13-08-12
En el año 1839, nació en Igualada (Barcelona) un hombre llamado José María Carulla, que se destacó por ser abogado, servidor del papa Pío IX y fecundo versificador que, entre otras cosas, fue fundador y director del periódico “La civilización” y célebre polemista católico.
La Santa Sede lo distinguió con la Cruz de Mérito, en reconocimiento a su ambicioso empeño en trasladar el texto en prosa de la Biblia (o parte de ella) a la forma en verso.
Desafortunadamente, la ardua tarea de versificar tan magna obra fue demasiado para él que, evidentemente, no había sido favorecido por Dios en el reparto de talentos, particularmente en el arte de la poesía.
De manera que el resultado de su esfuerzo, concretado en setenta y tres gruesos volúmenes, terminó por ser un fárrago inaudito de rispideces que durante mucho tiempo fue motivo de broma en todos los cenáculos literarios, y tanto fue así que, desde entonces, el dicho «La Biblia en verso» se usó como equivalente de todo aquello que, por su enredo y confusión, resulta difícil de digerir.
