– XXIII –
De tus medias la tenue transparencia,
el color de tus piernas deja ver,
y el escote que llevas, ¡oh, mujer!,
tu terso pecho de blancura esencia.
Atractivos sagrados que el Señor
concedió a la mujer, a esa figura
que, cuando ostenta angélica hermosura,
a los hombres inspira un puro amor.
Yo admiro esa belleza, el gran poema
de la carne atractiva y misteriosa,
cual los pétalos frescos de una rosa,
que tienen su lenguaje y su dilema,
que me hablan de tus místicas sonrisas,
de tus ansias pletóricas de anhelos,
tan puras, cual los astros de los cielos,
y el azul de los mares y las brisas.
Porque es fénix tu cuerpo de hermosura;
porque es vaso sagrado y de valor,
cuando encierra y destila un puro amor,
y un alma de virtudes y ternura.
Pero al pensar, porque es tu obstinación
el que adviertan tu física belleza,
un pensamiento surge en mi cabeza,
que disipa mi efímera ilusión.
Pretextando la moda, fabricada
con el yunque servil de las pasiones,
pervirtiéndose van los corazones,
de la vida en la lúgubre jornada.
La moda del gran mundo intelectual,
en alas de una sólida virtud,
acógela en tu hermosa juventud,
y noble será siempre tu ideal.
——
De tus medias la tenue transparencia
que el color de tus piernas deja ver,
y el escote que llevas, ¡oh, mujer!,
ante todos acusa tu inocencia.

