17-03-12
Carlos M. Padrón
Lo que reproduzco más abajo lo encontré ayer en una carpeta en la que, con el título de «Curiosidades», guardo papeles, ———como la lista de invitados a La quema de CTP—, de los tiempos en que no existía, o yo no tenía, una computadora personal.
¿Extraño? La astrología dice que los Cáncer guardamos todo. 🙂
El artículo, publicado, según veo en el recorte de periódico, en septiembre, noviembre o diciembre de 1993 —en el recorte sólo se ve «mbre 1993″—, debo haberlo sacado de un periódico de España, pues en esos meses de 1993 residía yo en Madrid.
Y ahora llamó mi atención porque en este blog he publicado varios posts en los que se destaca lo mucho que la risa ayuda a que uno viva más. Entonces, ¿en qué quedamos?
Tal vez la explicación esté en que reír mucho no sea necesariamente una muestra de optimismo ni de falta de prudencia. Yo, por ejemplo, no soy lo que se dice optimista, pero, a pesar de mi expresión adusta y de pocos amigos, no pierdo ocasión de reírme aunque sea de mí mismo, ni de ser «jodedor» con los demás, lo cual me ha ocasionado no pocos problemas.
***
Noviembre de 1993
Daniel Goleman
Según un estudio, la seriedad es una de las claves de la longevidad.
Ser cauto y un tanto adusto son una de las claves de la longevidad, de acuerdo con un estudio realizado a lo largo de 60 años sobre más de 1.000 mujeres y hombres.
Aquéllos que de niños fueron responsables tenían un 30% menos de probabilidad de morir en un año dado de su adolescencia que sus más despreocupados compañeros.
Pero aquéllos que fueron exuberantes en su infancia lo pasaron menos bien en la ruleta de la vida: tenían un 6% de probabilidades más de morir en cualquier año.
«Realmente, no sabemos por qué la gente concienzuda vive más tiempo; no es tan simple como ponerse un jersey cuando hace frío. A pesar de las afirmaciones de que el optimismo y el sentido del humor son saludables, no encontramos ni una sola prueba de ello. La alegría predecía una vida más corta, quizá porque indicaba un optimismo irreal, que llevó a la gente a ignorar los riesgos para su salud», dijo Howard S. Friedman, psicólogo de la Universidad de California en Riverside, que hizo la investigación.
Los hallazgos de la investigación están basados en una muestra de 1.178 chicos y chicas de California que a principios de los años veinte, y con una media de edad de 11 años, fueron primero estudiados por Lewis Terman, un inventor del test del coeficiente intelectual.
Todos los niños eran brillantes, con un coeficiente intelectual de al menos 135, y Terman, y más tarde otros psicólogos, les entrevistaron a lo largo de sus vidas adultas, desde los años veinte hasta los ochenta.
La investigación de Friedman fue publicada en el número de octubre del Journal of Personality and Social Psyclhogy.
Cinco grupos
A los 11 años los niños fueron evaluados por sus padres y profesores con medidas que Friedman resumió en cinco
rasgos de personalidad:
- Sociabilidad y extroversión
- Autoestima y confianza
- Energía física y nivel de actividad
- Conciencia, y, por último,
- Alegría, una combinación de optimismo y sentido del humor.
Sucesivas evaluaciones mostraron que esos rasgos, medidos por primera vez en la infancia, se mantuvieren bastante estables en el curso de la vida.
La mayoría de los niños eran responsables, eran de «esos niños en los que se puede confiar en que hagan sus deberes, cierren las puertas y guarden sus bicicletas», dijo Friedman. Luego se hicieron mayores y se convirtieron en adultos que fumaban
y bebían, aunque menos que sus compañeros. El vínculo estadístico entre conciencia y longevidad iba más allá de tales hábitos.
Para su sorpresa, Friedman encontró que rasgos como la sociabilidad y la autoestima no tenían relación con cuantos años vivía la gente.
Quizá la sorpresa más grande fue que el optimismo en la infancia tenía un impacto negativo en la longevidad, pues otros estudios habían mostrado que una actitud optimista tenía efectos positivos sobre la salud, al menos a corto plazo, en situaciones como la recuperación de la cirugía.
Pero esos estudios definían el optimismo de forma diferente: como el control sobre los acontecimientos de la vida.
Otros psicólogos, cuyos estudios de rasgos de personalidad incluyen la responsabilidad, no están sorprendidos por los descubrimientos de Friedman.
«En general, la vida de los responsables es más prudente; beben menos, exploran menos las drogas, y son más circunspectos en su sexualidad», dijo David Watson, de la Universidad de Iowa.
Fuente: New York Times
