16 diciembre, 2013
Santiago Toste
Un inventario sobre el léxico diferencial que se ha empleado durante más de cinco siglos en el Archipiélago Canario, y también una aportación a ese futuro diccionario histórico del español que se hace esperar.
Los profesores de la Universidad de La Laguna, Dolores Corbella y Cristóbal Corrales, acaban de presentar la nueva edición del Diccionario Histórico del Español de Canarias, una obra publicada por el Instituto de Estudios Canarios y la Fundación CajaCanarias que supone un capítulo más en la exhaustiva labor de recuperación y divulgación del patrimonio lingüístico de las Islas.
Dolores Corbella y Cristóbal Corrales, autores del ‘Diccionario Histórico del Español de Canarias’.
—Abordar una obra como ésta, que recorre un periodo que va del siglo XV al XX, parece una tarea titánica. ¿Cómo se afronta un proyecto de tan amplio recorrido?
Cristóbal Corrales (C.C.): “A partir de un trabajo constante, recogiendo y analizando las palabras en sus contextos para identificar sus significados y darles la definición adecuada. La parte más ardua es la de leer documentos y libros de lo más variado, lo cual requiere mucha atención y tiempo, y que a veces no proporcionan sino una escasa información”.
—Documentar el origen del vocabulario Canario ha de dar pie a encontrarse con historias curiosas. ¿Podrían citar algún ejemplo?
Dolores Corbella (D.C.): “Entre los primeros pobladores, aparte de los que procedían de Andalucía, destacó el aporte de gentes venidas de Portugal. ‘Burgao’, por ejemplo, es un portuguesismo todavía frecuente en el Archipiélago para denominar al bígaro (y otras especies similares).
El Diccionario Histórico del Español de Canarias ofrece como testimonio más antiguo un texto de 1503. El diccionario de la Real Academia registra la forma ultracorrecta ‘burgado’ definida como caracol terrestre, como si se tratara de una voz de uso general. Pero ni es una palabra de empleo generalizado en otras variedades del español (excepto en Andalucía) ni el significado con el que se usa en las Islas es el que propone la Academia”.
—Estudiar la evolución de las palabras es hablar de mestizaje. ¿Cuál ha sido la importancia de las Islas en el español que se habla hoy en América?
D.C.: “No se puede entender el español americano sin la aportación que supuso el habla isleña, y al revés: muchos de nuestros emigrantes, en su viaje de retorno no trajeron más equipaje que aquellas voces que hicieron suyas en tierras americanas. En Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, pero también en Uruguay, Argentina o México, la impronta Canaria fue decisiva en la conformación de un vocabulario que compartimos”.
—¿A partir de qué momento se considera que un término ha pasado a engrosar nuestro léxico?
C.C.: “En los orígenes del español en las Islas las palabras que designaban aquello que era exclusivo de aquí, como ‘tabaiba’ o ‘perenquén’, quedaron incorporadas de manera inmediata, y casi todas siguen vigentes. Por otra parte, cualquier palabra que haya sido tomada en préstamo, como puede ser ‘guagua’, una vez que el hablante Canario la utiliza de forma normal y general, queda asignada de manera definitiva a nuestro léxico”.
—¿Qué momento vive el español de Canarias? ¿Cuáles son los principales obstáculos que encara?
C.C.: “Yo diría que vive momentos de duda, porque está en una etapa de cambio, al olvidarse buena parte de lo que ha sido su tradición léxica, aunque sus características fundamentales, como puede ser el seseo, el uso de ustedes por vosotros, la entonación, etc., se muestran estables y firmes.
Tampoco creo que se pueda hablar de obstáculos, ya que son los hablantes los que eligen el camino a seguir, y son ellos los que siempre van a encontrar lo que mejor les conviene, porque es imposible conservar inmutable un idioma, por mucho que queramos fijarlo con normas y reglas”.
D.C. : “La situación es equiparable a la que presentan otras variedades del español. La lengua es algo vivo, que se adapta a las necesidades del hablante. Estamos en un mundo globalizado donde los medios de comunicación tienden unos puentes que antes no existían y, por tanto, las barreras y las diferencias lingüísticas se pierden y, con ello, parte del léxico diferencial”.
—¿Persiste aún ese prejuicio, quizás hasta complejo, hacia el uso de los canarismos?
C.C.: “Es normal lo que ha ocurrido en Canarias; sucede en todas las sociedades. Según se aumenta el grado de escolarización y se amplía la cultura, se puede depreciar un léxico que pasa a considerarse propio de un pasado superado.
De ahí que sea necesario hoy recopilar todas esas palabras, en muchos casos en vías de desaparición, no con la intención de recuperarlas para su uso —cosa harto difícil, si no imposible—, sino para conocerlas y saber cómo ha sido nuestro pasado”.
D.C.: “No creo que haya complejo, hay cambio, hay mayor escolarización, y todo esto se refleja en el habla. A veces confundimos complejo con nivel de habla. Hay canarismos que siempre se usarán porque reflejan una realidad que no tiene equivalente en la lengua general, y hay otros que se irán perdiendo, bien porque su empleo va quedando obsoleto o relegado a ciertos niveles terminológicos (agricultura, pesca,…), o bien porque se reemplazan por voces más frecuentes usuales en los medios de comunicación. ¿Se va abandonando el uso de la palabra ‘boliche’ por algún tipo de complejo? ¿O ‘magua’? Evidentemente, no. Hay un cambio en la sociedad y eso se refleja en el lenguaje”.
—Finalmente, y sin abandonar las palabras, ¿cuáles utilizarían para definir la aportación que han querido brindar a la sociedad de las Islas con este Diccionario Histórico del Español de Canarias?
C.C.: “No hay nada que identifique más a una región que su patrimonio lingüístico, de ahí que este diccionario pretenda hacer un inventario amplio del léxico diferencial que en el Archipiélago se ha manejado a través de los casi seis siglos que abarca.
Al mismo tiempo, pretendemos que sea una herramienta de trabajo para los que se preocupan por investigar cuestiones léxicas, y no solamente en nuestro ámbito, sino también en el del español general, porque, a fin de cuentas, el Canario es español y de él se nutre.
Téngase en cuenta que seguimos necesitados de un diccionario histórico del español, y que este diccionario nuestro es, hoy por hoy, una aportación que algo tendrá que decir en el futuro, todavía lejano, de ese diccionario global que tanto tiempo llevamos esperando”.
D.C.: “En la introducción al diccionario lo decimos: la historia del español Canario ya está escrita. Y lo está por los propios usuarios de la lengua, en los textos que hoy conservamos, impresos o manuscritos, literarios o no, es decir, en todo cuanto se ha escrito en las Islas desde los tiempos de la conquista hasta hoy mismo.
Nuestro trabajo no ha consistido más que en leer atentamente esos textos para descubrir en ellos nuestro patrimonio lingüístico y compilar un tesoro con las palabras que a lo largo del tiempo nos han definido como pueblo y que han marcado nuestra identidad, sin duda, el mejor legado que las generaciones anteriores nos han transmitido.
Pensamos, de todas formas, que nuestra investigación no debe quedar aquí, ya que los materiales que hemos recopilado deben pasar a formar parte de ese futuro diccionario histórico de la lengua en el que el léxico Canario debe ocupar el lugar que le corresponde.
Siempre se ha estudiado el español europeo y se ha analizado el español americano en contraste con la variedad peninsular sin tener en cuenta la trascendencia de la aportación del Archipiélago en la conformación del léxico atlántico”.
Cortesía de Juan Antonio Pino Capote
