Durante una visita de rutina, el médico, examinando a una joven y bella mujer, le dice:
—Su corazón, sus pulmones, su pulso y presión sanguínea están en perfecto estado.
Y, dándole la espalda para lavarse las manos, agrega:
—Ahora déjeme ver esa cosita que a ustedes las mujeres siempre las mete en toda clase de problemas.
La mujer comienza a desvestirse, y cuando el médico se voltea le dice:
—¡¡No, no, no!! ¡Póngase su ropa nuevamente! Yo sólo quiero que me enseñe la lengua.
Cortesía de Eva Matute
