Una muchacha muy bien parecida que en una barbería estaba haciéndole manicura a un cliente, recibió de éste una propuesta muy directa:
—¿Qué tal si nos citamos para cuando termines de trabajar?
—No puedo —respondió la muchacha—. Estoy casada.
A lo que le hombre contestó:
—Entonces, llama a tu marido y dile que a la salida del trabajo vas a ir a visitar a una amiga.
—¿Por qué no se lo dice usted mismo? —respondió la muchacha—. Es el que en este momento le está afeitando.
