Nació en la isla de La Gomera, hijo de padres bien acomodados, y vino a Cuba muy joven, dedicándose al comercio de víveres al por mayor.
Hombre de ideas avanzadas y de claras luces, se vio envuelto en los acontecimientos políticos de 1868, acusándosele de haber intervenido en la malograda expedición del vaporcito El Indio, por lo cual fue sentenciado a trabajos forzados en las canteras de San Lázaro.
Ya allí, sus numerosos amigos en el extranjero combinaron el medio de trasladarlo a la isla de Santo Domingo, donde se ha casado y goza de grandes simpatías, dedicándose a la agricultura, y lejos de toda tendencia política porque, no obstante los principios eminentemente democráticos que profesa, cree que las naciones se engrandecen y purifican, moralmente dicho, por medio de las evoluciones continuadas y pacíficas, y no por medio de los grandes trastornos sociales en que se arroja a la pelea a millares de ciudadanos que jamás se conocieron ni odiaron, cuando estos robustos brazos y esos valiosísimos elementos deberían emplearse en la agricultura, en la industria, en las artes y en el comercio libre y espontáneo.
Dícese con frecuencia que la Humanidad está atrasada, pero séase lo que se quiera, en medio de esas convulsiones, el mundo marcha, y las generaciones de mañana harán lo que nosotros, por malicia o por torpeza, hemos dejado de hacer en bien de la Humanidad.
