Si eres un tipo feliz
sin temores y sin miedos,
no se te ocurra jamás
mandar a hacerte un chequeo.
Pues así te entdrarás,
sin siquiera suponerlo,
de que ya estás en las últimas
¡aunque te cueste creerlo!
Seguro que te dirán
que te sobran triglicéridos,
acompañados de lípidos
y sin colesterol del bueno.
Que por esos ateromas
que están naciendo por dentro
tienes ya toda tapada
la cañería del medio,
lo que te asegura infarto
que sólo es cuestión de tiempo.
También podría ocurrir
que te encuentren un bloqueo
o una obstrucción de aorta
que no augura nada bueno.
Taquicardia sinusal
que hay que parar a tiempo,
o una isquemia de cuidado
en el ventrículo izquierdo.
Son enormes las variantes
que puede darte un chequeo
pues es cuestión que depende
de cómo lo mire el médico:
Que si irritación del colon
o irritación en el recto,
que el intestino delgado
no absorbe los alimentos.
Exceso de fosfatasas
o carencia de anticuerpos,
que puedes tener mareos
por culpa del oído medio.
Enfisema pulmonar,
úlcera en el duodeno,
insuficiencia renal,
y cálculos hasta en un dedo.
Hasta podrían decirte,
aunque no entiendas un bledo,
que tienes tremenda falla
en el desoxirribonucleico.
Aunque te sientas fenómeno
y se lo expliques al médico,
tienes que aceptarlo todo
porque lo dice el chequeo.
Lo que más te va a asombrar,
a pesar de ser un lego,
es la gran similitud
de todos los tratamientos.
Al margen, ¡claro está!,
de varios medicamentos,
lo demás siempre será:
Una dieta hiposódica,
andar kilómetro y medio,
nada de carnes rojas
ni de embutidos ni quesos,
y sí al pescado hervido
y al pollo, ¡pero sin cuero!
Tendrás que decirle adiós
a tus grandes compañeros:
al whisky, carne y cigarro,
y hasta al cafecito negro.
Pero sí te va a doler
es que antes del chequeo
te sentías cual Tarzán
o como caballo viejo,
y ahora listo pa’l cajón
si no lo tomas en serio.
Por eso, amigo querido,
a aconsejarte me atrevo
que si eres tipo feliz,
sin temores y sin miedos
no se te ocurra ni en broma
jamás hacerte un chequeo.
