Una hermosa useña, atontada y rubia —y valga la redundancia— iba con su esposo en la avioneta de éste. Durante el vuelo, el hombre sufrió un ataque cardíaco y murió. Ella, desesperada, comenzó a gritar por la radio:
—Mayday! Mayday! ¡Auxilio! ¡Ayuda! ¡Mi esposo acaba de morir y no sé volar este aparato! Por favor, ¡ayúdenme!
Desde tierra le llega la respuesta desde la Torre de Control Aéreo (TCA):
TCA: Aquí le habla la Torre de Control Aéreo. Tranquilícese, tengo mucha experiencia en este tipo de situaciones y le vamos a ayudar. Conserve la calma y le ayudaré a aterrizar…
ELLA: ¡Okay! ¡Okay!
Después de unos segundos, vuelve la voz:
TCA: Bien. Ahora dígame su altura y posición..
ELLA: Mido 1.65 y voy sentada en el asiento junto al del piloto.
Una interminable pausa, y luego:
TCA: Bien, ahora repita conmigo: «Padre nuestro que estás en el cielo,…».
Cortesía de Esteban Zajía
