite la información. Es evidente que por ahí se llega a continuas indeterminaciones.

El más peligroso —una especie de ébola gramatical— es el pronombre aquel. Debe huirse de él. Cabe sólo apelar a esa indeterminación cuando se desee transmitir un sentido de soledad y nostalgia.

Recuérdense los famosos versos de Bécquer sobre las golondrinas: Pero aquellas que el vuelo refrenaban / tu hermosura y mi dicha al contemplar, / aquellas que aprendieron nuestros nombres…/ esas… ¡no volverán! 

Por cierto, ningún pronombre demostrativo lleva ya tilde. Me parece maravillosa la expresión tener su aquel, pero aquí no es demostrativo sino sustantivo. Equivale a encanto, ángel, espíritu.

9. Está la cuestión del leísmo

No afectaba mucho cuando se reducía en España a una franja geográfica a ambos lados de la carretera o el ferrocarril de Madrid a Irún. Pero ahora se ha generalizado, por influencia, quizá, de los modos iberoamericanos.

No tiene mayor importancia. Acabaremos todos siendo leístas: la preferencia por le en lugar de la o lo como complemento directo de cosas o personas. Digamos que se trata de una plaga benigna, algo así como una gripe común.

10. La plaga más general es el natural barroquismo de la tradición española en tantos aspectos de la vida

Llega a ser estragante cuando se abusa de tal recurso. Me he acostumbrado a no soportar frases de más de 30 palabras, aunque las hay de más de ciento.

Una concesión barroca que me encanta es la sucesión de tres adjetivos, nombres o verbos, siempre que se precise la triada. Por ejemplo: «Bueno, bonito y barato». No debe abusarse de un recurso, en principio tan elegante.

Un virus reciente es el del verbo poder por influencia estadounidense. No sé si los gramáticos lo consideran un verbo auxiliar, pero así me lo parece en numerosas ocasiones.

En sí mismo no dice mucho, a no ser que le añadamos la acción principal. Podemos hacer el inri o podemos ser más imaginativos. Si no le agregamos la acción principal, el verbo poder adquiere una connotación de fuerza, mando, voluntad, autoridad, presión, dominación, imposición, victoria.

Es evidente la conexión de esas voces con los frentes o movimientos fascistas de toda laya, en definitiva, con ansias totalitarias. Recordemos el viejo juego infantil a ver quién puede más. Nótese que el dichoso verbo poder no admite la construcción pasiva. En inglés resulta todavía más defectivo. Se conjuga en presente (I can, we can), pero no admite el futuro. En tal caso hay que recurrir a una perífrasis: I will be able (= seré capaz).

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[LE}– ‘A bordo’ y ‘abordo’ no significan lo mismo

19/08/2014

La expresión a bordo, que significa ‘en una embarcación u otro vehículo’, se escribe en dos palabras, pero el sustantivo abordo, sinónimo de abordaje, se escribe en una sola

Sin embargo, no es infrecuente ver la locución a bordo en una sola palabra:

  • «Abordo de este barco se encuentran médicos de distintas nacionalidades» o
  • «Según los primeros informes, la maleta con el dinero había llegado de Honduras el pasado 29 de julio abordo de un vuelo de una compañía privada».

El mismo error se comete en la expresión segundo de a bordo, usada para referirse a quien ocupa el segundo lugar en una cadena de mando: «Alfonso Bataller se estrena en la política municipal esta legislatura y apenas lleva mes y medio como segundo de abordo en el consistorio castellonense».

Según el Diccionario panhispánico de dudas, lo adecuado es escribir en dos palabras esta locución, que significa ‘al o en el interior de una nave o, por extensión, de un medio de transporte’. Se aconseja no confundirla, por tanto, con el sustantivo abordo, sinónimo de abordaje y menos frecuente en el uso:

  • «El abordo de los piratas se produjo en las costas de Somalia».

Así, en los ejemplos anteriormente citados lo apropiado habría sido escribir

  • «A bordo de este barco se encuentran médicos de distintas nacionalidades»,
  • «Según los primeros informes, la maleta con el dinero había llegado de Honduras el pasado 29 de julio a bordo de un vuelo de una compañía privada» y
  • «Alfonso Bataller se estrena en la política municipal esta legislatura y apenas lleva mes y medio como segundo de a bordo en el consistorio castellonense».

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