[LE}– ‘Edadismo’, no ‘edaísmo’ ni ‘ageísmo’

15/01/2014

Edadismo, y no edaísmo, ni el préstamo del inglés ageísmo, es la alternativa válida en español para expresar la discriminación por (razón de) edad.

Sin embargo, en los medios de comunicación se encuentran ejemplos como

  • «Edaísmo: la discriminación hacia las personas de edad» o
  • «Deben evitarse situaciones como el ageísmo, en el que, por criterios exclusivos de edad, no se informa al paciente».

Ageísmo es un préstamo del término inglés ageism, que en 1968 se utilizó por primera vez para referirse a la discriminación por razón de edad, y más específicamente a la que sufren las personas mayores.

En cuanto a edadismo, que se forma por analogía con palabras como sexismo o racismo, lo conveniente es respetar la segunda ‘d’ para mantener la referencia a la palabra edad, que se pierde en la forma edaísmo.

Por lo tanto, en los ejemplos anteriores lo apropiado habría sido escribir

  • «Edadismo: la discriminación hacia las personas de edad» y
  • «Deben evitarse situaciones como el edadismo, en el que, por criterios exclusivos de edad, no se informa al paciente».

En este tipo de frases siempre se puede utilizar, en todo caso, la perífrasis discriminación por (razón de) edad.

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[*Opino}– Razones para equivocarse en un matrimonio

13-01-14

Carlos M. Padrón

Las tales razones, listadas en el artículo que copio abajo, tal vez sirvan para adolescentes, pero, por lo obvias, serían de casi risa para las más de las personas adultas, y de difícl aceptación por parte de adolescentes que han sido socialmente (ambiente, medios, etc.) adoctrinados para creer que muchas de esas razones o son válidas o no revisten peligro o constituyen impedimento.

La frase que resume lo mejor del artículo es ésta: «Para llevar a buen puerto el matrimonio, no basta el corazón. Hay que poner también la cabeza y aprender juntos a superar diferencias y sacar provecho de las dificultades«.

En la sección Drogamor ya se ha tratado bastante el tema de los peligros de fiarse del corazón, o sea, de los sentimientos, así que no voy a abundar más en ellos.

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12/01/2014

Diez falsas razones para casarse (y equivocarse)

Hay diez falsas razones por las que una persona puede casarse, según recoge Tomás Melendo, uno de los mejores filósofos y especialistas en la persona y la familia de nuestro país.

Junto a su mujer, la también filósofa Lourdes Millán-Puelles, ha escrito un libro en el que señala diez errores que, según dicen, «son mucho más frecuentes de lo que pudiera parecernos».

Para esta pareja, «un matrimonio feliz no es resultado del azar. La vida conyugal será lo que él y ella hayan sabido construir día tras día. Para llevar a buen puerto el matrimonio, no basta el corazón. Hay que poner también la cabeza y aprender juntos a superar diferencias y sacar provecho de las dificultades».

Éste es el decálogo:

  1. Atender sólo al atractivo externo de la pareja, o incluso al dinero, posesiones y vida social, olvidando, o no dando importancia, a aspectos más decisivos como su carácter, su personalidad, sus defectos y virtudes, los intereses comunes y su concepción de la vida.
  2. Idealizar sus virtudes, sin caer en cuenta de que parte son el fruto de nuestro propio enardecimiento romántico, no del todo realista.
  3. El miedo a quedarnos solos o a hacer el ridículo.
  4. El afán de independencia respecto a los propios padres.
  5. La honra de afirmarnos ante la negativa de nuestros padres a la relación que queremos mantener.
  6. El miedo a interrumpir un noviazgo oficial y socialmente alentado.
  7. El terror al escándalo, cuando la chica queda embarazada.
  8. Casarse con alguien por la compasión que produce su situación, y pensando que así le podremos ayudar.
  9. Pensar que el matrimonio puede ser un remedio para las propias anomalías psicoafectivas.
  10. Buscar en el marido un futuro padre, y en la mujer, una futura madre, exclusivamente.

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[LE}– ¿’Manda uebos’ o ‘manda huevos’? La RAE y horrores lingüísticos

14/01/2014

E. Vasconcellos

Hasta Fernando Lázaro Carreter, el hombre que clavaba sus dardos en la palabra, cuenta con alguna mácula en su historial.

El que fuera director de la Real Academia de la Lengua (RAE) empleó en más de una ocasión la palabra ‘espúreo’, desconocida para la propia RAE, en lugar del adjetivo ‘espurio’. Sea ‘espúreo’ el mejor ejemplo de palabra espuria, es decir, ‘bastarda’, ‘falsa’.

El error quizá habría pasado desapercibido si no hubiese aparecido en un artículo titulado ‘Norma y uso del idioma’ (1976). Un texto que hablaba, precisamente, de la enseñanza de la lengua a los escolares.

«¿Quién, profesor o no, posee el pulso capaz de ponderar lo aceptable para distinguirlo de lo ‘espúreo’?», se preguntaba el académico sobre la conveniencia de ‘domesticar’ la espontaneidad oral de los estudiantes.

El propio Lázaro Carreter ofrecería más adelante una explicación a su desliz: la palabra ‘bastarda’ surge al intentar mejorar una terminación tenida por vulgar (‘-urio’) y recuperar una supuesta forma originaria similar a ‘sulfúreo’ o ‘purpúreo’.

Su lapsus era en realidad una ‘ultracorrección’, y aparece recogido en «ReAprende Español. Las 101 cagadas (y otras curiosidades) de nuestro idioma» (Bolchiro), un inventario de anécdotas y «horrores» lingüísticos elaborado por Irazusta Comunicación y prologado por Soledad Puértolas.

El libro, disponible de momento en formato digital, «bebe de la vida cotidiana» y «de la relación con los medios, las empresas y las redes sociales», señalan sus autores (María Irazusta, Nacho Miquel, Noemí Sánchez y Beatriz Fernández, todos ellos periodistas).

Rigor y desenfado

El lanzamiento de «ReAprende Español..» coincide con el de dos manuales ‘pura sangre’: «Las 500 dudas más frecuentes del español», editado por el Instituto Cervantes, y «El buen uso del español», de la RAE.

«No pretendemos competir con ellos», aclara Nacho Miquel. Sin perder el rigor, el libro emplea «un tono mucho más desenfadado para abordar cuestiones que a veces resultan tan grises».

Y así, uno puede encontrar desde los vulgarismos más sangrantes admitidos por la Real Academia (‘almóndiga’, ‘asín’, ‘setiembre’, aunque hay margen para el debate) hasta el porqué de la expresión ‘el coño de la Bernarda’ y del sonoro ‘¡Manda huevos!’ (una distorsión de ‘¡Manda uebos!’, del latín ‘¡Mandat opus!’, es decir, ‘¡La necesidad obliga!’).

El origen de los errores es variado: la familia, la televisión, la prensa («los periodistas no somos los responsables del mal uso, pero contribuimos a él de alguna forma», apunta Irazusta), el sistema educativo… y el carácter español.

«Al que usa palabras un poco ‘elevadas’ le llaman ‘pedante'», señala Miquel, y a menudo preferimos «integrarnos» rebajando el nivel de nuestro discurso, a ser ridiculizados por parecer demasiado cultos. Irazusta sostiene que las redes sociales han agudizado el problema, aunque dentro del ‘gremio lingüístico’ hay opiniones enfrentadas sobre este asunto.

A pesar de todo, «los leídos también se equivocan», recuerda el libro. ¿Cómo es posible que Lázaro Carreter, o el mismísimo Umbral, empleasen la palabra ‘espúreo’? «Hay errores en los que la gente no cae. La comunidad hablante no tiene conciencia de que lo sean», explica Miquel.

Otras veces sólo necesitamos que nos refresquen la memoria, de ahí el título del libro: «ReAprender Español es recordar normas y pautas para escribir bien, que probablemente hemos olvidado por el camino», continúa. Sirvan de ejemplo esta agua (no ‘este’ agua), detrás de ti (no detrás tuyo) o callad (en lugar de ‘callar’ cuando se trata de un imperativo).

‘Discrepancias’ con la Academia

Aunque algún capítulo insinúe lo contrario, «Las 101 cagadas (y otras curiosidades) de nuestro idioma» no es una crítica a la RAE, aunque no duden en «enmendar la plana» a la institución. ¿Por qué recoge ‘nigérrimo’ como superlativo de ‘negro’ en lugar de ‘negrísimo’? ¿Por qué legitima errores extendidos en lugar de perseguirlos?

«La RAE peca de aplicar una manga ancha» según la cual «lo que habla la gente es lo que hay que sancionar», dicen. Pero una mentira mil veces repetida sigue sin ser verdad… o quizá sí.

Algunos malos usos sedimentan con el paso del tiempo y terminan por convertirse en norma. ¿Sabían, por ejemplo, que el término ‘desapercibido’ proviene de maltratar la palabra ‘inadvertido’? «La RAE tiene que ser permeable a que el lenguaje evolucione, pero no estar acomplejada», concluyen.

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NotaCMP.- Está de moda un «horror» que, aunque no he visto en forma escrita, sí lo escucho cada vez más. Se trata de ‘tamién’ en vez de ‘también’. Lo preocupante es que no he encontrado crítica alguna a semejante «horror».

[*Opino}– Acerca del origen español del nombre de ocho Estados de USA

13-01-14

Carlos M. Padrón

Por lo visto, alguien cree que Colón fue un conquistador, pues, según el artículo que copio abajo, «el continente americano fue descubierto por conquistadores españoles».

Lo que olvidaron mencionar es que, a pesar de que llegó a decirse, y con mucha verdad, que «en los dominios de España no se pone nunca el Sol», Pérez-Reverte toca algo al respecto es este artículo suyo, y yo me permito repetir la adición de este para mí vergonzoso vídeo histórico que tal vez hasta tenga también algo de profético.

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13/01/2014

El desconocido origen español del nombre de ocho Estados de Norteamérica

El continente americano fue descubierto por conquistadores españoles, y gran parte de sus territorios formaron en algún momento parte del territorio de la Corona de Castilla y, posteriormente, de España.

Aunque al hablar de la presencia española en América lo habitual es pensar en los países que se encuentran desde México hacia abajo, lo cierto es que gran parte del sur de Estados Unidos fue colonizado por españoles.

Prueba de ello son los topónimos de muchas de sus ciudades, algunas tan conocidas como San Antonio de Texas, Los Ángeles o Las Vegas.

Sin embargo, esta influencia española se extendió mucho más, ya que, tal y como cuenta Guillermo Carvajal en el blog «La brújula verde», hasta ocho de los cincuenta estados que forman Estados Unidos conservan un nombre directamente heredado del español.

En algunos casos, el origen del nombre es evidente, pero en otros pasa más desapercibido. Por ello, algunos de los estados incluidos en la siguiente lista pueden resultar sorprendentes.

1.- California

El origen de este nombre es bastante curioso, ya que nace en la novela «Las sergas de Esplandián», escrita por Garci Rodríguez de Montalvo y publicada en 1510.

En ese texto aparece un lugar imaginario e idílico llamado California. Al parecer, los descubridores de esta región pensaron que aquellas tierras se parecían mucho al Paraíso y le pusieron el nombre inventado por Rodríguez de Montalvo.

2.- Colorado

En este caso, el estado toma su nombre del río Colorado, cuyo origen castellano es más que evidente.

3.- Florida

Aunque su origen es también más que evidente, la razón por la que fue escogido puede resultar engañosa.

Así, aunque la lógica parezca dictar que se debe a la frondosidad de esta península del norte del Golfo de México, lo cierto es que el topónimo hace referencia a la Pascua Florida, llamada así quizá por su coincidencia con la primavera.

Florida recibió ese nombre tras ser descubierta el día de Pascua de 1513.

4.- Montana

Este topónimo deriva de la palabra castellana montaña y fue propuesto como nombre del estado por el congresista por Ohio James H. Ashley en 1864.

5.- Nevada

Al igual que el anterior, este nombre, de claro origen castellano, deriva de la cercana Sierra Nevada, que fue bautizada así en honor a la sierra granadina homónima.

6.- New Mexico

El nombre de este estado procede del castellano Nuevo México, que a su vez derivaba de la pronunciación española para la ciudad azteca de Mexihco.

7.- Texas

De la palabra en lengua Caddo, que era hablada por una tribu del este de Texas, «taysha», derivaba la pronunciación castellana «tejas», de la cual procede el actual nombre de Texas.

8.- Utah

Deriva de la pronunciación española de la palabra apache yudah, «alto», que en castellano se decía «yuta».

Posteriormente los angloparlantes acabaron adaptándola como Utah.

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[Hum}– BROMENSERIO: Jaleo en el cuartel

En el cuartel de El Goloso, en la Brunete, el sargento primero está organizando al nuevo reemplazo de tropa profesional, y ordena:

—Gallegos, asturianos, cántabros, vascos,. ¡ahí, a la derecha!
—Aragoneses, catalanes, valencianos, baleares, ¡a la izquierda!
—Navarros, riojanos y castellanos, ¡en la parte de delante!
—Extremeños, andaluces, murcianos y canarios, ¡ahí detrás!

Y enseguida se organizó un gran desbarajuste. Cuando parecía que el jaleo había terminado, quedaron en medio del patio del cuartel tres chinos, un ecuatoriano, dos colombianos y cinco magrebíes.

Uno de ellos levantó la mano y preguntó al sargento primero:
—Mi sargento, ¿y nosotros, los españoles, dónde nos ponemos?

Cortesía de Eleuterio Sicilia

[*Opino}– De ‘cyborg’ aceptan cíborg, pero de ‘boomerang’ sólo búmeran, sin la ‘g’ final

09-01-14

Carlos M. Padrón

Ésta es otra clara inconsistencias más de los esfuerzos artificiales por españolizar términos de otras lenguas, en particular del inglés.

Ya antes se dijo que, en español, la palabra inglesa cyborg sería cíborg; nótese que se conserva la ‘g’ final.

¿Por qué, entonces, con la españolización —término que prefiero a hispanización, pues el nombre de nuestro idioma es español, no hispano— de la inglesa boomerang no se siguió la misma norma de respetar la ‘g’ final sino que se propone búmeran o bumerán, según explica el artículo que copio abajo?

Como ya hice notar en ‘Cíborg’, adaptación española del inglés ‘cyborg’,

1. ¿Por qué no hacen lo mismo con affair?

2. ¿Por qué no lo dejaron en ‘cíbor’ ya que serán muy pocos los que pronuncien esa ‘g’ final?

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09/01/2014

Búmeran o bumerán, hispanización de boomerang

Búmeran o bumerán, y no bumerang, son las adaptaciones recomendadas de la voz inglesa boomerang, tal como indica el Diccionario Panhispánico de Dudas.

En los medios de comunicación es habitual encontrar tanto la grafía bumerang como el sustantivo inglés boomerang:

  • «Una medida implantada en los años setenta para luchar contra la superpoblación con efecto bumerang» o
  • «Ese boomerang en forma de simposio y desafío soberanista le golpea en la cara rudamente».

Según la Academia, bumerang es una forma híbrida, que no es ni inglesa ni española y «no debe usarse».

Por otra parte, la hispanización de boomerang presenta dos acentuaciones válidas: en algunos países de América, como Argentina, Ecuador o México, se pronuncia búmeran; mientras que en España y en otras zonas de América predomina la pronunciación aguda bumerán.

Así pues, en los ejemplos anteriores lo apropiado habría sido escribir

  • «Una medida implantada en los años setenta para luchar contra la superpoblación con efecto búmeran» y
  • «Ese bumerán en forma de simposio y desafío soberanista le golpea en la cara rudamente».

El plural de la forma esdrújula es invariable, los búmeran, mientras que el de la forma aguda es regular: los bumeranes.

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