Una señora burlona
cierto día se mofaba
de un joven que se acercaba
hacia su fatua persona;
sujeto que hacia el hogar
del extranjero venía,
con ensueños de alegría
para a su madre abrazar.
Llegaba triste, harapiento,
como un mísero mendigo,
por lo que no halló un amigo
que aliviara su tormento.
——————————
Vio el joven a la señora
y pretende hacia ella ir;
pero ésta trata de huir
porque es pobre y la desdora.
Pero aquel hijo decía
en tan triste situación:
«¡Oh, madre, la bendición,
la bendición, madre mía!».
